23 julio 2021

Peñascos contra la Tierra

Prospectando el futuro, hay quien sugiere la posibilidad de mover asteroides hasta el sistema Tierra-Luna para explotarlos desde el punto de vista minero. Tenerlos cerca disminuye los problemas de una minería in situ, en medio de la nada, en el cinturón de asteroides.

 

Recientemente, incluso, China de plantea desviar un pedrusco que tiene alguna posibilidad remota de impactar contra la Tierra durante el siglo XXII.

 

Pero todo esto también ocasiona un problema bastante serio. Si podemos mover asteroides, ¿quién no nos garantiza que alguna entidad terrorista no lanzaría uno de estos pedruscos contra la Tierra? La verdad es que la posibilidad no es ninguna tontería y de locos los hay a montones. Supongo que en el futuro también los habrá.

 

Este planteamiento se nos propone en el principio de la quinta temporada de la serie de TV The Expanse. Pero no es el único lugar de la ciencia ficción en que alguien ha decidido lanzar chinitas contra la Tierra.

 

Por ejemplo, este planteamiento también aparece en La luna es una cruel amante, de Robert A. Heinlein, donde los habitantes de la Luna, que quieren independizarse de la Tierra, deciden bombardearla con proyectiles aprovechando que se encuentran en lo alto de un pozo gravitatorio y la Tierra, en su fondo.

 

También se da este planteamiento en “Giza” de Joe Haldeman. En este caso, se trata de una venganza de unos descendientes del pueblo vasco manipulados genéticamente que deciden vengarse de su condición lanzando una chinita contra la Tierra.

 

Por suerte y por desgracia, nuestra capacidad actual para desviar cometas o asteroides es prácticamente inexistente. Por suerte, porque nadie tendrá la tentación de jugar a ser Dios y provocar el fin del mundo (literalmente). Por desgracia, porque si se nos acercase un cuerpo celeste suficientemente masivo como para provocar un cataclismo, tampoco podríamos hacer gran cosa excepto mirar.

 

Como dice William Shakespeare en su obra Ricardo II, “Sentémonos en el suelo y contemos tristes historias sobre la muerte de los reyes”.

 

 

 

05 julio 2021

La metáfora de Asimov

Hay una cosa que me llama mucho la atención de una de las obras tardías de Isaac Asimov que es Robots e Imperio (Robots and Empire, 1985). Aun a costa de hacer un spoiler gordo, resulta que los enemigos de la Tierra de los Mundos Espacianos deciden volver la Tierra radioactiva para eliminar a los terrestres. La idea, por eso, es que el proceso será muy lento, de manera que no se darán cuenta enseguida, para prevenir un ataque de represalia y solo les afectará en un futuro más o menos lejano.

 

De hecho, les afecta en un futuro tan lejano que los Mundos Espacianos han pasado a la historia, mientras que los terrestres se han lanzado a conquistar toda la galaxia, en parte debido a que su hogar natal se ha ido volviendo lentamente inhabitable y lejos de conseguir su objetivo inicial de destruir a los terrestres, los han vuelto mucho más poderosos, al no depender de un único mundo.

 

Lo que encuentro curioso es que esto es una metáfora brutal de la destrucción del útero materno que representa la Tierra. La Humanidad debe dejar su cuna natal y para ello hay que quemar la cuna. Este simbolismo, bastante propio del Asimov tardío, no lo encontramos en las obras iniciales del autor.

 

Además, admite una segunda lectura, como en la mayor parte de sus obras de ciencia ficción. Esta expansión por la galaxia también puede verse inspirada en la destrucción del Templo de Jerusalén y la posterior Diáspora de los judíos por el mundo. Asimov era de cultura judía, aunque era profundamente escéptico en temas de fe. Pero si algo dominaba, a parte de la Ciencia, era la Historia.

 

Estas dobles lecturas son comunes en las novelas del Imperio Galáctico, especialmente en las últimas que escribió. Si primeramente se inspira en Roma y en Decadencia y Caída del Imperio Romano de Gibbon, después lo hace más en Estados Unidos, que ve ligeramente decadente y en la ciudad de Nueva York, que él quería profundamente.

 

Para aquellos que decían que las obras de Asimov no contenían ni una sola metáfora, aquí tenéis un buen ejemplo de una metáfora mayúscula, instalada en el núcleo argumental de una de sus novelas tardías de robots y de imperios galácticos.