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sábado, 10 de julio de 2021

Michael Hedges - Breakfast in the Field (1981)



El “fichaje” de Michael Hedges por Windham Hill ayudó a consolidar el sello como la referencia que luego fue en el campo de las nuevas músicas o, como se solía decir entonces, la música “new age”. Es cierto que su fundador, William Ackerman, ya había publicado varios discos notables y que la gran estrella del sello, George Winston, ya había debutado con el excelente “Autumn” pero la calidad de Hedges y su extraordinaria capacidad como intérprete dieron un salto da calidad a la propuesta de la discográfica. No era fácil puesto que en Windham Hill había ya extraordinarios guitarristas como el propio Ackerman o Alex de Grassi pero Hedges estaba en otro nivel.


Como ya hemos comentado en otras ocasiones, Windham Hill funcionaba casi como una familia y era habitual que sus artistas colaborasen en los discos de sus compañeros. Así ocurrió en el caso del debut de Michael Hedges que se vería arropado por el piano de George Winston en uno de los cortes del disco. A efectos históricos tampoco podemos dejar de mencionar que “Breakfast in the Field”, a la postre el disco del que hablamos hoy, fue también la primera grabación en la que participó el extraordinario bajista Michael Manring, íntimo amigo de Hedges, quien desarrollaría a partir de ahí una maravillosa carrera en el sello y fuera de él. La grabación es cruda, sin retoques de estudio y hecha en una grabadora de dos pistas lo cual, lejos de suponer una merma de calidad es justo lo contrario y nos permite apreciar de la mejor de las maneras la extraordinaria categoría de Hedges como guitarrista. En el momento de la grabación, Hedges acababa de ser padre lo que aparece reflejado en varios de los títulos de las piezas del disco. Su esposa, la arpista y flautista Mindy Ronsenfeld aún no participaría en el disco aunque sí lo haría en los posteriores.


Michael Hedges


“Layover” - Desde el comienzo del tema nos damos cuenta de que estamos ante un guitarrista diferente que le sabe sacar a su instrumento unos sonidos muy distintos del resto. Su particular repertorio técnico es abrumador y combina todo tipo de recursos, desde el “tapping” hasta la percusión sobre la caja en determinados momentos. Este primer corte es una exhibición de recursos que nos pone sobre aviso de lo que vendrá después.


“The Happy Couple” - Mucho más tranquilo que el corte anterior, el el siguiente tema Hedges opta por aires folclóricos de los que surge una melodía sencilla que, sin embargo, se va imbricando con la base rítmica alcanzando momentos bellísimos.


“Eleven Small Roaches” - Mucho más directa es la siguiente pieza que nos recibe directamente con el tema central que se repite un par de veces antes de entrar en un segmento más ambiental, lleno de arpegios tras el que el guitarrista recapitula y vuelve al motivo principal. Impecable.




“The Funky Avocado” - El título no engaña, al menos la parte del “funky” y es que Hedges se marca un magnífico dúo con el bajo de Michael Manring que combina “jazz”, “funk” y hasta amagos de “charleston”. Una excelente pieza en la que la complicidad entre los músicos es notable. Eso sí, desconocemos cual fue la participación del aguacate aquí.


“Baby Toes” - Segunda colaboración con Manring, esta vez en un tono más reposado y con mayor participación del bajista que aquí muestra con más claridad el potencial de su forma de tocar que en el tema anterior había quedado menos expuesta.


“Breakfast in the Field” - El corte que da título al disco es, de nuevo, una balada intimista en la que el silencio ocupa tanto espacio como las notas. Hedges extrae sonidos a la guitarra que parecen proceder de un arpa en determinados momentos. Excelente.


“Two Days Old” - Recobramos a Manring para esta composición que es una de nuestras preferidas del disco, además de la más larga. Hedges ocupa todo el primer plano y el bajista se limita a resaltar algunos fragmentos con intervenciones puntuales y a mantener breves diálogos en otras ocasiones. No exageramos si afirmamos que el sonido de un sello como Windham Hill empezó a tomar forma en piezas como esta.




“Peg Leg Speed King” - Tras un comienzo tranquilo que parece un calentamiento, Hedges se lanza cuesta abajo y sin frenos desarrollando una melodía con una innegable base folk en la que todas sus habilidades quedan al descubierto. Es clara la influencia de artistas como Leo Kottke, guitarrista (y ocasional cantante) admirado por Hedges desde que empezó a tocar.


“The Unexpected Visitor” - Transcurre el disco con tranquilidad al llegar aquí donde nos encontramos con otro precioso tema “folkie” que mezcla los tiempos lentos con otros más animados.


“Silent Anticipations” - El comienzo de la pieza nos recuerda a la inicial “Layover” especialmente en la parte que ambas tienen de exploración sonora. Más adelante empieza el contraste con el uso más agresivo de la guitarra por parte de Hedges, incluyendo alguna parte de percusión. Otra gran pieza con más tensión que el resto del trabajo, lo que siempre está bien.


“Lenono” - Cierra el disco la pieza en la que aparece George Winston al piano. Lo hace en la segunda mitad de la misma en lo que parece ser una escenificación simbólica de la bienvenida del Windham Hill al guitarrista. Destacamos la breve aparición de Michael Manring al final esbozando al bajo la melodía del “Imagine” de John Lennon.





Es difícil saber hasta dónde habría llegado Michael Hedges de no haber fallecido en un accidente de tráfico con apenas 43 años de edad y un puñado de discos publicados. Es evidente que se trataba de un guitarrista con un don pero también que cuando falleció en 1997 la música “new age” (nos guste o no, esa era la categoría en la que acababan sus discos en las tiendas) no gozaba ya de la popularidad que tuvo apenas unos meses antes, especialmente en las variantes más acústicas de las que se nutría el sello Windham Hill. Su último disco, “Oracle” recibió el Grammy como mejor disco “new age” del año por delante de figuras como Vangelis, Paul Winter o Mike Oldfield, aunque fuera ya a título póstumo. Cabe suponer en todo caso que su carrera habría continuado por una senda muy similar a los años anteriores. Sea como fuere, su estreno con este “Breakfast in the Field” que hemos comentado hoy merece mucho la pena, en especial para los amantes de la guitarra acústica. Nos despedimos con un vídeo en el que podemos ver cómo se las gastaba en directo el bueno de Michael:




domingo, 28 de diciembre de 2014

Michael Hedges - Taproot (1990)



Cada uno de los discos que publicó el guitarrista Michael Hedges en su corta carrera es una pequeña joya en la que se aprecia, no sólo su extraordinaria calidad como intérprete y compositor (a pesar de ser un virtuoso del instrumento, él se consideraba más lo segundo que lo primero) sino un tremendo potencial que quedó truncado cuando su coche se precipitó por un acantilado en 1997.

Antes de eso, su discografía tampoco era demasiado amplia y, de hecho, desde que comenzó a publicar en 1981 hasta la aparición de “Taproot”, el disco que hoy tenemos aquí, apenas lanzó tres trabajos, todos ellos en el sello Windham Hill. A pesar de ser un intérprete soberbio y de manejar técnicas y afinaciones muy diferentes a las convencionales, nada de esto partía de la búsqueda de la sorpresa en el oyente ni de un interés por alcanzar un cierto nivel de extravagancia que lo destacase entre otros artistas. Simplemente se trataba de encontrar la mejor vía para plasmar a través de la guitarra las ideas musicales que surgían de su cabeza. Entre la aparición de “Watching My Life Go By” y éste “Taproot” transcurrieron cinco años pero la mayor parte de aquel periodo no estuvo dedicada a la composición y grabación del disco sino a las giras y conciertos que ocuparon la mayor parte del tiempo del músico en aquel entonces. Aunque no es sencillo apreciarlo tratándose de un disco casi completamente instrumental, “Taproot” es un disco conceptual que gira alrededor de una historia escrita por el músico en unos años en los que su vida personal atravesaba por turbulencias de todo tipo. En la narración, inédita aún hoy en día, Hedges utiliza personajes y lugares reales que se ven reflejados en los títulos de las diferentes piezas del disco. Explicaba el músico que la historia le había servido para estructurar el disco pero que carecía de mayor interés para el oyente, razón por la cual, no creía conveniente incluirla en el libreto del CD para evitar que el oyente desviase el foco de su atención hacia las palabras en lugar de hacia la música. Sí que aparece, por el contrario, un texto del poeta E.E. Cummings en forma de canción para cerrar el disco en el único corte en el que colabora el bajista Michael Manring y David Crosby y Graham Nash haciendo coros. Éstos últimos, eran grandes amigos del guitarrista quien en sus primeros pasos solía tocar varias versiones de sus canciones junto con Stephen Stills o Neil Young. A modo de curiosidad, Hedges escribió una pieza para uno de los discos de CSN pero no le gustó cómo quedó en su interpretación aunque eso no interfirió en su amistad como prueba su aparición en “Taproot”.

A pesar de la complejidad de muchas de las piezas del disco, prácticamente toda la música procede de interpretaciones en directo, con una escasa parte de producción en el estudio. Explica Hedges este hecho afirmando que “confío en la tecnología pero tienes que plantearte qué necesitas de ella, qué te aporta. Yo llegué a la conclusión de que nada de lo que me aporta es puramente musical por lo que la empleo sólo para lo imprescindible”. Por ello, tampoco mostraba demasiado interés en los controladores de guitarra para emplear con sintetizadores como hacían otros colegas suyos: “prefiero controlar los sintetizadores a través de teclados. Mi técnica a la guitarra no me ofrece resultados interesantes al interactuar con la electrónica”.

En la grabación participan: Bryan Lanser (percusiones) y Mike Moore (clarinetes, saxofones) acompañando a Hedges que toca todo tipo de guitarras, flautas, bajo, sintetizadores y batería. En la última pieza del disco aparecen como invitados los ya citados Crosby y Nash junto con el bajista Michael Manring.

Michael Hedges


“The Naked Stalk” – Con un solo de guitarra acústica da comienzo el disco. Se trata de una breve composición de carácter introspectivo que encaja a las mil maravillas en el sonido tan habitual del sello en el que se publicó el disco originalmente: Windham Hill. Una apertura llena de delicadeza y sensibilidad.

“The Jealous Tunnel / About Face” – El ritmo se incrementa adquiriendo ciertos aires folclóricos en una magnífica composición en la que Hedges echa mano de las flautas en la segunda parte de la pieza para acompañar a su guitarra, más dedicada a labores rítmicas en esta ocasión, incluyendo golpeos sobre la propia caja del instrumento por parte del guitarrista. El aire ligeramente celta de este segmento final nos recuerda al sonido de otro de los grandes buques insignia del sello como fueron nuestros adorados Nightnoise.



“The Jade Stalk” – Pasamos a terrenos más cercanos a la “new age” con esta pieza en la que Hedges incorpora unos arpegios electrónicos algo tópicos y en la línea de muchas de las cosas que se hacían en aquellos años. Se anima también con el bajo y la guitarra eléctrica que rivaliza con el clarinete de Mike Moore a la hora de encargarse de la parte melódica de la composición. Es una pieza que podría pertenecer a cualquier otro artista del sello y esa falta de personalidad hace que no se encuentre entre nuestras favoritas del disco ni mucho menos.

“Nomad Land” – Llegamos a otra miniatura en la que Hedges se luce con la guitarra acústica durante unos instantes, previos a la aparición del saxo de Mike Moore. La pieza es demasiado corta para llegar a donde podría haberlo hecho. Con todo, es un corte interesante.

“Point A” – La primera pieza del disco en la que Hedges utiliza la “Trans Trem Guitar” es este breve solo. El instrumento ofrece la posibilidad de mantener la afinación de cada cuerda en el intervalo adecuado y variar simultáneamente la afinación de las seis a cualquier otra previamente programada. Esto ofrece a Hedges la posibilidad de explorar nuevas sonoridades, lo que es aprovechado en los breves instantes que dura la pieza, acercándose a veces a la tímbrica de de un bajo.

“Chava’s Song” – Probablemente sea la mejor composición de todo el disco y una de las más memorables de su autor. Hedges utiliza la “harp guitar”, instrumento que añade a las seis habituales un segundo mástil con cinco cuerdas más (el número es variable pero nuestro artista suele utilizar esas cinco). A una preciosa melodía de gran sencillez, el músico le añade un sutil refuerzo de piano que le confiere a la composición una expresividad superior. Imprescindible.



“Ritual Dance” – Volvemos a los solos de guitarra con esta portentosa exhibición de facultades por parte del artista. Se trata de una composición veloz que no deja apenas respiro al oyente y que desprende una gran energía a pesar de estar interpretada en su totalidad con una guitarra acústica.

“Scenes (on the road to shrub 2)” – La única pieza de todo el disco en la que suena un ritmo programado nos permite disfrutar de nuevo del Hedges flautista ejecutando este instrumento de forma más que eficaz. De hecho, a pesar de que el saxo de Mike Moore parecería un instrumento de mayor presencia que el “tin whistle”, es este último el que sale victorioso del duelo. La segunda parte de la pieza nos muestra a Hedges dando una particular lección del uso del “tapping”, técnica en la que es maestro.

“The First Cutting” – Volvemos a los temas de aire folclórico por unos instantes para deleitarnos con la excepcional forma de tocar la guitarra de nuestro músico. A pesar de ser la pieza en la que entra en juego un mayor número de instrumentos de todo el disco (batería, teclados, bajo y flautas), es la guitarra y, en menor medida, el “whistle” quienes llevan todo el peso de la pieza que podría haber sido interpretada perfectamente sin más aditamentos que esos.

“Point B” – Segunda aparición de la “TransTrem Guitar” en el disco con otro sólo de escasa duración en el que, como nos ocurría antes, cuesta creer que no haya un bajo auténtico sonando, algo que sólo está justificado por la capacidad tímbrica del intrumento.

“Song of the Spirit Farmer” – Acercándonos al final del disco escuchamos el único corte en el que no interviene ninguna guitarra. Es una pieza electrónica en la que sólo las flautas representan a los instrumentos acústicos. A pesar de todo, es otra de las mejores composiciones del disco, cercana a los trabajos que por aquel entonces publicaba Mark Isham en Windham Hill.

“The Rootwich” – Con un solo “funk” lleno de fuerza en el que la integridad de la guitarra parece peligrar en varios momentos nos lleva Hedges hacia el magnífico cierre del disco.

“i carry your heart” – No pasa ni un minuto sin que la presencia de Michael Manring y de Crosby & Nash como invitados nos parezca absolutamente justificada, lo que nos hace plantearnos qué habría sido de la carrera de Hedges si hubiese optado por un formato de canciones como ésta en el futuro habida cuenta de su magnífica voz y de que su forma de cantar no tenía nada que envidiar a la muchos otros artistas que han hecho carrera como cantantes.


Siempre merece la pena volver repasar la discografía de Michael Hedges; uno de los artistas más talentosos que grabaron para el sello Windham Hill, en el que el potencial que ponía al descubierto cada nueva grabación hizo aún más triste su pérdida en 1997. La suerte que tenemos como oyentes es que sus trabajos siempre estarán a nuestra disposición para recordarle siempre que queramos como un intérprete y compositor excepcional. “Taproot” está disponible en los enlaces siguientes: 

amazon.es

amoeba.com


Nos despedimos con "The Rootwich" en directo. A pesar de que la imagen es mejorable, merece mucho la pena:

 

domingo, 24 de agosto de 2014

Michael Manring - Unusual Weather (1986)



Una de las características más importantes de Windham Hill como sello era su funcionamiento casi como el de una familia en el sentido de que prácticamente todos los músicos del sello estaban a disposición del resto para intervenir en sus discos si eran requeridos para ellos. Así, no era raro escuchar el piano de George Winston en un disco de William Ackerman, la guitarra de Michael Hedges en un trabajo de Philip Aaberg, etc. Era habitual también escuchar todo tipo de combinaciones entre los artistas del sello en el gran número de discos recopilatorios con material nuevo que el sello solía lanzar periódidamente y, de cuando en cuando, se formaba algún grupo integrado por artistas del sello.

Michael Manring ejemplificaba como pocos todo lo anteriormente indicado. Comenzó como músico de apoyo en discos de Michael Hedges y, a partir de ahí, participó en lanzamientos de otros artistas, formó parte del grupo Montreux y, finalmente, debutó con un disco propio en el que colaboraban otras figuras de Windham Hill, especialmente, el guitarrista Michael Hedges. Sucedió en 1986 y para la ocasión, el bajista utilizó 12 temas propios y uno que tomó prestado, precisamente, de su gran amigo Hedges. El trabajo era una sofisticada colección de temas de jazz contemporáneo que rayaban a gran nivel. Manring toca bajo, guitarras, violonchelo, piano, sintetizadores e incluso se atreve a cantar pero sabe rodearse de músicos de apoyo muy interesantes. Los créditos del álbum los completan: Steve Bloom (percusión), Bruce Martin (marimba), Bobby Read (clarinete, flauta, percusión, piano, saxofón, sintetizadores y voz) y Kurt Wortman (batería). Michael Hedges interviene en uno de los temas con su guitarra.

Manring y Hedges en pleno mano a mano.


“Welcoming” – La bienvenida del disco es una pieza suave en la que el bajo nos recibe de un modo muy amable acompañado de una percusión muy leve y ligeras notas de piano, quedando la melodía principal a cargo del clarinete primero y del saxo después. Manring rehuye en un primer momento el primer plano aunque su maestría con el bajo es innegable y termina por aparecer en la segunda mitad del tema a lo largo de un magnífico mano a mano con los sintetizadores.

“Huge Moon” – Continúa el disco con una estupenda pieza en la que los bajos se combinan con las voces, empleadas al más puro estilo del Pat Metheny más brasileño y con unos preciosos fondos de sintetizador, regalándonos un momento realmente especial y diferente. Hay una sensibilidad muy particular en este tema que probablemente pocos mencionarán como uno de sus favoritos pero que a nosotros nos encanta.

“Almost April” – Tarda algo en aparecer en el disco en este rol pero el bajo lo hace aquí ejecutando una melodía muy interesante que da el relevo inmediatamente al saxo. Luego queda algo oculto, especialmente tras la entrada del piano pero es en esta pieza en la que escuchamos a Manring en plenitud extrayendo sonidos a su bajo sin trastes que luego serán fundamentales en el resto de su carrera.

“Unusual Weather” – Cambio de tercio con el siguiente corte elaborado a partir de diferentes sonidos de bajo y en el que Manring aprovecha para mostrar todos los recursos técnicos de que dispone. La base rítmica se elabora a partir de golpeos sobre las cuerdas mientras que la melodía surge del un toque lleno de magia del artista. Si Jaco Pastorius dejó un discípulo aventajado, ese es, sin duda, Manring.

“Sung to Sleep” – Regresamos a la versión más melodiosa de la música del bajista, en la que cede ese papel a los instrumentos de viento, especialmente a los saxos. Escuchamos algunos sonidos electrónicos que no interfieren apenas en el desarrollo de la pieza.

“Thunder Tactics” – Un magnífico solo de bajo abre un tema que parecía iba a transcurrir por otros derroteros hasta la aparición de la batería y los vientos convirtiendo lo que podría haber sido una demostración más de virtuosismo interpretativo en una más que interesante pieza de jazz-rock con toques brasileños (de nuevo esas voces inspiradas por Metheny).

“Longhair Mobile” – Ahora sí, toca escuchar un solo de bajo de esos que no pueden faltar en los discos de Manring. Gracias al “tapping” el intérprete es capaz de extraer sonidos y melodías que, en ocasiones, hacen dudar al oyente de su procedencia, tal es la variedad y versatilidad de estas y aquellos.

“Homeward” – Una melodía que ejemplifica a la perfección lo que nos gusta definir como “sonido Windham Hill” es el centro de la composición. Ejecutada a través del clarinete, reúne todas las características de los artistas más representativos del sello de William Ackerman. No en vano, Manring tuvo un papel importante en buena parte de los discos de la discográfica en aquellos años.



“Not Even the Summer” – Recurre Manring a una melodía muy directa para, con la ayuda del registro más melancólico de su bajo, construir una preciosa canción en la que las armonías vocales juegan un papel muy importante. La segunda parte de la pieza nos muestra de nuevo al bajista virtuoso en combinación con algunos toques de sintetizador, como siempre, muy equilibrados y sin alterar el conjunto.

“Sightings” – Si en un sello de las características de Windham Hill se hubieran extraído “singles” de los discos como estrategia de promoción habitual, ésta habría sido muy probablemente una de las elecciones para jugar ese papel en “Unusual Weather”. Es uno de los cortes más melódicos del disco, cuenta con un ritmo muy amable y la escucha es realmente agradable. Encontramos trazas de jazz, un cierto espíritu pop y, en conjunto, se trata de uno de los momentos de mayor interés del trabajo que, además, anticipa en cierto modo el camino por el que iban a transcurrir los siguientes lanzamientos de Manring.

“Big Feelings” – Quizá la pieza más alegre y optimista de todo el disco sea esta que encontramos ya en la recta final del mismo y que, como la anterior, podría haber sido “single” sin problema alguno. La parte vocal es realmente atractiva y la sección rítmica invita al disfrute si complejos.

“Thunder Tactics (reprise)” – En la primera versión del disco, publicada en vinilo y cassette éste terminaba con este brevísimo apunte de apenas medio minuto en el que no da tiempo a apreciar gran cosa. Sin embargo, las ediciones en CD incorporaron una pieza más que es con la que terminamos el análisis.

“Manthing” – Escuchamos como conclusión una composición de Michael Hedges en la que Manring y el guitarrista se embarcan en un mano a mano prodigioso desplegando ambos artistas lo mejor de sus cualidades sin caer en virtuosismos innecesarios. Una despedida maravillosa para un disco notable que sería el primer paso en la carrera como solista de un intérprete excepcionalmente dotado.



Leímos en alguna reseña de “Unusual Weather” que lo más extraño del disco es que fuera publicado en un sello “new age” como Windham Hill en lugar de en uno de jazz con toques contemporáneos como ECM, por ejemplo. Es cierto que el trabajo podría tener encaje en el sello de Manfred Eicher pero creemos que su sonido, su esencia, es 100% Windham Hill aunque estamos de acuerdo en que es un trabajo que podría interesar a aficionados a los que la discográfica de Ackerman y la etiqueta “new age” en particular les suscite un rechazo inicial a causa de la mucha morralla que apareció bajo esa denominación en una época determinada. Animamos a esos y a todos los potenciales oyentes a que le den una oportunidad a “Unusual Weather” y a Michael Manring ya que es un músico, siempre en nuestra opinión, muy interesante. El disco puede adquirirse en los enlaces habituales.

amazon.es

play.com

Como despedida os dejamos a Manring y Hedges en plena jam-session a partir de un tema perteneciente a un trabajo del segundo:

domingo, 16 de junio de 2013

Michael Hedges - Aerial Boundaries (1984)



Hace un tiempo leímos una crítica sobre el disco que hoy tratamos aquí que comenzaba de la siguiente forma: “Sgt.Pepper, Kind of Blue, Aerial Boundaries”. Al margen del punto de exageración con conlleva una comparación así, lo cierto es que alrededor del que fue segundo disco de estudio del guitarrista Michael Hedges ha ido creciendo un aura de leyenda que lo sitúa como uno de los hitos fundamentales en esa categoría tan relegada hoy en día como imprecisa que fue la música “new age”.

La historia de Hedges no se sale de lo convencional y sus primeros pasos son comunes a una miriada de artistas al margen del género que practiquen: cursó estudios académicos de música en su California natal, se especializó en un instrumento y una vez culminada esa etapa comenzó a buscarse la vida tocando aquí y allá. Hedges era un guitarrista zurdo pero tocaba guitarras normales “para diestros”. Es probable, sin embargo, que esa particularidad suya le llevase a huir de las afinaciones convencionales y, poco a poco, fue profundizando en su forma de tocar combinando todas las técnicas que su curiosidad le llevó a investigar e inventando, de paso, algunas nuevas. Su influencia y magisterio sobre otros guitarristas de cualquier género fue importantísima y artistas de todo tipo como Pete Townsend, Steve Vai o Satriani se deshacen en elogios cada vez que hablan de Hedges. Su campo se redujo fundamentalmente a la guitarra acústica pero su habilidad conseguía arrancarle registros verdaderamente abrumadores al instrumento.

Hedges con una de sus peculiares variantes de guitarra.

Randy Ludge era el propietario del New Varsity Theatre en Palo Alto, California. Cuenta cómo una tarde se le acercó un joven melenudo con la guitarra a cuestas y le dijo:

-         “He oído que este el sitio al que hay que acudir para tocar en Palo Alto” .
-         “Quizá. ¿qué tipo de música tocas?”.
-         “bueno, no me centro en un estilo determinado pero me gusta mucho Neil Young”.
-         “Ya. Tenemos mucha gente ya que toca cosas de Crosby, Stills, and Nash. Realmente no nos interesa otro más así”.
-         “¿Cómo te gustaría que sonase?”
-         “Si me dijeras que suenas como William Ackerman o Alex DeGrassi llamarías más mi atención”.
-         “Ya veo. Volveré mañana”.

Al día siguiente, Hedges se presentó con una maqueta que había grabado esa misma noche. Randy alucinó con lo que ahí sonaba y le dijo que podía tocar en el teatro siempre que quisiera, las veces que quisiera. La noche siguiente tuvo lugar la primera de las actuaciones de Michael.

Poco después de esto, Randy coincidió con William Ackerman, fundador del sello Windham Hill, y le dijo “te invito al cine y después a cenar si vienes un día al teatro a escuchar a este tipo”. Ackerman aceptó pensando que “una película y una cena siempre están bien” aunque no esperaba demasiado del concierto porque escuchaba recomendaciones de ese tipo a diario. Mientras escuchaba tocar a Hedges, Ackerman quedó tan sorprendido que de manera inmediata comenzó a redactar allí mismo, lo mejor que supo, el que sería el primer contrato discográfico de Michael Hedges. Su maestría con la guitarra hizo que el instrumento se le quedase pequeño y experimentó con todo tipo de invenciones, añadiendo cuerdas, variando afinaciones (de hecho, casi nunca tocaba con una afinación tradicional). Lo primero que uno se pregunta escuchando al músico es si realmente sólo hay una persona tocando; el empleo de técnicas como el tapping, el uso de la caja de la guitarra como un instrumento de percusión más y muchas otras innovaciones convirtieron a Hedges en una referencia fundamental en su instrumento.

Versión perfeccionada de la anterior.

Hoy nos encargamos del que fue el segundo LP del guitarrista, aquel sobre el que existe un cierto consenso a la hora de reconocerlo como el mejor de los que grabó nuestro protagonista de hoy. En su grabación intervienen sólo tres músicos: el propio Michael Hedges a la guitarra acústica y el bajista Michael Manring y la flautista Mindy Rosenfeld, esposa del guitarrista en aquellos años como apoyo en dos de los cortes.

“Aerial Boundaries” – Un ritmo pulsante muy propio de su admirado Steve Reich abre el disco sirviendo de preludio a un intrincado tapiz de melodías que se mezclan continuamente sin que consigamos saber dónde acaba una y empieza la siguiente. Hedges se convierte en una orquesta de un solo hombre cuya paleta de sonidos no parece tener límites.

“Bensusan” – Algo más convencional que el anterior es el segundo corte del disco sin que ello reste complejidad a su ejecución. Sí que hay una estructura más sencilla en su construcción lo que nos acerca a la música del propio William Ackerman, más asequible en todos los aspectos. A través de las notas de la guitarra de Hedges se filtra una melodía que se nos antoja enraizada en un folk muy propio de las producciones de Windham Hill de la época.

“Rickover’s Dream” – Quizá el corte más puramente “new age” del disco, muy pausado, relajante y evocador de grandes paisajes y espacios abiertos. Si el sello de William Ackerman llegó a construir un sonido propio que llegó a convertirse en imagen de marca, fue gracias a composiciones como esta y es que Hedges fue, junto a George Winston, el estandarte fundamental del sello en sus inicios.

“Ragamuffin” – Prosigue el disco en una línea muy similar con otra pieza maravillosa en la que el virtuosismo de la interpretación es tal que no nos damos cuenta, lo que a nuestros ojos es una gran virtud. Es fácil exhibirse con veloces solos de guitarra, con los dedos subiendo y bajando por el mástil más rápido que el ojo y todas esas cosas que tantas veces hemos visto hacer a muchos “guitar heroes”. Lo complicado, probablemente, sea tocar como lo hace aquí Hedges.




“After the Gold Rush” – Introduce aquí el músico su particular homenaje a su admirado Neil Young con esta versión del tema central del disco homónimo del guitarrista y cantante. Adopta aquí Hedges un papel secundario y le cede al soberbio bajo de Michael Manring todo el protagonismo melódico y ambos completan una versión excepcional de un tema que, curiosamente, en su versión original era básicamente para piano y voz sin guitarra alguna.

“Hot Type” – El corte más breve del disco es también el que nos muestra la cara más exhibicionista de Hedges que aplica toda su técnica a una pieza extraña llena de golpeos en la caja de la guitarra, armónicos, sonidos de bajo (recordemos que en ocasiones tocaba una guitarra con cuerdas adicionales para reforzar las tesituras más graves). Una rareza que no molesta en absoluto.

“Spare Change” – Continuando con la vertiente más experimental del disco, llegamos a esta auténtica maravilla en la que un Hedges inspiradísimo utiliza el tapping para construir una red de sonido que sostendrá todo el entramado de la composición (volvemos a la influencia de Reich). A partir de ahí, emplea todo tipo de efectos y distorsiones para arrancar a su guitarra sonidos nuevos (recordemos que durante su formación, experimentó con la música electrónica y se hizo un experto en este tipo de tratamiento sonoro).




“Menage a Trois” – El corte más largo del disco incorpora también a los músicos invitados, Manring, en su segunda aparición y Mindy Rosenfeld a la flauta. No es, a nuestro juicio, lo más interesante del disco a pesar de la excelente labor, como siempre, de Hedges a la guitarra y es que, cuando un músico tiene las capacidades de nuestro protagonista, apetece más escucharle sin ningún tipo de acompañamiento por muy bueno que este pueda ser. No se trata de minusvalorar el trabajo de Mindy (de hecho es una reputada intérprete fogueada en importantes formaciones especializadas en repertorio renacentista) pero los mejores momentos del tema son los dúos entre la guitarra y el bajo.

“Magic Farmer” – Cierra el disco Hedges de nuevo en solitario con un tema propio que en su inicio homenajea de nuevo a Neil Young con una breve cita al corte anteriormente revisado. Se trata de un final tranquilo y sumamente apropiado para despedir un disco fantástico en el que no hay ninguna composición de esas que nos atrapan inmediatamente y que no podemos dejar de tararear pero que, a cambio, nos regala una colección de músicas profundas, evocadoras y llenas de sensibilidad y que, al contrario de lo que ocurre a menudo con piezas como las anteriores, seguimos recordando aunque hayan pasado casi 30 años como es el caso.


Michael Hedges falleció en un accidente de tráfico en 1997, cuando sólo tenía 43 años dejando seis discos de estudio y uno en directo, un bagaje que sabe a poco habida cuenta de la excepcional categoría del músico en su doble vertiente de compositor e intérprete. Si buscáis un guitarrista diferente a lo habitual, no podéis dejar de escuchar este disco. Podeis adquirirlo, además, en cualquiera de los siguientes enlaces:

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Como despedida, os dejamos con Hedges en directo tocando, nada menos que "While My Guitar Gently Weeps" de los Beatles.