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sábado, 13 de julio de 2024

Clannad - Lore (1996)



En la edición de 1997 de los premios Grammy se produjo un curioso duelo familiar al estar nominados en la categoría de mejor disco “new age” tanto Clannad con su disco “Lore” como su antigua integrante Enya (hermana y sobrina de los miembros de la banda). El disco ganador fue “The Memory of Trees”, el cuarto (o quinto, según se mire) disco de estudio de la cantante pero eso no empaña el hecho de que el trabajo de Clannad fuera también una grabación excelente.


En 1996, Clannad se encontraba en un punto muy interesante de su carrera. Ya sabemos que empezaron como una banda puramente folk dedicada a explorar la música tradicional irlandesa y que poco a poco fueron ampliando sus sonidos hacia el pop y hacia una evolución vocal muy notable potenciada por la tecnología de la época. Alcanzaron un primer pico de popularidad con “Magical Ring” y luego se estancaron ligeramente. Con la salida de Pol Brennan, que se incorporó al WOMAD de Peter Gabriel, la banda grabó un par de discos que volvieron a elevar su fama, especialmente en los Estados Unidos y de la mano del cine y la televisión. Primero con la inclusión de su “Harry's Game” en la banda sonora de la película “Juego de Patriotas” y en un popular anuncio de Volkswagen y después con la aparición de uno de los temas del disco “Banba” en el film de Michael Mann, “El Último Mohicano”. En esa situación de fama creciente continuaron llegando encargos como la composición de un tema para la película “Braveheart” que finalmente no fue utilizado pero que sí aparecería en “Lore”. También se asociaron con uno de los productores más populares de la década de los ochenta como fue Hugh Padgham (Peter Gabriel, Genesis, The Police, Bowie, Phil Collins, XTC, Sting...) que había trabajado años atrás con el grupo en un single grabado con Paul Young en el que hacían una versión de una canción de Joni Mitchell. En “Lore”, Clannad eran un cuarteto formado por Máire Brennan, quien aún no firmaba como "Moya" (voz, teclados y arpa), Ciarán Brennan (voz, bajo, teclados y guitarras), Noel Duggan (guitarras) y Padraig Duggan (guitarras). Como músicos invitados estuvieron varios ilustres, alguno de los cuales ya había colaborado con el grupo anteriormente. Destacan la hermana pequeña de los Brennan: Bridín (voces), quien cantó con Clannad en el pasado pero sin llegar a ser miembto oficial, Mel Collins al saxo, el flautista Vinnie Kilduff, el teclista Ian Parker, el batería Vinnie Colaiuta, el guitarrista Anto Drennan o el gaitero Declan Masterson.


“Croí Cróga” - La primera canción del disco fue la que Ciaran compuso para “Braveheart” y que quedó fuera del montaje final. Y es una pena porque combina perfectamente un profundo coro masculino con la excelente voz de Máire Brennan y una producción cuidadísima y llena de detalles que puede recordar a lo que hacía por entonces Peter Gabriel. Por poner algún “pero”, el arpa de Máire queda algo enterrada en la mezcla y las gaitas también quedan en un plano demasiado secundario pero seguramente se debe al deseo de evocar un ambiente más que mostrarlo.




“Seanchas” - El único “single” extraído del disco es esta canción pop escrita por Ciaran Brennan. Es un tema realmente bien hecho que comienza de forma directa con una estrofa que bien podría ser un estribillo antes del estribillo. Choca un poco el saxo de Mel Collins en combinación con el canto en gaélico de Máire pero en conjunto es una gran canción en la que se mezcla la calidad vocal, instrumental y de producción con una orientación comercial nada disimulada. 


“A Bridge (that Carries Us Over)” - Prosigue el viaje con la tercera canción de Ciaran, en esta ocasión una balada muy atmosférica que aprovecha la voz de Máire amplificada por los trucos de estudio habituales de la banda. Es una melodía excepcional en la que destacan las furtivas guitarras al estilo de Mark Knopfler y una magnífica batería que ayuda a crear espacios para los coros y el saxo. Otra grandísima canción con la que se cierra un primer tramo del disco verdaderamente inspirado


“From Your Heart” - Máire es la autora de esta nueva canción, más enfocada desde el inicio hacia la tradición irlandesa, con la reveladora presencia de las flautas y "tin whistles" dándonos la bienvenida. A partir de ahí, deliciosas melodías, coros, ecos y reverberaciones que nos trasladan a otra época, sin duda mejor. Los arreglos de sintetizador, los toques de piano y guitarra y las programaciones electrónicas nos recuerdan a ratos a Enigma, a ratos al Oldfield de su etapa en Warner pero todo funciona a la perfección en una canción sofisticada que mantiene todo el sabor de la tradición.




“Alasdair MacColla” - Con el siguiente tema nos ocurre algo que ya es habitual en estos casos y que, sin duda, es más achacable al oyente que al autor. Se trata de una canción tradicional de la que ya hemos escuchado otras versiones antes. Es sabido el peso que tienen las primeras impresiones, especialmente en música, y cómo la primera vez que escuchamos un tema, queda registrado como canónico en nuestra memoria saliendo perdedoras en la comparación todas las versiones que oímos con posterioridad. En este caso, la interpretación de Clannad nos parece realmente buena pero no logra desplazar en nuestro hipotético ranking a la que escuchamos un poco antes a cargo de Capercaillie y la maravillosa Karen Matheson.


“Broken Pieces” - Seguimos con otra canción de Maire. En este caso, una balada con más carga tradicional que otras canciones del disco, especialmente por los arreglos de los instrumentos acústicos (arpa y guitarras, principalmente). No faltan los característicos fondos de sintetizador ni las guitarras eléctricas que nos vuelven a recordar al Oldfield que por las mismas fechas estaba pasando una curiosa etapa filo-celta. En todo caso, la canción tiene la clásica factura de la versión más pop de Clannad.


“Tráthnóna Beag Aréir” - Donde sí se entregan sin reservas a la música de sus ancestros es en esta preciosa balada tradicional introducida con el clásico aire de “tin whistle” que enseguida nos deja con la voz de Máire acompañada principalmente por guitarras acústicas (con un cierto toque, otra vez, de Mark Knopfler) y suaves fondos de teclado. 


“Trail of Tears” - La única canción del disco compuesta por Noel Duggan no se sale demasiado de la línea habitual de la banda. Si acaso tiene un aire más atmosférico que el resto, con una percusión muy trabajada, bonitas flautas y, sobre todo, un coro masculino similar al del tema que abría el trabajo y que le da la réplica perfecta a la voz de Máire. Precisamente los arreglos vocales son el punto fuerte de la canción y eso no es poco viniendo de un grupo que normalmente roza la excelencia en esa modalidad.


“Dealramh Go Deo” - No podía faltar en el disco una canción en el estilo de “Harry's Game”. En este caso es esta extraordinaria pieza de Ciaran Brennan que reúne los elementos habituales en este tipo de temas: capas de sintetizadores, la voz de Máire en primer plano y los coros mil veces desdoblados del resto de la banda dando la réplica. Extraordinario a pesar de lo que supone la comparación con el tema más icónico de la banda.




“Farewell Love” - La última canción de Máire en el disco es otro tema pop con muchos arreglos electrónicos y juegos con el arpa que la van acompañando sin mayores sorpresas. Una pieza correcta y excelentemente producida que, sin embargo, no destaca especialmente dentro de un trabajo cuyo nivel medio es muy alto.


“Fonn Mhárta” - Ciaran firma el tema de cierre de “Lore”, un instrumental de innegable factura irlandesa en el que flautas, arpa y guitarras se mezclan a la perfección. Una composición sensacional que bien podrían haber firmado los que quizá comprendieron mejor que nadie como debería ser la evolución de la tradición adaptada a los tiempos modernos: Nightnoise.



Si en algún momento quedó algo de decepción en los miembros de Clannad por no haber ganado el Grammy (realmente era la segunda vez que se quedaban en las nominaciones), se pudieron sacar la espina un par de años más tarde con su siguiente disco que, a la postre, fue el último antes de la separación de la banda para centrarse cada uno de los miembros en sus respectivas carreras. En 2006, Clannad volvieron a reunirse, en principio sólo para intervenir en un concierto de Moya, aunque poco después volvieron a tocar como banda en el festival Celtic Connections. Eso marcaría su regreso definitivo con una gira por Gran Bretaña y la grabación de un nuevo disco pero eso es otra historia de la que quizá hablemos más adelante. Por ahora, disfrutemos de “Lore” como lo que es: uno de los mejores y más aclamados trabajos de una banda histórica.

domingo, 13 de diciembre de 2020

Clannad - Macalla (1985)




El éxito de una canción como el “Theme from Harry's Game” marcó la carrera de Clannad para bien y para mal. Para bien porque les dio a conocer casi mundialmente y les confirió un estatus de estrellas de la música, especialmente en su Irlanda natal que trascendió los círculos del folk y la música celta. Para mal, porque supuso un cierto estancamiento estilístico que hizo de sus siguientes trabajos una serie de buenos discos, muy buenos en algún caso, pero que no osaron alejarse ya de la senda marcada por “Harry”.


La popularidad tuvo consecuencias casi inmediatas y se tradujo en encargos como la banda sonora de “Robin of Sherwood”, serie de la cadena privada inglesa ITV que revisaba la historia de Robin Hood con interesantes añadidos del género de la magia y la fantasía así como referencias a la leyenda artúrica. La serie no solo triunfó en el Reino Unido sino que también se emitió en varias ocasiones en los Estados Unidos. Gracias a ello, la banda sonora compuesta e interpretada por Clannad se hizo acreedora de múltiples reconocimientos entre los que se encuentra un premio BAFTA.


La otra consecuencia del éxito tenía que ver con el estilo. Clannad no podía seguir siendo un grupo estrictamente “folk” y eso se tradujo en una mayor carga de pop en sus canciones y también en una serie de colaboraciones que aparecen en “Macalla” y que demuestran que en la RCA se tomaron en serio la proyección de la banda. En el nuevo trabajo aparecería Bono de U2, que ya sonaban con asiduidad en las emisoras de todo el mundo y que estaban a punto de alcanzar el nivel de leyenda con su próximo disco. También participa el saxofonista Mel Collins, ex-miembro de King Crimson y uno de los músicos de sesiones con un currículum más impresionante. El productor sería Steve Nye, miembro de la Penguin Cafe Orchestra que había participado en muchos trabajos muy interesantes de gente como Brian Ferry, Japan o Frank Zappa. El esmero en el lanzamiento por parte de la discográfica se hace notar también en el aspecto gráfico del disco cuyas fotografías corren por cuenta de Anton Corbijn. Junto con las estrellas invitadas participan en la grabación otros habituales de la banda como James Delaney (teclados), Paul Moran (batería), Anton Drennan (guitarra) y Danny Cummins (percusión). Clannad formaba con los miembros “clásicos”: Maire, Pol y Ciaran Brennan y sus tíos Padgraig y Noel Duggan.


Bono con Maire Brennan



“Caislean Oir” - El disco comenzaba con una canción que seguía la senda del “Theme from Harry's Game”, es decir, coros multiplicados una y mil veces en el estudio con Maire Brennan cantando la parte central de la letra. La instrumentación que acompaña es casi anecdótica: unas notas de arpa en un momento determinado y un fondo de sintetizador en otro. Una gran puesta en escena en cualquier caso.




“The Wild Cry” - La siguiente canción enlaza con la anterior sin solución de continuidad pero ya en una línea completamente diferente. Maire canta en inglés un corte pop en el que su voz es la protagonista absoluta. Ni rastro de la tradición celta de la banda. Escuchamos el primer solo de Collins con ese saxo que tanto abundaba en las producciones de los años ochenta para darle un toque “mainstream” a una canción impecable aunque ligeramente convencional.


“Closer to Your Heart” - El primer “single” del disco era esta canción decididamente comercial de una factura elegantísima en la que destacan las segundas voces que acompañan magníficamente a Maire y que serían una gran influencia para otras bandas que evolucionaron también del folk celta al pop como los escoceses Capercaillie. El uso de la guitarra eléctrica y los teclados completaba el desmarque de la música tradicional que Clannad estaba ejerciendo en aquel momento.




“In a Lifetime” - Bono aparece aquí para dar la réplica a Maire en una canción en la que todas las voces de la banda hacen un trabajo maravilloso. Una balada intensa en la que el vocalista de U2 no se limita a cubrir el expediente sino que realiza una gran intervención que justifica su presencia en el disco. La canción fue el tercer “single” de “Macalla”. En el videoclip, se añadió a modo de introducción un fragmento de "Caislean Oir”. 




“Most Seems (Too Late to Turn)” - Continuamos con una de las grandes baladas de la banda, con Maire Brennan arropada solo por los sintetizadores y algunos coros puntuales. En la segunda mitad de la canción aparece ya la batería y la guitarra eléctrica para poner un punto de épica en una pieza que quizá no necesitaba de ese aditamento. Con todo, es uno de los mejores momentos del disco y no sorprende que también tuviera su oportunidad como “single”.


“Indoor” - Como ocurría en “Closer to Your Heart” la banda vuelve a los territorios del pop y lo hace con gran acierto con una canción dinámica, llena de cambios de ritmo y con un magnífico uso de las armonías vocales, seña de identidad del grupo. Un demostración de que Clannad se movían ya con gran seguridad en estos registros.


“Buachaill On Eirne” - La única canción tradicional del disco es esta deliciosa balada que, curiosamente, también grabaría en el mismo año la canadiense Loreena McKennitt, esta vez con letra propia y bajo el título de “Come by the Hills”. Recomendables las dos versiones, sin duda alguna.


“Blackstairs” - La única canción del disco en la que voz principal no es la de Maire sino la de Pol Brennan, su autor. Sin ser de las más destacadas del trabajo, se deja escuchar.


“Journey's End” - La gran mayoría de las canciones del disco estaban compuestas por miembros del clan Brennan, principalmente por Ciaran y Pol. Esta es la única excepción, firmada por los gemelos Duggan y también la más festiva y cercana a la tradición celta. Con unos arreglos y una instrumentación menos modernos habría pasado perfectamente por una más del rico cancionero irlandés.




“Northern Skyline” - Cierra el disco un tiempo lento magníficamente interpretado por Maire en las partes vocales y también al arpa cuya presencia se nota más aquí que en otros momentos del trabajo. La parte final, con una sección rítmica mucho más viva marca un importante contraste con el inicio pero termina reconduciendose y volviendo al tono inicial.


De ser una de las bandas clásicas del folk irlandés en los años setenta junto con Planxty o The Bothy Band, en la década siguiente Clannad pasó a ser mucho más combinando la herencia celta con el pop y el rock y modernizando su sonido con sintetizadores y, especialmente, con técnicas de estudio para el tratamiento de las voces. Su influencia fue notable y grupos como los citados Capercaillie o Altan serían difíciles de imaginar tal y como fueron sin la existencia de Clannad. Hubo un momento en que la irrupción de Enya como artista solista llegó a eclipsarlos (recordemos que Enya formó parte del grupo en los primeros ochenta, dejando la banda justo antes de la grabación de “Harry's Game”) pero con el paso del tiempo han vuelto a recuperar el reconocimiento que un día parecieron perder y hoy vuelven a tener su sitio en la historia de la música irlandesa de las últimas décadas, especialmente a partir de su reunión en 2012 tras varios años de inactividad. En todo caso, siempre es un buen momento para recuperar su trabajo más allá de la eterna “Harry's Game”.

viernes, 8 de mayo de 2020

Chris Squire - Fish Out of Water (1975)



Yes fue una banda muy particular por muchos motivos pero uno de los que más nos llama la atención es su aparente falta de liderazgo claro. En Pink Floyd siempre hubo una figura central en todas sus etapas. Jethro Tull o King Crimson son inimaginables sin Ian Anderson y Robert Fripp e incluso Genesis en la etapa de Peter Gabriel tenían en el cantante una figura de referencia indiscutible. Con algunas excepciones este tipo de esquema se repite en bandas de todo tipo de estilos y épocas. Con Yes no es tan claro. Es evidente que Jon Anderson ha cumplido esa función en muchos momentos pero también lo es que la banda funcionó relativamente bien en periodos en los que el cantante no formaba parte de ella. De otros miembros icónicos como Rick Wakeman o Steve Howe se podría decir prácticamente lo mismo. Sin embargo hubo un miembro cuya presencia ha llegado a definir lo que era Yes y lo que no lo era. Hablamos, claro, de Chris Squire, bajista fundador y único miembro de la banda presente en todos y cada uno de los trabajos publicados por ella hasta su fallecimiento en 2015.

Su aportación como compositor fue mayor en los primeros discos de la banda y se fue diluyendo en los trabajos más clásicos en muchos de los cuales no firmaba ninguna pieza en solitario aunque sí participaba en las que aparecían acreditadas a todo el grupo. Pese a ello, no es descabellado afirmar que Squire era el guardián de las esencias de Yes lo que se refleja en un hecho: se trata del miembro de la banda (contando solo a los más relevantes) con la discografía en solitario más escueta. De hecho se limita a dos discos de los que uno casi no podemos ni contarlo puesto que se trataba de un raro disco navideño de versiones publicado ya en 2012. Aunque sí participó como músico en discos de otros artistas (principalmente compañeros en Yes), podemos afirmar que la carrera de Squire se desarrolló por y para Yes.

La excepción es el disco que comentamos aquí hoy: “Fish Out of Water”, publicado en 1975 durante un descanso que todos los miembros de Yes en aquel momento pactaron para centrarse en sus diferentes proyectos individuales. Un poco antes, Rick Wakeman había dejado la banda para publicar en solitario y el resto de integrantes decidieron que quizá sería una buena ocasión para probarse lejos del grupo. Yes no volverían a publicar un disco de estudio hasta 1977, ya con Wakeman de nuevo en sus filas. En el ínterin, todos los demás miembros de la banda hicieron sus respectivos debuts en solitario: Steve Howe publicó “Beginnings” en octubre de 1975 (con la participación de Alan White, Bill Bruford y Patrick Moraz) y apenas una semana después aparecería el disco de Squire del que hablaremos hoy. Ya en 1976 sería Alan White quien iba a publicar su “Ramshackled” (con Anderson y Howe como invitados en una de las canciones) y poco después aparecería “Olias of Sunhillow” de Jon Anderson, el único de estos trabajos que podemos considerar un disco en solitario ya que el bueno de Jon toca todos los instrumentos.

Lo primero que llama la atención es que, mientras sus compañeros miraron hacia Yes a la hora de buscar músicos para su disco, Squire pareció buscar en King Crimson ya que, aparte de Bill Bruford (que perteneció a ambas bandas), el bajista recurrió al saxofonista Mel Collins y al letrista Peter Sinfield, ambos ex-integrantes de la banda de Robert Fripp. Junto a ellos, intervienen en el disco los teclistas Patrick Moraz y Barry Rose. El otro participante es Andrew Pryce Jackman, pianista y encargado de las orquestaciones y que ya había colaborado con Squire en los tiempos en que ambos eran integrantes de The Syn, la primera banda del bajista y a la que él mismo consideraba el embrión de Yes.

Chris Squire


“Hold Out Your Hand” - El comienzo del disco es tremendo, con unos teclados que son herencia directa de Yes y una linea de bajo que comienza a gobernar el tema entre constantes cambios de patrón rítmico. Aquellos que pensábamos que la voz de Jon Anderson era fundamental en Yes comenzamos a darnos cuenta aquí de la importancia de Squire a la hora de reforzarla en las segundas voces y los coros. Transcurridos los primeros minutos cuesta ver la diferencia entre esta pieza y cualquier otra contenida en los discos clásicos de Yes. Quizá el detalle de los arreglos orquestales del final del tema sea el único elemento que se aleje de la linea de la banda hasta entonces.




“You By My Side” - La segunda pieza comienza sin solución de continuidad como una extensión de la anterior aunque el cambio de estilo se hace evidente enseguida. El piano y la melodía central son herederos de los Beatles e incluso el tema de flauta podría recordad a algún experimento con el mellotron de la banda de Liverpool.

“Silently Falling” - La flauta se alía con el resto de la orquesta en la introducción de la siguiente canción que tiene mucho de banda sonora del Hollywood clásico en ese inicio. Si embargo, todo esto se rompe con el martilleo continuo del piano y el bajo de Squire que irrumpen para convertir la pieza en una enérgica suite de rock progresivo en toda regla. Mediado el tema entramos en un remanso de voz y piano que poco a poco se va acelerando para llevarnos al tramo final que no es sino una larga despedida en la que quizá sobra alguna repetición de motivos.

“Lucky Seven” - La cara b del LP comenzaba con un corte que al oyente despistado le podría recordar el característico estilo de los primeros trabajos del Alan Parsons Project con la particularidad de que el disco de Squire es anterior a la formación del grupo de Alan. Con un corto “riff” de piano eléctrico se construye todo el armazón de la pieza que luego se desarrolla de forma brillante con el bajo de Squire destacando sobremanera y esas voces que nos trasladan inevitablemente a Yes. A destacar la intervención de Mel Collins que llega a convertirse en el protagonista absoluto de la pieza por momentos.




“Safe (Canon Song)” - La pieza más larga del disco comienza con un arreglo de corte clasicista en el que flauta, cuerdas y arpa evolucionan hasta la entrada de la voz y el bajo. Con la aparición en escena de los teclados y la batería entramos en una sección que suena a Yes con orquesta por todas partes. Un experimento curioso que la propia banda iba a tardar muchos años en intentar. No es que el resultado sea particularmente interesante pero no funciona del todo mal. Lo siguiente es un extenso tramo en forma de canon, como indica el título, con diversos instrumentos repitiendo por turnos la sección principal para llegar a una última sección que resulta un poco pretenciosa al estilo de los excesos orquestales de Rick Wakeman pero mucho más contenida, destacando el delicadísimo final con Squire al bajo.




Cuando decíamos más arriba que Chris Squire era quien mantenía la esencia de Yes pensabamos en un hecho: los discos en solitario de Rick Wakeman, Jon Anderson o Steve Howe eran muy diferentes a los de la banda. Representaban la intención de los músicos de explorar caminos ajenos a Yes, muchas veces con estilos radicalmente distintos. En cambio, este “Fish Out of Water” es un disco continuista. Muchos seguidores de la banda incluso se refieren a él como el disco perdido de Yes y eso, lejos de ser una crítica, es todo un elogio que pocos integrantes de una banda tan legendaria como esta consiguen recibir en sus carreras en solitario.

Como ya hemos comentado, Chris Squire no volvió a sentir la necesidad de volver a grabar en solitario, quizá porque con Yes ya hacía la música que quería hacer y no tenía necesidad alguna de salir de esa zona de confort. Al margen de Yes, el bajista participó puntualmente en otras bandas y grabó con otros músicos, incluyendo varios compañeros en el grupo y estrellas como Steve Hackett de Genesis pero si por algo será recordado nuestro protagonistas es por su pertenencia a Yes y por ser el único que siempre estuvo en el grupo.

miércoles, 23 de mayo de 2018

King Crimson - Heroes (2017)



Hace apenas un par de meses se cumplieron la friolera de 15 años sin un disco nuevo de estudio de King Crimson. Algo que para cualquier otra banda pintaría un panorama casi aterrador en relación con su futuro, para el grupo de Robert Fripp ha sido todo lo contrario puesto que ese largo periodo de tiempo ha estado lleno de experimentación y evolución en muchos sentidos con muchas entradas y salidas de miembros y, sobre todo, con muchos conciertos en los que se ha recuperado material que hacía décadas que no era interpretado en directo. Especialmente en los últimos años ha habido una gran cantidad de conciertos que han tenido reflejo en los correspondientes lanzamientos discográficos.

En este periodo la banda ha pasado de ser un cuarteto al octeto actual, algo desacostumbrado para un grupo de rock y más teniendo en cuenta que de los ocho miembros, cuatro son baterías (aunque uno de ellos se encarga de los teclados desde que pasaron de siete a ocho instrumentistas). Hasta cinco lanzamientos en formato físico han aparecido desde 2015 hasta hoy recogiendo distintos momentos de las giras de King Crimson en este último periodo además de un buen número de grabaciones en forma de descarga digital por lo que estamos ante una etapa sobradamente documentada.

Nos queremos detener ahora en un lanzamiento atípico de este pasado año. Atípico por ser un EP, formato no demasiado común y que en el caso de King Crimson solía ser siempre el precedente de un disco de estudio, y también por estar centrado en una composición ajena al repertorio de la banda. Evidentemente no podía ser una canción cualquiera. En enero de 2016 fallecía David Bowie, artista con el que Robert Fripp tuvo la oportunidad de colaborar en uno de sus momentos de mayor creatividad: el que dio lugar a la grabación del disco “Heroes”. Fue precisamente en la canción que daba título al disco en la que el guitarrista realiza una de sus intervenciones más conocidas contribuyendo con su particular sonido a hacer inmortal un tema que ha sido interpretado después por decenas de artistas. A modo de homenaje, Fripp incorporó la canción a varios de los conciertos que King Crimson ofreció en los meses posteriores y ya en 2017 decidió lanzar un EP con la versión de “Heroes” del concierto de Berlín del 12 septiembre, algo muy adecuado puesto que fue en esa ciudad en la que nació la canción original. En aquel momento King Crimson eran: Mel Collins (saxos y flauta), Robert Fripp (guitarra y teclados), Gavin Harrison (batería), Jakko Jakszyk (guitarra y voz), Tony Levin (bajo y stick), Pat Mastelotto (batería) y Jeremy Stacey (batería y teclados).

King Crimson en versión septeto.


“Heroes” - Si hay algo que no se le suele reprochar a King Crimson es la falta de riesgo y quizá sea eso lo que más nos decepciona de esta versión: la aproximación conservadora a una canción que suena extremadamente similar a la original y con una interpretación vocal absolutamente desapasionada por parte de Jakszyk. Hay alguna aportación interesante en lo instrumental, cómo no, pero uno siempre espera que una banda como esta vaya un paso más allá.




“Easy Money” - Un buen ejemplo de lo que intentamos decir acerca del corte anterior lo encontramos en esta versión de un clásico de King Crimson que en esta grabación (procedente del concierto parisino del 3 de diciembre de 2016) suena tremendamente fresco con un maravilloso Mel Collins y un juego de percusiones delicioso. Una gran interpretación de una canción de hace más de cuarenta años a la que aún le queda jugo que extraer como demuestra el propio Fripp en un sobrecogedor solo de la mano del bajo de Levin y las florituras vocales de Jakszyk. Extraordinario.

“Starless” - Con el siguiente tema nos ocurre algo similar a lo que nos pasaba con “Heroes”. Es una canción extraordinaria pero el enfoque de la banda aquí es demasiado respetuoso con el original pese a lo acertado de la interpretación de Mel Collins al saxo dibujando lineas nuevas continuamente. En su contra juega también el hecho de ser una versión recortada (un “radio edit”) cosa que hablando de King Crimson en directo suena a herejía. Más aún cuando la versión íntegra publicada en el doble “Live in Vienna” supera los 13 minutos de duración.

“The Hell Hounds of Krim” - Para quienes, como nosotros, hayan estado algo desconectados de las peripecias recientes de la banda en directo, este corte interpretado en su totalidad por los tres baterías del grupo es uno de los grandes atractivos del lanzamiento dado que no aparece en ningún otro disco de King Crimson en estudio aunque sí en alguno de los recientes trabajos en directo como “Live in Toronto”, “Radical Action to Unseat the Hold of Monkey Mind” o “Live in Vienna”. De hecho la grabación que aquí aparece, como la anterior, procede de este último concierto.




“Heroes (radio edit) – Si innecesario era recortar “Starless”, más nos lo parece hacer lo mismo con el tema central del disco, especialmente dado que la versión íntegra tampoco es demasiado extensa.

En un primer momento algunas voces hablaron de un uso oportunista de la canción de Bowie por parte de Fripp para aprovecharse de la atención mediática que suscitó el fallecimiento del cantante, algo absurdo por cuanto que, no sólo el guitarrista fue parte activa en la creación del tema sino que, además, “Heroes” ya había sido interpretada en directo por King Crimson años antes cuando Adrian Belew era el vocalista de la banda. Sí que es cierto que rechina un poco el lanzamiento de un EP como este cuando, como ya hemos indicado, hay hasta cinco discos en directo publicados en muy poco tiempo por parte de King Crimson en los que podemos escuchar todas las canciones que aparecen aquí. En un caso como el nuestro en que, quizá por saturación, hemos desconectado bastante de esta fase de la banda llena de discos en directo en muy poco tiempo, este “Heroes” sí que ayuda a llenar este hueco y hacernos con una grabación que, en el fondo, es de las que hay que tener. Cuando una banda de esta categoría graba un homenaje a otro artista gigantesco como Bowie, es casi obligatorio hacerse con ese testimonio y, siquiera por ese motivo, merece la pena su adquisición.

Como despedida os dejamos otra versión de King Crimson de "Heroes" del año 2000 con Adrian Belew como cantante:

 

miércoles, 11 de junio de 2014

King Crimson - Red (1974)



Apenas unos meses después de publicar el disco anterior, los miembros de King Crimson volvieron al estudio para grabar “Red” uno de nuestros discos favoritos de la banda y también uno de los más influyentes que publicaron junto con el clásico “In the Court of the Crimson King” (se dice que Kurt Cobain tenía a “Red” entre sus discos preferidos).

Se diría que una sensación de agotamiento progresivo iba apoderándose de la banda que había adelgazado pasando de quinteto a cuarteto y ahora, tras la baja del violinista David Cross, quedaba constituida en trío. Si embargo, esa “pérdida de peso” en cuanto al número de integrantes no tenía correspondencia directa en las ideas que se iban a desarrollar en el disco. Vamos a escuchar una versión de King Crimson con mucho que decir aún pero también con un hueco para echar la vista atrás y recuperar algunos de los elementos que les hicieron legendarios. Como había ocurrido en otras ocasiones, no todo el disco procede de sesiones en estudio ya que “Providence” estaba sacada de una improvisación más extensa procedente de un concierto reciente. La formación “oficial” de la banda en el momento de la grabación era la formada por Robert Fripp (guitarra y mellotron), John Wetton (bajo y voz) y Bill Bruford (batería y percusiones). Como músicos de apoyo, figuran David Cross (violín), Mel Collins (saxo soprano), Ian McDonald (saxo alto), Robin Miller (oboe) y Marc Charig (corneta).

Bill Bruford, Robert Fripp y John Wetton en una versión alternativa de la foto de portada de "Red".


“Red” – El comienzo es rotundo, directo como uno de aquellos combates de Mike Tyson de finales de los ochenta en los que el adversario rodaba por los suelos en los primeros segundos del asalto inicial. La guitarra de Fripp, ácida y distorisionada, anunciaba el práctico destierro que iba a sufrir en el resto del disco su vieja acústica. Hablamos de Fripp y él fue quien calificó de “Red” como un disco de “heavy metal”. Exagerado, sin duda, pero no del todo desencaminado si tomamos como referencia los primeros minutos del tema inicial. Tras la presentación del “riff” inicial y su desarrollo llegamos a un interludio magistral, oscuro, un desafío para la imaginación del oyente que pronto es rescatado de la ensoñación por la vuelta del tema principal al que se añaden nuevas partes de guitarra que endurecen aún más la propuesta de la banda. Bruford, mientras tanto, obra a sus anchas y Wetton ejecuta con solidez las partes de un bajo, imprescindible para sostener todo el complejo engranaje construido por la banda.



“Fallen Angel” – Un sonido electrónico sobre el que aparece el violín de David Cross es la escueta introducción de una canción con un cierto aire melancólico en su comienzo y un fantasmal oboe que subraya alguno pasajes de forma mecánica. Llegamos así a una primera variación de esas que tanto han influido en músicos actuales como Steven Wilson en la que la guitarra repite con reiteración una breve secuencia de notas mientras van apareciendo el resto de instrumentos (particularmente la corneta de Marc Charig). Una segunda repetición de la estrofa nos deja oír en segundo plano un débil mellotron antes de afrontar el final. La frase de guitarra que antes destacábamos tiene un ligero aire a la evanescente melodía que abría “Lucy in the Sky With Diamonds” de los Beatles aunque no creemos que hubiera ni siquiera la menor intención de hacer un homenaje con ella.

“One More Nightmare” – Pocos sonidos pueden identificar tan bien a King Crimson como los primeros instantes de la introducción de la pieza con una guitarra inconfundible y un Bill Bruford inspiradísimo en la batería. La pieza es una sucesión de cambios, todos ellos con sentido, aunque el uso de las palmas como elemento rítmico central en muchos momentos nos deja muy sorprendidos, terminamos por acostumbrarnos. La sección central del tema parece una improvisación en la que los saxos tienen un papel fundamental aunque siempre se nos antoja subordinado a la continua demostración de capacidades de un Bruford estratosférico. El segmento final es, sencillamente, de otro mundo: jazz, rock, algo de blues... todo en perfecta armonía constituyendo un reto continuo. Nadie ha hecho jamás música así. La pieza se detiene (porque hace eso: detenerse) repentinamente porque no parece haber una buena solución para su final; cualquiera sería decepcionante.

“Providence” – Como comentamos, la pieza es un extracto de una improvisación de mayor duración que tuvo lugar durante un concierto en la gira estadounidense previa a la grabación del disco. En aquel momento, Cross era miembro aún de la banda lo que explica su papel protagonista en los primeros instantes del tema. En ellos es el violín quien marca la pauta entre aislados efectos de percusión, notas de guitarra que aparecen aquí y allá y sonidos no siempre identificables. Metidos en este batiburrillo sonoro agarramos la soga que nos lanza Bruford para subirnos a la nave y comenzar un viaje algo más coherente que ocupará la segunda parte de la pieza, en la que las guitarras reclaman un espacio que ocuparán hasta el final. No es el mejor momento del disco ni tampoco la mejor improvisación de King Crimson que hayamos podido escuchar pero en modo alguno es desdeñable y nos sitúa en la mejor de las posiciones para escuchar lo que viene a continuación.

“Starless” – La melancolía y el efecto casi sedante que produce el sonido de cuerdas del mellotrón van trabajando el estado de ánimo del oyente que comienza a resquebrajarse con las primeras notas de la guitarra de Fripp. A partir de ahí lo que ocurre es magia: Wetton canta (mejor que nunca) una melodía insuperable. Mel Collins tiene la osadia de acompañarle al saxo y consigue, por imposible que parezca, mejorar aún más el resultado. Vuelve Fripp a interpretar el tema de guitarra cediendo los trastos al vocalista para que golpee por segunda vez en lo más delicado de la sensibilidad del oyente antes de entrar en la segunda parte del tema. El bajo dibuja una línea ominosa sobre la que apenas se atreve a destacarse una insolente guitarra que ataca con obstinada precisión una repetitiva serie de acordes. Para cualquier otra banda, esto habría sido suficiente pero si hablamos de King Crimson, sólo puede ser el preludio de algo aún mejor. Efectivamente, a través de un “in crescendo” de locura todo se desboca hasta explotar en una improvisación de jazz rock liderada por el saxo de Mel Collins que parece haber estado esperando este momento durante todo el disco. La recapitulación final con el saxo repitiendo las frases que antes cantara Wetton y el mellotrón reinando en todo su esplendor ponen el mejor final imaginable a un disco fundamental.



Tras un periodo de efervescencia creativa como el vivido en los últimos meses por la banda, lo que no era del todo previsible era lo que ocurrió tras la publicación de “Red”: la disolución de King Crimson con visos de ser definitiva, aunque seguro que todo estaba meticulosamente planeado de antemano por la inaccesible mente de Robert Fripp.  Hoy sabemos que no fue así pero los King Crimson que volvieron varios años más tarde tenían poco que ver con los que firmaron un disco como “Red”. Tiempo habrá, en todo caso, para hablar de esa historia.


“Red” supone uno de los momentos cumbres del rock progresivo. A pesar de ser aún una música relativamente joven, la sucesión de obras maestras que había adornado los últimos años por parte de los buques insignias del género (“Close to the Edge”, “The Dark Side of the Moon”, “The Lamb Lies Down on Broadway”, “Thick as a Brick”...) iban a ser ya difíciles de superar por sus propios autores y desde ese punto de vista es más fácil entender que Robert Fripp echase el cierre por un tiempo hasta que surgieran nuevos retos y con una música que poco tendría que ver ya con ésta. Como ocurre con lo mejor del catálogo de King Crimson, “Red” ha sido recientemente reeditado con contenidos extra y nuevas mezclas a cargo de ese mago llamado Steven Wilson bajo la supervisión del propio Fripp. Además, los más osados tienen a su disposición una humilde cajita que bajo el título de “The Road to Red” recoge una pequeña colección de 24 discos con material procedente de los conciertos que siguieron a la publicación del disco en 1974.



Nos despedimos con una actuación televisiva previa a la publicación del disco en la que el grupo, aún con Cross en sus filas, interpreta "Starless":

 

miércoles, 1 de mayo de 2013

King Crimson - Islands (1971)




Una de las características más extrañas de King Crimson en sus primeros años de vida era su continuo estado de crisis, merced al cual, la amenaza de la disolución rondaba continuamente sobre la banda, llegando a materializarse en alguna ocasión. Es posible que en esa continua tensión se encuentre el principal motor creativo de un grupo para el que cada nueva gira o cada nueva grabación se convertían en un reto casi inasumible y descabellado en muchos momentos.

Pongámonos en antecedentes: tras “In the Court of the Crimson King” (1969), la banda publicó dos nuevos discos en 1970. En el primero de ellos ya se habían registrado cuatro incorporaciones de músicos y una baja y entre los dos discos del citado año ocurrió casi lo contrario, es decir, tres miembros del grupo desaparecen de la alineación y se incorpora uno nuevo. Tras “Lizard” y la correspondiente gira, dejan King Crimson el vocalista Gordon Haskell y el batería Andy McCulloch, sustituidos por Boz Burrell (bajo y voz) y Ian Wallace (batería). Lejos de estabilizarse, tras “Islands” todos los músicos participantes en el disco salvo Robert Fripp dejaron la banda definitivamente pero eso será materia para otra entrada.

Volvamos a 1970 para encontrarnos con un trío formado por Robert Fripp, Mel Collins y Peter Sinfield. Sólo tres personas, la última de las cuales ni siquiera tocaba algún instrumento. La banda comenzó la búsqueda de una sección rítmica y un vocalista que, en principio, debería ser también el bajista. La primera incorporación fue la de Ian Wallace, batería que había tocado en el primer grupo de Jon Anderson e, incluso, en alguna ocasión con Yes así como junto a otros artistas británicos menos conocidos como Viv Stanshall (el maestro de ceremonias del final de la cara a del “Tubular Bells” de Mike Oldfield). Más complicado fue encontrar al último miembro del grupo lo que costó un buen número de audiciones “horribles” en palabras de Robert Fripp. Pasaron por ella nombres tan ilustres como el de Brian Ferry pero ninguno de ellos daba lo que el guitarrista esperaba. Se llegó a pensar en la posibilidad de que fueran dos las incorporaciones en lugar de una que hiciera la doble tarea de bajista y cantante pero finalmente se optó por otra vía. El nombre escogido fue el de Boz Burrell, solvente vocalista al que el propio Fripp enseñó las nociones básicas para que tocase también el bajo, siquiera de forma provisional. Sea como fuere, la opción fue la definitiva y la que terminó por asentarse para el disco.

El concepto del disco es ligeramente reminiscente del viaje de Ulises en la Odisea de Homero, recorriendo varias islas del mediterraneo. El letrista Peter Sinfield había residido en Formentera durante algún tiempo y allí escribió alguno de los textos de “Lizard” y todos los de “Islands” y la isla le inspiró para escribir este trasunto de la obra homérica que parte de la isla balear en la que, presumiblemente, concluye.

Acompañan en “Islands” a los miembros de King Crimson, el pianista Keith Tippett, la soprano Paulina Lucas, el oboe Robin Miller, Marc Charig a la corneta y Harry Miller al contrabajo.

Imagen de la formación que grabó "Islands"

“Formentera Lady” – Un sólo de contrabajo (no pulsado sino frotado con arco) abre el disco y sirve de presentación para una serie de arabescos de piano y flauta poco usuales en el rock hasta entonces. Entra entonces la voz de Burrell entonando una pausada melodía con un aire como de romance antiguo. Bajo y batería entran entonces marcando un ritmo metronómico con aderezos varios de flauta y percusión antes de retomar la narración inicial para repetir el esquema una vez más. Alrededor del minuto seis entramos en un segmento instrumental en el que aparecen por fin la guitarra de Fripp (en un plano secundario) y el saxo de Collins (más protagonista). Es esta parte en clave jazz-rock el momento más indiscutiblemente crimsoniano de la pieza y enlaza sin descanso con un poderoso instrumental rock.

“Sailor’s Tale” – Un vertiginoso golpear de platillos anuncia el cambio radical del disco que entra en una sección vigorosamente rockera en la que Fripp y compañía se desenvuelven con maestría combinando diferentes tiempos y ambientes. Citamos a Fripp porque suyos son los momentos más interesante con su guitarra buscando los límites acompañada de un casi imperceptible fondo de mellotron sobre el regular golpeo de Ian Wallace. Con el avance de la pieza, los teclados ganan en intensidad y la sección rítmica toma los mandos regalándonos uno de los más memorables instrumentales de la banda en estos años. Imprescindible en su repertorio en directo en adelante.

“The Letters” – De nuevo asistimos a una mutación en el comienzo del siguiente corte que se nos presenta entre suaves acordes de guitarra sobre los que Burrell canta una suave tonada. La tranquilidad se rompe en mil pedazos con la irrupción del saxo, agresivo como nunca y la ácida guitarra de Fripp que interrumpen bruscamente el desarrollo de la canción. Tras el sobresalto volvemos al jazz-rock con aire improvisado. La segunda intervención del cantante no tiene nada que ver con la anterior ya que, aunque la melodía es la misma, la intensidad, rozando el desgarro, es manifiestamente superior cerrando así la cara a del disco.

“Ladies of the Road” – La segunda parte del LP comienza con una especie de blues con un punto de psicodelia que nos sorprende con un estribillo inconfundiblemente deudor de los Beatles, influencia que no queda en el juego de voces sino que podemos encontrar también en algunos fraseados de guitarra. Por un momento nos sentimos transportados al “White Album” del cuarteto de Liverpool sin que por ello la composición pierda ni un ápice de su atractivo, siendo una de nuestras favoritas de la banda.



“Prelude: Song of the Gulls” – Si hay una sorpresa en el disco es esta pieza instrumental de cámara en la que sólo intervienen instrumentos clásicos. La melodía es una preciosidad que nos hace plantearnos hasta dónde habría dado de sí Fripp si hubiera cultivado algo más esta faceta de su música. Seguramente es una impresión nuestra sin mucha relación con la realidad ya que son músicos entre los que no encontramos demasiados nexos comunes pero creemos que esta composición pudo tener mucha influencia en un músico como Ray Lynch cuando grabó su “Nothing Above My Shoulders But the Evening” muchos años después.



“Islands” – Como cierre tenemos una preciosa balada llena de melancolía en la que todos los músicos invitados tienen un papel primordial (al igual que en la pieza precedente), especialmente Keith Tippett al piano, que deja en un segundo plano a los integrantes de la propia banda. El punto final va precedido de una extraña coda en la que escuchamos lo que parece un comienzo (o todo lo contrario) de una sesión de grabación con los músicos poniendo a punto sus instrumentos.

A pesar de haber grabado un disco tremendamente sólido y convincente, tras la gira que lo siguió, todos los integrantes de King Crimson salieron del grupo en desbandada dejando a Robert Fripp sólo ante el futuro. Las relaciones no eran las ideales pero los conciertos ayudaron a limar asperezas y se dice que en un momento dado, todos los músicos ofrecieron a Fripp continuar con el proyecto pero la cosa había llegado a un punto de no retorno tras el cual, fue el propio guitarrista el que optó por la disolución y posterior reconstrucción de todo el concepto de King Crimson. Como la mayor parte de la discografía “clásica” del grupo, “Islands” ha sido recientemente remasterizado por Steven Wilson por lo que no es complicado encontrar el trabajo en las tiendas. Os sugerimos un par de enlaces:



Nos despedimos con una rara versión en directo del tema que da título al disco:


martes, 17 de enero de 2012

Jakszyk, Fripp and Collins - A Scarcity of Miracles (2011)




Existe un fenómeno muy curioso que ha alcanzado cierta importancia en los últimos años. Consiste en grupos de músicos que se reunen para tocar canciones de otra banda, especialmente de los grandes clásicos de los 70, y terminan convirtiéndose en bandas-tributo que hacen conciertos imitando la estética de su banda “madre” y explotando el repertorio de ésta.

Así, por ejemplo,Yes tienen bandas-tributo como Fragile, Genesis tienen a los Musical Box y los Australian Pink Floyd tocan habitualmente homenajeando a la banda de Waters, Gilmour y compañía. Hasta grupos más actuales como U2 tienen a los Achtung Babies como banda de homenaje.

Hay un caso algo más complejo que es el de la 21st Century Squizoid Band. A primera vista, cualquier lector sagaz los relacionará con King Crimson y el tema que abría su primer disco “In The Court of the Crimson King” y, ciertamente, ese avispado lector tendrá razón. Hasta aquí, la banda no tendría nada de particular. Sin embargo, si nos ponemos a repasar la lista de integrantes de la misma nos encontramos con que estaba formada en sus inicios por Mel Collins, Michael Giles, Peter Giles, Ian McDonald y Jakko Jakszyk y que, poco después, el fallecido Ian Wallace sustituiría a Mike Giles. Lo que hace a la 21st Century Squizoid Band distinta a la gran mayoría de bandas tributo, formadas habitualmente por fans del grupo original es que de los seis músicos que han formado parte de ella, cinco se contaron en algún momento entre los “titulares” de la banda original, King Crimson, o participaron en algún disco del grupo. Así, McDonald y Michael Giles fueron miembros de la banda en su disco de debut, Mel Collins y Peter Giles se incorporaron en el segundo disco de la formación de Fripp (si bien, Peter no aparece como miembro sino como músico de estudio). Por último, Ian Wallace entró en King Crimson para la grabación de “Islands”. Nos falta sólo hablar de Jakko Jakszyk, vocalista, multi-instrumentista y productor, Jakko aparece como músico de estudio en discos de lo más variopinto antes de ingresar en la banda. Como anécdota, actualmente está casado con Amanda, hija de Michael Giles, con lo que, a fin de cuentas, también tiene su propio parentesco, siquiera lejano con King Crimson, valga la broma. Otra diferencia entre la 21st Century Squizoid Band y otras bandas de homenaje es que se centran en una parte concreta del repertorio de la banda y no en toda la trayectoria de la misma. Dado que sus miembros formaron parte de King Crimson en los primeros años setenta, era lógico que fuera esta etapa la que escogieran a la hora de recrear temas clásicos del viejo rey escarlata.

Por otra parte, a mediados de los años noventa, Robert Fripp y Bill Bruford, integrantes por aquel entonces de unos King Crimson en estado de hibernación, planearon hacer una serie de conciertos basados principalmente en improvisaciones. La incorporación al proyecto de Trey Gunn y Tony Levin nos dejaba frente a una banda formada por cuatro miembros de King Crimson pero que no era King Crimson. Fripp bautizó, por decirlo de algún modo, la idea con el nombre de ProjeKct One y se abría la puerta a otros “ProjeKcts” que no serían sino distintas permutaciones entre los miembros en activo de la banda, creadas con el objeto de experimentar e investigar en sonidos que pudieran ser incorporados a King Crimson con posterioridad. Así, hubo un ProjeKct Two con Fripp, Gunn y Adrian Belew, un ProjeKct Three con Fripp, Gunn y Mastelotto y un ProjeKct Four con Fripp, Gunn, Mastelotto y Levin. Para complicar algo más la cosa, existió un ProjeKct “X” en el que la formación era la misma que grabó en las mismas fechas el “The ConstruKction of Light” de los King Crimson de aquel momento. Por si esto fuera poco, y pese a la ausencia de un ProjeKct Five, sí que hubo un ProjeKct Six integrado por Fripp y Belew.


¿dónde se ha metido Mel Collins?

Y con todo este extraño batiburrillo, nos encontramos con la aparición el pasado año 2011 de un disco que se presentaba como: “Jakszyk, Fripp & Collins: A Scarcity of Miracles” con el añadido de “A King Crimson ProjeKct”. Y ¿qué era esto exactamente? No es King Crimson puesto que la formación oficial de la banda es muy distinta en este momento. Tampoco sería un ProjeKct al uso puesto que ni Jakszyk ni Collins son integrantes actualmente de la formación. Para terminar de liar la madeja, acompañan al trío dos músicos que sí son miembros de King Crimson en la actualidad como Tony Levin y Gavin Harrison.

La idea del disco surge de una serie de improvisaciones entre Jakszyk, y Fripp que no parecían tener más historia pero Jakko trabajó algo más en el material llegando a darle cierta forma. Cuando Collins escuchó el resultado sugirió que le faltaba, precisamente, su saxofón. A partir de ahí todo vino rodado y con la incorporación de la sección rítmica de King Crimson a la mezcla, aquella experimento inicial de guitarras y “soundscapes” se convirtió en todo un LP. Robert Fripp habla del disco diciendo que tiene todo el espíritu de King Crimson pero que no es suficientemente Crimsoniano, pese a lo cual, no tiene problemas en afirmar que es uno de sus discos favoritos “de todos aquellos en los que su participación ha sido determinante”. Pasamos a hacer un breve comentario tema por tema como es costumbre por aquí.

“A Scarcity of Miracles” – El album se abre con un juego de guitarras y soundscapes combinados que no deja la menor duda acerca de quién anda trasteando detrás de la grabación. Tras esta introducción toma las riendas del tema el saxo de Mel Collins. Los aires tranquilos de la canción nos muestran que esto no va a tener nada que ver con los últimos trabajos de King Crimson y sí, en cambio con otros discos de la banda de principio de los años setenta. El nuevo experimento de Fripp y compañía va a transcurrir por caminos muy tranquilos y elegantes sin demasiado espacio para las florituras a pesar del enorme nivel de los músicos implicados.

“The Price We Pay” – La pieza comienza de modo similar a la anterior pero cambiando las guitarras por el Guzheng interpretado por Jakszyk. Quizá la menor participación de Collins en beneficio de algún solo más destacado de la guitarra de Fripp le dan al tema un sabor mucho más “crimsoniano” que el anterior. A estas alturas del disco, empezamos a tener claro que la voz de Jakszyk encaja perfectamente con la linea del trabajo justificando sobradamente su presencia, pese a no haber formado nunca parte del grupo original.

“Secrets” – Una canción con dos partes bien distintas. Una primera casi ambiental y una segunda algo más compleja con aportaciones realmente relevantes de todos los músicos. Nos apetece destacar la aportación de Gavin Harrison, a quien estabamos acostumbrados a escuchar en registros más enérgicos con Porcupine Tree y que en este corte da una lección de cómo llenar el espacio que corresponde al batería sin destacarse por encima de los demás músicos pero dejando su impronta particular.
“This House” – Un bellísimo juego de voces y efectos electrónicos nos da la bienvenida al cuarto tema del disco que repite el esquema de los anteriores casi punto por punto. Parece que el hecho de que el disco aparezca firmado por Jakszyk, Fripp y Collins indica, precisamente, que son ellos los que se encargan de hacer la presentación de todos los temas y sólo en la segunda mitad de los mismos Tony Levin y Gavin Harrison reciben el permiso para participar.

“The Other Man” – La única canción que se sale un poco de la linea del disco es precisamente la que ahora nos ocupa. Con ese punto de tensión que aporta Tony Levin cuando se pone serio, y la guitarra de Fripp en sus registros más agresivos, “The Other Man” es, quizá, nuestro corte favorito del trabajo por todo lo que tiene de diferente y por ser el que más se acerca a los King Crimson más recientes, de los que nos declaramos admiradores.

“The Light of Day” – El cierre del disco lo pone el corte más experimental y oscuro del mismo, especialmente en sus primeros minutos llenos de ambientes y florituras guitarrísticas como pinceladas lanzadas al azar sobre un lienzo. Las voces con sus distintos ecos y efectos de overdubbing dan la sensación de estar interpretadas a capella en muchos momentos, a pesar del evidente acompañamiento instrumental. No sabríamos describir esto con precisión pero las guitarras y los saxos ocupan un segundo plano casi fantasmal que contribuye a destacar de un modo realmente extraño la voz de Jakko. El tema termina siendo el único del disco en el que no oímos ninguna percusión.

Tenemos que confesar que los primeros momentos del disco, especialmente con la entrada del saxo de Mel Collins en el primer corte, nos pusieron en guardia ante la aparición de un sonido demasiado “convencional”, demasiado “mainstream” para lo que uno espera de cualquier versión de King Crimson y mucho más aún para lo que se espera de un “ProjeKct”. Sin embargo, el paso de los minutos y las sucesivas escuchas (no nos parece un disco para ser asimilado facilmente) nos han convencido sobradamente de que la capacidad actual para seguir creando música de Robert Fripp con cualquier acompañamiento, sigue siendo muy grande. Cierto es que hace tiempo que no nos sorprende como antaño pero su trabajo se ha instalado en unos niveles de calidad envidiables para la gran mayoría de músicos actuales, algo muy difícil de encontrar en otros artistas de la generación de Fripp que, recordemos, ya va camino de los 66 años y tiene a sus espaldas la friolera de más de 700 trabajos publicados en solitario o en colaboración con otros artistas y, por descontado, con King Crimson.

Jakko Jakszyk toca guitarras, guzheng, teclados y es la voz solista, Robert Fripp aporta sus guitarras y sus personales soundscapes, Mel Collins se encarga de los saxos y la flauta, Tony Levin, ¿cómo no?, del bajo y el stick y Gavin Harrison de la batería y resto de percusiones.

Es cierto lo que indica el título del disco y vivimos una época de escasez de milagros, también en lo musical. No sabemos si calificar como tal este trabajo pero sí que lo encontramos altamente recomendable y por ello os dejamos un par de enlaces para adquirirlo.

amazon.es

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Video promocional de "A Scarcity of Miracles":


domingo, 10 de julio de 2011

No-Man - Flowermouth (1994)



La grabación de "Flowermouth" fue una experiencia con tintes de catarsis para el dúo que formaban Bowness y Wilson. La crítica era favorable a la banda pero no entusiasta, varios singles anteriores habían llegado al top 20 de las listas pero esto no se reflejaba suficientemente en las ventas de los LP's y las asperezas entre los miembros del grupo y el violinista Ben Coleman llevaron a la ruptura entre este y la banda, lo que provocó, además, que No-Man abandonase las giras y los conciertos y se quedaran sólo como grupo de estudio, situación que se prolongó durante más de 10 años. Las aportaciones de Coleman a la grabación, sin embargo, permanecieron en la versión final del disco. Además, de todo esto, la discográfica presionaba para que utilizaran a un productor "con nombre" para el disco que se grabaría en un gran estudio londinense, a lo que se negaron. En palabras de Tim Bowness: "queríamos cometer nuestros propios errores".

Bowness y Wilson pidieron un adelanto a la discográfica e invirtieron el dinero en hacer mejoras en el estudio privado del segundo. El resto fue para contratar a los músicos que consideraron más adecuados para el trabajo. El elenco no podía ser más atractivo. Por un lado, se pudo contar con Steve Jansen y Richard Barbieri, ex-Japan y viejos colaboradores de la banda a los que se añadieron el bajista Silas Maitland y el batería Chris Maitland, habituales en los directos del grupo.

Como estrellas invitadas, las sesiones de grabación contaron con colaboraciones realmente destacadas, especialmente la del guitarrista Robert Fripp. Al parecer, Bowness y Wilson habían leído un comentario del guitarrista a raíz de la publicación del primer disco de No-Man, en el que Fripp afirmaba que era un gran disco pero que habría sido aún mejor si él hubiera participado en el mismo. "Nos parecía que tenía razón" afirma Bowness. "Escuchando sus trabajos con Brian Eno, David Bowie o David Sylvian creímos que tenía mucho que aportarnos". Durante las horas invertidas en el estudio, Fripp y el dúo llevaron a cabo una versión propia de las estrategias oblicuas diseñadas por Brian Eno años atrás sustituyendo las cartas de este por fotos clásicas de momentos históricos en la historia del rock. Fue a sugerencia de Fripp, que una canción magnífica como "Simple" fuera finalmente incluída en el disco ya que Wilson y Bowness no contaban con ella. De la mano de Robert Fripp, participó en el disco el saxofonista Mel Collins, antiguo integrante de King Crimson. Cierra la nomina de músicos el trompetista Ian Carr. La vocalista Lisa Gerrard aparece acreditada aunque no participa en la grabación. Sólo se utiliza un sample procedente de sus trabajos con Dead Can Dance.

Con todo, "Flowermouth" es un elegante ejercicio de art-pop (como lo suelen calificar los críticos británicos) con tintes minimalistas (el comienzo de "Angel Gets Caught in a Beauty Trap" lo firmaría Steve Reich y los teclados de "Simple" recuerdan a Philip Glass, por poner dos ejemplos). Otras influencias como la de Miles Davis, algunos detalles clásicos y sonidos de la escena electrónica de los 90, también están presentes en el disco.

Como siempre, os dejamos un par de enlaces para adquirir el trabajo:

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Podeis disfrutar del videoclip de "Simple" a continuación:

miércoles, 1 de junio de 2011

No-Man - Wild Opera (1996)


"No Man is an Island Except the Isle of Man" nace como uno mas de los proyectos personales del polifacético Steven Wilson a finales de los 80. El nombre de la banda fue abreviandose por necesidades del guión, primero a "No Man is an Island" y finalmente al más escueto "No-Man". Por el camino, lo que iba a ser otro grupo fantasma de Wilson como "Altamont", "Karma" o los mismísimos "Porcupine Tree" se convirtió en un dúo cuando en 1987 Wilson conoce al cantante, teclista y guitarrista Tim Bowness. Tras pasar por algún periodo, incluso como cuarteto, "No-Man" se consolidan como dúo y graban su primer LP en 1992 junto con tres ex-miembros de Japan, Mick Karn, Richard Barbieri y Steve Jansen.

No es éste, sin embargo, el trabajo del que nos vamos a ocupar aquí en este momento sino del tercer LP de la banda. "Wild Opera" supone un paso adelante de la formación y probablemente es, a día de hoy, su mejor disco. "No-Man" siempre ha sido el proyecto más ecléctico de todos los que ha tenido Steven Wilson. Han tocado estilos a los que no se ha acercado en ninguna de sus otras encarnaciones y este trabajo es el mejor ejemplo. El disco navega sin complejos por las aguas del trip-hop, el drum'n'bass, el tecno industrial y la electrónica en general pero no deja de lado la experimentación y los tempos lentos que caracterizaron los primeros trabajos del grupo. No podemos dejar de recomendar temas como "Sinister Jazz", baladas como "My Revenge on Seattle" y, especialmente, la soberbia "Housewives Hooked on Heroin".

Además de Wilson y Bowness, aparecen en el disco la violinista Natalie Box y el saxo de Mel Collins. También escuchamos diverso material sampleado del propio Collins, Richard Barbieri y Robert Fripp.

El disco se ha reeditado recientemente en una mágnífica edición doble junto con el mini-LP "Dry Cleaning Ray", que podeis adquirir aquí:

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Podeis escuchar la citada "Housewives Hooked on Heroin" a continuación: