ROSA MORA 4 MAY 2000
Es una de las mujeres que menos habla (en público) y sobre la que más se habla, mal que le pese. El diario francés Le Monde ha escrito de ella: "Es astuta como una campesina, generosa como una madre de familia, dispuesta a defender a sus autores a base sobre todo de intuición". Tiene una formidable nariz que le ha hecho tener en cartera no sólo a casi todo el boom literario latinoamericano sino también a cuatro premios Nobel de literatura: Pablo Neruda, Gabriel García Márquez, Vicente Aleixandre y Camilo José Cela. La prestigiosa publicación especializada Publishers Weekly ha dicho que "es apasionadamente admirada u odiada, respetada o temida". Rosa Montero asegura que la hace "sentir Marilyn Monroe".Discreta, apasionada y contradictoria, dura como el diamante, llega a las lágrimas fácilmente. Algunas editoriales la han acusado de ser una terrorista editorial: afirman que las sumas escandalosas que suele pedir como anticipos hacen tambalear sus cimientos económicos. Para Carmen, los adelantos nunca son inimaginables ni astronómicos. "Me di cuenta del desnivel entre la capacidad de creación y su valoración en el mercado de trabajo en cuanto a retribuciones económicas", dijo en cierta ocasión.
Se ríe con humor cuando la llaman terrorista. Lo suyo, explicó hace más de 20 años, es promover la publicación de aquellos autores que, a su juicio, tienen valía literaria y controlar que las ediciones se hagan en condiciones mínimas de garantías para las obras de creación. Sabe que vende el producto más delicado de la Tierra: las palabras. "Me siento absolutamente solidaria con el autor". Fue la primera en introducir la cláusula de cesión por tiempo limitado de los derechos de un libro (generalmente cinco años). También ha sido la pionera en España en contemplar en un mismo contrato los derechos electrónicos, cosa que ya hizo antes con el cine o la televisión. Ha dedicado un montón de años a una lucha feroz para rescatar derechos cautivos con los que se había hecho alguna editorial para poder administrarlos casi de por vida: Juan Benet, Ana María Matute, Camilo José Cela, James Joyce o William Faulkner son algunos ejemplos.