Connie Willis y los espiritistas
He leído ya un par de libros de Connie Willis en que trata el tema del escepticismo versus la superchería. En uno, Por no mencionar el perro se hace de manera colateral, con una escena de una truculenta sesión de espiritismo trucada.
En otro, Infiltrado, una novela corta centrada precisamente en este tema. Supongo que Willis tiene formada una opinión sólida al respecto. Debe influir, me imagino, que esté casada con un físico.
En Infiltrado, no obstante, se hace una crítica contumaz de los espiritistas y de los canalizadores que tan de moda están en muchos ámbitos, en especial en los Estados Unidos. Hay una frase bastante lapidaria en la novela, en la que afirma que todo el mundo en Hollywood cree en esas cosas.
Tampoco hay que ir muy lejos. El expresidente Ronald Reagan y su mujer Nancy eran verdaderos fanáticos de estas cosas y durante mucho tiempo, una de las personas más influyentes del país, y por extensión, del mundo, fue su astróloga.
Me alegro que algunos escritores se pongan del lado de la racionalidad y la defiendan, en especial, ahora que algunos de los grandes baluartes del racionalismo y del humanismo, como Isaac Asimov o Carl Sagan han desaparecido.
Connie Willis no es la única escritora de ciencia ficción que está en ese bando. También forma parte de los humanistas un escritor tan reconocido como Kurt Vonnegut, aunque su obra no destaca especialmente por una crítica del fenómeno.
Por desgracia, en nuestro país, algunos escritores de literatura fantástica parecen defender posturas contrarias. Tal es el caso de Matilde Asensi quien, en El origen perdido hace poco menos que una loa del creacionismo, lo cual se carga la novela según mi modo de ver. A mí, al menos, se me atragantó.
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