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martes, 26 de marzo de 2019

Porcupine Tree - Recordings (2001)



Recientemente hablamos aquí de esos discos que surgen a partir de descartes de otros trabajos, de canciones que quedaron fuera por unos u otros motivos de proyectos pasados  y que no terminan de encontrar acomodo hasta mucho después. En la carrera de Porcupine Tree, al igual que ocurre en la posterior en solitario de su líder Steven Wilson, hay decenas de temas de estas características. Alguno de ellos acaba formando parte de discos posteriores pero en el caso de la banda británica, la salida habitual terminaba por ser la de publicarlos como parte de recopilatorios.

Llama la atención que una formación de trayectoria tan extensa como Porcupine Tree no tenga ningún disco de grandes éxitos al uso. Se podría argumentar al respecto que nunca fueron realmente un grupo extremadamente popular a nivel global pero esa no es razón, en la mayoría de los casos, para no lanzar de vez en cuando algún recopilatorio que facilite el acercamiento a su música de aquellos demasiado perezosos para ponerse a bucear por los discos convencionales. Ahí radica parte de la originalidad de la banda de Wilson y es que a lo largo de los años publicaron un buen número de recopilaciones aunque todas ellas estaban integradas en su mayor parte por material inédito o publicado en tiradas muy bajas como complemento de los singles. Ese es el caso del disco que traemos hoy aquí, publicado en 2001 bajo el no demasiado original título de “Recordings”.

En este trabajo se iban a recoger canciones del periodo inmediatamente anterior. El que se correspondía con la grabación de “Stupid Dream” y “Lightbulb Sun” y en cierto modo sirvió para cerrar una etapa. Comenta Wilson que lo normal habría sido aprovechar parte de ese material para próximos trabajos pero que se descartó la idea ante el cambio de rumbo que estaban planeando y que les llevaría a un sonido más duro y cercano al metal progresivo en sus siguientes discos. “Recordings” iba a suponer, además, la despedida del batería Chris Maitland, reemplazado por Gavin Harrison poco después.

Imagen de la formación de la banda hasta "Recordings".


“Buying New Soul” - “Recordings” se abre con una maravillosa canción que la banda completó justo tras acabar las sesiones de grabación de “Lightbulb Sun”. Es un extenso tema que cuenta con una deliciosa introducción electrónica en la que podemos escuchar un agonizante violonchelo justo antes de la entrada de la guitarra acústica de Steven Wilson. Comienza ahí la canción propiamente dicha, que cuenta con un estribillo lento absolutamente imbatible. Superada la mitad del tema tenemos un clásico interludio instrumental que incluye una parte electrónica realmente evocadora que sirve de base para una nueva parte de guitarra previa a la revisión final del tema central. Es el único corte del disco firmado por todos los integrantes de la banda y una canción de la que todos afirmaban que, de haberse terminado a tiempo, habría formado parte del citado “Lightbulb Sun”.




“Access Denied” - En las mismas sesiones de grabación de aquel disco, presentó Wilson la demo de esta canción que no gustó a ninguno de los integrantes de la banda y quedó aparcada. Afortunadamente el cantante no cejó en su empeño y la banda accedió a grabarla para que formase parte de “Recordings”. Es una canción corta, en la linea de las que Porcupine Tree grabó en aquellos años. El comienzo es casi jovial, con el piano martilleando una serie de notas que Wilson acompaña con su voz modificada electrónicamente. En los primeros instantes hay hasta un cierto aire “beatle” en la canción pero enseguida se encamina por otros derroteros más experimentales y hasta jazzísticos con efectos electrónicos y un tono más oscuro aunque pronto retoma el espíritu inicial. Una rareza dentro de la discografía de Porcupine Tree que merece la pena revisar.

“Cure for Optimism” - El disco “Lightbulb Sun” contó con dos singles: “Four Chords That Made a Million” y “Shesmovedon”. Esta canción fue grabada entre las sesiones de “Stupid Dream” y “Lightbulb Sun” y se incluyó en forma de “cara b” en el segundo de los singles mencionados. Es una pieza muy interesante que cuenta con una larga introducción instrumental que desemboca en una canción lenta muy del estilo de Wilson. Los arreglos, como siempre, son de lo más destacado. Sonidos atmosféricos y efectos de todo tipo así como sonidos antiguos como el del Mellotron arropan al cantante que, al margen de eso, se acompaña de su guitarra acústica.

“Untitled” - Continuamos con una larga improvisación instrumental procedente de las mismas sesiones y que, como el tema anterior, apareció ya en la versión en CD del single de “Shesmovedon”. En su comienzo recuerda a la anterior “Buying New Soul”, quizá por el uso del violonchelo y por tener una atmósfera similar. Pronto toma un rumbo distinto con elementos de jazz y detalles que recuerdan a los experimentos de la banda en su disco “Metanoia”. Un tema más ambiental que el resto del disco y que nos da una buena medida de esa faceta de la banda.

“Disappear” - Seguimos en las sesiones de grabación de “Lightbulb Sun” y llegamos a esta sencilla canción que apareció como “cara b” del single “Four Chords that Made a Million”. Un tema quizá algo convencional para lo que representa una banda como Porcupine Tree, incluso teniendo en cuenta que pertenece a la etapa del grupo más orientada a este tipo de canciones.

“Ambulance Chasing” - Retrocedemos en el tiempo hasta las grabaciones de “Stupid Dream”, el trabajo anterior a “Lightbulb Sun” para encontrar este interesantísimo corte instrumental con un protagonismo coral por parte de todos los miembros de la banda, especialmente de la sección rítmica formada por Colin Edwin y Chris Maitland. Las guitarras tienen ese toque psicodélico que tan bien le sentaba al sonido del grupo en sus primeros discos. La pieza fue “cara b” en la versión en CD del single “Piano Lessons” y cuenta con la participación de Theo Travis como músico invitado.




“In Formaldehyde” - Igual que “Dissapear” y procedente de las mismas sesiones, este tema fue otra de las “caras b” de “Four Chords that Made a Million”. Es otra de esas canciones de la banda llenas de efectos psicodélicos, guitarras líquidas y voces procesadas a la que quizá le falte un poco de fuerza para ser recordada como un gran tema pero que merece la pena escuchar.

“Even Less” - Si tenemos que quedarnos con una sóla canción de todo el trabajo, sin duda sería con esta. “Even Less” es uno de los grandes clásicos de la banda pero en la versión que apareció publicada en “Stupid Dreams”, fué recortada casi en la mitad de su duración. Aquí escuchamos el tema original completo a lo largo de sus gloriosos catorce minutos. “Even Less” anticipa el giro hacia el “metal” de los próximos discos de la banda y también tiene muchos de los elementos alrededor de los que Wilson construiría su carrera en solitario más adelante. No es de extrañar que se convirtiera en una canción habitual en el repertorio de Porcupine Tree en vivo y que siga muy presente en el del propio Wilson hasta nuestros días.




“Oceans Have No Memory” - El disco termina con un instrumental más corto que se grabó inicialmente para “Stupid Dream” pero que fue descartado quedando como “cara b” del single “Piano Lessons” aunque sólo en su versión en vinilo. Es un tema intimista con la guitarra eléctrica como instrumento principal que no tiene demasiada trascendencia. Costaría identificarlo como de Porcupine Tree si no supiéramos que lo es.

Si hay un hecho destacable en la discografía de Porcupine Tree es, precisamente, la ausencia de trabajos irrelevantes. Incluso las recopilaciones tienen unas características que las hacen imprescindibles para todo seguidor de la banda. En esta linea, “Recordings” es un complemento perfecto para los dos discos de cuyas sesiones de grabación se nutre y un disco muy útil para documentar esa época del grupo, previa al cambio de estilo y de alineación que se daría inmediatamente después.

miércoles, 20 de junio de 2018

Porcupine Tree - Lightbulb Sun (2000)




Una de las críticas que más nos llamó la atención del último disco de Steven Wilson, “To the Bone”, fue la que le acusaba de buscar una mayor comercialidad que en discos anteriores. Nos sorprendió por muchas cosas pero quizá la más importante es que ese tipo de acusación ya se le había hecho al artista cuando era el lider de Porcupine Tree. Tras varios discos en los que pasó por el rock, la electrónica, la psicodelia, el rock progresivo y por todo ello junto mezclado en distintas proporciones, en 1999 la banda lanzó “Stupid Dream” que supuso un importante cambio de formato: de canciones extensas, con mucho de improvisación y experimentación, pasaron a un disco de temas más cortos y canciones mucho más convencionales en cuanto a su esquema y desarrollo. Fue, en palabras de Wilson, la culminación de un proceso de aprendizaje a la hora de crear una estructura y concentrar las ideas en un formato más accesible pero eso no suponía en ningún caso una merma de calidad.

“Lightbulb Sun” iba a ser un paso más en esa idea, todo los procesos trabajados en aquel periodo iban a desembocar en un disco creado en apenas tres meses. Una obra que iba a mantener los esquemas más cercanos al pop de su predecesor pero que también iba a recuperar elementos de trabajos anteriores en ese proceso continuo de experimentación, asimilación y cambio que ha dominado la carrera de Wilson desde sus comienzos. Dentro de la cronología de Porcupine Tree, “Lightbulb Sun” iba a ser el último disco grabado con Chris Maitland a la batería. El resto de miembros eran los habituales: Steven Wilson (voz, guitarras, teclados, etc.), Richard Barbieri (sintetizadores, órgano Hammond, Fender Rhodes, Clavinet y Mellotron) y Colin Edwin (bajo). Además, se contó con una sección de cuerda conformada por las integrantes del Minerva Quartet (Katy Latham y Lisa Betteridge, violines, Sarah Heines, viola y Emmeline Brewer, violonchelo) y por los solistas Stuart Gordon (violín y viola) y Nick Parry (violonchelo).

Wilson y sus muchachos.


“Lightbulb Sun” - El comienzo es sencillo con unos acordes de guitarra acústica que dan paso a los primeros versos de un tema que enseguida experimenta un giro con un riff eléctrico y un cambio de ritmo a cargo de la batería que comparte protagonismo con un bajo realmente inspirado. Es en esta nueva fase un tema mucho mas enérgico con un aire americano muy marcado y algún guiño hacia el “metal” que dejaba entrever la próxima evolución de la banda.

“How is Your Life Today?” - Sorprendente la minatura que encontramos después. Se abre con un bonito vals de piano sobre el que Wilson canta a través de filtros “lo-fi” antes de empezar unos preciosos juegos vocales consigo mismo gracias a la tecnología del estudio. Una joyita a descubrir que es facil que pase desapercibida. También un precedente claro del Wilson de alguno de sus trabajos en solitario como “The Raven that Refused to Sing”.

“Four Chords that Made a Million” - Mucho más potente es la siguiente pieza que se abre con unas guitarras desafiantes y una percusión de aire tribal muy interesante. A partir de ahí, una descarga de adrenalina que nos parece acertadísima. La segunda parte es ya más reconocible y enlaza con la tradición del grupo. Pese a ello, es un tema muy diferente de lo que hacía la banda hasta aquel momento y su elección como primer single del disco era toda una declaración de intenciones.




“Shesmovedon” - El segundo single del trabajo es una de nuestras canciones favoritas del mismo, algo con lo que probablemente esté de acuerdo el propio Wilson que la regrabaría tiempo después durante las sesiones de “Deadwing”. Se trata de una canción con una producción sucia pero perfecta para el tema y que cuenta, además, con uno de los estribillos más redondos de toda la carrera del grupo y una sección instrumental en el segmento final realmente brillante.

“Last Chance to Evacuate Planet Earth Before It Is Recycled” - Sin solución de continuidad enlazamos con el siguiente corte en el que encontramos otra vez una cierta “americanización” del sonido, especialmente en lo referente a las guitarras (el uso del banjo también contribuye a esa idea). Tras un comienzo más o menos estándar, entramos en una sección central magnífica con Barbieri haciendo diabluras con el Fender Rhodes en un tramo de aire psicodélico en la linea de trabajos anteriores del grupo. Se echa en falta algo más de minutaje aquí para desarrollar las ideas que se plantean pero ya dijimos que este era un trabajo más enfocado a temas cerrados que a viajes experimentales.

“The Rest Will Flow” - Las cuerdas del Cuarteto Minerva y los dos solistas de apoyo son, junto con el Mellotron, el sustento principal de la banda en una pieza más alegre de lo normal. La típica canción que Wilson desarrollaría tiempo después con su proyecto Blackfield desligando así este lado más “pop” de Porcupine Tree

“Hatesong” - Colin Edwin, coautor del tema junto con Wilson, se hace con el mando de la nave gracias a una melodía de bajo que recorre toda la pieza de modo hipnótico. Es algo similar a lo que ocurría en los discos más experimentales del grupo que iban construyendo estructuras fantásticas a partir de un pequeño trazo del bajo aunque aquí se desarrolla todo con mayor rapidez. Es una delicia ver cómo se suceden los diferentes tramos de la pieza, cada uno protagonizado por un instrumento. Al bajo le sucede el Mellotron y ambos una seca ráfaga de guitarra “metalera” subrayada por una batería autoritaria. El tramo final del tema es todo un disfrute para cualquier aficionado al rock progresivo y uno de los grandes momentos del trabajo.




“Where We Would Be” - Se hace la calma con una balada más tranquila en la que los juegos vocales son lo más interesante frente a unos acordes de guitarra repetitivos y una percusión que se limita a hacer compañía. Un tema correcto.

“Russia on Ice” - Algo más de trece minutos dura el corte más experimental del trabajo. Es una pieza coral, firmada por toda la banda, y eso se nota en todo su desarrollo en el que de un modo u otro, todos los músicos tienen protagonismo. Comienza con sonidos electrónicos sobre los que se destacan leves trazos de guitarras aunque pronto se transforma en una balada oscura marcada por una pocas notas de guitarra que se repiten cada poco tiempo. Volvemos a escuchar las cuerdas en un fragmento de gran interés en el que juegan un poco con la banda hasta callar de nuevo para escuchar la voz de Wilson. Mediada la pieza volvemos a los ambientes de “jazz cósmico” que la banda exploró en “Metanoia” o “Voyage 34” sólo rotos por un nuevo giro hacia el “metal” que va a desembocar en un final extraordinario en el que oímos uno de los pocos solos de Maitland a la batería en el que iba a ser su último disco con Porcupine Tree.




“Feel So Low” - El disco concluye con una suave balada de arreglos sencillos que incluso diríamos que tiene un cierto toque de los U2 de “The Joshua Tree”, especialmente por el tratamiento sonoro de las guitarras y la forma de cantar de Wilson en esta ocasión.


Con “Lightbulb Sun” se cerró una etapa en Porcupine Tree. De cara al siguiente disco firmaron con una nueva discográfica y eso se correspondió con un cambio de estilo hacia sonidos más duros y próximos al “metal progresivo”. El grupo tomó un rumbó más ambicioso y su batería, Chris Maitland decidió que era el momento de dejarlo. En un principio, la decisión de la banda fue seguir como trío utilizando programaciones electrónicas pero surgió la posibilidad de contar con Gavin Harrison quien ingresaría en el grupo casi de inmediato cerrándose así la alineación con la que Porcupine Tree formó durante el resto del tiempo hasta la inactividad en la que llevan sumidos casi una década.

Os dejamos con una versión en directo de "Shesmovedon":


 

miércoles, 18 de septiembre de 2013

Porcupine Tree - Stupid Dream (1999)



Hubo un momento en que a Porcupine Tree se le quedó pequeño el sello Delerium y buscaron uno mayor con el que poder llegar a un mayor público, invertir más en la producción de los discos y organizar giras más extensas. Nos viene ahora a la cabeza la repetida frase con la que Debbie Allen daba comienzo a cada uno de los capítulos de la popular serie “Fama”: “queréis la fama, pero la fama cuesta y aquí es donde vais a empezar a pagar: con sudor”. La referencia no es caprichosa y aparece aquí por dos motivos. El primero de ellos explica, a su vez, la procedencia del título del propio disco. ¿cuál es el sueño estúpido? El del joven músico buscando triunfar en el mundo del rock ya que eso conlleva una serie de esfuerzos, sacrificios y renuncias de los que no se es consciente cuando empiezan los ensayos con los amigos del instituto en el garaje de uno de ellos. Buena parte de los textos del disco tienen relación con estas vivencias del propio Wilson. El segundo motivo tiene que ver con el cambio de compañía de Porcupine Tree y las expectativas que eso acarrea, incluyendo la necesidad, consciente o no, de incluir música más accesible, más comercial en el trabajo que pueda complacer a los directivos de la nueva discográfica y que se traduzca en un enganche más fácil para un público distinto del habitual seguidor de la banda (se supone que los fieles lo seguirán siendo). La fama cuesta. ¿cuánto? tanto como estés dispuesto a pagar.

¿Cómo se refleja todo esto en la música? Ya desde el momento en que echamos un vistazo a la contraportada del disco encontramos una importante diferencia con respecto a discos anteriores ya que contamos hasta doce canciones con una duración muy homogénea lo que nos permite intuir que no tendremos aquí largos desarrollos y pasajes instrumentales lisérgicos sino canciones más o menos convencionales, al menos en cuanto a su extensión.

Estilísticamente, la diferencia de “Stupid Dream” con trabajos anteriores es notable. Wilson y compañía se abren a canciones más directas y cercanas al pop en muchos momentos, lo que resultó bastante controvertido para los fans de la banda. Más aún cuando comenzaron a aparecer grabaciones de las demos y maquetas previas al disco y en ellas se aprecia que muchas de las ideas iniciales alrededor de cada canción habían variado sustancialmente en el estudio de grabación. Intervienen en el disco los miembros habituales de la banda, es decir, Steven Wilson (voz, guitarra, piano, samplers), Richard Barbieri (sintetizadores, órgano Hammond, mellotron), Colin Edwin (bajos) y Chris Maitland (batería, percusiones). Como invitados aparecen Theo Travis (saxo y flauta) y la sección de cuerda de la East of England Orchestra.

Portada alternativa del disco.


“Even Less” – El disco comienza con la mejor canción contenida en el mismo y una de nuestras favoritas de toda la trayectoria del grupo a pesar de encontrarse dramáticamente recortada con respecto a su primera versión (que superaba el cuarto de hora). El tema comienza como una canción pop bien construida con un agresivo riff principal y va evolucionando continuamente hasta que en la parte central hay una pausa con una poderosa guitarra próxima al heavy que introduce al hammond y el mellotron para concluir la pieza en un ambiente de rock progresivo absolutamente floydiano.



“Piano Lessons” – Continuamos con la que nos parece la canción más controvertida del disco ya que nos muestra a Porcupine Tree convertidos en una “vulgar” versión de cualquier grupo pop de la época, unos Oasis cualquiera, para entendernos. Entiéndase lo de “vulgar” como un indicativo de lo convencional de la canción y en ningún caso como una crítica al tema en sí, en el que destacan, como de costumbre, los arreglos vocales de Wilson y compañía. Una canción muy efectiva y comercial pero que se encuentra en las antípodas de lo que uno esperaba de Porcupine Tree en aquel momento. No sorprende en absoluto que fuera escogida como primer single del disco si lo que se pretendía era ampliar las fronteras del grupo.

“Stupid Dream” – Cortísimo instrumental que no llega al medio minuto de grabación y que podría haberse integrado perfectamente con el final de la canción anterior.

“Pure Narcotic” – Clásica canción de Wilson con sus habituales temas como son la soledad del adolescente, la incomunicación, o la dificultad por encajar “I’m sorry that I’m not like you. I worry that I don’t act the way you’d like me to”. Fue el tercer single del disco y es lógico puesto que se trata de otro tema pop de gran potencial comercial. Excepcional de nuevo el trabajo vocal y muy interesantes los arreglos, sobrios pero incorporando instrumentos como el glockenspiel que encaja sorprendentemente bien en el tema.

“Slave Called Shiver” – Algunas críticas del disco compararon a estos Porcupine Tree con Radiohead y tenemos la sensación de que canciones como ésta contribuyeron a que surgieran ese tipo de paralelismos. Se trata de una canción con influencias de todo tipo, arreglos electrónicos, devaneos con el rock duro y efectos vocales para ilustrar una relación autodestructiva de devoción exagerada que el protagonista lleva al extremo.

“Don’t Hate Me” – Segunda gran canción del disco a la que le sienta magníficamente bien la aportación de la flauta de Theo Travis. La temática enlaza directamente con la de “Pure Narcotic” (“Don’t hate me, I’m not special like you”) pero lo hace regresando a los ambientes más oscuros e inquietantes de los discos anteriores de la banda, construyendo una canción extraordinaria, en la línea de los mejores clásicos de Wilson y compañía.



“This is No Rehearsal” – Llegamos así a una canción rara. Podríamos cometer el error de catalogarla de pop pero enseguida gira hacia sonidos “metal”. La aparición del mellotrón poco después contribuye a aumentar la confusión. Abundan los cambios de ritmo pero organizados de un modo algo desconcertante. Aunque la hemos oído decenas de veces, no terminamos de cogerle el punto a esta canción.

“Baby Dream on Cellophane” – Hay algo en el siguiente tema que nos recuerda a los últimos Pink Floyd de Roger Waters. Quizá sea el sonido de la guitarra acústica, los efectos vocales o los cambios de volumen. En cualquier caso se trata de otra de nuestras canciones favoritas, especialmente por el excepcional tratamiento de las armonías vocales que ya es uno de los signos de identidad de la banda.

“Stranger by the Minute” – En su momento fue el segundo single del disco y cumple escrupulosamente con las características que se le suponen a una canción promocional y, de paso, con sus compañeras en esa tarea en el disco. Las tres canciones son correctas pero no demasiado acordes con la trayectoria de Porcupine Tree con lo que la sorpresa de los seguidores en su momento se nos antoja justificada.

“A Smart Kid” – Afortunadamente, junto a los singles más o menos comerciales, tenemos canciones verdaderamente interesantes. La que nos ocupa se cuenta entre las pertenecientes a la segunda categoría y vuelve a sumergirnos en el particular imaginario de Wilson, especialmente apocalíptico en esta ocasión en la que nos muestra al proverbial último hombre del planeta, superviviente de una guerra en la que ganan los buenos que trata de explicar la situación a los visitantes del espacio: “I tell them I’m the only one. There was a war but I must have won. Please, take me with you”.

“Tinto Brass” – Intuímos que Wilson se encuentra más cómodo en este registro que haciendo canciones de 3 minutos. “Tinto Brass”, que originalmente se titulaba “Tin to Brass” en un juego de palabras entre hojalata, latón y el nombre del realizador italiano de cine erótico, es un homenaje al krautrock alemán y tiene mucho que ver con la versión que los propios Porcupine Tree realizaron del clásico de Neu!, “Hallogallo”. Se trata de un instrumental dominado por un insistente ritmo de bajo y batería (con un bajo que también nos recuerda a Joy Division) sobre el cual escuchamos solos de guitarra, latigazos “heavy metal” y efectos electrónicos. En el comienzo de la pieza escuchamos la voz de la pareja japonesa de Wilson en aquel entonces, recitando títulos de películas de Brass en japonés aunque la única razón por la que el cineasta aparece en el título es, en palabras del propio Steven, que le gustaba como sonaba el nombre.

“Stop Swimming” – Cerrando el trabajo tenemos una preciosa balada crepuscular, que discurre cadenciosamente consiguiendo que nos quedemos con un magnífico sabor de boca. Destaca el gran trabajo de Chris Maitland en la batería y en la percusión.

La nueva versión de Porcupine Tree suscitó no pocos debates entre los seguidores de la banda, un tanto descolocados ante la perspectiva de perder la esencia de un grupo realmente diferente en beneficio de una mayor comercialidad. Afortunadamente, la calidad de las canciones e interpretaciones mitigó buena parte de las críticas. Por otro lado, tampoco iba a ser esta la encarnación definitiva del grupo inmerso en una evolución continua por lo que, a toro pasado, no merece la pena quedarse en una crítica al giro comercial que supuso “Stupid Dream”. Es comprensible la perplejidad que suscitó en su momento entre los conocedores de la carrera de Wilson y compañía pero analizándolo de forma aislada, no nos queda otro remedio que concluir que “Stupid Dream” es un disco magnífico. Podéis añadirlo a vuestra colección a través de cualquiera de los siguientes enlaces:

amazon.es

fnac.es

Os dejamos con una versión en directo de "Stop Swimming":

domingo, 15 de septiembre de 2013

Porcupine Tree - Metanoia (1998)



Hace un tiempo comentamos cómo el disco “Signify” supuso un cambio fundamental en la trayectoria de Porcupine Tree, quienes pasaban de ser la banda de apoyo de su líder, Steven Wilson para convertirse en un verdadero grupo, con las complicidades, interacciones y sinergias propias de una banda conjuntada lo que les permitió afrontar una segunda etapa en su carrera en la que nos brindaron discos memorables. Este nuevo estatus se alcanzó espontáneamente pero no sin horas y horas de trabajo. De todos es ya conocida la obsesión de Wilson por la música que no le permite pasar más de un día entero alejado de ella, ya sea componiendo, arreglando para otros o trabajando en el estudio para alguna remasterización de cualquier clásico del rock progresivo. Pues bien, en los meses en los que Porcupine Tree trabajaban para la grabación de “Signify”, ese entusiasmo fue común en todos los miembros del cuarteto y fruto del mismo surgieron gran cantidad de grabaciones, buena parte de las cuales eran pura improvisación. Todo ese material fue viendo la luz en distintos formatos. Así, unos meses después de la aparición del disco, el sello Delerium publicó “Insignificance” en formato cassette con descartes del disco. Más material formó parte de la recopilación “Stars Die” en 2002 en la que se repasaban los años de la banda en aquella discográfica.

Hoy nos centramos en otro producto de las sesiones y la gira de “Signify” titulado “Metanoia”. A primera vista, podemos caer en la tentación de compararlo con “Voyage 34”, otro disco casi instrumental, improvisado en buena parte y de características aparentemente similares pero sería un error por lo que comentábamos al principio: ahora es una banda la que improvisa lo que significa que todos sus miembros aportan sus propios puntos de vista y esto produce un resultado diferente. En un primer momento, “Metanoia” se publicó como un doble vinilo de 10” con material procedente de dos sesiones de grabación. La versión en CD que hoy se puede encontrar en las tiendas añade a la colección dos composiciones más sacadas de los mismos ensayos.

“Mesmer I” – La primera de las dos sesiones aquí incluidas tuvo lugar el 13 de julio de 1995 en Cambridge y ella participaron Richard Barbieri (teclados), Colin Edwin (bajo), Chris Maitland (batería) y Steven Wilson (guitarra y teclados). La primera de las piezas es una improvisación con aires de free jazz y psicodelia. Bajo y batería crean un ambiente casi onírico sobre el que la guitarra de Wilson, con un sonido ácido dibuja paisajes muy imaginativos. De un modo casi imperceptible, la sección rítmica va incrementando el ritmo hasta llegar a un cambio casi completo del mismo superado el ecuador de la composición. Es ahí donde aparecen los teclados reclamando su cuota de protagonismo y se unen a una improvisación muy dinámica completando la alineación de la banda.



“Mesmer II” – En contraste con la pieza de apertura, ésta segunda parte suena mucho más coherente y definida. Seguimos moviéndonos por mundos cercanos a la psicodelia pero de un modo reconocible y formalmente más cercano al rock. Sin embargo, conforme vamos avanzando, el bajo adopta una actitud más difusa, recordando usos y costumbres de movimientos electrónicos cercanos al ambient.

“Mesmer III / Coma Divine” – Retazos de conversaciones acontecidas en el estudio suenan como introducción del siguiente corte, antes de la manipulación del dial de una radio a cargo de Wilson, quizá buscando algún tipo de inspiración en las ondas hertzianas a partir de la cual ir creando el siguiente segmento musical. Los primeros minutos del mismo son un ejercicio de ambient cercano a lo que Wilson comenzaría a grabar por su cuenta poco después bajo el nombre de Bass Communion. Paulatinamente la pieza evoluciona, de nuevo de la mano de la sección rítmica formada por Edwin y Maitland, hacia territorios más propios del rock progresivo con guiños a Pink Floyd y también al “krautrock” en su vertiente más electrónica.

“Door to the River” – Originalmente este corte no aparecía en el doble vinilo “Metanoia” pero fue incorporado al CD ya que, al fin y al cabo, pertenecía a la misma sesión de grabación de los anteriores con la particularidad de que “Door to River” sí que sufrió un proceso posterior en el estudio con bastantes retoques, por lo que pierde el carácter improvisado del resto del disco. Intuimos, ya que nada se concreta al respecto en la información adjunta al CD, que los añadidos tienen que ver con algunos arreglos de piano y ciertas guitarras que aparecen también y que difieren bastante del sonido aparecido en el resto de la sesión.

“Metanoia I / Intermediate Jesus” – Los siguientes temas proceden de una segunda sesión de grabación que tuvo lugar en Henley on Thames el 4 de marzo de 1996 con la única diferencia de la ausencia de Richard Barbieri a los teclados con respecto a la anteriormente comentada. Comienza la sesión con el corte más largo de todo el disco, una pieza que comienza en clave “ambient” aunque el bajo de Colin Edwin recuerda en muchos momentos al de la primera parte de la sesión de julio del año anterior que sonaba al principio de este “Metanoia”. Como nota más destacada dentro de la pieza nos tenemos que quedar con las intervenciones de Wilson a la guitarra, extraordinariamente evocadoras.



“Insignificance” – Se añade al CD esta transición que no aparecía en el vinilo original y que recoge el segmento que enlazaba las dos partes largas de “Metanoia” en la sesión de improvisación. Resulta extraño que fuera omitida si no es por razones de espacio ya que la melodía de guitarra le da, incluso, un cierto carácter comercial que podía haber sido aprovechado para promocionar el disco.

“Metanoia II” – Tras el interludio anterior, volvemos al mismo tipo de música de la primera parte del título con Wilson añadiendo más efectos electrónicos desde los teclados en ausencia de Barbieri acercando el experimento aún más a su admirado “krautrock” aunque no tanto como en su encarnación como Incredible Expanding Mindfuck, otro de los múltiples proyectos del artista británico que comenzaba su andadura por estas mismas fechas.

“Milan” – Cerrando el disco, tenemos la única pieza que no procede de ninguna de las dos sesiones de grabación anteriormente citadas sino a una conversación entre los miembros del grupo que tuvo lugar en Milan durante la gira que siguió a la publicación de “Signify”. Una extravagancia que podemos perdonar dada la categoría de la música que el grupo nos acaba de regalar.

Hasta la aparición de “Signify”, Porcupine Tree no era otra cosa que Steven Wilson con una serie de músicos de apoyo. Eso es algo que hemos indicado ya en varias ocasiones en el blog y es a partir de ese momento cuando la banda comienza a funcionar como tal. Esto se ve acompañado de la consolidación de un estilo propio con raíces en el rock progresivo y derivaciones hacia un sonido más duro y cercano al “prog metal”. ¿Cómo encaja eso con la forma de hacer las cosas de Wilson? Recordemos que se trata de un músico imposible de encasillar en un género concreto y que, hasta ese momento, utilizaba Porcupine Tree como la vía de expresión de todas sus inquietudes sin que estas quedasen restringidas a un estilo único. La opción era clara: había que poner en marcha otro tipo de proyectos en los que dar rienda suelta a todo aquello que no encajara en la nueva línea de Porcupine Tree como grupo. Así, a la vez que aparecía en el mercado “Signify”, Wilson inauguraba una nueva identidad bajo el nombre de Incredible Expanding Mindfuck (comunmente abreviado a I.E.M.) en la que desarrollaría su música más cercana al “krautrock”. La colaboración con Tim Bowness en No-Man, que venía de años atrás, sería utilizada para la vertiente más cercana a la electrónica y el pop y unos meses más tarde conoceríamos a Bass Communion o lo que es lo mismo, la etiqueta de Wilson para sus trabajos “ambient”.

“Metanoia” ilustra muy bien ese momento de cambio porque es un disco en el que podemos encontrar trazas de todas estas facetas de Wilson que no cabían ya en “Signify” ni, por tanto, en los próximos discos de Porcupine Tree y tras el que podemos intuir los motivos de la fragmentación comercial de Steven en diferentes etiquetas bajo las que publicaría su música en el futuro. Evidentemente, esta supuesta separación no es matemática y seguiremos encontrando pasajes ambientales en discos de Porcupine Tree, piezas más rockeras en No-Man y electrónica en I.E.M., por ejemplo, pero creemos que como esquema a partir del cual aproximarse a la obra de nuestro admirado Steven Wilson, esta pequeña disquisición puede ser bastante útil.

Como siempre, os dejamos un par de enlaces para adquirir “Metanoia” si os resulta un disco suficientemente atractivo:

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fnac.es

miércoles, 1 de febrero de 2012

Porcupine Tree - Signify (1996)



Tras la publicación del anterior disco “The Sky Moves Sideways”, ya comentado aquí, Steven Wilson y el resto de los miembros de Porcupine Tree afrontaron el hecho de que habían dejado definitivamente de ser el proyecto personal de su lider y se habían convertido en una verdadera banda. La gira de cerca de año y medio que siguió al citado disco creó una serie de complicidades y vínculos entre los músicos que cambió radicalmente el enfoque del grupo. Este hecho se refleja claramente en su nuevo trabajo “Signify” en el que todos los integrantes de la banda aparecen en un momento u otro acreditados como autores de alguno de los temas aunque el peso de la banda sigue descansando sobre los hombros de Steven Wilson.

Hasta este momento, Porcupine Tree habían sido una entidad que había conseguido actualizar sonidos que parecían cosa del pasado como la psicodelia setentera o el propio rock progresivo combinando elementos que, en cierta forma, les hacían deudores de muchos de los clásicos de aquellos géneros. “Signify” es un paso más allá con el que la banda se consolida como una referencia única y original. Por supuesto, siguen presentes las señas de identidad de trabajos anteriores pero esa sutil barrera que separa a las bandas simplemente buenas de los grupos realmente especiales estaba siendo atravesada por Wilson y compañía con la mayor naturalidad. De los doce temas que componen el disco, siete son instrumentales y sólo cinco tienen letras, todas ellas dominadas por las obsesiones de Wilson, la infancia y la adolescencia o la soledad.

Como ocurre con otros trabajos de la banda, las sesiones de grabación de “Signify” dieron tanto de sí que al margen del propio LP, en los meses siguientes aparecieron EP’s como el titulado “Insignificance” o discos completos como “Metanoia” con material descartado o tomas alternativas procedentes de las fructíferas jornadas en los No Man’s Land Studios.



Formación de Porcupine Tree para "Signify"
“Bornlivedie” – Como había ocurrido en anteriores discos, el comienzo de “Signify lo marca una voz en off que actúa como presentador. El primer corte, escrito por Wilson y Barbieri es un breve instrumental “ambient” que sirve para prepararnos para lo que viene a continuación.

“Signify” – Wilson escribe el tema que da título al disco y que partió como una versión del clásico de la banda alemana “Neu!” titulado “Hallogallo” aunque terminó por ser una canción con vida propia. Basada en un potente riff de guitarra con aires “metal”, la pieza combina perfectamente los elementos clásicos del rock progresivo, el krautrock y el heavy. Lo obstinado del ritmo durante toda la composición nos recuerda a otros trabajos de Wilson bajo el nombre de I.E.M.

“The Sleep of No Dreaming” – Tras la descarga de adrenalina del tema anterior tenemos un suave comienzo de órgano que nos lleva a una soberbia balada llena de energía en la que Wilson nos habla de la transición entre la infancia y la adolescencia con ese punto de pesimismo que adorna habitualmente las letras de Wilson. “So I threw out my plans, ran on to the wheel, and emptied my head of all childish ideals”.

“Pagan” – Nuevo interludio instrumental casi exclusivamente electrónico que encajaría a la perfección en Bass Communion, otro de los proyectos de Wilson al margen de Porcupine Tree del que aún no hemos hablado en el blog.

“Waiting (phase one)” – Llegamos así a uno de los puntos fuertes del disco, dividido en dos fases. La fuerza de Porcupine Tree se muestra en canciones como esta en la que tenemos una preciosa base de teclados, efectivas melodías de guitarra y unas magníficas armonías vocales a cargo de Wilson y el batería Chris Maitland. “Waiting” es una de las mejores canciones de la banda en esta época y sigue presente de vez en cuando en su repertorio en directo.



“Waiting (phase two)” – La segunda fase de Waiting es un instrumental algo mas largo en el que, a partir de la misma linea de bajo de la primera parte la banda va componiendo una pieza distinta, cercana tal vez a experimentos anteriores como los del disco “Voyage 34” con atmósferas y ambientes realmente únicos. Una especie de jam session espacial realmente original que sirve para llevarnos hasta la siguiente canción.

“Sever” – Con una de las letras más enrevesadas del disco, la canción empieza con un sonido más duro que las anteriores y un aire general ciertamente inquietante aunque, como siempre, Wilson se reserva un momento de gran belleza al llegar al estribillo con los perfectos juegos vocales que desarrolla acompañado de Maitland.

“Idiot Prayer” – Nuevo tema instrumental firmado en esta ocasión por Wilson junto con Colin Edwin. Aunque basado en samples y percusiones electrónicas en sus primeros minutos, la presencia de sonidos de flautas nos remite a algunos de los mejores momentos de la etapa más gloriosa de Tangerine Dream. Poco después de la introducción entra una poderosa linea de bajo y una insistente percusión que cambian radicalmente el devenir de la pieza que cobra tintes cercanos a la música de baile durante buena parte del segmento final para volver a las atmósferas relajadas con las que parece ir desvaneciendose justo antes de un nuevo “crescendo” que nos lleva, ahora sí, hasta la conclusión. Durante el tema se escuchan samples de “Battle for the Mind”, disco publicado en los sesenta con propaganda de corte religioso contra el uso de drogas.

“Every Home is Wired” – No recordamos que internet estuviera tan extendido y tuviera tanta presencia popular en 1996 que es cuando se escribió la canción en la que Wilson nos habla de este fenómeno en una balada de sabor añejo con guitarras acústicas combinadas con efectos y distorsiones electrónicos que rodean a toda la canción de un ambiente onírico en el que las armonías vocales de otro tiempo suenan deliciosamente. Comentaba Wilson en la época que había estado escuchando con asiduidad a grupos como los Beach Boys, Crosby Still & Nash o a gente como Todd Rundgren buscando ese precioso sonido vocal que sólo grandes bandas como las citadas alcanzaban. Esto se nota en canciones como la presente por lo cuidado que está ese aspecto.



“Intermediate Jesus” – La única pieza del disco firmada por todos los componentes del grupo tiene todo el aire de una jam session con todo lo que esto impica cuando hablamos de músicos de este nivel que vienen, además, de una gira de cerca de año y medio tocando juntos. Los amantes de este tipo de piezas encontrarán muchas más en el disco “Metanoia” que la banda publicó un tiempo después con material procedente de las mismas sesiones de grabación. A lo largo de toda la pieza podemos oir fragmentos de soflamas religiosas a cargo de un predicador, algo que ocurre en otros momentos del disco.

“Light Mass Prayers” – El hecho de que el único tema del disco en cuya composición no participa Wilson lo firme el batería Chris Maitland y que éste sea, a su vez, el único sin ningún tipo de percusión nos habla bien a las claras de la versatilidad de la banda y sus componentes. Musicalmente, el tema es otra de las transiciones instrumentales de corte abiertamente ambiental a las que nos tiene acostumbrado el grupo que sirve para presentarnos el cierre del album.

“Dark Matter” – El trabajo se cierra con otra oscura canción de Wilson en la que reflexiona sobre el mundo del show bussiness, el estrellato, las grandes giras y todo lo que conllevan “This has become a full time career, to die young would take only 21 years, gun down a school or blow up a car, the media circus will make you a star” junto con lo efímero que puede ser el éxito “most things decay in a matter of days, the product is sold, the memory fades”. Y para contar esto, Wilson construye una exquisita balada con momentos de rock cercanos al metal y con un final luminoso y esperanzador de esos que tan bien se le dan y con los que nos suele golpear incluso tras la más oscura de las canciones como bien hemos visto en otros momentos.

Tras el final, una voz en off nos deja con una inquietante despedida en la que nos dice que acabamos de asistir a una fuerte sesión de electroshock y ahora estamos más relajados de lo que hemos estado en muchas semanas. Todos nuestros traumas infantiles se han desvanecido como por arte de magia… ¡junto con la mayor parte de nuestra personalidad! Con este final, digno de los viejos comics de terror de EC, se cierra el disco.

“Signify” alcanzó un éxito sorprendente en muchos países europeos, particularmente en Italia. en donde se convirtieron en un grupo de culto de jovenes y adolescentes lo que hizo que poco después de su lanzamiento, la banda visitase ese país en el que grabaría un espectacular disco en directo. En cierto modo, se trata del disco que dio el empujón definitivo a la carrera del grupo que a partir de este momento se convirtió en una referencia del progresivo actual.

Las ediciones actuales del disco incluyen un CD extra con el EP “Insignificance” en el que se recogen descartes y versiones alternativas del disco, Podeis adquirlo en los siguientes enlaces:

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Os dejamos con una reciente versión en directo de "The Sleep of No Dreaming":

domingo, 1 de enero de 2012

Blackfield - Blackfield (2004)



Aviv Geffen es una superestrella de la música en su país, Israel, desde principios de los años 90. Su magnitud es tal que suele aparecer citado en encuestas sobre sus compatriotas más importantes o influyentes, siempre en los primeros puestos. Su carisma le ha convertido en uno de los principales ídolos de la juventud Israelí en las últimas décadas y todo esto desde una postura de activismo político cercano a los partidos de izquierda en su país y muy crítico, por lo general, con las actitudes de su gobierno y de su ejército, en el que se negó a ingresar en su momento, convirtiendose en uno de los primeros objetores de conciencia en Israel con todo lo que eso conlleva.

Una de sus canciones más populares, “To Cry for You” tomó tintes premonitorios tras el asesinato de Isaac Rabin durante un acto pacifista en el que Geffen se encontraba a escasos centímetros del Presidente en el escenario. “Fue el momento más dramático de mi vida. Fui el último que le abrazó” declaraba Geffen en una entrevista reciente. El tema no es sino un mas de los muchos himnos que la juventud hebrea ha adoptado de entre todo el repertorio del músico, admirador confeso de U2, Pink Floyd, Radiohead, Nirvana, Lennon o Dylan, a quien suele citar como su mayor influencia junto con Roger Waters.

Pero todos estos datos más una docena larga de discos grabados con ventas millonarias en su país natal no han servido para que Geffen sea conocido más allá de Israel, donde sólo unos pocos curiosos han oído su música. Evidentemente, el partir de un mercado distinto al anglosajón y el cantar en hebreo, no benefician la proyección internacional de un artista. Ya explicamos en otra entrada anterior dedicada al último disco de Blackfield cómo en el año 2000, Geffen se pone en contacto con Steven Wilson para organizar una serie de conciertos de su banda, Porcupine Tree, en Israel. A raiz de esa circunstancia, surge una gran amistad entre ambos personajes que acuerdan juntarse para trabajar en algunas canciones y ver qué podía surgir de ahí. Los primeros resultados estaban destinados a publicarse en forma de EP en 2001 pero, como suele ocurrir en estos casos, la cosa fue a más y comenzó a tomar forma la idea de formar pareja artística de forma más estable. Ya en 2002, Geffen hace coros en un par de canciones de “In Absentia”, disco imprescindible en la trayectoria de Porcupine Tree y, ya bajo la denominación de Blackfield, el dúo publica su primer LP en 2004 titulado también Blackfield con una banda integrada principalmente por músicos que habían acompañado a Geffen en sus discos y conciertos anteriores. La formación de Blackfield para su disco de debut estaba compuesta por Aviv Geffen (teclados, guitarras y voz), Steven Wilson (guitarras, teclados y voz), Daniel Salomon (piano), Seffy Efrati (bajo) y Tomer Z (batería) y percusiones. De forma puntual, intervienen en distintos temas del disco los baterías de Porcupine Tree, Chris Maitland y Gavin Harrison, el también batería Yirmi Kaplan y el cuarteto de cuerda Illusion.

Sobre Steven Wilson hemos hablado largo y tendido en el blog en estos meses y seguiremos haciendolo en el futuro puesto que le consideramos como uno de los músicos más interesantes de la actualidad. Sin embargo, en el proyecto Blackfield, su papel está en un segundo plano frente al de Geffen. Es el israelí el autor de la mayoría de las canciones de la banda aunque el sello particular de Wilson es inconfundible en todos los aspectos, desde la producción, arreglos e interpretación hasta la composición en las canciones de su autoría.


Steven Wilson y Aviv Geffen en una imagen promocional.

A continuación pasamos a hacer una breve reseña de los diez temas del disco:

“Open Mind” – Abre el disco la única canción escrita a dúo en el sentido tradicional en el que uno de los músicos hace la música (Aviv Geffen en este caso) y el otro la letra (Wilson, como es fácil suponer). Se trata de una de esas letras tan particulares del músico británico con pensamientos sueltos surgidos de la mente de personajes realmente complejos, acerca de una chica que no sabemos bien si es real o imaginaria. El formato de la canción es el de una balada acústica con ramalazos de rock duro en determinados momentos y una brillante sección de cuerda en la parte final.

“Blackfield” – Es la primera de las dos canciones del disco escritas en su totalidad por Wilson. Introducida por una sucesión de notas de piano, no tarda en golpearnos con una enérgica entrada de guitarras  para construir una poderosa canción pop realmente brillante demostrando que Wilson domina a la perfección el formato a pesar de no ser su favorito. La letra es una reflexión del autor sobre las dos caras de la realidad y sobre cómo hasta la persona más bondadosa puede cambiar por completo bajo las circunstancias adecuadas: “when it gets dark, all the pale things under the earth will reverse”.

“Glow” – Le toca el turno a una canción de Geffen en la que Wilson sólo hace la versión en inglés del texto. Las letras del israelí tienden a ser oscuras y depresivas y ésta no es sino un ejemplo de su forma de escribir. El desarrollo es similar al de la primera, con una primera parte muy tranquila y un final mucho más potente.

“Scars” – Tenemos ahora una canción que Geffen había publicado en el año 2000 en su LP “Yoman Massah” (viaje). Lo único que varía es la letra, que ahora es en inglés en adaptación de Wilson. El resto del tema es el mismo con la excepción de la regrabación de las voces. Una canción de amor y desamor con la idea de que, al final, lo único imborrable son las cicatrices a las que hace referencia el título.

“Lullaby” – Segunda y última de las canciones de Wilson para el disco de debut de Blackfield y una de las más bellas del trabajo. Basada en unas simples notas de piano como la anterior canción de su autor y con el apoyo de una sección de cuerda, la particular canción de cuna transcurre placidamente y sin sobresaltos narrandonos una particular y contradictoria relación entre dos personajes que se desarrolla a medio camino entre el dolor y el placer.



“Pain” – Íntegramente escrita por Geffen, es otra de las grandes canciones del disco. Siguiendo con el tono general del trabajo, nos habla de la ruptura, la soledad, el reencuentro y los intentos vanos de construir una relación soportable tras una separación. Escuchando canciones como esta, es más fácil entender el por qué de la denominación de “art rock” que muchos críticos suelen utilizar cuando se refieren a Blackfield.



“Summer” – De nuevo tenemos una canción de Geffen cuya letra es adaptada al inglés por Wilson. A estas alturas del disco, no nos puede sorprender la perfecta factura de todo lo que hace el dúo. Incluso en la que es una de las canciones más intrascendentes del trabajo, podemos apreciar el enorme talento y el detallismo casi enfermizo de sus autores para que todo esté en su sitio.

“Cloudy Now” – Y llegamos a la que probablemente es la mejor canción del disco. Fue escrita por Geffen en 1993 para su LP “Anshav Meunan” y se convirtió en todo un himno para la juventud hebrea en aquellos años. Con un retrato paralelo entre la situación de Israel “In a violent place we can call our country is a mixed up man and I guess that’s me, the sun is in the sky but the storm never seems to end. It’s a place of sorrow but we can call it a home” y la infancia del protagonista “In a special place that I call my life the father was cruel and he lost his wife but I don’t see either cos I live across the street” Geffen alcanzó una gran popularidad en su país natal. La canción acaba con una sentencia perfectamente vigente casi veinte años después: “We are a fucked up generation. It’s cloudy now” (Somos una generación que está jodida. Y se está nublando).



“The Hole in Me” – Parecerá algo exagerado insistir de nuevo con que la siguiente canción del disco es realmente brillante pero en nuestra opinión también lo es. Geffen compone letra y música en una canción de aires folclóricos en su inicio, con un cierto aire a músicos como Yann Tiersen, por ejemplo, para girar sobre sí misma al llegar al estribillo con un cambio de tono magnífico.

“Hello” – Una vez más Wilson adapta una letra de Geffen para música del propio músico israelí. La que cierra el disco es otra (sí, una más) magnífica canción a cargo de este particular dúo.

Nos cuesta mucho, haciendo memoria, encontrar discos en los últimos años con un porcentaje tan elevado de grandes canciones en su interior. Discos en los que no hay temas de relleno, en los que hasta el más mínimo detalle está cuidado con una una obsesión rayana con lo enfermizo. El LP de debut de Blackfield es uno de esos raros ejemplos como también lo es el segundo que aparecerá por aquí más adelante. Además, es un ejercicio poco común de humildad por parte de Steven Wilson. Estamos hablando de una estrella internacional que colabora con un músico de gran éxito en su país pero desconocido fuera del mismo y que, sin embargo, es quien lleva la mayor parte del peso del grupo en la parte compositiva sin que a Wilson se le caigan los anillos por aceptar ese papel secundario. Tenemos que recordar que durante los años en los que se gestó el primer disco de Blackfield, Steven publicó un par de discos de estudio con Porcupine Tree, otros dos con No-Man, dos más con I.E.M., tres como Bass Communion y un par de singles en solitario y, quizá con la excepción de No-Man, en todos ellos es la cabeza pensante y el principal elemento creador (cuando no el único).

Sólo las particulares caracterísiticas del mercado discográfico en las que nos encontramos en los últimos años pueden explicar que "Blackfield" no esté reconocido como uno de los 4 o 5 mejores discos de la primera década del siglo XXI y que a oídos del gran público, el nombre de la banda no diga gran cosa. Queda aquí esta recomendación para aquellos que busqueis un pop rock de calidad y sin ningún atisbo de contaminación comercial. Os dejamos un par de enlaces para adquirir el disco:

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Os dejamos con el video oficial del primer single del disco, "Hello":

domingo, 10 de julio de 2011

No-Man - Flowermouth (1994)



La grabación de "Flowermouth" fue una experiencia con tintes de catarsis para el dúo que formaban Bowness y Wilson. La crítica era favorable a la banda pero no entusiasta, varios singles anteriores habían llegado al top 20 de las listas pero esto no se reflejaba suficientemente en las ventas de los LP's y las asperezas entre los miembros del grupo y el violinista Ben Coleman llevaron a la ruptura entre este y la banda, lo que provocó, además, que No-Man abandonase las giras y los conciertos y se quedaran sólo como grupo de estudio, situación que se prolongó durante más de 10 años. Las aportaciones de Coleman a la grabación, sin embargo, permanecieron en la versión final del disco. Además, de todo esto, la discográfica presionaba para que utilizaran a un productor "con nombre" para el disco que se grabaría en un gran estudio londinense, a lo que se negaron. En palabras de Tim Bowness: "queríamos cometer nuestros propios errores".

Bowness y Wilson pidieron un adelanto a la discográfica e invirtieron el dinero en hacer mejoras en el estudio privado del segundo. El resto fue para contratar a los músicos que consideraron más adecuados para el trabajo. El elenco no podía ser más atractivo. Por un lado, se pudo contar con Steve Jansen y Richard Barbieri, ex-Japan y viejos colaboradores de la banda a los que se añadieron el bajista Silas Maitland y el batería Chris Maitland, habituales en los directos del grupo.

Como estrellas invitadas, las sesiones de grabación contaron con colaboraciones realmente destacadas, especialmente la del guitarrista Robert Fripp. Al parecer, Bowness y Wilson habían leído un comentario del guitarrista a raíz de la publicación del primer disco de No-Man, en el que Fripp afirmaba que era un gran disco pero que habría sido aún mejor si él hubiera participado en el mismo. "Nos parecía que tenía razón" afirma Bowness. "Escuchando sus trabajos con Brian Eno, David Bowie o David Sylvian creímos que tenía mucho que aportarnos". Durante las horas invertidas en el estudio, Fripp y el dúo llevaron a cabo una versión propia de las estrategias oblicuas diseñadas por Brian Eno años atrás sustituyendo las cartas de este por fotos clásicas de momentos históricos en la historia del rock. Fue a sugerencia de Fripp, que una canción magnífica como "Simple" fuera finalmente incluída en el disco ya que Wilson y Bowness no contaban con ella. De la mano de Robert Fripp, participó en el disco el saxofonista Mel Collins, antiguo integrante de King Crimson. Cierra la nomina de músicos el trompetista Ian Carr. La vocalista Lisa Gerrard aparece acreditada aunque no participa en la grabación. Sólo se utiliza un sample procedente de sus trabajos con Dead Can Dance.

Con todo, "Flowermouth" es un elegante ejercicio de art-pop (como lo suelen calificar los críticos británicos) con tintes minimalistas (el comienzo de "Angel Gets Caught in a Beauty Trap" lo firmaría Steve Reich y los teclados de "Simple" recuerdan a Philip Glass, por poner dos ejemplos). Otras influencias como la de Miles Davis, algunos detalles clásicos y sonidos de la escena electrónica de los 90, también están presentes en el disco.

Como siempre, os dejamos un par de enlaces para adquirir el trabajo:

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Podeis disfrutar del videoclip de "Simple" a continuación:

domingo, 5 de junio de 2011

Porcupine Tree - The Sky Moves Sideways (1995)


Continuamos este pequeño especial de Porcupine Tree con el disco que muchos consideran como el primero de la banda como tal, superada la etapa en la que sólo eran un nombre bajo el que Steven Wilson lanzaba sus trabajos. Esto es cierto sólo en parte, ya que gran parte de los temas estaban terminados y los músicos se limitaron a tocar las pistas que faltaban o reemplazar la caja de ritmo por batería real.

A la hora de hablar de este disco, como nos sucederá con el siguiente, nos encontramos con un problema directamente derivado del perfeccionismo enfermizo de Wilson: existen hasta cuatro versiones distintas con diferentes tracklists. La primera edición europea comenzaba y terminaba con las dos extensas partes del tema que dá título al álbum y en medio encontrabamos los cortes titulados "Dislocated Day", "The Moon Touches Your Shoulder", "Prepare Yourself" y "Moonloop". La edición americana reemplazaba el tema "Prepare Yourself" con el titulado "Stars Die", mientras que "Moonloop" aparecía en una versión muy reducida. La versión que aquí dejamos es la tercera edición en dos discos. El primero con el tracklist original, excluyendo "Moonloop", y el segundo con ese tema, el titulado "Stars Die" y una versión alternativa de más de media hora de "The Sky Moves Sideways". La última edición en vinilo no contiene ningún tema que no aparezca en las ya citadas.

Desde el principio, muchos aficionados han visto un parelelismo entre este disco y "Wish You Were Here" de Pink Floyd, especialmente por la forma en que están organizados ambos trabajos, con un largo tema en dos partes que abren y cierran el disco y canciones más cortas en el medio. Ciertamente, el sonido del disco sí que recuerda en muchos momentos a Pink Floyd y es, quizá, el disco más progresivo de Porcupine Tree pero, especialmente en los aspectos rítmicos, ambos trabajos son bien distintos y la combinación de electrónica y rock progresivo de "The Sky Moves Sideways" nos parece suficientemente original como para liberarla de cualquier comparación de ese tipo. No podemos dejar de recomendar este trabajo a todos los lectores del blog. Si hoy en día Porcupine Tree es una banda de un gran prestigio en el panorama del rock progresivo / sinfónico e incluso en el ámbito del metal, es por discos como este.

La formación de la banda para este trabajo era: Steven Wilson (voz, guitarra, teclados y flauta), Richard Barbieri (teclados), Colin Edwin (bajo) y Chris Maitland (batería). Además, participan Ricky Edwards (percusión), Theo Travis (flauta), Suzanne J.Barbieri (voces). La batería de Gavin Harrison aparece en la edición expandida en dos de los cortes.

La edición expandida es la que actualmente se encuentra más fácilmente en tiendas. Un par de ejemplos:

play.com

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Podeis darle una escucha a "The Moon Touches Your Shoulder" aquí: