La cosa es que me siento tan feliz sabiendo que existes, que me pongo a soñar despierta demasiado a menudo.
Y es que por fin veo en unos ojos las miradas que deseé siempre. Y por fin me levanto con ganas de acariciarte, aunque no te tenga a mi lado... te quiero ahí. Por fin un olor me resulta atractivo, por fin un sabor, tu sabor, el de tu boca, me llena. Por fin me dan los ansiados "buenos días, princesa"... día tras día, y sonrío cada vez que lo leo una y otra vez... día tras día.
Vivo como si viviera en un eterno París. En una primavera soleada constantemente, en un colchón de plumas.
Mis días pasan como si fueran siempre sábado, como un descansado día de playa, como viendo siempre un cielo azul claro, como si las noches fueran siempre de luna llena.
Y es que, podría hacer frío, podría nevar o temblar el suelo, pero si estoy contigo, no me importaría, porque como se dice: "contigo me siento como en casa".
Podría parar el tiempo y oler siempre a velas de vainilla, eres mi bañera de agua caliente, mi mejor medicamento, mi cerveza helada, mi diversión estrepitosa.
Ójala parar el tiempo para tan solo oírte respirar, para poder mirarte sin que tú te des cuenta, para besarte el brazo, el hombro y las manos como si no hubiese mañana, para dejar que crucemos los dedos de la mano y que me las aprietes fuerte hasta sentir que me cortas la circulación de la sangre.
Ójala se pudieran detener los relojes para poder lamer tu espalda eternamente, para tener mis dedos enredados en tu pelo y para acariciarte la cara mientras mantienes los ojos cerrados y suspiras.
Ójala parasen las horas para recorrerte entero, para descubrir con las yemas de mis manos cada centímetro de tu piel. Para olerte sin parar el cuello. Para rozarte la mejilla con mi nariz helada. Para hacerte cosquillas con mi pelo.