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viernes, 23 de enero de 2015

Patricia Highsmith / La evangelista



Patricia Highsmith
LA EVANGELISTA

THE EVANGELIST 
Little Tales of Misogyny
 
Dios vino tarde a Diana Redfern… pero vino. Diana tenía cuarenta y dos años cuando, caminando por su calle encharcada sobre la que caían gotitas desde los olmos, por la lluvia que muy poco antes había cesado, experimentó un cambio… una revelación. Esta revelación afectó a su mente, a su cuerpo y también a su alma. Notó la presencia de la naturaleza y de un Dios todopoderoso penetrando en ella. En ese mismo instante el sol, que había estado tratando de salir entre las nubes, se derramó sobre su rostro y su cuerpo y sobre la toda la calle, que se llamaba la calle del Olmo.

jueves, 22 de enero de 2015

Patricia Highsmith / La bailarina


Fotografía de Christopher Peddecord
Patricia Highsmith 
LA BAILARINA

THE DANCER
Little Tales of Misogyny 
BIOGRAFÍA DE PATRICIA HIGHSMITH

Bailaban maravillosamente juntos, evolucionando de un lado a otro de la pista a los eróticos ritmos del tango, a veces del vals. A la edad de veinte y veintidós años respectivamente, Claudette y Rodolphe se hicieron amantes. Quisieron casarse, pero su empresario consideró que resultaban más excitantes para los clientes si no estaban casados. Así que permanecieron solteros.

miércoles, 21 de enero de 2015

Patricia Highsmith / La víctima

Jenny Seville
Patricia Highsmith
LA VÍCTIMA

Empezó cuando la pequeña Catherine, rubia y gordita, tenía cuatro o cinco años; sus padres notaron que se hería, se caía o hacía algo desastroso con mucha más frecuencia que otros niños de su edad. ¿Por qué a Cathy le sangraba la nariz tan a menudo? ¿Por qué tenía las rodillas siempre arañadas? ¿Por qué lloraba tantas veces pidiendo el consuelo de su mamá? ¿Por qué se había roto el brazo dos veces antes de los ocho años? ¿Por qué, realmente? Sobre todo teniendo en cuenta que Cathy no era muy aficionada a estar en la calle. Preferiría jugar en casa. Por ejemplo, le gustaba vestirse con la ropa de su madre, cuando ésta había salido. Cathy se ponía vestidos largos, tacones altos y maquillaje, que se aplicaba ante el tocador de su madre. Por dos veces, tales juegos habían sido la causa de que Cathy se enganchara los bamboleantes zapatos en la falda y se cayera por las escaleras, cuando iba camino del cuarto de estar para mirarse en el espejo más grande. Esta había sido la causa de una de las fracturas del brazo.

martes, 20 de enero de 2015

Patricia Highsmith / Ama de clase media


Patricia Highsmith
AMA DE CASA DE CLASE MEDIA

THE MIDLE-CLASS HOUSEWIFE
Little Tales of Misogyny

Pamela Thorpe consideraba que el Women's Lib era uno de esos estúpidos movimientos de protesta sobre los cuales les gusta escribir a los periodistas para llenar sus páginas. Las del Women's Lib afirmaban que "querían independencia" para las mujeres, mientras que Pamela pensaba que, de todas formas, las mujeres dominaban a los hombres. Por eso, ¿para qué armar tanto jaleo?

lunes, 19 de enero de 2015

Patricia Highsmith / La paridora

Patricia Highsmith
LA PARIDORA

BIOGRAFÍA DE PATRICIA HIGHSMITH

Para Elaine el matrimonio significaba niños. Por supuesto, el matrimonio significaba un montón de cosas más, como crear un hogar, ser un apoyo moral para su marido, alegre compañía, todo eso. Pero sobre todo niños... para eso servía el matrimonio, de eso trataba la cosa.

domingo, 18 de enero de 2015

Patricia Highsmith / La perfecta señorita



Patricia Highsmith
LA PERFECTA SEÑORITA


BIOGRAFÍA DE PATRICIA HIGHSMITH
Little Tales of Misogyny 

Theodora, o Thea como la llamaban, era la perfecta señorita desde que nació. Lo decían todos los que la habían visto desde los primeros meses de su vida, cuando la llevaban en un cochecito forrado de raso blanco. Dormía cuando debía dormir. Al despertar, sonreía a los extraños. Casi nunca mojaba los pañales. Fue facilísimo enseñarle las buenas costumbres higiénicas y aprendió a hablar extraordinariamente pronto. A continuación, aprendió a leer cuando apenas tenía dos años. Y siempre hizo gala de buenos modales. A los tres años empezó a hacer reverencias al ser presentada a la gente. Se lo enseñó su madre, naturalmente, pero Thea se desenvolvía en la etiqueta como un pato en el agua.

sábado, 17 de enero de 2015

Patricia Highsmith / La novelista

Ilustración de Ofra Amit
Patricia Highsmith
LA NOVELISTA
Posee una memoria perfecta. Todo es sexo. Va por su tercer matrimonio y ha dejado tres hijos por el camino, pero ninguno de su actual marido. Grita: «¡Escuchad mi pasado! Es más importante que mi presente. Dejadme que os cuente lo cerdo que era mi último marido (o amante).»
Su pasado es como una comida mal digerida, quizás indigerible, que se le ha quedado sentada en la boca del estómago. Uno desearía que pudiese vomitarla y olvidarla, sencillamente.

viernes, 16 de enero de 2015

Patricia Highsmith / La enferma o la encamada

Fotografía de Chamick Tyler
Patricia Highsmith
LA ENFERMA O LA ENCAMADA


Había sufrido una caída diez años antes, cuando pasaba unas vacaciones esquiando en Chamonix con su novio. La lesión tenía algo que ver con la espalda. Los médicos no pudieron encontrar nada, nadie veía nada anormal en su espalda; y, sin embargo, le dolía, decía ella. La realidad era que no estaba segura de conservar a su hombre a menos que fingiera una lesión, adquirida precisamente estando con él. Philippe, sin embargo, estaba muy enamorado de ella, así que no debería haberse preocupado tanto. No obstante, enganchar firmemente a Philippe y asegurarse, además, una vida de ocio –por no decir pasarse el resto de sus días echada boca arriba, o como prefiriese tumbarse cómodamente– no era una pequeña ventaja. ¿Cuántas mujeres podían pescar a un hombre para siempre, sin darle nada en absoluto, sin siquiera hacerle la comida, y que, a pesar de todo, las mantuviese a un nivel bastante bueno?

jueves, 15 de enero de 2015

Patricia Highsmith / La coqueta

Alice
John Watkiss
Patricia Highsmith

Había una vez una coqueta que tenía un pretendiente del cual no podía librarse. Él se tomaba en serio sus promesas y declaraciones y no quería dejarla. Se creía hasta sus insinuaciones. Esto la irritaba, porque estorbaba sus buenas relaciones eventuales y los regalos, halagos, flores, cenas y demás que podría obtener de ellas.

miércoles, 14 de enero de 2015

Patricia Highsmith / La artista


Patricia Highsmith
LA ARTISTA

En la época en que Jane se casó, no parecía haber nada extraño en ella. Era regordeta, bonita y muy práctica: capaz de hacer la respiración artificial en un abrir y cerrar de ojos, reanimar a una persona desmayada, o detener una hemorragia nasal. Era ayudante de un dentista y no se inmutaba ante una crisis o un dolor. Pero sentía entusiasmo por las artes. ¿Qué artes? Todas. Empezó, durante el primer año de casada, con la pintura. Esto ocupaba todos sus sábados, o suficientes horas del sábado como para impedirle hacer la compra del fin de semana, pero la hacía Bob, su marido. También era él quien pagaba el enmarcado de los retratos al óleo, sucios y con los colores corridos, de sus amistades. Las sesiones de posado de los amigos también consumían buena parte del tiempo durante el fin de semana. Al fin, Jane admitió el hecho de que no lograba evitar que los colores se corriesen, y decidió abandonar la pintura por la danza.

martes, 13 de enero de 2015

Patricia Highsmith / Oona, la alegre mujer de las cavernas



Patricia Highsmith
OONA, LA ALEGRE MUJER DE LAS CAVERNAS

BIOGRAFÍA DE PATRICIA HIGHSMITH

Era un poco peluda, le faltaba un incisivo, pero su atractivo sexual era perceptible a una distancia de doscientos metros o más, como un olor; quizás fuese eso. Toda ella era redonda, su vientre, sus hombros, sus caderas eran redondas, y siempre estaba sonriente, siempre alegre. Por eso gustaba a los hombres. Siempre tenía algo cociendo en una olla sobre el fuego. Era mansa y nunca se enfadaba. Le habían dado tantos garrotazos en la cabeza que su cerebro estaba confuso. No hacía falta golpear a Oona para poseerla, pero ésa era la costumbre, y Oona apenas se molestaba en esquivar el cuerpo para protegerse.

lunes, 12 de enero de 2015

Patricia Highsmith / Un objeto de cama transportable


Patricia Highsmith
UN OBJETO DE CAMA TRANSPORTABLE
BIOGRAFÍA DE PATRICIA HIGHSMITH

Hay montones de chicas como Mildred, sin hogar, pero nunca sin techo… Generalmente, el techo de una habitación de hotel; a veces, el de un apartamento de soltero; el de la cabina de un yate, si hay suerte, o el de una tienda de campaña o una caravana. Estas chicas son objetos de cama, el tipo de cosa que se compra, como una botella de agua caliente, una plancha de viaje, un cepillo eléctrico para los zapatos, o cualquier otro lujo. Saber cocinar un poco es una ventaja para ellas, pero, ciertamente, no es necesario que hablen, en ningún idioma. Son también intercambiables, como las monedas de libre circulación o los cupones de respuesta postal internacionales. Su valor sube y baja, dependiendo de su edad y de su propietario actual.

domingo, 11 de enero de 2015

Patricia Highsmith / La mano


Vestido eterno, de Flor Garduño

Patricia Highsmith

LA MANO

Traducción de Maribel de Juan


BIOGRAFÍA DE PATRICIA HIGHSMITH

         Un joven le pidió a un padre la mano de su hija y la recibió en una caja; era su mano izquierda.
PADRE: Me pediste su mano y ya la tienes. Pero, en mi opinión, querías otras cosas y las tomaste.
JOVEN: ¿Qué quiere decir con eso?
PADRE: ¿Tú qué crees que quiero decir? No me negarás que soy más honrado que tú, porque tú cogiste algo de mi familia sin pedirlo, mientras que cuando me pediste la mano de mi hija, yo te la di.
En realidad, el joven no había hecho nada deshonroso. Simplemente, el padre era suspicaz y mal pensado. El padre consiguió legalmente hacer responsable al joven del mantenimiento de su hija y le exprimió económicamente. El joven no pudo negar que tenía la mano de la hija… aunque, desesperado, la había enterrado ya, después de besarla. Pero la mano iba para dos semanas.
El joven quería ver a la hija, e hizo un esfuerzo, pero se encontró bloqueado por los comerciantes que la asediaban. La hija estaba firmando cheques con la mano derecha. Lejos de haberse desangrado, estaba lanzada a toda marcha.
El joven anunció en los periódicos que ella había abandonado el domicilio conyugal. Pero tenía que probar que lo hubiera compartido antes. Aún no era “un matrimonio”, ni en el juzgado ni por la iglesia. Sin embargo, no había duda de que él tenía su mano y había firmado un recibo cuando le entregaron el paquete.
 —Su mano, ¿para qué? —preguntó el joven a la Policía, desesperado y sin un céntimo—. Su mano está enterrada en mi jardín.
 —¿Es que, encima, es un criminal?  No solamente desordenado en su manera de vivir, sino, además un sicópata. ¿No le habrá usted cortado la mano a su mujer?
—¡No! ¡Y ni siquiera es mi mujer!
—¡Tiene su mano, pero no es su mujer! —se burlaron los hombres de la ley—. ¿Qué podemos hacer con él? No es responsable, puede que incluso esté loco.
—Encerradle en un manicomio. Además, está arruinado, por tanto tendrá que ser en una institución del Estado.
Así que encerraron al joven y, una vez al mes, la chica cuya mano había recibido venía a mirarle a través de la alambrada, como una esposa sumisa. Y, como la mayoría de las esposas, no tenía nada que decirle. Pero sonreía dulcemente. El trabajo de él comportaba una pequeña pensión que ella cobraba ahora. Ocultaba su muñón en un manguito.
Debido a que el joven llegó a estar tan asqueado de ella que no podía ni mirarla, le trasladaron a una sala más desagradable, privado de libros y de compañía, y se volvió loco de verdad.
Cuando se volvió loco, todo aquello que le había sucedido, el haber pedido y recibido la mano de su amada, se le hizo inteligible. Comprendió la horrible equivocación, crimen incluso, que había cometido al pedir algo tan bárbaro como la mano de una chica.
Habló con sus captores, diciéndoles que ahora comprendía su error.
—¿Qué error? ¿Pedir la mano de una chica? Lo mismo hice yo cuando me casé.
El joven, sintiendo entonces que estaba loco sin remedio, puesto que no podía establecer contacto con nada, se negó a comer durante muchos días y, al fin, se tumbó en la cama de cara a la pared y murió.


THE HAND
By Patricia Highsmith
A Young man asked a father for his daughter’s hand, and received it in a box  — her left hand.Father: ‘You asked for her hand and you have it. But it is my opinion that you wanted other things and took them.’Young man: ‘Whatever do you mean?’Father: ‘Whatever do you thing I mean? You cannot deny that I am more honourable than you, because you took something from my family without asking, whereas when you asked for my daughter’s hand, I gave it.’Actually, the young man had not done anything dishonourable. The father was merely suspicious and had dirty mind. The father could legally make the young man responsible for his daughter’s upkeep and soak him financially. The young man could not deny that he had the daughter’s hand    even though in desperation he had now buried it, after kissing it. But it was becoming two weeks old.The young man wanted to see the daughter, and made and effort, but was quite blocked by besieging tradesmen. The daughter was signing cheques with her right hand. Far from bleeding to death, she was going ahead at full speed.The young man announced in newspapers that she had quit his bed and board. But he had to prove that she had ever enjoyed them. It was not yet ‘a marriage’ on paper, or in the church. Yet there was no doubt that he had her hand, and had signed a receipt for it when the package had been delivered.‘Her hand in what?’ the young man demanded of the police, in despair and down to his last penny. ‘Her hand is buried in my garden.’‘You are a criminal to boot? Not merely disorganized in your way of life, but a psychopath? Did you by chance cut off your wife’s hand?’‘I did not, and she is not even my wife!’‘He has her hand, and yet she is not his wife!’ scoffed the men of the law. ‘What shall we do with him? He is unreasonable maybe even insane.’‘Lock him up in an asylum. He is also broke, so it will have to be a State Institution.’So the young man was locked up, and once a month the girl whose hand he had received came to look at him through the wire barrier, like a dutiful wife. And like most wives, she had nothing to say. But she smiled prettily. His job provided a small pension now, which she was getting. Her stump was concealed in a muff.Because the young man became too disgusted with her to look at her, he was placed in a more disagreeable ward, deprived of books and company, and he went really insane.When he became insane, all that had happened to him, the asking for and receiving his beloved’s hand, became intelligible to him. He realized what a horrible mistake, crime even, he had been guilty of in demanding such a barbaric thing as a girl’s hand. He spoke to his captors, saying that now he understood his mistake.‘What mistake? To ask for a girl’s hand? So did I, when I married.’The young man, feeling now he was insane beyond repair, since he could make contact with nothing, refused to eat for many days, and at last lay on his bed with his face to the wall, and died.