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miércoles, 24 de septiembre de 2014

Mike Oldfield - Five Miles Out (1982)



El número cuatro tiene algo especial, casi místico, que hace que en multitud de ocasiones sea ésta la cifra utilizada para elaborar categorías cerradas que se comportan como verdades absolutas. Así, tenemos tierra, aire, fuego y agua como los cuatro elementos naturales de la antigüedad, las cuatro estaciones, los cuatro puntos cardinales, los cuatro jinetes del Apocalipsis o los cuatro evangelistas. Sin embargo, muchas veces las personas son inconformistas a este respecto y buscan algo más. El cuatro les parece limitado y comienza la búsqueda del “quinto Beatle”, el “quinto estado de la materia” etc.

En la discografía de Mike Oldfield ocurre algo similar. Casi todo el mundo coincide en señalar a los cuatro primeros trabajos, es decir, a “Tubular Bells”, “Hergest Ridge”, “Ommadawn” e “Incantations” como los cuatro grandes momentos de su obra. Nosotros, puntillosos como somos, solíamos añadir a la lista un quinto disco que es, precisamente, del que vamos a hablar hoy aquí: “Five Miles Out”.

Tras la gira que dio lugar al disco en directo “Exposed”, Oldfield fue reduciendo el número de músicos que le acompañarían en el escenario de forma paulatina. Una decisión, en apariencia tan simple, iba a tener un peso insospechado en el disco que hoy comentamos por varias razones mucho menos evidentes de lo que cabía esperar. El hecho de trabajar con una banda más pequeña propició que de forma casi inadvertida, Oldfield y sus músicos comenzasen a funcionar efectivamente como un grupo al uso en el que todos podían aportar sus propias ideas a cada canción así que, si bien el nucleo creativo seguía siendo Mike, hay muchos aportes por parte del resto de participantes en el trabajo. Una consecuencia menos previsible del funcionamiento del grupo a una escala más pequeña tenía que ver con la logística de los viajes. Al ser una banda más manejable, determinados trayectos podían hacerse en pequeños aviones y en uno de ellos tuvo lugar la traumática experiencia que dio lugar al tema central del disco y, por extensión, a todo el trabajo. Durante un vuelo entre San Sebastián y Barcelona, la banda, transportada en una avioneta de hélices en lo que era prácticamente el bautizo aéreo de un joven piloto, se vio en medio de una tormenta angustiosa. En la hora escasa que duró la travesía, Oldfield y sus compañeros llegaron a pensar que no saldrían vivos de allí en varias ocasiones. Cuando aterrizaron en su destino, supieron que todo el tráfico aéreo de la zona de los Pirineos había sido suspendido en las horas precedentes por el grave riesgo de tormentas.

Oldfield, aficionado a su vez a la aeronáutica, se obsesionó con escribir una canción que reflejase todo lo vivido en aquel viaje y de ahí, pronto se pasó a un disco entero. Un disco que devolvería al músico a los primeros puestos de las listas tras un cierto bajón sufrido con “Platinum” y “QE2”. La banda que grabaría el disco estaba integrada por Maggie Reilly (voz), Morris Pert (percusión y teclados), Tim Cross (teclados), Rick Fenn (guitarras) y Mike Frye (percusión). Oldfield, por su parte, interpreta guitarras, bajo, teclados y canta a través de un “vocoder” en momentos puntuales. Como atractivo especial en algunos de los temas aparecen como invitados el gaitero Paddy Moloney, el batería Carl Palmer o el también batería Graham Broad.

Interior de la carpeta del vinilo con el esquema de una de las piezas del disco.


“Taurus II” – El disco seguía el estilo apuntado en “Platinum” un tiempo antes con una larga “suite” en una cara y temas cortos en la otra. El largo instrumental es una evolución de algunas ideas apuntadas en “Taurus” del disco “QE2” pero ampliadas y complementadas con muchas otras de nuevo cuño. Abre la pieza un poderoso “riff” de guitarra que se repetirá en varias ocasiones. Tras la introducción y un breve tarareado a cargo de Maggie Reilly entramos en una segunda parte tremendamente excitante con los teclados (fundamentalmente el “sampler” Fairlight) ejecutando una melodía de lo más interesante. Es de destacar el excepcional trabajo de las percusiones, absolutamente dominantes a lo largo de toda la suite. La inconfundible guitarra de Oldfield reclama su lugar algo después entre “samples” de metales y ritmos desaforados que culminan con un nuevo giro argumental que nos remite a los mejores tiempos de los cuatro primeros discos del músico. Una serie de intervenciones de guitarra van preparando el ambiente para la intervención estelar de Paddy Moloney con un magnífico solo de gaita irlandesa acompañado de una percusión muy sencilla, “samples” de acordeón y voces. Poco a poco se incorpora el bajo y unas percusiones más rotundas que anuncian la entrada en otro segmento de la suite. Escuchamos entonces a Maggie Reilly intepretar una cancioncilla deliciosa titulada “The Deep Deep Sound”. A su conclusión volvemos a escuchar los clásicos sonidos del “Fairlight” repitiendo la misma melodía antes de asistir al enésimo cambio. Una especie de coro electrónico interpreta una serie de melodías en un tono muy bajo sobre una batería que parece imitar el latido de un corazón. Más “samples” de metales (al estilo de algunos fragmentos de “Platinum” refuerzan la pieza desembocando todo en una especie de canción de cuna, como sacada de una cajita de música, que dará pie a la segunda gran intervención de Moloney y sus “uilleann pipes” que se alterna con la guitarra de Oldfield y los típicos sonidos de flautas del omnipresente “Fairlight”. Como aparente cierre de la suite, escuchamos otra breve canción a ritmo de música disco realmente sorprendente a estas alturas pero que funciona a la perfección. Sin embargo, parece que Oldfield no quedó satisfecho con ese final y prolongó algo más la pieza con un contundente instrumental rockero lleno de energía en el que se iban a repasar algunas de las mejores ideas de todos los minutos anteriores.

“Family Man” – La batería marca un ritmo continuo sin contemplaciones al que responde la voz de Maggie Reilly anticipando la entrada de los teclados y la guitarra. Estamos ante una monumental canción pop que serviría a Oldfield para triunfar en los Estados Unidos aunque no en esta versión sino en la del dúo Hall & Oates unos meses después. El talento de Mike como escritor de canciones iba a quedar más que claro en este tema que, sin lograr la fama de otros posteriores, queda como uno de sus mayores logros en este campo. Imprescindible.



“Orabidoo” – Ya habíamos escuchado algún retazo de tema de “cajita de música” en determinados momentos de “Taurus II” pero el delicado comienzo de este corte es aún superior. Con un suave acompañamiento de guitarra y una serie de sonidos electrónicos, Oldfield compone una auténtica joya que justificaría por sí sola todo el tema pero que resulta ser sólo la introducción. Tras ese maravilloso comienzo aparece la voz electrónica de Oldfield y una fantástica batería que ejerce como un instrumento más en la pieza y no como un simple elemento rítmico. Maggie se incorpora a los coros así como la guitarra y el bajo enriqueciendo aún más una canción que es considerada por muchos como una de las mejores composiciones de Oldfield aún hoy. El ensalmo se rompe con una serie de citas de la melodía central de “Taurus II” al órgano, al piano, con diferentes instrumentos “sampleados” sucesivamente para desembocar en un segmento de gran animación y espíritu rockero. El cierre lo pone otra sección de aire folk en la que se diría que la guitarra de Oldfield quisiera emular a la gaita de Moloney antes de pasar a un momento épico de esos que tan bien le quedan a su autor con el que concluye el tema. A modo de coda, escuchamos la breve canción “Ireland’s Eye” a cargo de Maggie y Oldfield quien acompaña con la guitarra acústica.

“Mount Teidi” – Otro magnífico instrumental nos acerca al final del disco. Destacan especialmente las percusiones de Carl Palmer, tocando al unísono con cada nota de la melodía principal durante toda la primera parte. Los teclados van ganando en intensidad con cada repetición del motivo principal hasta que llegamos a la melodía central de la pieza, una tonada excepcional que hace las veces de enlace con la recuperación del tema inicial en un continuo “in crescendo” lleno de belleza. El tema está dedicado, obviamente, al Teide, volcán que Oldfield visitó cuando acudió a ver a Palmer que en aquel entonces residía en Tenerife.

“Five Miles Out” – Parecía difícil mejorar a estas alturas lo que había sonado en el resto del disco pero, a nuestro juício, Oldfield lo consigue con una canción que, si bien, no es de las más exitosas de su repertorio, en nuestra opinión es la mejor o le anda muy cerca. Es muy complicado reunir en apenas cuatro minutos tal cantidad de giros, variaciones y temas diferentes sin caer en el caos más absoluto. Sin embargo, Oldfield lo logra con creces y nos permite escuchar breves citas de “Tubular Bells” o “Taurus II” junto con momentos estremecedores de Maggie Reilly, unos teclados impresionantes, percusiones que rozan la perfección, voces electrónicas, ritmos cambiantes. Un catálogo de música en cuatro minutos que es difícilmente mejorable en el que el músico repasa el turbulento viaje de avión al que aludíamos en el comienzo. No se puede pedir más como cierre de un disco que, a nuestro juicio, es un clásico.



Las ventas acompañaron a “Five Miles Out” algo más que a sus inmediatos predecesores pero, además de eso, iluminaron un nuevo camino para Oldfield como músico “pop” cuya máxima expresión llegaría en sus próximos trabajos comenzando por el ya comentado en el blog: “Crises”.

Gracias a la reciente y exhaustiva reedición que está acometiendo Oldfield de lo más interesante de su discografía, hoy podemos encontrar varias versiones diferentes del disco a cual más interesante. Os dejamos algunos enlaces donde adquirir la más sencilla de ellas.

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rakuten.es (disco100)

Nos despedimos con un extracto de "Taurus II" en directo en el festival de Roskilde.

 

lunes, 4 de marzo de 2013

Mike Oldfield - Exposed (1980)



Puede sonar raro pero lo cierto es que hasta hace poco tiempo, sólo existía un disco en directo publicado por Mike Oldfield. Ignoramos los motivos pero no será ni por falta de giras (el músico hizo varias, especialmente a comienzos de los ochenta) ni de acogida comercial del posible lanzamiento (“Exposed” agotó pronto la primera edición).

Ya comentamos en alguna ocasión cómo a finales de los años setenta, Oldfield experimentó un importante cambio convirtiéndose en una persona mucho más abierta y expansiva. Quizá por ello, el lanzamiento de “Incantations” se vio secundado por la primera gran gira del músico por varios países europeos. Siempre que hablamos de grandes giras de figuras del rock progresivo nos encontramos una serie de lugares comunes que se repiten en el caso del tour de Oldfield y compañía: éxito absoluto en términos artísticos, llenos casi continuos y descalabro económico como resultado final de todo el invento. Cuesta creer que todos los managers y promotores de conciertos de la época tuvieran problemas con las matemáticas más básicas pero si hemos de fiarnos de las leyendas, todos y cada uno de los grandes del progresivo se dieron algún batacazo económico tras conciertos o giras en los que se agotaban los billetes. La lista es larga y abarca desde Rick Wakeman y su concierto en una pista de hielo con ocasión del lanzamiento de su disco sobre los mitos artúricos en 1975 hasta la deficitaria gira de Pink Floyd centrada en “The Wall”. Raro es el grupo que no cuente con una gira ruinosa en su haber.

Sea como fuere, Oldfield no reparó en gastos para la gira buscando siempre conseguir un sonido lo más cercano al del disco sin recurrir a partes pregrabadas como empezaba a ser habitual en los conciertos de la época. De este modo, se reunió una banda formada por el propio Oldfield (bajo, guitarras), Nico Ramsden (bajo, guitarras), Phil Beer (guitarra y voces), Pierre Moerlen (batería, percusiones), Mike Frye (percusión), Benoit Moerlen (percusión), David Bedford (percusión), Ringo McDonough (bodhran), Pete Lemer (teclados), Tim Cross (teclados), Maddy Prior (voz) además de una sección de cuerda de 18 músicos, un coro de 16 cantantes (habituales colaboradores de David Bedford), cuatro trompetistas y dos flautistas. El repertorio iba a estar centrado en “Incantations” y se completaría con la interpretación íntegra, ¿cómo no? De “Tubular Bells”. De regalo, el single “Guilty” aparecido en las fechas previas al comienzo de la gira que dio inicio en Madrid, continuó en Barcelona y de ahí partió hacia Bélgica, Francia, Holanda y Alemania (si hacemos caso a las notas de la edición en CD del disco del año 2000) aunque también pasaría por Dinamarca y el Reino Unido. Sospechamos que el hecho de que no se mencionen estos dos últimos países puede tener que ver con que no se utilizara ninguno de los conciertos celebrados en ellos para la confección del doble LP.


Escena de uno de los conciertos de la gira.

“Incantations (Parts 1 & 2)” – Por algún motivo, en el disco se decidió “unir” estas dos partes así como las dos siguientes en sendas piezas únicas, en lugar de respetar su separación original. Como suele ser común en los discos en directo, las versiones en ellos incluidas son extractos editados de los conciertos originales, habitualmente de mucha menor duración. Así, nos encontramos las dos primeras partes de “Incantations” reducidas a una longitud apenas superior a los 25 minutos en contraste con los casi 40 del original. Sin embargo, la grabación no se resiente y es que la versión ofrecida por Oldfield y su banda de un disco tan complicado de trasladar al directo, es extremadamente fiel a la vez que incorpora hallazgos notables, especialmente en forma de arreglos de piano al final de una primera parte, por todo lo demás, muy dinámica y con un ritmo mucho más vivo que el disco original. Lo que en los primeros minutos suena como una versión “acelerada”, termina por mostrarse como una revisión muy acertada. La segunda parte de “Incantations” vuelve al ritmo reposado de un disco al que respeta enormemente aunque incorpora alguna novedad brillante como las cuerdas que acompañan a la luminosa progresión de la flauta que aparece en la parte central. Los últimos instantes del corte nos muestran la magnífica voz de Maddy Prior interpretando la preciosa canción con la que concluye el primero de los discos que componían “Incantations” y la primera cara de este doble disco que era “Exposed”.

“Incantations (Parts 3 & 4)” – Si se le puede poner algún “pero” a la versión en directo de “Incantations”, tendríamos que situarlo justo en la que es, a nuestro juicio, la parte más brillante del disco original: la fanfarria que abre la “parte 3”. En su revisión en directo pierde buena parte de la energía que mostraba en el disco y el sonido de piano eléctrico utilizado en la gira no le hace ningún favor. Hecho este comentario, lo cierto es que a partir de ese instante, la cosa gana muchos enteros y los arreglos de la siguiente sección se cuentan entre los más interesantes de todo el disco con una guitarra mucho más dura y momentos que se acercan al rock duro, destacando la intervención de Moerlen a la batería, justo antes de llegar a la sección de cuerda que anticipa su paso al vibráfono, instrumento en el que el malogrado Moerlen era un consumado maestro, para hacer una breve intervención, preludio de lo que llegará después. Oldfield decide aquí hacer un salto eliminando de “Exposed” una de las secciones más largas del disco original con buen criterio ya que podría resultar algo pesada en directo por las continuas repeticiones y su aire minimalista para pasar directamente a la parte final de “Incantations”, la más hipnótica y hechizante (valga la redundancia) de todo el disco y aquella en la que el vibráfono tiene un papel más destacado marcando un ritmo continuo sobre el que bajo, guitarra y demás instrumentos preparan el canto final a cargo del coro.

“Tubular Bells (part 1)” – La gran sorpresa de los conciertos iba a ser la interpretación de “Tubular Bells” por lo de rompedora y original que tenía la nueva versión del clásico. El inicio era todo lo convencional y ajustado a la versión conocida por todos que podía esperarse pero enseguida escuchamos unos primeros arabescos de guitarra que nos ponen sobre aviso de que algo distinto estaba a punto de pasar. Y así era, la aparición de la batería y el bajo acompañándonos durante varios minutos con un ritmo casi funk con gotas de música disco anticipaban esta novedad. Los violines y la flauta se encargarían del segmento melódico que sigue a la introducción, lo que no es anecdótico si tenemos en cuenta que ninguno de esos instrumentos aparecía en el disco de 1973. La siguiente etapa tiene muchos más elementos rockeros que el original y la conjunción de guitarra y batería no tiene mucho que envidiar a los momentos más clásicos del rock progresivo, género al que esta adaptación al directo se acerca más si cabe que cualquiera de las revisiones anteriores o posteriores del disco. Desde aquí hasta los momentos finales, no hay muchas novedades pero llegando al final de esta parte encontramos los momentos más memorables del disco con unos arreglos absolutamente fastuosos y la banda tocando mejor que nunca. A falta de narrador que introduzca los distintos instrumentos, tenemos un guitarra absolutamente funky marcando un ritmo continuo como el que suele acompañar a la presentación de los músicos en un concierto pero sin una voz que haga las veces de maestro de ceremonias. A partir de ahí, tenemos un final apoteósico con los metales y las percusiones acompañando la aparición estelar de las campanas tubulares.

“Tubular Bells (part 2)” – La segunda parte de “Tubular Bells” es recortada de forma dramática de manera que comienza en la conocida parte del “hombre de las cavernas”. Sin embargo, igual que los minutos finales de la parte anterior revelaban la ausencia de narrador, aquí tampoco habría troglodita alguno. La sorpresa es que, para suplirlo, Oldfield recurre al bonito arreglo que Bedford hizo de ese fragmento concreto para la versión orquestal de “Tubular Bells” y que era uno de los momentos más destacados de aquella adaptación. Tras este fragmento, tenemos una larga pieza rock muy diferente de lo que sonaba en el disco del 73 pero que merece mucho la pena. Cerrando este breve fragmento en el que se condensa la cara B de “Tubular Bells” tenemos una encantadora versión de “The Sailor’s Hornpipe” con las tradicionales cucharas irlandesas como percusión y desenfrenados solos de violín en un acertado final. Podeis ver un fragmento del concierto de Londres, distinto del recogido en el doble CD.



“Guilty” – El último corte de “Exposed” es la versión en directo de “Guilty”, el single discotequero que apareció poco antes del inicio de la gira y que se revela perfecto para que los músicos puedan explayarse a sus anchas. Una vez más, Pierre Moerlen da una auténtica lección al vibráfono y el propio Oldfield se guarda un buen sólo de guitarra cerca del final, que llega enlazando la rítmica pieza con la melodía del final de la cara B de “Tubular Bells” a ritmo disco poniendo un simpático broche final al trabajo.

“Exposed” fue durante mucho tiempo el único disco en directo publicado por Oldfield. Muchos años después se publicó un segundo con el concierto del milenio en Berlín pero desde un punto de vista artístico, no hay comparación posible entre ambos. También existe un DVD con el mismo título de “Exposed” con la diferencia de que el contenido no procedía de distintos momentos de la gira del 79 sino que recogía un concierto concreto. Los incondicionales de Oldfield deberían tenerlo en sus estanterías al igual que el doble CD. Para ponerles las cosas más fáciles, dejamos los siguientes enlaces:




"Guilty" en directo en el Wembley Conference Center, 1979.


miércoles, 5 de diciembre de 2012

Mike Oldfield - QE2 (1980)



Como comentamos no hace mucho tiempo, “Platinum” supuso una especie de liberación en la carrera de Mike Oldfield, con la que ocurrieron varias cosas: el músico pudo relajarse y componer piezas más cortas y simples, alejadas de las épicas suites de sus inicios, se pudo relacionar de un modo más “musical” (si se nos permite la expresión) con otros músicos, intercambiando ideas y llegando a colaboraciones mucho más bidireccionales que antaño y perdió el miedo a homenajear e incluso interpretar a otros artistas a los que había admirado en su infancia. Todo aquello que sucedió con el citado disco, tuvo su continuación de manera más intensa si cabe con el siguiente.

Existe una leyenda que siempre acompaña a cualquier comentario sobre Oldfield que pretenda alcanzar una cierta profundidad y habla de los habituales conflictos entre el artista y Richard Branson, su principal valedor en sus comienzos y dueño y señor de Virgin Records. Es evidente que existieron roces, especialmente en los últimos años del contrato de Oldfield con la discográfica pero creemos que no todo lo que se decía era completamente cierto. Según la historia más o menos aceptada, Branson fue el responsable, en grado de incitación, del giro hacia el pop de la música de Oldfield que tuvo lugar en los ochenta, cuando el artista llegó a los primeros puestos de las listas más comerciales. Por su parte, siempre se ha dicho que el músico exigía de Branson un mayor esfuerzo promocional para su obra, a la que creía maltratada por la discográfica en comparación con otros nuevos artistas. En estos casos, la historia siempre se pone de parte del músico quien, al fin y al cabo, es el que suscita el mayor interés de los aficionados. Sin embargo, viendo algunos de los trabajos que publicó Oldfield tras su salida de Virgin, alguna de las teorías conspirativas no se sostiene.

Alrededor de “QE2” también circulan este tipo de comentarios que señalan que Mike buscaba mayor promoción, especialmente en el mercado americano y que, a cambio, Richard le pidió composiciones más cortas y “vendibles”, incluso, a ser posible, alguna canción con gancho. Oldfield cedería en la primera parte pero no en la segunda y la prometida promoción se quedó en nada (también se afirmó que la inclusión en el disco de versiones de ABBA y los Shadows fue una exigencia de Virgin, pasando por alto que ambos grupos eran admirados por el músico desde tiempo atrás, por lo que no choca en absoluto su elección). Sea como fuere, parece que Oldfield quedó muy satisfecho de varios aspectos que fueron novedosos en “Platinum” y que ahora se repetían como ocurría con la formación de una pequeña banda que participaría en la grabación o la colaboración con un productor “externo”, ajeno al mundillo del artista de Reading. Para este papel, se escogió, a David Hentschel, productor relacionado con Genesis a partir de 1976 tras varios intentos fallidos como artista en solitario. De la mano de Hentschel llegaron otros músicos invitados, destacando especialmente el batería Phil Collins.


Imagen el "Queen Elizabeth 2", abreviado a QE2 que inspira el nombre del disco



“Taurus I” – La apertura del disco, con la melodía de mandolina de Oldfield acompañada de percusiones poco convencionales descubría una tendencia insospechada a priori en el nuevo disco: la música celta. Evidentemente, “QE2” no es un disco de música celta, ni mucho menos pero sí que deja translucir muchos guiños al género. El primero de ellos, desde sus instantes iniciales. Aparecen poco después unas voces en segundo plano resaltando la melodía inicial y tras ellas llega el primer giro del tema con la entrada de la batería y la guitarra eléctrica, lanzando al aire los primeros e inconfundibles “riffs” marca de la casa. Termina el segmento con una transición más tranquila marcada por una bonita melodía sintética simulando una flauta. El reinado de los sintetizadores analógicos tocaba a su fin y los últimos modelos incorporaban gran cantidad de sonidos de fábrica y menos posibilidades de modificar estos timbres. Se dice que uno de estos cacharros era el Korg Sigma, utilizado en el disco probablemente para este tipo de efectos de flauta. Tras el interludio, la acción vuelve a intensificarse con la llegada de las percusiones y una melodía en cuya ejecución de alternan las cuerdas, los teclados y la propia guitarra eléctrica de Mike. Es en estos momentos finales en los que encontramos al músico más próximo al de las grandes suites de sus comienzos derrochando imaginación y destreza a partes iguales. Aparecen en el último momento efectos de vocoder, instrumento que sería utilizado con profusión en éste disco y en el siguiente. “Taurus”, con un enigmático “I” a continuación, hacía referencia al signo zodiacal del propio músico y era la primera parte de una interesante pieza cuya continuación no encontraríamos en “QE2” como cabría esperar sino en discos posteriores. [Mike Oldfield: mandolina, bajo, sintetizadores, banjo, arpa celta, caja de ritmos, timbales, guitarra eléctrica, piano, percusiones, vocoder. Phil Collins: batería. Mike Frye: percusión. Maggie Reilly, voces. David Hentschel, sintetizadores.]

“Sheba” – Lleno de misterio nos recibe el segundo corte del disco, con una melodía vocal, tremendamente distorsionada por el vocoder citado anteriormente a la que se añade la percusión y la voz de Maggie Reilly, debutante con Oldfield en una grabación de estudio e inconfundible intérprete de muchos de los clásicos del  británico en los años posteriores. Con la entrada de la guitarra eléctrica y la batería, “Sheba” iba a transformarse inmediatamente en una inconfundible pieza “olfieldiana”. [Mike Oldfield: vocoder, percusiones, guitarra eléctrica, bajo, sintetizadores. Phil Collins: batería. Mike Frye: percusión. Maggie Reilly, voces]

“Conflict” – Entramos en territorios extraños con el siguiente tema. Para empezar, nos encontramos con una rara percusión interpretando un ritmo sincopado y sin más preámbulos, entran las cuerdas sintéticas y un enérgico “riff” guitarrero. En este ambiente desenfrenado hay tiempo para todo: descargas eléctricas a cargo del guitarrista, solos de teclado, un bajo pleno de inspiración, referencias clásicas (se apunta la melodía de un fragmento de los Conciertos de Brandemburgo de J.S.Bach, incluso). El corte es demasiado breve para todo lo que se sugiere en el mismo y sirve como preámbulo al cierre de la cara A del disco. [Mike Oldfield: guitarra, bajo. Tim Cross: piano, sintetizadores. Mike Frye: percusiones. Morris Pert: batería]

“Arrival” – Y para ello, Oldfield recurre a una melodía de los suecos de ABBA, aunque no escoge una de las más populares sino una rareza, casi instrumental en su tratamiento original. Llama la atención esta elección ya que, si escuchamos la pieza en la interpretación de los suecos, tiene todas las trazas de una melodía tradicional escocesa con una sonoridad que pide a gritos la aparición de una banda de gaiteros. Ya señalamos que había una cierta influencia celta sobrevolando el disco y creemos que el que sea éste y no otro el tema de ABBA a interpretar, tiene toda la intención en ese sentido. Por lo demás, Oldfield mejora con creces, en nuestra modesta opinión, la composición primigenia. [Mike Oldfield: guitarras, percusiones, arpa, bajo, mandolina, sintetizadores, vocoder, voces. David Hentschel: sintetizadores, batería, voces. Maggie Reilly, voces. Choir English Chorale. David Bedford, director y arreglos.]

 


“Wonderful Land” – La cara B del disco comienza como acababa su reverso, con otra versión, en este caso de los Shadows, grupo idolatrado por Oldfield en su juventud. Podemos apreciar aquí, si nos tomamos unos minutos para compararla con la original, el momento de inspiración en que Mike decidió dar su propia visión de la pieza. El instrumental de los Shadows era un inocente tema rock, algo naïf, escuchado hoy en día pero con una preciosa melodía. Oldfield, respetando una por una cada nota del original transforma la pieza en otra distinta, jugando con elementos ajenos a la composición de Jerry Lordan como las percusiones africanas (pero ejecutando ritmos celtas), alterando el tempo de determinadas partes e incorporando nuevos instrumentos como mandolinas, o sintetizadores revitaliza el tema hasta un punto insospechado. A pesar de ser ambas versiones, no es de extrañar que tanto “Arrival” como “Wonderful Land” fueran los cortes escogidos como singles del disco. [Mike Oldfield: guitarras, bajo, sintetizadores, percusión, marimba, mandolina, vibráfono. David Hentschel: sintetizadores, David Bedford, arreglos de cuerda]

“Mirage” – La presencia del vibráfono en el inicio del tema contribuye a crear un ambiente misterioso que nos recuerda al reciente “Woodhenge” del anterior “Platinum” y en una línea similar a la de aquel, transcurren los primeros instantes del tema hasta la aparición de los teclados y la guitarra acústica con un tratamiento muy similar al que sería utilizado años más tardes en esa obra maestra que fue “Amarok” y es que, mientras escribimos estas líneas, nos damos cuenta de que muchos de los elementos que hicieron grande ese disco, comenzaban a apuntarse, precisamente, en este “Mirage”. Volvemos a echar la vista atrás hasta “Platinum” cuando aparecen los metales y pensamos en “Charleston”, por ejemplo mientras el tema se despide de un modo un tanto brusco. [Mike Oldfield: vibráfono, sintetizadores, guitarras, bajo, timbales, vocoder. Mike Frye: vocoder, batería. Raul D’Oliveira: trompeta. Guy Barker: trompeta. Paul Nieman: saxo. Philip Todd: saxo tenor. David Hentschel: arreglos de viento].

“QE2” – Llegamos así al corte que da título al disco. Señala Oldfield que el sonido de los primeros minutos le recordaba la inmensidad del océano y pensó en titularlo “Titanic” pero por evitar un cierto gafe que podía ir asociado con ese nombre, optó por un barco de menor calado como el “Queen Elizabeth 2”. “QE2” es una de las mejores composiciones del disco; construida como un continuo crescendo en sus minutos iniciales, paulatinamente se van añadiendo capas y capas de instrumentos a la melodía principal hasta que tema se interrumpe con la llegada de los metales que entonan una especie de fanfarria, prólogo de la segunda parte protagonizada por los destellos de la guitarra del músico antes de romper en uno de los fragmentos más alegres del disco, emparentado a partes iguales con el famoso segmento bautizado como “caveman” de “Tubular Bells” y con el jolgorio celta de los mejores minutos de “Ommadawn” sustituyendo las “uillean pipes” de Paddy Moloney por las más modestas “northumbrian bagpipes” interpretadas por el propio Oldfield en alegre diálogo con el resto de instrumentos. Entre gaitas anda el juego en todo caso en una pieza realmente memorable. [Mike Oldfield: sintetizadores, guitarras, bajo, percusiones, mandolina, gong, northumbrian bagpipes. David Hentschel: batería, sintetizadores. Mike Frye: batería, percusiones. Raul D’Oliveira: trompeta. Guy Barker: trompeta. Paul Nieman: saxo. Philip Todd: saxo tenor. David Hentschel: arreglos de viento].



“Celt” – Al igual que ocurría con “Conflict”, nos desconcierta en los primeros instantes la percusión que abre la pieza pero, en lugar de proseguir por los caminos tormentosos de aquella, la voz de Maggie Reilly convenientemente distorsionada por el vocoder termina por acercar la canción a los territorios de “Sheba”. [Mike Oldfield: sintetizadores, guitarra, bajo. Mike Frye: percusiones. Tim Cross: piano, sintetizadores. Maggie Reilly: voces]

“Molly” – Como cierre del disco, Oldfield escoge una íntima tonada interpretada principalmente con la guitarra acústica a modo de nana para su hija Molly poniendo un broche perfecto para un disco magnífico. [Mike Oldfield: guitarra, bajo, voces]

Con “QE2”, Oldfield cierra una pequeña etapa de dos discos, grabados en un corto espacio de tiempo y que sirve como transición entre su primera etapa, basada en largos instrumentales y una nueva versión del músico de Reading que asomaría a partir del próximo trabajo y de la que habrá tiempo de hablar más adelante. Si prescindimos del hecho de que en “QE2”, la música está segmentada en cortes de una duración más o menos breve con respecto a, por ejemplo, “Ommadawn”, creemos que no hay una diferencia tan importante entre ambos trabajos y es que, a pesar del carácter independiente de cada una de las piezas del disco que hoy nos ocupa, con unas transiciones más o menos elaboradas entre las distintas secciones del trabajo, podrían haber pasado perfectamente por una o dos largas suites como las que caracterizaron al Oldfield más clásico. En cualquier caso, creemos que “QE2” es un disco que merece mucho la pena, independientemente de las comparaciones con trabajos anteriores. Igual que sucedía con “Platinum” (y con toda la discografía anterior de Oldfield), disponemos de una reciente reedición en la que se complementa el disco original con algunas caras B de singles, remezclas actuales de alguno de los cortes y, especialmente, con un segundo CD que recoge parte de una actuación en directo de la gira europea que Oldfield y sus músicos emprendieron en los meses posteriores a la aparición del disco. Podeis adquirir esta nueva edición en los siguientes enlaces:

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Nos despedimos con un medley en directo de "Taurus I" y "Sheba":