Quizá os parezca una locura, pero me enamoré de él, antes de ni siquiera verle. De hecho, me enamoré de él la primera vez que hablamos, me enamoró en un par de horas de conversación.
Me encantaba, eso fue así.
Cuando le vi, mi sentimiento aumentó, cuando me besó, mi corazón bombeaba fuertemente debido a la emoción, cuando me tocaba, me estremecía, cuando yo olía su cuerpo y su piel, lo hacía tan profundamente que aún tengo esa olor dentro de mi nariz. Le amé de una manera intensa.
Hablamos del futuro muy pronto, hacíamos planes. Viajes, boda, hijos, nombres, mascotas, etc.
Y yo cambié. me di cuenta de que me comportaba con él como nunca lo había hecho con ningún hombre. Siempre he intentado hacer creer que no estaba enamorada, que me daban igual mis parejas, pero con él era distinto, estaba enamorada, lo demostraba y, además, me encantaba hacerlo. Con él, lloré de amor, me sentía vulnerable, y frágil, y sentía que él me protegía, me cuidaba y me entendía.
Por primera vez temía perder a alguien, por primera vez sentía lo que era amar de verdad, por vez primera me sentía realmente a gusto haciendo cosas por alguien, por él.
No quería separarme de su lado ni por un segundo, no quería dejarle respirar, quería que fuera mío en todo momento. Que permaneciera en mi casa día y noche, por toda la eternidad. En mi casa, y en mi cama.
Me duchaba con él, le miraba cuando estaba empapado, y pensaba que era afortunada. ¿Cómo podía yo tener a este hombre conmigo? Dios, qué guapo estaba cuando le caía el agua por encima!
Recuerdo con nostalgia las mañanas en las que organizábamos los días que nos quedaban por estar juntos. Qué comeríamos, qué haríamos, qué cenaríamos ¿Nos bañaríamos juntos? ¿Veríamos alguna película?
Era un amor...
Era mi vida.