Uno de los legados literarios más importantes del pasado siglo, sin duda, surgió de la mano de Virginia Woolf. Por ello no sorprende que hayan existido todo tipo de manifestaciones artísticas basadas o influidas por su obra: desde novelas hasta películas pasando por libretos operísticos han tomado como punto de referencia a la figura de Woolf o a alguno de sus escritos. Dentro de estos, uno particularmente influyente ha sido “The Waves”, una novela construida alrededor de seis personajes que se expresan de forma independiente a lo largo de diferentes etapas de sus vidas durante las cuales se relacionan entre sí. No hace mucho hablamos aquí del disco que Max Richter compuso a partir de “The Waves” y hoy vamos a comentar otro disco que saca su inspiración de la misma obra.
“Le Onde” fue el tercer disco publicado por Ludovico Einaudi en su día pero realmente fue el primero en obtener un reconocimiento masivo. Un tiempo antes, la emisión en BBC Radio de “Stanze”, su trabajo inmediatamente anterior, compuesto para arpa eléctrica, provocó un aluvión de llamadas a la emisora preguntando por el autor de aquella música pero el verdadero salto a la fama se produjo en 1996 con la aparición de “Le Onde”, un trabajo para piano solo que, además, iba a marcar el estilo con el que Einaudi ha sido reconocido posteriormente.
El joven Ludovico. |
“Canzone Popolare (France 1500 ca)” - El trabajo se abre con una delicada miniatura interpretada por Einaudi en pianissimo. Desconocemos si realmente es una canción popular como indica su título pero muy bien podría serlo, máxime si tenemos en cuenta que el folclore francés estuvo tan presente en sus primeras vivencias musicales como pudo estarlo Bach y es que la madre de Ludovico interpretaba este tipo de piezas al piano durante la infancia del artista.
“Le Onde” - El tema central de la obra comienza de forma reposada con una serie de arpegios muy sencillos que dan paso a un tema central muy en la linea de muchos artistas que grababan en los sellos Windham Hill o Narada en los ochenta y primeros noventa, particularmente de David Lanz. El tema es muy inspirado y ciertamente agradable aunque carente de tensión y riesgo. El esquema se repite en el segundo tramo introduciendo algunos elementos nuevos que no son lo bastante diferentes para considerarlo algo más que una variación. Con todo, estamos ante una composición de esas que hacen que inmediatamente nos preguntemos por su autor.
“Lontano” - Continuamos con una composición tremendamente pausada, con grandes silencios en su parte inicial y una evolución no exenta de una cierta solemnidad después. Es una de las piezas más reflexivas de su autor que utiliza un material realmente escueto para dibujar un tema que requiere de varias escuchas para sacarle todo el jugo.
“Ombre” - Volvemos aquí a la linea pianística que hace unas décadas habría ido sin dudarlo al cajón de la “new age”, bien cerquita de los discos “estacionales” de George Winston. Alguna pincelada de Satie aquí y allá le da un toque elegante a la repetición de motivos aunque la cosa no termina de despegar.
“La linea scura” - El comienzo es uno de los que más recuerda a Glass, en especial a sus “Metamorphosis” aunque el giro melódico es muy diferente de los que suele emplear el compositor neoyorquino. Sin embargo, este toque minimalista presente a lo largo de todo el tema lo convierte en uno de nuestros favoritos de todo el trabajo, con un romanticismo incipiente que le pega muy bien al esqueleto repetitivo de la pieza.
“Tracce” - La visión de Einaudi del minimalismo continúa con esta atractiva composición que explora terrenos por los que otros artistas como Clint Mansell han circulado también. Seguimos con los tiempos lentos y la ausencia de sobresaltos pero en esta ocasión con un punto de tensión muy de agradecer, siempre dentro de los parámetros del músico italiano.
“Questa notte” - Cambio total de estilo con esta pieza de aire folclórico, mucho más dinámica y animada que las anteriores. Por seguir con las influencias del ámbito de la música “new age”, citaremos aquí a Kostia, el pianista del sello Narada que nos habío ofrecido un disco maravilloso como fue “Suite St.Petersburg” apenas un par de años antes de la aparición de “Le Onde”. En muchos aspectos, esta pieza nos recuerda a aquel trabajo lo que no va en detrimento de Einaudi ya que la referencia se hace a título orientativo.
“Sotto vento” - Otra de las grandes piezas del disco es esta larga composición (supera los siete minutos en un trabajo en el que ninguna otra llega a los seis). Comienza de forma tranquila pero durante todo el desarrollo se intuye una evolución en segundo plano que va haciendose cada vez más presente. Escuchamos retazos de melodías que por sí mismos no nos llaman la atención pero que poco a poco se revelan como parte de un todo mayor que termina por ser fascinante.
“Dietro l'incanto” - Aunque sea una pieza independiente, su poderoso comienzo enlaza perfectamente con la atmósfera del corte anterior. Probablemente sea la pieza más cercana en espíritu a Wim Mertens e incluso se adelanta un poco al estilo que el belga iba a desplegar en su “Der Heisse Brei” unos años después. Otra composición, en suma, que pasa inmediatamente al grupo de nuestras predilectas dentro de este trabajo.
“Onde corte” - El formato de canción y la influencia popular vuelven a darse la mano en esta animada pieza que sirve para cambiar el humor del oyente tras un par de piezas más profundas. Optimista y alegre, cumple su función en el disco sin llegar a deslumbrar.
“La profondità del buio” - Toques de “jazz” se intuyen a lo largo del siguiente corte de “Le Onde”. Quizá la pieza menos estructurada, más distraída, del trabajo lo cual es muy de agradecer en los músicos de ascendencia minimalista, tendentes a crear piezas muy encerradas en un determinada esquema formal, en ocasiones, muy estricto.
“Passaggio” - Una preciosidad que no esperabamos a estas alturas del disco. La digna réplica al corte que le da título, con una melodía bellísima y sin complejos que se convierte en uno de los momentos estelares de todo el trabajo y en una de las piezas que mejor encaja el espíritu lírico del compositor con las influencias repetitivas sin chirriar en ningún instante. Pura magia.
“L'ultima volta” - El cierre es reposado y tranquilo. Apenas una serie de notas que se repiten una y otra vez con ligeras variaciones hasta poner el punto y final.
La música de Ludovico Einaudi no es particularmente original. Su admiración por Philip Glass o Michael Nyman está muy patente en su obra pero no de forma tan clara como en otros casos similares (pensamos en Max Richter, por ejemplo). Pese a ello, esta ausencia de imitación no resulta necesariamente en un estilo claramente reconocible como ocurre con el alemán. Richter, como Yann Tiersen antes o incluso Wim Mertens, tiene un sello ineludible. Su música es identificada casi de inmediato. Con Einaudi todo es más difuso. No diremos que carece de personalidad pero sí que esa personalidad no es tan marcada como en los otros casos. De cualquier forma, el talento de Ludovico está fuera de toda duda y su música es igualmente recomendable. A partir de “Le Onde”, el músico italiano se convirtió en una estrella por derecho propio y hoy en día sigue sigue siendo una de las principales referencias dentro de la música instrumental contemporánea.