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lunes, 13 de mayo de 2024

Peter Gabriel - I/O (2023)



Si hay un músico con fama de perfeccionista ese es Peter Gabriel. A lo largo de toda su carrera en solitario, cada uno de sus discos ha sido una obra casi perfecta de ingeniería sonora en el que cada detalle está estudiado al máximo y esa obsesión iba a más con cada nuevo trabajo. La consecuencia de esto: que el espacio entre discos nuevos cada vez es mayor. No es que estemos ante algo raro en este tipo de artistas pero lo cierto es que en este caso el tiempo de espera ha sido algo casi grotesco ya que entre “Up”, su último disco de canciones nuevas y “I/O”, recién aparecido, han transcurrido más de veinte años.


La cosa es que esto no debería haber sido así porque cuando apareció “Up”, Gabriel indicó que tenía más de 100 canciones escritas y la previsión de lanzar otra selección de ellas en un plazo no demasiado largo. Las giras y otros proyectos que iban surgiendo, entre los que se encontraba la periódica y recurrente posibilidad de una reunión de Genesis, fueron aplazando año tras año el proyecto. Más tarde fue la enfermedad de su esposa (un linfoma, en apariencia incurable, que terminó por superar) la que apartó a Gabriel de toda actividad musical hasta finales de 2018 cuando, por fin, retomó un proyecto cuyos primeros pasos se dieron allá por 1995.


El nuevo trabajo iba a llevar el título de “I/O”, probable referencia a la dualidad “input/output” y para su grabación, Gabriel iba a recurrir a sus colaboradores habituales, Tony Levin (bajo), Manu Katche (percusiones) o David Rhodes (guitarras) además de un buen número de músicos que participan en temas puntuales. Mención aparte merece la presencia de Brian Eno haciendo un poco de todo, desde tocar sintetizadores, a co-producir varios temas, programar bases rítmicas, etc. Por la trayectoria de ambos, nos llama la atención que no hayan colaborado antes en un disco más allá de coincidir en los créditos de algún trabajo ajeno, especialmente cuando se conocen desde que Eno participó en “The Lamb Lies Down on Broadway” de Genesis. Una de las curiosidades de “I/O” es que el disco se presenta en dos mezclas diferentes: una “brillante” realizada por Mark Stent y otra “oscura” a cargo de Tchad Blake. No nos vamos a extender en las diferencias entre ambas porque no son demasiado relevantes y se limitan a matices aquí y allá.


“Panopticom” - El disco comienza con una canción compleja. Se inicia con una sencilla melodía de teclado que enseguida da paso a una parte percusiva con el sabor típico del Gabriel de “Up” o “Us”, llena de efectos electrónicos y de detalles sutiles que desemboca enseguida en el estribillo, ligeramente acelerado por las guitarras acústicas y en un intenso puente tras el que volvemos al inicio. Un canción que nos encantó desde la primera escucha y que fue el primer adelanto del trabajo.




“The Court” - Es común a varias de las canciones del trabajo un esquema en el que se combinan segmentos muy diferentes a lo largo de toda la canción. Aquí asistimos a un comienzo de corte étnico dominado por las percusiones que continúa con una especie de parón y una potente sección central digna del mejor Gabriel. En la parte final aparecen los teclados y los coros para guiarnos hacia un bonito final.


“Playing for Time” - Un par de referencias clásicas al piano (un poco de la “marcha fúnebre” de Chopin con un toque impresionista después) abren esta balada que muchos han relacionado con Randy Newman no sin razón. Los arreglos orquestales funcionan de maravilla en una canción emotiva con un toque épico en su segunda parte, propulsada de forma impecable por las cuerdas.


“I/O” - La siguiente canción tiene unos arreglos algo más sencillos que las iniciales lo que la relaciona más con trabajos como “Melt” que con los posteriores a “So”. Es un bonito tiempo medio, optimista y vital que saca mucho partido a un estribillo extremadamente pegadizo con un toque africano en los acompañamientos corales a cargo del Soweto Gospel Choir.




“Four Kinds of Horses” - Con la siguiente canción volvemos a las producciones sofisticadas, con percusiones tenues, efectos electrónicos y sintetizadores flotantes. Un tema maravilloso que va surgiendo poco a poco en una progresión que puede recordar al “Hotel California” de los Eagles pero siempre sonando cien por cien Peter Gabriel.


“Road to Joy” - Como nos ocurre en la mayoría de las canciones del disco, desde la primera escucha ya nos resultan familiares y es que pocos artistas hay con un sello tan personal e inconfundible. Magníficos los toques funk en las guitarras y la ejecución vocal de Gabriel a la altura de la de clásicos como “Sledgehammer”. Es muy difícil ponerle un pero, no ya a una canción, sino incluso a cualquier fragmento de alguna en un disco en el que todo roza la perfección.


“So Much” - Otra de esas baladas emocionantes de Gabriel, dominada esta vez por el piano con un bajo maravilloso a cargo de Tony Levin y unos coros femeninos que nos recuerdan al último Leonard Cohen pero mucho más sutiles que los que éste solía emplear. La forma de interpretar del cantante aquí es muy cercana a la que utilizaba en su disco de versiones “Scratch My Back”, con un tono más maduro en el se nota el peso del tiempo.


“Olive Tree” - Muchas críticas han incidido en la similitud de los arreglos de esta canción con el estilo de Phil Collins en los ochenta y noventa y lo cierto es que podemos compartir esa opinión, especialmente cuando entran los metales. En todo caso sigue siendo una canción absolutamente reconocible por el seguidor de Gabriel el que también planea un cierto aire a The Police, especialmente en las guitarras y la batería. Tampoco extraña mucho si tenemos en cuenta que Gabriel giró con Sting durante varios meses en los años anteriores.


“Love Can Heal” - Tras la sorpresa del comienzo electrónico/ambiental aparece un precioso violonchelo interpretado por Linnea Olsson, quien también le da la réplica vocal a Gabriel en un dueto que inevitablemente nos remite a su “Don't Give Up” con Kate Bush. Muy diferente al resto del disco, es, sin embargo, una de nuestras canciones favoritas.




“This is Home” - De nuevo asistimos a un cambio de estilo con la canción más descaradamente “pop” del disco, llena de elementos del Gabriel más conocido, toques de “world music” y una producción aparentemente sencilla pero cuidada al detalle.


“And Still” - El comienzo de cuerdas es suave y podría desembocar del mismo modo en una balada de corte celta que en un tema clásico. Ni lo uno ni lo otro. Cuando aparece el ostinato de piano y la percusión nos encontramos más cerca de un tema “trip-hop” en la línea de Massive Attack o Portishead que de una canción de Peter Gabriel al uso. Es la única pieza del disco que nos descoloca por completo aunque no por ello nos disgusta. Especial mención al magnífico interludio a base de cuerdas que aparece antes de la recapitulación final porque es una preciosidad. El cierre, lleno de voces etéreas, es otro acierto.


“Live and Let Live” - Aunque participa en varios cortes del disco, se nos antoja que los sintetizadores y tratamientos sonoros de Brian Eno son aquí más reconocibles que en el resto del mismo. Nos encantan también los arreglos de cuerda que suenan muy “beatles” acompañando el estribillo así como la trompeta de Paolo Fresu, y los toques africanos de la guitarra y el coro de Soweto que ponen un cierre extraordinario al disco.


La sensación que nos deja “I/O” es la de haber montado en una máquina del tiempo que nos ha transportado veinte años atrás. El disco podría haber sido grabado en 2004 como estaba previsto porque reconocemos en todo momento al Peter Gabriel de aquellos años. Muy pocos de los avances tecnológicos de estos años que aparecen en el trabajo llamarían especialmente la atención al oyente de entonces si lo hubiera escuchado en aquel momento. Tampoco se nota la presencia de ninguna influencia estilística o de alguna moda surgida en estas dos décadas. Habitualmente exigiríamos a un artista una evolución mayor, sobre todo teniendo en cuenta el tiempo transcurrido desde su anterior disco de canciones nuevas pero hay casos en los que la calidad de la obra nos permite olvidarnos de ese anhelo de novedades y centrarnos en disfrutar de la música sin más. Eso es exactamente lo que nos ocurre con "I/O". Un disco maravilloso del que casi habíamos perdido la esperanza de llegar a disfrutarlo algún día y que, sin embargo, está ya aquí, peleando cara a cara con los mejores de su autor para situarse entre nuestros favoritos y convertirse en una de las recomendaciones más evidentes que hemos hecho en mucho tiempo.

lunes, 4 de diciembre de 2017

Genesis - Selling England By the Pound (1973)



Es posible que de todas los grandes nombres que a todos nos vienen a la cabeza cuando hablamos de rock progresivo la banda que más tardó en triunfar de una forma clara fuera Genesis. Sus primeros discos obtuvieron un éxito discreto y, pese a que “Foxtrot” obtuvo muy buenas críticas y la gira posterior fue muy exitosa, entre los integrantes de la banda había dudas acerca del futuro. Incluso llegaron a pensar que Phil Collins estaba planteándose dejar el grupo para probar suerte con otra formación (había ofrecido algunos conciertos junto con Peter Banks, el antiguo guitarrista de Yes por aquel entonces).

Tampoco en la discográfica debían tener las cosas muy claras ya que les dieron un ultimátum y una fecha límite para entregar un nuevo disco apenas un año después de la publicación del anterior. Los conciertos habían ocupado casi todo el tiempo de la banda con lo que apenas habían compuesto material nuevo lo que les ponía en un serio aprieto. Dada la situación, los cinco miembros de la banda decidieron recluirse en una casa que alquilaron ex profeso para componer y poner en común todas las nuevas ideas que les permitieran dar a luz otro disco. No sabemos si por la presión del sello, por el entendimiento definitiva de cinco grandes músicos conjuntados a la perfección tras varios discos y giras o por la necesidad de dar el paso adelante definitivo: el hecho es que de las sesiones de grabación posteriores surgiría uno de los grandes discos de la banda y también del rock progresivo como género. Quizá la obra definitiva de Genesis habida cuenta de lo que sucedería después.

La formación era la más recordada del grupo, compuesta por Peter Gabriel (voz, flauta, oboe y percusiones), Tony Banks (teclados y guitarra), Steve Hackett (guitarras). Michael Rutherford (bajo, guitarra y sitar) y Phil Collins (batería, percusiones y coros).

La puesta en escena de Genesis siempre era espectacular.


“Dancing With the Moonlit Knight” - La voz desnuda de Gabriel entonando unos versos con aire folclórica (podría pasar por una canción tradicional escocesa en esos primeros instantes) nos da la bienvenida. A partir de ahí asistimos a un juego de sutilezas que no parará durante los siguientes cincuenta minutos. Primero es el piano y más tarde la guitarra pero los detalles son inacabables. Unas notas de mellotron por aquí, guitarras por allá, la batería abriéndose hueco y tras todo ello una gloriosa explosión instrumental con Hackett y Banks rayando a una altura inimaginable. Hay tiempo para escuchar retazos de “hard rock”, solemnes recitados, cambios de ritmo constantes... hasta un final pastoril con la guitarra acústica y la flauta de Gabriel en un dúo delicadísimo. Una joya que no es sino el anticipo de lo que llegará después.




“I Know What I Like (In Your Wardrobe)” - Esta vez son los sintetizadores los que abren una pieza en la que Gabriel opta por el recitado en los primeros instantes antes de la entrada del resto de la banda. Lo hace con aire psicodélico (el sitar de Rutherford no está ahí porque sí) y no tarda mucho en llegar el estribillo acompañado de inocentes coros de aire “hippie”. La canción fue el único single del disco, probablemente por ser la más directa y una de las que tiene un desarrollo más conciso de todo el trabajo.

“Firth of Fifth” - Es el turno ahora del piano con el que Banks hace una introducción de gran talla y con un cierto aire clasicista. Abruptamente entra el órgano Hammond, la batería y la voz de Gabriel preparándonos con las siguientes estrofas para el desarrollo habitual del grupo. Éste llega tras una leve pausa en la que Collins hace un gran ejercicio de sutileza con las baquetas sobre un fondo de mellotron. Un interludio de piano da paso a la flauta que nos regala un pasaje realmente bello con la ayuda del bajo. Vuelve el piano a dirigir las operaciones que desembocan en un solo de sintetizador alrededor del cual todos los instrumentos suben un punto su intensidad adoptando un tono épico del que no nos despegaremos hasta el final de la pieza. El tema había sido compuesto por Banks tiempo atrás pero fue descartado en su momento hasta su re-elaboración para este trabajo.

“More Fool Me” - Phil Collins deja la batería en esta ocasión para ser el vocalista principal de esta balada acústica que es el tema que menos encaja con el resto del trabajo, no sólo por el cambio de cantante sino por la instrumentación, apenas compuesta por guitarras.

“The Battle of Epping Forest” - Un ritmo marcial a base de redobles de tambor y notas de guitarra acompaña a una melodía de flauta en la introducción de otro tema cargado de fuerza. A partir de ahí las operaciones son dirigidas por Banks desde los teclados, reyes absolutos de la pieza y fieles escoltas de la voz de Gabriel. Nítidas lineas de sintetizador aparecen por doquier en alguno de los mejores momentos que este instrumento dio al rock progresivo. La segunda parte del tema nos muestra la cara más versátil del cantante, combinando los fragmentos recitados con la interpretación de diferentes personajes de la batalla a la que se refiere el título. En el tramo final escuchamos a Banks interpretar el ARP Pro Soloist (flamante sintetizador que supuso un importante avance en la época, especialmente para su interpretación en directo) al más puro estilo de Wendy Carlos en sus versiones de Bach, con lineas clasicistas que dan paso al poderoso final del tema.




“After the Ordeal” - Llegamos así a esta pieza instrumental con elementos “folkies” y un alto grado de virtuosismo tanto por parte de Hackett a la guitarra como de Banks al piano. La segunda mitad del tema, en la que aparece una limpia melodía de guitarra eléctrica nos parece algo más floja por convencional aunque cumple a la perfección su papel para llevarnos hacia la última gran “suite” del trabajo.

“The Cinema Show” - La primera parte del tema es una preciosa balada con aire infantil en la que asistimos a una preciosa conjunción de las voces de Gabriel y Collins con el acompañamiento de la guitarra de 12 cuerdas que juega con interminables arpegios que inevitablemente remiten a los minimalistas norteamericanos en un pasaje que, cuando se suma la flauta, se nos antoja un anticipo de algunas ideas que podemos encontrar en los discos del mismísimo Mike Oldfield de los años posteriores. La segunda mitad está construida alrededor de un espectacular solo de sintetizador de Banks que demuestra que para emocionar a un oyente, aunque hagas rock progresivo, no es necesario interpretar 17 notas por segundo.

“Aisle of Plenty” - En el último tema la guitarra recoge las últimas notas de los teclados del anterior y las hace suyas para introducir una breve coda a cargo de Gabriel en la que retoma el tema central de “The Cinema Show” con pequeñas referencias a otros motivos del disco. Un cierre muy breve y elegante para un disco espectacular.

Para muchos seguidores de Genesis, “Selling England By the Pound” es el gran disco de la banda. No somos ajenos al hecho de que tras éste, llegó “The Lamb Lies Down on Broadway”, una obra monumental en todos los sentidos pero en el que se da una circunstancia diferencial: sin llegar al protagonismo de Roger Waters en “The Wall”, “The Lamb...” es un trabajo en el que el peso de Peter Gabriel es mayor que el del resto de la banda. Por ello es posible que “Selling England By the Pound” sea un disco más representativo del funcionamiento de Genesis como una banda de cinco integrantes. En todo caso sería una cuestión de matices que sólo hablaría en favor de un grupo que ocupa un lugar muy destacado en la historia del rock.

Así sonaban en directo:


 

domingo, 23 de agosto de 2015

Genesis - Trespass (1970)



Si uno echa un vistazo a los créditos de los discos de Génesis y a los títulos que mejor valoración suelen obtener por parte de aficionados y crítica en general, puede llegar a la conclusión de que “Trespass”, el segundo álbum de la banda, fue un trabajo fallido más, sobre todo si se atiende al hecho de su poca repercusión comercial en el momento de su lanzamiento y a que dos de los tres miembros de la banda dejaron su puesto a otros músicos tras la publicación del disco.

Si a esto añadimos el hecho de que con la llegada de esos dos nombres, Genesis entró en una etapa absolutamente fantástica en la que lanzaron sus discos más representativos con la alineación que hoy todos consideramos clásica, resulta difícil imaginar que “Trespass” fuera un gran disco y, sin embargo, lo es. La banda debutó un poco antes con un disco de canciones cortas aún carente de personalidad propia hasta el punto de que se llegó a decir que eran una especie de “aspirantes a Moody Blues”. Aquel trabajo, titulado “From Genesis to Revelation” fue el único que la banda grabó para Decca, firmando poco después con el sello Charisma, fundado poco antes por el periodista Tony Stratton-Smith, quien fuera también manager de la banda junto con otras formaciones como The Nice o Van Der Graaf Generator, así como de los Monty Python.

Tras el que fue el disco de debut de la banda, Genesis comenzó un periodo en el que se daban conciertos casi a diario presentando gran cantidad de material nuevo. De hecho, a la hora de grabar “Trespass” había canciones para completar varios discos. En alguna ocasión se ha dicho que algunos de los títulos descartados fueron la razón principal del abandono de Anthony Phillips justo después de la aparición del disco aunque lo cierto es que fueron problemas de salud y un cierto miedo escénico del músico. Algo extraño por cuanto en los comienzos del grupo Anthony era uno de los más entusiastas a la hora de tocar en directo. Fue al ver la dimensión que comenzaba a adquirir Genesis cuando tomó la decisión de no continuar. Con la perspectiva del tiempo, algunos miembros de la banda consideran “Trespass” como el disco en el que más funcionaron como tal, siendo todas las canciones firmadas por los cuatro miembros (John Mayhew no aparece acreditado en ninguna) y habiendo en todas ellas aportaciones significativas de la banda en su totalidad.

En el momento de la grabación, Genesis eran: Tony Banks (órgano, piano acústico y eléctrico, Mellotron, guitarra y coros), Peter Gabriel (voz, flauta, acordeón y percusiones), John Mayhew (batería, percusión y coros), Anthony Phillips (guitarras, dulcimer y coros) y Mike Rutherford (bajo, guitarras, violonchelo y coros).

Imagen de la banda con los integrantes que participan en "Trespass"


“Looking for Someone” - Sin introducciones de ningún tipo, la voz de Gabriel aparece desde el primer segundo de la canción como argumento principal de la misma. Sólo los teclados de Tony Banks le hacen sombra al comienzo antes de la entrada de la banda al completo. Se suceden pasajes intensos con otros más relajados en los que el piano y las guitarras acústicas pasan al primer plano aunque estos son de muy corta duración. Hacia el ecuador de la pieza aparece un enérgico pasaje instrumental abortado por la flauta del propio Gabriel que ejecuta una serie de aires de tono folclórico como preludio al espectacular cierre que recoge las principales señas de identidad del en aquel entonces incipiente rock progresivo junto con referencias de todo tipo (creemos vislumbrar una breve cita del “Moondance” de Van Morrison, aparecido meses antes). En todo caso, estamos ante una carta de presentación excelente para el disco.

“White Mountain” - El siguiente corte comienza con una introducción muy bucólica a base de guitarras y teclados que desemboca en una primera ráfaga vocal a cargo de Gabriel con la sección rítmica a todo gas. Un breve receso con la flauta como protagonista nos lleva a la repetición del estribillo que acusa una cierta monotonía en los patrones de la batería. Un nuevo segmento de aire pastoril nos lleva a la parte final donde las flautas dibujan paisajes idílicos a la vez que la batería marca un ritmo procesional durante unos instantes. Los últimos instantes están ocupados por una nueva repetición del tema central y otro fragmento instrumental que se diluye entre silbidos y un fondo de órgano que preludian a una preciosa sección final a base de arpegios de guitarra y un brillante coro a modo de coda.

“Visions of Angels” - El piano da la señal de comienzo con un breve tema que da paso a los primeros versos a cargo de Gabriel. Los teclados van ganando en densidad y presencia en un primer clímax guiado por la batería. Empezamos a apreciar ya un esquema en las canciones de la banda cuando comprobamos la alternancia de delicados momentos instrumentales con potentes fragmentos en los que, de la mano del vocalista, la batería se viene arriba antes de regresar a sonidos más placenteros.

“Stagnation” - Llegamos a la que, en nuestra opinión, es una de las canciones más elaboradas del trabajo, con un desarrollo impecable, un Anthony Phillips magistral en las guitarras y un Tony Banks sublime con los teclados, escogiendo los sonidos adecuados para cada momento y dejando el espacio justo al resto de instrumentos. Todo en esta canción está equilibrado, especialmente en el sublime segmento central el el que el mellotron, la flauta, los coros y el piano eléctrico se combinan de forma magistral con la voz de Gabriel durante unos compases extraordinariamente bellos. En ese momento empieza a construirse una secuencia de órgano que se desplegará poco después acompañada de toda la fuerza de la banda a pleno rendimiento.



“Dusk” - El tema más breve del disco es una verdadera joya. Gabriel comienza a cantar de una forma muy comedida arropado por unos coros delicadísimos y una selección de instrumentos muy cuidada. Phillips toca la guitarra con una suavidad exquisita y el mellotron suena maravillosamente bien en combinación con ellas y con las voces que pocas veces han sonado tan bien en la discografía de Genesis.



“The Knife” - La gran sorpresa llega al final y es que nada en lo que había sonado hasta ahora hacía presagiar una canción como ésta, un derroche de energía rock que contrasta tremendamente con el aire bucólico general del disco. Parece ser que esta canción se añadió a última hora al disco con la portada del mismo ya terminada. En ella se reflejaba un bello paisaje campestre contemplado por una pareja desde la ventana de una suntuosa estancia. Al incorporar “The Knife” al “tracklist” final del disco se sugirió a Paul Whitehead, autor de la pintura, el retocar la misma ya que el tono general del trabajo con la incorporación de este último corte cambiaba sustancialmente. Al parecer, Paul no se mostró conforme por lo que le sugirieron que rasgase el lienzo con un cuchillo como un modo de incorporar el tema a la portada sin cambiar el concepto. Así se hizo, apareciendo el propio cuchillo al final del desgarro, ya en la contraportada del vinilo.

Apenas unos meses antes de la publicación de “Trespass” había aparecido “In the Court of the Crimson King” de King Crimson, la que podemos considerar como obra fundacional del rock progresivo. El segundo disco de Genesis iba a incorporarse a la lista de discos pertenecientes a esa etapa inicial de un género que iba a alumbrar muchos de los discos más interesantes de la década de los setenta dentro de la música rock. Genesis estaban llamados a ser uno de los grupos capitales dentro de esa corriente y no defraudaron esa expectativa en modo alguno. En el futuro tendremos que hablar de esos discos que hicieron de la banda uno de los tres o cuatro nombres capitales de la escena progresiva pero hasta entonces, recomendamos la escucha de “Trespass” por ser un magnífico anticipo de lo que vendría después.

Como despedida, os dejamos esta versión en directo de "The Knife", ya con la formación clásica de la banda con Phil Collins a la batería y Steve Hackett a las guitarras,


miércoles, 29 de octubre de 2014

Peter Gabriel - So (1986)



Tras una serie de discos notables en solitario, todos ellos publicados con su nombre como único título visible, Peter Gabriel sorprendió en 1986 con la publicación de “So”, uno de los grandes discos de la década y, con toda probabilidad, el mejor de su brillante carrera hasta aquel momento. Fue, además, una verdadera superproducción en la que el cantante se rodeó de un grupo de músicos impresionante, una nómina de tal calado que parecía imposible de reunir de nuevo (hoy sabemos que no fue así ya que posteriores trabajos de Gabriel juntaron grupos humanos del mismo potencial).

Quiso el destino que en aquel 1985 se dieran las circunstancias idóneas que suelen rodear el nacimiento de las obras maestras. Gabriel contaba con un grupo de canciones notables, con un productor como Daniel Lanois en estado de gracia. Los primeros pasos de la creación del disco los dieron el propio Gabriel junto con Lanois nada más terminar la banda sonora de “Birdy”. A las sesiones se incorporó el guitarrista habitual del antiguo líder de Genesis, David Rhodes. Con gran parte del disco moldeado ya por el trío, fueron añadiéndose otros artistas de altísimo nivel como Tony Levin (bajo), Jerry Marotta (batería), Manu Katche (percusiones), Stewart Copeland (batería) o L. Shankar (violín). A pesar de lo trabajado de las sesiones de grabación, el disco en su forma final tenía poco que ver con lo planeado sólo un par de días antes de su finalización. El single más popular de “So”, “Sledgehammer” se grabó a última hora cuando todos creían que el trabajo estaba concluido e, incluso, buena parte de los instrumentos habían sido guardados. Otro de los cortes del disco apareció en el mismo gracias a un cambio de opinión de Gabriel 48 horas antes de mandar el master a la discográfica.

Nada hacía sospechar escuchando el resultado que algunos aspectos del disco habían estado tan en el aire instantes antes de su finalización porque la calidad del trabajo es extraordinaria. Daniel Lanois lo citaba recientemente como una de las producciones de las que más orgulloso se siente y lo cierto es que cada sonido, cada detalle, está cuidado al máximo como ocurre en prácticamente todos los trabajos firmados por Gabriel. Además de los citados anteriormente, participan en el disco los siguientes músicos: Chris Hughes (programaciones), Wayne Jackson (trompeta), Mark Rivera (saxos), Don Mikkelsen (trombón), Richard Tee (piano), Simon Clark (teclados), Kate Bush (voz), Larry Klein (bajo), Youssou N’Dour (voz), Nile Rodgers (guitarras) o Laurie Anderson (voces).

El tracklist que comentamos es el incluido en las reediciones en CD de la discografía de Gabriel de 2002, diferente del original en vinilo en cuanto al orden de algunos cortes,  especialmente de “In Your Eyes”, concebida para cerrar el disco pero situada al comienzo de la cara B del vinilo porque su línea de bajo era más adecuada para sonar en la parte interior del surco en la que la aguja disponía de mayor espacio para vibrar que en el borde exterior. Hasta ese punto llegaba el nivel de detalle con el que Gabriel cuidaba el producto final.

Fotograma del videoclip de "Sledgehammer"


“Red Rain” – El inconfundible estilo del batería de The Police, Stewart Copeland nos recibe en el inicio de una canción poderosa, con percusiones más que notables y una producción exquisita sobre la que Gabriel canta mejor que nunca. Si hay algo que nos fascina de los discos del artista es ese afán de perfección que destilan todas y cada una de las canciones, con cada instrumento ocupando el lugar justo sin que sobre nada. En este caso, sí que es cierto que las partes electrónicas suenan un tanto tópicas, en el sentido de que es fácilmente identificable la época a la que pertenecen (ese omnipresente Fairlight marcó una época) pero en ningún modo desentonan y la pieza suena hoy tan bien como lo hacía casi 30 años atrás.



“Sledgehammer” – Una de las canciones más populares de la discografía de su autor es la enérgica “Sledgehammer”, un auténtico cañonazo marcado por los metales, en especial la trompeta, que ejecutan un estribillo que cualquiera podría reconocer sin esfuerzo. El tema, por lo demás, rezuma sensualidad tanto en los poco disimulados dobles sentidos de la letra como en la guitarra funky que suena a lo largo de todo el tema o en el truculento ritmo continuo que tiene mucho en común con la versión de Joe Cocker del “You Can Leave Your Hat On” que adornaba el mítico strip-tease de Kim Bassinger en la película “Nueve Semanas y Media”, estrenada apenas 3 meses antes de la publicación del disco de Gabriel (que, sin embargo, había sido terminado antes del estreno del film). Mención aparte merece el videoclip de la canción, ampliamente premiado en su momento.



“Don’t Give Up” – A pesar de la fama de los dos cortes anteriores, nosotros nos quedamos sin dudarlo con la sensacional balada que les sucedía en el orden del disco. En ella, Gabriel a dúo con Kate Bush interpretan un emocionante tema en el que se combinan los sonidos más ambientales y exquisitos con ritmos tribales pausados en una producción que delata la mano de Daniel Lanois en segundo plano. Llama la atención cómo ambos vocalistas, Gabriel y Bush, tan dados en muchos instantes a la exageración, se muestran aquí elegantemente comedidos hasta certificar una obra maestra de las que se dan una vez cada mucho tiempo a la que sólo le podemos poner el “pero” de su extraña coda final con el bajo dibujando una melodía que no termina de encajar con el resto.



“That Voice Again” – Si antes hablábamos de sonidos típicamente ochenteros en algún momento, ésta canción está llena de los mismos, especialmente en la parte que se refiere a los teclados y sobre todo en la introducción. Más tarde el tema evoluciona hacia algo que podía recordarnos a los últimos Police (aunque, curiosamente, Copeland no toca aquí) pero siempre con el sello de Gabriel dominándolo todo. No llega al nivel de otras canciones del disco pero sigue siendo una buena canción.

“Mercy Street” – El comienzo más atmosférico de todo el disco va dejando entrever trazas de ritmos africanos que van formando la estructura de una canción memorable en la que la voz invitada de Youssou N’Dour se mezcla con la de Gabriel de un modo magistral. Un dúo construido con el gusto del mejor de los orfebres en el que ninguno de los cantantes interfiere con el otro en busca de un protagonismo absurdo, complementándose a la perfección. Una joya que pasó desapercibida por la gran cantidad de buenas canciones que reunía el trabajo.

“Big Time” – Otro de los singles del disco, que combina la energía y muchas de las características de la producción de “Red Rain” y “Sledgehammer” aunque sin la sección de metales de ésta última. Un tema sólido y convincente con un Gabriel cómodo en registros que domina a la perfección y unos coros femeninos pegadizos como los que estaban en boga en muchos otros éxitos de la época.

“We Do What We’re Told (milgrom’s 37)” – No hay mucho espacio para la experimentación en este disco, contrariamente a lo que ocurría en los anteriores del autor. Quizá uno de los pocos temas que rompe esa tendencia es este cuasi-instrumental con aire de himno en el que una serie de ritmos orgánicos se combinan con los sintetizadores para elaborar una atmósfera fantástica y llena de misterio. Notable alto.

“This is the Picture (excellent birds)” – No es extraño en Gabriel este tipo de intercambios en los que su participación en un disco ajeno trae aparejada la del otro artista en suyo propio. En 1983 Gabriel intervino en el disco “Mister Heartbreak” de Laurie Anderson y ahora la artista neoyorquina le devuelve la cortesía colaborando en este tema en el que se intercala la composición propia “Excellent Birds” que formara parte de aquel trabajo.

“In Your Eyes” – Cerrando el disco encontramos otra magnífica canción de influencia africana, como gran parte del disco. Destacamos en especial, y somos reiterativos en este sentido, la producción de la pieza, superlativa en todos los aspectos, que nos permite disfrutar de un espectáculo de percusiones y voces, especialmente en el tramo final, que nos dejan con el mejor de los sabores de boca posibles.

Hay ocasiones en las que la comercialidad de un disco va ligada a su calidad, aunque muchas veces parezca que el hecho de que un trabajo triunfe a nivel popular sea un raro estigma a los ojos de los aficionados. Sin duda, “So” es un ejemplo de esto que afirmamos: un trabajo excelente de principio a fin que, sin embargo (y nótese aquí el punto cínico) triunfó entre el público en general. Hoy en día lo consideramos un clásico como tantos otros que van quedando de una década como la de los ochenta, tan denostada en muchos aspectos por los aficionados a la música pero que, como todas las anteriores, nos dejó muchos trabajos dignos de permanecer en el recuerdo. Uno de ellos es, sin duda, “So”. Podéis haceros con una copia en los enlaces de siempre:

amazon.es

play.com

Nos despedimos con un videoclip poco habitual por no corresponderse con ninguno de los singles del album. "This is the Picture (Excellent Birds)" con Laurie Anderson:

 

miércoles, 22 de octubre de 2014

Peter Gabriel - Peter Gabriel (1977) -aka "Car"-



Muchos suponían que la salida de Peter Gabriel de Genesis tras la publicación de “The Lamb Lies Down on Broadway” obedecía a discrepancias respecto al rumbo futuro de la banda. El hecho de que el cantante encontrase muchos problemas para imponer sus textos como eje central de aquel mastodóntico disco podía hacer pensar en un deseo de embarcarse en más aventuras de ese calado como uno de los motivos principales de que Gabriel decidiera continuar con su carrera por su cuenta. Nada de eso fue así, realmente, si atendemos a las propias palabras de Peter cuando afirmaba que “quería hacer muchas cosas muy diferentes a lo que había hecho con Génesis”. Ciertamente lo consiguió ya que su disco de debut en solitario nos muestra una mezcla de estilos absolutamente sorprendente en la que Gabriel hace gala de una cantidad de recursos que nunca terminó de desplegar con la mítica banda en la que, no lo olvidemos, la aportaciones meramente musicales solían correr por cuenta de Banks y Rutherford (también de Anthony Phillips en la primera época) siendo la participación del vocalista algo menor en este apartado.

Gabriel, como pronto sería su costumbre, se tomó su tiempo para escribir y grabar el disco de modo que entre su despedida de Génesis y la publicación de su disco de debut, titulado sencillamente “Peter Gabriel”, transcurrieron casi tres años. Un tiempo, eso sí, muy bien invertido, en el que el artista, perfeccionista hasta rozar lo enfermizo, procuró rodearse de lo mejorcito que pudo encontrar en cuanto a músicos y productores. Bajo la dirección de Bob Ezrin, Gabriel consiguió juntar, nada menos que a Robert Fripp, que aprovechaba uno de los clásicos “parones” de King Crimson para grabar con otros artistas como Bowie o Eno, al bajista Tony Levin (había trabajado con Ezrin en “Berlin” de Lou Reed y algo después acompañaría a Fripp en una nueva encarnación del Rey Escarlata), al batería Allan Schwartzberg y un interesante grupo de músicos, alguno de los cuales se convirtió en inseparable de Gabriel en sus siguientes trabajos y giras: Jimmy Maelen (percusión), Steve Hunter (guitarras), Jozef Chirowski (teclados) o el imprescindible Larry Fast (teclados y programaciones). En dos de los cortes del album participa también la London Symphony Orchestra.

Imagen perteneciente al "artwork" del disco.


“Moribund the Burgermeister” – Una extraña combinación de percusiones y sonidos electrónicos abren una pieza que combina el aire burlesco del musical con momentos más cercanos al rock progresivo clásico. La mezcla perfecta para que las múltiples facetas del teatral Gabriel brillen con luz propia. Uno podría perfectamente imaginar uno de los grotescos personajes de Tim Burton bailando al son de la música de Gabriel en esta brillante introducción que, sin embargo, no sirve como pista para lo que el resto del disco nos va a ofrecer.

“Solsbury Hill” – Un repetitivo motivo de guitarra de alegre ritmo abre este clásico de la discografía de Gabriel. Los teclados que aparecen de inmediato han envejecido mal desde la perspectiva actual pero la melodía, casi legendaria, soporta eso y más. “Solsbury Hill” es una canción de esas que justifica por sí sola todo un disco y uno no puede evitar imaginarse ascendiendo la famosa colina en compañía de un Gabriel juvenil con el corazón latiendo sin cesar “bum, bum, bum” como canta Peter con entusiasmo. Una joya sobre la que poco más podemos añadir.



“Modern Love” – Aunque la intención de Gabriel era la de hacer algo diferente, no puede evitar que el rock progresivo se filtre aún entre las rendijas de varias de las canciones del disco y este sería un ejemplo. Con un sonido algo “americanizado” que anticipa lo que vendría años después en forma de “Rock orientado a adultos” o AOR, especialmente en los teclados de Larry Fast, Gabriel nos ofrece este tema sin demasiadas pretensiones, con un riff simple pero atractivo que cumple sin entusiasmar.

“Excuse Me” – Gabriel vuelve de nuevo la vista hacia el teatro musical con una pieza cómica en las formas que revela la atracción que muchos músicos del rock y el pop británico sienten por las músicas que poblaban los escenarios del West End londinense. Con Genesis, Gabriel exploró este mundo especialmente en el aspecto visual y parece que en solitario, también iba a profundizar en las músicas.

“Humdrum” – Otro de los grandes momentos del disco llega con esta delicada balada en la que el Gabriel más expresivo apenas se acompaña de unos suaves teclados durante los primeros instantes. Tras la introducción asistimos a un breve segmento instrumental muy evocador que nos acompañará casi hasta el final con la voz del cantante como complemento imprescindible. La canción va ganando en intensidad convirtiéndose en casi un himno lleno de emotividad.



“Slowburn” – Con el siguiente corte Gabriel se acerca a los grandilocuentes temas de rock en la línea que del norteamericano Meat Loaf comenzaría a popularizar en aquellos momentos. Con todo, estamos ante momento estelar del disco en el que asistimos a cambios de ritmo y secciones absolutamente diferenciadas dentro de la misma canción que demuestran la ambición de su autor.

“Waiting for the Big One” – Dentro de la mezcla de géneros que caracteriza el disco, llega la hora del blues con una muestra absolutamente ortodoxa de este género musical. Acompañado de piano, guitarra, contrabajo y batería, Gabriel se marca un auténtico “bluesazo” con todas las de la ley demostrando que sus capacidades van más allá de las de un simple cantante de rock y haciendo gala de todo su histrionismo (entiéndase esto como algo positivo) en los pasajes en los que la canción lo demanda.

“Down the Dolce Vita” – Faltaba en el disco un poco de sonido clasicista y la fanfarria que abre este tema cumpliría la labor de tapar esa ausencia aunque no pasa mucho antes de que un marcado ritmo disco transforme el tema de arriba abajo en un auténtico cañonazo que bien podría haber sido un single de éxito y un banderín de enganche para aquellos a los que el nombre de Gabriel no les dijera gran cosa en aquel entonces. Había mucho más que esto en la pieza que se atreve a meterse en territorios sonoros más experimentales con el uso de relojes y sonidos electrónicos en un magnífico interludio que culmina con un final grandilocuente digno de los mejores momentos de Gabriel con Genesis.

“Here Comes the Flood” – Cerrando el disco encontramos la segunda gema de la colección; una balada deliciosa y desgarradora en algún momento, en la que el talento de su autor nos desborda por todas partes, especialmente con el estribillo, absolutamente arrebatador. Curiosamente Gabriel no terminó de quedar contento con la pieza que, en su opinión, pecaba de un cierto exceso de producción. Quizá por ello, participó en una regrabación posterior de la canción para el disco “Exposure” de Robert Fripp, tan recomendable como ésta.

Con su primer disco en solitario, Gabriel demostró que había todo un camino por explorar más allá de Genesis y no necesariamente en la misma línea que había llevado su antigua banda. Mientras que Peter opta por una mezcla de géneros muy interesante, sus compañeros trataron de mantener por un tiempo las formas del rock progresivo con las que se convirtieron en leyenda pero terminaron por entregarse a un pop algo facilón como refugio para subsistir en los ochenta. Fue en ese momento cuando la decisión de Gabriel de continuar su camino por su cuenta se reveló como muy acertada, habida cuenta la categoría de sus discos en solitario, alguno más de los cuales será objeto de nuestra atención dentro de no mucho tiempo. No debería ser así pero si algún lector no tiene aún este disco, puede solventar esa carencia en los enlaces habituales.

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Nos despedimos con una particular versión de "Here Comes the Floor" interpretada en directo por Gabriel en un especial navideño de Kate Bush.

 

jueves, 21 de agosto de 2014

Peter Gabriel - Passion (1989)



Martin Scorsese pasó muchos años preparando la que iba a ser su película más polémica, basada en la no menos controvertida novela de Nikos Kazantzakis, “La última tentación de cristo”. Como prueba de lo cuidadoso y lento que fue todo el proyecto, valga un dato: Scorsese habló de la banda sonora con Peter Gabriel en 1983, cinco años antes de su estreno y tres antes de que los Universal Studios se interesasen seriamente por el proyecto.

Si el director se lo tomó con calma, algo parecido se puede afirmar de un músico como Gabriel, conocido por un perfeccionismo casi enfermizo que hace que casi todos sus discos tarden varios años en completarse. Esta tendencia fue llevada al extremo con esta banda sonora cuya publicación en CD se demoró más de un año desde el estreno de la película debido a los continuos retoques que sufrió la grabación. Con todo, el resultado fue magnífico y “Passion”, que fue el título que llevó el disco, se convirtió en una de las grabaciones más influyentes a partir de su publicación así como el aldabonazo definitivo al nacimiento de la “world music” como género que atraería la atención de oyentes que, hasta aquel momento, no se había mostrado especialmente interesados en músicas procedentes de países marginados en la música popular.

El planteamiento de la película buscaba poner de manifiesto la lucha entre la parte humana y la divina de Jesucristo, el contraste entre dos polos opuestos. En cierto modo, Gabriel hizo lo mismo en su banda sonora en la que se combina la música tradicional de oriente medio y el norte de África con la tecnología más moderna del momento y todo con un respeto escrupuloso a las fuentes que se puso de manifiesto un año después cuando apareció un segundo disco titulado: “Passion – Sources” con grabaciones de música tradicional que inspiraron su trabajo en la banda sonora. Ahí encontramos desde viejas cintas hasta registros realizados a músicos locales en los lugares del rodaje de la película y piezas procedentes de sesiones en los Real World Studios.

Como era habitual en los discos de Peter Gabriel, la nómina de músicos implicados en la grabación quitaba el aliento. La lista es la siguiente: Manny Elias de Tears for Fears (percusión), Hossam Ramzy (percusión), David Bottrill (drones), David Rhodes (guitarras), L.Shankar (violín), Vatche Housepian y Antranik Askarian (duduk), Massamba Diop (percusión), Mustafa Abdel Aziz (drones), Baaba Maal (voz), Mahmoud Tabrizi Zadeh (kementche), Doudou N’Diaye Rose (percusión), Youssou N’Dour (voz), David Sancious (voces), Nathan East (bajo), Bill Cobham (batería, percusión), Kudsi Erguner (ney), Robin Canter (oboe, corno inglés), Manu Katche (percusión), Djalma Correa (percusión), Jon Hassell (trompeta) y Nusrat Fateh Ali Khan (voz). Peter Gabriel interpreta sintetizadores, percusiones, flautas, voces y bajo.

William Dafoe en una de las escenas de la película.


“The Feeling Begins” – El corte que abre el disco parte de una grabación para dos “doudouks”, instrumento de viento de origen armenio. Es una de las grabaciones que Gabriel utiliza para dar una pátina historicista a su banda sonora y el punto de partida perfecto para el disco. Se añade un “drone” electrónico y una serie de percusiones más contemporáneas que configuran una pieza extraordinaria y, a la vez, un magnífico comienzo para el disco.

“Gethsemane” – Como es habitual en las bandas sonoras, en esta encontramos un buen número de cortes breves. Este está interpretado en su totalidad por Gabriel que ejecuta flautas, pone las voces y hace el trabajo con los samples en una pieza casi ambiental cuya influencia se dejó notar en trabajos posteriores de artistas como Deep Forest.

“O These, Hope” – Una especie de fanfarria abre uno de los temas centrales del disco dominado por un poderoso ritmo central a partir del cual se desarrolla una evocadora melodía electrónica reforzada por la percusión y las guitarras eléctricas. Son elementos muy simples pero juntos terminan por formar un todo contundente y muy evocador. Sin duda, uno de los grandes momentos de la banda sonora.



“Lazarus Raised” – Otra melodía tradicional, en este caso procedente del Kurdistán, es la base de la siguiente pieza que no deja de ser una transición breve que nos conduce a la siguiente pieza.

“O These, Hope (reprise)” – Volvemos a escuchar la melodía central del corte que escuchábamos unos minutos antes y que se convierte así en el leitmotiv de la película. Al margen de su duración y de un ligero cambio en la instrumentación principal, no hay grandes diferencias entre almbas piezas.

“In Doubt” – Repetitiva y breve composición en la que Gabriel se ocupa de casi todo el sonido, principalmente electrónico y procedente de samples, salvo por la aparición del “kementché”, especie de sitar que se toca con arco.

“A Different Drum” – Llegamos así a uno de los grandes momentos del disco, marcado por la voz de Youssou N’Dour. La pieza se construye alrededor de un ritmo muy bien construido al que se une una secuencia electrónica. Sobre ella escuchamos al cantante Senegalés en segundo plano, más tarde al propio Gabriel y finalmente a ambos. Suenan también samples de saxofón en un tema que tiene una extraña cualidad atemporal. Sin la voz de N’Dour, podría pasar por un tema de cualquier disco “normal” de Gabriel pero con ella, nos transporta a una época indeterminada. Magnífica composición en todo caso.

“Zaar” – Con el siguiente tema entramos en una sección más ambiental en la que la percusión, más reposada, vuelve a ser protagonista dirigiendo al oyente a través de una serie de cambios, hasta una sección final con cuerdas sintetizadas. Sin ser el tema más destacado del disco, creemos que fue uno de los más imitados por otros artistas en el futuro y pensamos en nombres como el de Phil Sawyer y su proyecto Beautiful World.

“Troubled” – El legendario batería Bill Cobham aparece como invitado y protagonista principal de otra pieza basada en la percusión a la que sólo se suman algunas voces en momentos puntuales y pasadas por el tamiz de la electrónica. Como casi todas las piezas de la banda sonora, un aire de misterio la recorre de principio a fin consiguiendo un efecto en el oyente realmente interesante que demuestra el cuidado puesto por Gabriel en todo el proceso de creación del disco.

“Open” – El violín de L.Shankar es el único acompañamiento de Gabriel en otro tema ambiental y fundamentalmente electrónico al que ambos artistas aportan algunas voces. Sonidos étnicos por doquier adornan esta preciosa composición que continúa guiándonos por un trabajo espectacular.

“Before Night Falls” – Kudsi Erguner, intérprete de “ney”, ejecuta una melodía tradicional armenia en uno de los pocos cortes del disco en los que Peter Gabriel no interviene. Hay veces en que la música tradicional es tan bella por sí misma que no requiere de mayores aditamentos. Así, apenas unas ligeras percusiones y un pequeño apoyo del violín son más que suficientes para acompañar a Erguner en su intervención.

“With This Love” – El punto clasicista de la banda sonora lo pone esta maravillosa melodía de oboe a cargo de Robin Canter. Es un tema musical extraordinario que sonará más adelante de nuevo en el disco y que aparece como un asidero para el oyente que lo rescata por unos instantes del viaje por los sonidos étnicos. Probablemente una de las melodías más inspiradas que nunca haya compuesto Peter Gabriel, lo cual es mucho decir.



“Sandstorm” – Regresamos a la tierra de nuevo y lo hacemos con otro corte ambiental, algo más oscuro que los anteriores y en el que aparece por única vez en el disco el percusionista Manu Katché, habitual de los discos de Gabriel. En la parte final, cuando las percusiones toman las riendas, escuchamos parte de una grabación de músicos y cantantes marroquíes sin identificar que se incorpora a la banda sonora encajando a la perfección.

“Stigmata” – En las sesiones de grabación del disco había espacio para muchas cosas entre ellas, las improvisaciones de los músicos. En uno de esos momentos, Gabriel y el intérprete de “kementché” Mahmoud Tabrizi Zadeh interpretaron lo que sería la base de esta pieza, un tema musical de claro sabor tradicional que nadie diría que es improvisado.

“Passion” – Llegamos así al corte central del disco y también el de mayor duración del mismo. En él volvemos a escuchar a Youssou N’Dour pero también, y muy especialmente a Nusrat Fateh Ali Khan en un dueto absolutamente maravilloso. A la mezcla se suma la trompeta de Jon Hassell interpretada de ese modo tan particular que confiere al instrumento una extraña cualidad que nos hace pensar en algún extraño tipo de artilugio tradicional, muy alejado de la sonoridad clásica de la trompeta tradicional. La pieza tiene un desarrollo lento, siendo muy ambiental en el comienzo, especialmente en la parte cantada por Nusrat, para cambiar alcanzado el ecuador con la aparición de la  percusión y una serie de sonidos electrónicos que nos acompañan hasta el final dibujando un precioso “in crescendo”.

“With This Love (choir)” – La maravillosa melodía clásica que escuchamos minutos atrás a cargo, principalmente, de Robin Canter, es ahora recreada a través de un coro infantil sonando tan bien como la primera vez.

“Wall of Breath” – De nuevo Kudsi Erguner al ney, acompañado en esta ocasión de un grupo de músicos egipcios que interpretan una flauta tradicional conocida como “arghul” nos trasladan a los escenarios históricos de una de las mayores historias jamás contadas. Es un corte de transición sin mucho desarrollo que nos acerca al tramo final del disco.

“The Promise of Shadows” – La electrónica y los samples se combina con todo tipo de percusiones para crear un tema ambiental que suena mucho más actual que el resto del disco aunque no desentona dentro de éste.

“Disturbed” – Distorsiones electrónicas y “loops” de percusión marcan el comienzo de una de las últimas piezas del disco. Apenas hay trazas de una melodía reconocible en los primeros momentos en los que escuchamos algunas notas de violín. El resto es una sucesión de ritmos con ciertos elementos de música de baile pero siempre muy comedidos.

“It is Accomplished” – Sin solución de continuidad enlazamos con el penúltimo tema del disco, un instrumental rock en el que las campanas y la batería abren la pieza y asistimos a una serie de sonidos familiares como bajo, guitarra eléctrica y órgano Hammond en una especie de regreso al presente con un cierto tono épico que le sienta de maravilla al tema.

“Bread and Wine” – Por fin, cerrando el disco, escuchamos un tema electrónico a base de samples, de aire triste pero esperanzado. Una pieza que habría podido firmar Brian Eno sin demasiados reparos. El inocente sonido de la flauta irlandesa nos despide con un suave aire muy humilde que pone el punto y final a un disco extraordinario.

La primera incursión de Gabriel en el mundo de las bandas sonoras se había producido unos años antes con “Birdy”, la película de Alan Parker, pero es sin duda “Passion” la más lograda de las obras para ese medio del antiguo vocalista de Genesis. La mayor relevancia del disco, sin embargo, hay que buscarla en su influencia decisiva para lanzar Real World Records y, con ello, impulsar de un modo definitivo, el apoyo a las músicas procedentes de todo el mundo que Gabriel venía dando desde que participó en la creación del WOMAD unos años antes. La repercusión de película y disco para dar a conocer a músicos ignorados por el público occidental fue clave y la etiqueta “world music” empezó a ser vista de forma habitual en las tiendas de discos.


Al margen de esto, que ya sería mucho, el valor de “Passion” desde un punto de vista exclusivamente musical es superlativo. No es extraño escuchar a seguidores de Gabriel afirmar que es el mejor de sus trabajos lo cual es doblemente meritorio si tenemos en cuenta que es un disco de un estilo opuesto a cualquier cosa que hubiera grabado antes (e incluso después). Su influencia, además, se puede apreciar en muchos discos posteriores de todo tipo de artistas, quienes emplean recursos musicales similares a los de Gabriel siempre que quieren plasmar de uno u otro modo ambientes relacionados con África, Oriente Medio, etc. Aquellos lectores interesados, encontrarán el disco en los enlaces acostumbrados.

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Nos despedimos con un montaje audiovisual realizado por un aficionado con el tema central de la película como banda sonora:

miércoles, 29 de enero de 2014

Peter Gabriel - Up (2002)



Observamos muchas veces a los artistas que atesoran ya una cierta trayectoria con admiración y también con una pizca de condescendencia. Como el joven Tom Cruise hacía con Paul Newman en “El Color del Dinero”, respetamos su trayectoria pero pensamos que ya han dado todo lo que tenían que dar y, al igual que ocurre en la película de Scorsese, muchas veces, el viejo maestro nos sorprende con una lección magistral que nos demuestra que aún es más que capaz de dejarnos en evidencia.

Algo así ocurre con “Up” de Peter Gabriel. Para muchos, “Us”, el disco de 1992, fue un buen disco que significó en cierto modo el final de su autor como artista pop rock al uso y lo cierto es que tras la gira que siguió al disco, el “Secret World Tour”, Peter se dedicó a proyectos diferentes dentro de lo musical pero muy ligados a soportes audiovisuales como la banda sonora de “Long Walk Home” o la música para el “Millenium Dome Show” recogida en el disco “OVO”. Pocos esperaban en 2002 un nuevo disco, digamos, convencional. Y lo cierto es que, prestando atención en detalle a los quehaceres del músico, habríamos sabido que empezó a trabajar en “Up” muy poco después de terminar el “Secret World Tour”. Como comenta en una entrevista Richard Chappell, mano derecha de Gabriel en los Real World Studios, estuvo “siete años trabajando en el disco” aunque, curiosamente, lo primero que se decidió acerca del mismo era el título: “Up”, sobre el que el propio Gabriel bromeaba haciendo un juego de palabras con un viejo dicho inglés de doble sentido: “old men take a little longer to get up”. En la primavera de 1995, el antiguo cantante de Genesis se trasladó a una cabaña en los Alpes junto con Chappell y allí pasaron dos meses esquiando durante el día y componiendo y al anochecer. Por allí pasaban de vez en cuando algunos colaboradores habituales del músico como el guitarrista David Rhodes lo que le servía para dar forma a algunas ideas. De la nieve pasaron a los Real World Studios en donde trabajaban un día tras otro, de ahí a Senegal en donde pasarían varias semanas más tras las cuales regresaron a las sesiones de grabación para volver algo después a la cabaña de los Alpes y al esquí. Así transcurrió un año tras el que se dedicaron al trabajo en estudio con el material disponible. La manera de trabajar de Gabriel es muy organizada pero con grandes dosis de improvisación. Así, casi un año después de volver al estudio se trasladó al Amazonas a grabar nueva música en un barco-estudio de unos amigos.

En palabras de Chappell, de todo el proceso surgieron alrededor de 130 canciones y gran cantidad de ideas y material almacenado en DAT’s, discos duros, etc. Además, Gabriel no es una persona que se desprenda fácilmente de algo en lo que ha estado trabajando por lo que la labor de clasificación y selección de aquello que finalmente formaría parte del disco iba a ser ardua. Afortunadamente, otros proyectos como los ya comentados anteriormente sirvieron para dar salida a buena parte del trabajo realizado pero también iban a provocar un parón en el disco en sí. A mediados del 2000, Gabriel y compañía retoman los trabajos y se desplazan a los Estados Unidos para la mezcla final a cargo del ingeniero Tchad Blake, un genio excéntrico ganador de varios Grammy y fanático de la grabación binaural, un sistema que imita el funcionamiento del oído humano situando los micrófonos a ambos lados de la cabeza de un maniquí de modo que, al escuchar la grabación con auriculares, se reproduce un efecto tridimensional mucho más natural y exacto que el de los modernos sistemas 5.1. El problema es que sólo se aprecia todo su potencial cuando se escucha de esa forma. Otra de las “rarezas” de Blake es su devoción por la mezcla analógica, lo que supuso un problema al proceder todo el material de Gabriel de fuentes digitales. Mientras se trabajaba en solucionarlo poco a poco, el músico aprovechaba para grabar nuevas cosas en una sala contigua con lo que el proceso iba retroalimentandose continuamente transformando de nuevo el disco en otro diferente.

En cuanto a la temática del disco, “Up” es un trabajo conceptual alrededor de la idea de la muerte. Muchos de los temas habían sido presentados en conciertos e incluso habían sonado en versiones aún por depurar en algunas películas y documentales muy anteriores a la publicación del disco por lo que alguna interpretación que se les quiso dar más tarde no era acertada como veremos.

Al final de todo el proceso, en la creación de “Up” intervienen 10 ingenieros de sonido y asistentes, cuenta con grabaciones realizadas en varios lugares del mundo y docenas de músicos diferentes interviniendo en cada canción. La lista es tan extensa que daría para una entrada por sí sola. Por ello, destacamos sólo algunos nombres: Tony Levin (bajo), David Rhodes (guitarras, voces), Manu Katche (batería, percusión), Hossam Ramzy (percusión), L. Shankar (violín), Steve Gadd (batería), Nusrat Fateh Ali Khan (voz) o Daniel Lanois (guitarras). Peter Gabriel, por su parte, toca el bajo, el piano, todo tipo de teclados y samples, armónica y algunas percusiones. La versión que vamos a comentar no es exactamente la que salió a la venta sino la que obra en nuestro poder, lanzada un poco antes de modo promocional con alguna diferencia en los títulos, el orden de los temas y conteniendo un corte más.



“Darkness” – Con unos sutiles sonidos electrónicos se abre el disco quedando rota esa paz por un poderoso bramido y una percusión oscura como sugiere el título de la canción. Gabriel susurra entonces unas palabras antes de cantar con su inconfundible voz, una de las mejores del universo del rock en estas últimas décadas. Pasamos de una música de corte industrial, casi opresiva, a momentos de piano bajo y una leve percusión realmente encantadores en el espacio de unos segundos para volver de inmediato al caos. Gabriel maneja en ese tránsito todo tipo de recursos para construir un tema soberbio que pocos artistas están en condiciones de afrontar.

“Growing Up” – Una combinación de violoncello, sintetizadores y caja de ritmos nos da la bienvenida a otra canción espléndida que es toda una lección de trabajo en estudio y de producción de un tema. Percusiones de todo tipo, efectos electrónicos, ritmos bailables de corte tribal y Gabriel haciendo maravillas con todos los registros de su voz. No sabemos si justifica los años de trabajo en el disco pero cada detalle, cada nuevo sonido, cada fragmento minúsculo es un engranaje dentro de una maquinaria de precisión casi perfecta.



“Sky Blue” – Los primeros compases nos recuerdan por alguna razón al clásico de su autor a dúo con Kate Bush: “Don’t Give Up”. Se combinan sintetizadores etereos y guitarras que bien podrían pertenecer a Daniel Lanois mientras comienza a filtrarse un coro poco a poco: son sólo cinco notas apenas apuntadas pero que ya al principio llaman nuestra atención. Conforme avanza la canción, ese breve estribillo se repite una y otra vez hasta alcanzar una categoría de himno, apoderándose casi sin ser percibido, de toda la canción. Contaba Gabriel que tardó más de diez años en terminar este tema hasta que por fin quedó justo como deseaba. Un tiempo bien empleado, en nuestra opinión.

“Don’t Leave” – Titulada finalmente “No Way Out” en el CD que salió al mercado, es una preciosa canción con el sello inconfundible de su autor, que canta con un registro melancólico aunque no exento de una cierta rabia en su estribillo. El trabajo electrónico que se desarrolla en la parte final de la canción es magnífico, una vez más.

“I Grieve” – Una magnífica balada, llena de tristeza y que muchos interpretaron como escrita con motivo de la caída de las Torres Gemelas, especialmente por su interpretación en un programa televisivo que conmemoraba el aniversario del desastre. Lo cierto es que la canción era muy anterior y que formó parte de una banda sonora en una versión preliminar unos años antes además de haber sido interpretada en alguna gira anterior del músico. Se trata, en todo caso, de una magnífica pieza que en su segunda parte se llena de ritmo transformándose por completo en un tema diferente con ciertas influencias africanas.

“Burn You Up, Burn You Down” – Nuestro disco incluye aquí esta canción que no formó parte del lanzamiento original aunque sí salió como single en aquellos meses. Lo cierto es que, estilísticamente no encaja con lo que veníamos escuchando hasta ahora en el disco. Por el contrario, se trata de una canción pop más o menos convencional, con menor carga de electrónica y un esquema mucho más clásico. Es la única canción del disco cuya autoría es compartida por Gabriel con otros artistas: Karl Wallinger y Neil Sparkes.

“The Drop” – Escuchamos en este momento el tema que cerraba el disco en la edición finalmente puesta a la venta en las tiendas. La canción más austera en cuanto a la instrumentación de todo el disco puesto que sólo escuchamos al cantante acompañado de un piano. El tema es un prodigio de sensibilidad aunque en algún momento parece que no termina de despegar.

“The Barry Williams Show” – Volvemos a la electrónica y a los ritmos más agresivos en otra canción en la que tenemos que destacar la producción. Nada sobra porque todo está perfectamente organizado, cada sonido está en su sitio y no parece haber nada fuera de lugar. Con un ligero aire a otro genio como David Bowie en algún momento (esos coros...) transcurre otra gran canción de un disco que, a estas alturas, nos parece magistral.

“My Head Sounds Like That” – Una serie de efectos sonoros componiendo un ritmo que nos quiere parecer ligeramente latino nos llevan a un piano, solemne y pausado, filtrado por la electrónica que lo relega a un plano secundario, como escuchado a través de un viejo transistor. Suena una trompeta como si estuviéramos en algún tipo de ceremonia o memorial mientras Gabriel nos relata qué suena en su cabeza. Un tema exquisito que se oscurece hasta lo tenebroso en su parte final antes de desvanecerse de un modo lánguido en medio de una cacofonía de trompetas.

“More Than This” – Sonidos industriales como los del tema inicial abren la canción antes de que Gabriel comience a cantar. El tema tiene mucho en común con éxitos anteriores del músico y por ello, no termina de integrarse bien en el contexto del disco, mucho más electrónico y experimental de lo habitual en trabajos anteriores. Sin embargo, es una canción tan interesante que no tenemos problema alguno en aceptarla dentro del trabajo y en destacarla como una de las mejores. Los últimos instantes nos recuerdan a antiguas producciones de Daniel Lanois para Gabriel, en especial, la magnífica “Red Rain”.



“Signal to Noise” – Cerrando el disco promocional (recordemos que el que salió a la venta terminaba con “The Drop”) tenemos la que quizá sea la canción más emotiva de todo el trabajo por todo lo que tiene detrás. El tema se escribió con la intención de que fuera interpretado por el legendario Nusrat Fateh Ali Khan pero éste falleció en agosto de 1997 por lo que Gabriel tuvo que tirar de grabaciones antiguas: concretamente de una versión preliminar que ambos interpretaron en 1996 en un programa de televisión. El arreglo construido para la ocasión es de una épica incomparable, con un trabajo orquestal realmente emocionante que se desarrolla en un “crescendo” continuo desde el comienzo en el que sirve de acompañamiento para la voz del cantante pakistaní hasta el final en el que las cuerdas son protagonistas absolutas. Un final abrumador para un disco soberbio.


El personaje de Paul Newman en “El Buscavidas” había pasado 25 años sin tocar un taco de billar hasta que encontró a Tom Cruise. Peter Gabriel no pasó tanto tiempo sin publicar un nuevo disco de estudio pero su regreso tuvo mucho de épico, como ocurría en la película de Scorsese. Tras escuchar el disco, el oyente queda con una impresión magnífica. Con un subidón similar al que experimentaba el espectador de la sala de cine cuando en la escena final de la película, Newman coge su “balabushka”, golpea la bola blanca y proclama “I’m back!”. Si aún no lo tenéis, no dudéis en haceros con el disco porque es una pequeña joya. Como siempre, os dejamos un par de enlaces:

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Os dejamos con "Signal to Noise" en directo:

 

domingo, 11 de marzo de 2012

Genesis - The Lamb Lies Down On Broadway (1974)



Por el blog ha pasado ya buena parte de la élite del llamado rock progresivo de los setenta pero aún faltan dos formaciones imprescindibles del género a las que van a ir dedicadas las siguientes entradas. Empezaremos con Genesis y el doble album que iba a cerrar la primera etapa del grupo, marcada por el abandono de la banda de su vocalista principal Peter Gabriel tras la publicación del trabajo.

“The Lamb Lies Down on Broadway”, como muchos otros discos ya clásicos, tuvo un proceso de creación realmente turbulento que terminó con una importante crisis en la banda con la ya citada deserción de su líder. El disco se grabó con cierta prisa y una buena dosis de improvisación. A pesar de ser un disco conceptual, su concepción distaba mucho de ser un esfuerzo colectivo y coherente de toda la banda. Por el contrario, Peter Gabriel presentó una letra realmente extraña surgida, según algunas fuentes, de una serie de sueños del cantante. En ella se narraban las alucinantes historias vividas por “Rael”, un emigrante puertoriqueño en Nueva York. En sus vivencias se mezclan abducciones extraterrestres, viajes astrales, encierros en cuevas del subsuelo, memorias perdidas de largos pasajes temporales que se van recuperando… unas letras inaccesibles y poco coherentes que han dado lugar a interpretaciones de lo más variopinto a lo largo de los años.

Mientras Gabriel, apartado de la banda por problemas personales (fundamentalmente derivados del complicado embarazo de su pareja en aquel tiempo), se encargó de construir toda la historia del disco. Mientras tanto, el resto del grupo (Tony Banks, Phil Collins, Steve Hackett y Mike Rutherford) componían toda la música del trabajo sin tener ni idea de cual iba a ser el concepto del mismo ni de los textos, la métrica, etc. en que estaba trabajando Gabriel. No todos los miembros de la banda estaban de acuerdo con esta forma de trabajar. Rutherford, por ejemplo, estaba trabajando en sus propios textos y no veía con buenos ojos que Gabriel se adueñase de esta forma de la parte lírica del disco, máxime cuando lo habitual había sido que las letras corrieran por cuenta de Gabriel y Banks a partes iguales. Como cabía suponer, dado el particular modo en que se había compuesto el disco, algunas de las partes no encajaban del todo por lo que durante las sesiones de grabación de compusieron algunos pasajes de transición para tratar de dar mayor coherencia al trabajo.

Partiendo de estas premisas, la banda terminó por construir un disco notable, quizá el mejor de toda su trayectoria. La extensión de la historia terminó por tener acomodo en el formato de doble LP. Parece que todos los clásicos grupos del rock progresivo terminaban por crear una obra monumental que no podía ser contenida en un solo vinilo y, tarde o temprano nos terminaban por regalar un disco doble, generalmente, el más complejo y controvertido de la banda.

Sin dejar de reconocer la importancia de Genesis, confesamos que no ha sido una de las bandas a las que le hayamos prestado más atención en nuestra modesta experiencia como oyentes. Es por ello que no nos atrevemos a analizar el disco canción por canción como solemos hacer. Por el contrario, haremos un somero repaso en lineas generales del mismo. Como es norma casi inquebrantable entre los grupos de rock sinfónico/progresivo, los miembros de Genesis son intérpretes excepcionales de sus instrumentos pero, a diferencia de otras bandas, no encontraremos en sus discos largos (y, por momentos, tediosos) pasajes solistas  en los que el ejecutante hace un esfuerzo por epatar el oyente que deja en segundo plano la propia composición. En los discos de la banda de Gabriel, el virtuosismo instrumental está siempre subordinado a la propia música, lo cual es muy de agradecer. Esto no quiere decir que no haya temas en los que uno u otro instrumento destaque por encima del resto pero siempre dentro de un orden. Dentro de “The Lamb…” encontramos un recorrido por los estilos más variados. Hay un cierto toque de comedia musical clásica en el tema inicial (lo cual es lógico si hablamos de una obra centrada en Broadway, por otra parte) mezclado en este caso con una referencia en el estribillo al clásico “On Broadway” de los Drifters. Hay también temas progresivos clásicos con profusión de teclados como “Fly on a Windshield”, energía a raudales en “Back in NYC”, un acercamiento a un pop sin complejos en “Counting Out Time”. Mención aparte merece, sin duda alguna, “The Carpet Crawlers”. Nuestra canción favorita del disco con mucha diferencia, construida sobre un tenue fondo de vibrantes teclados a cargo de Peter Banks en un estilo evocador del Terry Riley de aquellos años y con una aparente simplicidad que nos hipnotiza, un Gabriel más contenido que nunca nos regala una interpretación deliciosa.



“The Lamia, ya en el segundo disco, es el tema más típicamente progresivo del conjunto con espacio para pequeños solos de teclado o guitarra. Justo a continuación, “Silent Sorrow in Empty Boats” es uno de los mejores temas ambient que jamás hayamos oído. Brian Eno aparece acreditado en el disco aunque nunca se ha detallado en qué consistió concretamente su participación. De no conocer este punto, afirmaríamos que “Silent Sorrow…” recuerda mucho a la música de Eno. Sabiendo que participó en el disco, no sería descabellado atribuirle la paternidad del tema aunque nada se indica al respecto y, de acuerdo con declaraciones del propio Eno o de Tony Banks, apenas intervino en el resultado final (Banks llega a afirmar que probablemente ni siquiera debió ser acreditado) con lo que probablemente el parecido es sólo eso, un parecido casual.



Acercandonos al final del trabajo destacamos un tema típicamente progresivo como “Riding the Scree” con Banks en plan protagonista a los teclados desmelenandose ligeramente. No llega al nivel de pirotecnia de un Rick Wakeman o un Keith Emerson, lo cual se agradece, y termina construyendo una de sus mejores aportaciones al disco.

“The Lamb Lies Down on Broadway” tuvo una segunda encarnación a través de su intepretación en directo. En los meses posteriores al lanzamiento del disco, la banda se embarcó en una extensa gira a lo largo de la cual, interpretaron el trabajo de principio a fin en más de 100 ocasiones. Durante los shows, Peter Gabriel se encontraba en su salsa al poder desplegar todo su arsenal de disfraces y su puesta en escena teatral, a un paso del histrionismo. Esto no hizo sino acrecentar las diferencias entre el cantante y el resto de la banda que se sintió en muchos momentos como “el grupo de apoyo de Peter Gabriel” en palabras de Phil Collins. Esta circunstancia hacía presagiar la aparición de un conflicto serio en el grupo. No tuvo lugar. Al finalizar el tour, Peter Gabriel anunció a sus compañeros que dejaba Genesis con lo que las carreras de cantante y músicos tomaron rumbos distintos que, a día de hoy, no han vuelto a coincidir a pesar de los periódicos rumores sobre una posible reunión.

Escena de la gira de "The Lamb..."


Por supuesto, os animamos a introduciros en la historia de Rael si no lo habeis hecho aún o a recuperarla si ya la conocíais. Para los que querais haceros con el disco, os dejamos los acostumbrados enlaces:

amazon.es

play.com


Nos despedimos con dos escenas del disco en directo: Back in NYC, en directo en Berna (1975)



Y un medley con imagenes de la gira y audio de uno de los espectáculos de 1974: