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viernes, 10 de octubre de 2014

Patrick Modiano / La luz incierta de los orígenes



Patrick Modiano

La luz incierta de los orígenes

El escritor Enrique Vila-Matas se adentra en el singular universo literario de Patrick Modiano con motivo de la reaparición en las librerías españolas de la 'Trilogía de la Ocupación'



Oficiales y soldados nazis en la terraza del Café de la Paix, en la plaza de la Ópera de París, a finales de 1940, durante la ocupación alemana. / AP
Entonces, en aquellos días de 1968, cuando Modiano publicó su primera novela, París era un pueblo; lo era al menos su restringida sociedad literaria. Como decía Cocteau, París solo eran seiscientas personas.
Toda la ribera izquierda del Sena era de una tranquilidad aldeana, y solo ocurrían cosas cerca de la plaza Blanche de Pigalle, pero aquel barrio quedaba lejos. En medio de la calma chicha de la ribera sonámbula, un buen día se descolgó Modiano con aquel sorprendente primer libro, El lugar de la estrella (La Place de l'Etoile), una novela sobre los días de la ocupación.
El libro reaparece estos días entre nosotros. De entre el barullo de las novedades de enero destaca poderosamente Trilogía de la Ocupación (Anagrama), volumen que, en traducción de María Teresa Gallego Urrutia, recoge las tres primeras novelas de Modiano: El lugar de la estrella, La ronda nocturna, Los paseos de circunvalación.
Su autor debutó en aquellos días con la naturalidad del que ha sido invitado a un café en el bar de su pueblo. Sin embargo, no pudo evitar que le miraran con extrañeza. ¿Por qué, sin haberlos vivido, hablaba de los años turbios del colaboracionismo, de la niebla de aquellos días en que hasta los traidores eran falsos y solo la muerte era verdadera?

Todo sucede en el pasado, aunque a veces es un ayer parecido al presente
Entonces Modiano aún no podía saber que, encima, con sus siguientes libros, La ronda nocturna y Los paseos de circunvalación, insistiría en el mismo tenebroso decorado. Años después, le aclararía a Dominique Montaudon: "No es la ocupación histórica la que describo en mis tres primeras novelas, es la luz incierta de mis orígenes. Ese ambiente donde todo se derrumba, donde todo vacila...".
Aquel día, a la salida del bar del pueblo, recuerda haberse encontrado con Raymond Queneau, que, tal vez porque le sabía inepto en matemáticas, se dedicó a darle severos consejos de geometría espacial.
Hoy se sabe que, ya desde su más temprano paseo solitario por la ciudad, Modiano quedó impresionado para siempre por París. Toda su obra en realidad es la obra de un desesperado que no puede vivir sin París. Un hombre preso de un amor brutal, completamente loco, por la ciudad, por los barrios que de joven vio que rodeaban enigmáticamente a la aldea de 600 personas. Hoy la aldea es su singular obra literaria y circulan por ella 600 personajes. "No se trata de nostalgia, créanme, es un París intemporal. Para mí París ha sido siempre algo interior", dijo hace poco paseando cerca de la plaza Blanche, donde antaño sucedían las cosas.
En el mundo de Modiano todo siempre sucede en el pasado, aunque a veces se trata de un ayer muy parecido al presente (decía no hace mucho que los políticos franceses actuales parecen de otra especie, incultos, muy funcionariales: "Todo esto que pasa ahora me recuerda a Vichy").

Ha trabajado duro toda su vida, con el estilo de un investigador privado
En el pasado, en los días de su extrema juventud, le había acompañado en sus paseos Emmanuel Berl, un tipo afable y muy inteligente que le inyectó confianza en sí mismo y fue el máximo artífice de que se convirtiera en narrador de ficciones; un tipo, por lo demás, raro, siempre especialmente orgulloso de que Proust un día le hubiera arrojado sus pantuflas a la cara.
Aquel día, mientras caminaban, el sabio Queneau le habló a Modiano de un largo paseo que había dado con Boris Vian hasta un callejón sin salida que casi nadie conocía, en lo más recóndito del distrito XIII, entre el muelle de la Gare y las vías de Austerlitz: la calle de La Croix-Jarry. Queneau le aconsejó al joven Modiano que fuera un día a ver ese callejón. Y después le habló de Francis Scott Fitzgerald, el genio que en su momento había demostrado con El gran Gatsby que era compatible ser extremadamente joven y escribir una gran novela. Modiano precisamente le había citado en las primeras páginas de El lugar de la estrella: "Scott Fitzgerald describió mejor de lo que sabría hacerlo yo estos parties en que son demasiado suaves los crepúsculos y tienen demasiada viveza las carcajadas y el resplandor de las luces para que presagien nada bueno...".
José Carlos Llop, en su brillante prólogo a Trilogía de la Ocupación, comenta la presencia del mito Fitzgerald en la fundación del territorio Modiano: "Una obertura fulgurante: como si Scott Fitzgerald y Dostoievski salieran juntos de correría nocturna y en vez de bares hubieran visitado varios círculos del infierno con un espíritu entre la frescura fitzgeraldiana y el fatalismo nihilista del ruso, mezclado con cierta atmósfera a lo Simenon".
A Fitzgerald le encontramos también en La ronda nocturna, en la cita que abre el libro: "¿Por qué me identifiqué con los mismísimos objetos de mi horror y mi compasión?".
No hay mejor respuesta a esta pregunta que la cantinela modianesca. Horror y compasión cruzan por todos sus temas centrales, por el vacío, por la ausencia del padre, por el misterio de las películas dobladas, por el mundo de la traición, por la inercia gansteril, por la infinita extrañeza...
Cuestión de atmósfera, creen algunos. Y de estilo, piensa Llop, que en el prólogo escribe casi un poema para definir ese estilo con asombrosa y certera precisión: "Una respiración lenta e hipnótica, con el dring cristalino y el swing jazzístico de los felices veinte, desplazado hacia la luz negra de un fragmento de los primeros cuarenta europeos, que aporta el ingrediente delirante. Sin olvidar ni el chic morandiano, ni la cosificación del nouveau roman, ni las listas a lo Perec, por supuesto. De esa literatura surgirá un adjetivo nuevo: modianesque, modianesco".
Me acuerdo que con Llop, pero también con los de mi generación, discutíamos en otros días sobre si leer a Modiano era de izquierdas o de derechas.
-Señor Modiano -le asaltamos finalmente una mañana-, no habla usted mucho de política.
-Es que es peligrosa para un escritor. La política no es más que una torpe simplificación de las cosas. El escritor trabaja justamente de la forma opuesta; trata de mostrar lo oculto, la complejidad.
Para adentrarse en la complejidad del pasado y en la vaguedad de toda identidad, Modiano ha trabajado duro toda su vida, siempre con el estilo de un investigador privado, de un indagador constante en lo oculto y lo sombrío. Lo tenebroso en sus libros parece definirse siempre a medida que uno avanza lentamente en la lectura. Hay momentos de desaliento, como si condujéramos un bólido muy lento y sin ninguna visibilidad y sin saber si estamos al borde de un barranco o de una autopista, pero eso le da a todo un toque incierto y atractivo, como si fuéramos por el callejón de La Croix-Jarry: sin salida, con angustia, pero también con notable hechizo, con la más extraña de las fascinaciones, buscando a ver si hay iluminación en las ventanas. ¿De qué caserones? Siempre -secreto a voces- hay una luz en el 15 del muelle de Conti.



Patrick Modiano / Vidas en busca de autor



Patrick Modiano, vidas en busca de autor

'La hierba de las noches' es el relato en tono de novela negra de un hombre en pos de su pasado

Patrick Modiano

Toda vida es narración. Nunca sabemos precisamente en qué capítulo nos encontramos, ni qué sucedió en los capítulos precedentes, ni cómo se desarrollará la trama en el capítulo siguiente. La memoria y los deseos intentan reparar esas faltas narrativas con el empeño de inspirados paleógrafos, pero la reconstrucción de aquel texto perdido es azarosa y deficiente. Si toda novela trata de imaginar los capítulos que faltan en una vida, toda biografía es de alguna manera una inspirada ficción. A lo largo de una obra considerable, Patrick Modiano ha intentado construir esos capítulos de los cuales el autor no conoce a ciencia cierta más que algunos retazos. Sin embargo, estos bastan para dar a las novelas de Modiano una verosimilitud y convicción extraordinarias. La biografía de Modiano abarca la segunda mitad del siglo XX y los comienzos del XXI; su obra también. En el centro están los pavorosos años de la Segunda Guerra Mundial y la ocupación de Francia, y la larga sombra del Holocausto; también, la guerra de Argelia. La hierba de las nochesno escapa a esa consabida trayectoria.
La hierba de las noches es el relato de un hombre en busca de su pasado, contado en el tono de una novela negra; a la vez, una denuncia de la inmoralidad común de la sociedad francesa, y la íntima confesión de cómo nace en Modiano (o en Jean, como se llama el protagonista) la vocación de escribir. Ambos actos tienen en común el intento de entender por qué hacemos lo que hacemos. “Frases que sorprendemos cuando nos cruzamos con dos personas que van charlando por la calle”, comenta Jean. “Y nunca sabremos a qué se referían”. Y agrega: “Un tren pasa por una estación a demasiada velocidad para que se pueda leer el nombre de la estación en el cartel. Entonces, con la frente pegada al cristal de la ventanilla, nos fijamos en unos cuantos detalles: que se cruza un río, que hay un pueblo con campanario, que una vaca negra está meditabunda debajo de un árbol, apartada del rebaño. Albergamos la esperanza de que en la estación siguiente leeremos un nombre y por fin sabremos en qué comarca estamos”. Así se escribe una novela, así se medita sobre los años vividos: buscando descubrir “en qué comarca estamos”. Nunca lo logramos por completo.
Y, sin embargo, hay claves. Jean recuerda que, a los 20 años, anotaba en una libreta nombres de personas con quienes se cruzaba después de su llegada a París, nombres de hoteles y de cafés, de calles oscuras, de personas que no volverá a ver y de lugares ya desaparecidos. A partir de esos nombres, Jean vuelve sobre sus propios recuerdos y empieza a desentrañar una trama de amores traicionados, amistades equívocas, secretos políticos, mentiras y engaños; en una palabra, la ficción que la realidad ofrece al escritor y que exige ser contada. “Vives una época breve de tu vida —día a día, sin hacerte preguntas— en circunstancias raras”, dice Jean, “entre personas que son raras también. Y hasta mucho más adelante no puedes entender por fin qué viviste y quiénes eran exactamente esos que te rodeaban, siempre y cuando te proporcionen por fin el medio para resolver un lenguaje en clave”. Esa última condición es esencial.
Las personas “raras” incluyen a la joven y seductora Dannie, al complejo y enigmático Ghali Aghamouri, al inquisitivo y taciturno Langlais, y algunos nombres más que pueblan el París del pasado de Jean, y que resultan ser todos, sin excepción, máscaras que ocultan no una sino varias identidades con las que Jean debe enfrentarse a lo largo de las páginas para intentar descubrir su propia identidad. Como la de los personajes con quienes se encuentra, la historia de Jean también es misteriosa, atisbada apenas en algunas frases lanzadas como por casualidad, a partir de las cuales el lector empieza a sospechar una verdad subyacente y quizás atroz.
La prosa sutil, minuciosa, alusiva de Modiano ha tenido la fortuna de ser vertida al castellano por la pluma de María Teresa Gallego, que ha encontrado el tono exacto para la voz de Jean: un tono cauteloso, medido, en el cual el lector intuye emociones contenidas a punto de estallar. La narración de Jean está jalonada por títulos de libros rescatados, al parecer arbitrariamente, de su propia historia: Se acabaron los sueños, La eternidad por los astros, Un hombre se inclina sobre su pasado. El lector sospecha que estos títulos contienen una clave: personajes de identidades ocultas, la tentación de culpar al destino por nuestros actos, la intuición de que nuestro pasado intenta decirnos algo que no llegamos a distinguir. Sin embargo, nada en Modiano es lo que aparenta ser. “¿El pasado?”, pregunta Jean. “No, qué va, no se trata del pasado, sino de los episodios de una vida soñada, intemporal, que le arranco, página a página, a la desabrida vida cotidiana para proporcionarle algunas sombras y algunas luces. Esta tarde, estamos en el presente, llueve; las personas y las cosas están ahogadas en la grisura y espero con impaciencia la noche, cuando todo destacará de forma clara precisamente por los contrastes de la sombra y de la luz”.
La hierba de las noches. Patrick Modiano. Traducción de María Teresa Gallego. Anagrama.  Barcelona, 2014. 168 páginas. 14,90 euros


jueves, 9 de octubre de 2014

Patrick Modiano / Nobel de Literatura 2014

Patrick Modiano gana el Nobel de Literatura

El autor francés es autor de novelas como 'Dora Bruder'. Su último compatriota en lograrlo fue Le Clézio en 2007


El escritor Patrick Modiano. / DANIEL MORDZINSKI
El novelista francés Patrick Modiano (Boulogne-Billancourt, 1945), uno de los más influyentes narradores europeos, autor de obras perfectas como Dora Bruder o El café de la juventud perdida, ha recibido el premio Nobel de Literatura. Sus grandes novelas, que suelen tener tan pocas páginas como elevada intensidad narrativa e intelectual, representan un relato único y valiente de los peores momentos de Francia en el siglo XX: el régimen neonazi de Vichy y la ocupación del país por los alemanes durante la II Guerra Mundial.
La Academia sueca ha argumentado que ha concedido el premio a Modiano “por su arte de la memoria con el que ha evocado los destinos humanos más difíciles de retratar y desvelado el mundo de la Ocupación”. Muchos le han acusado de escribir siempre el mismo libro, lo que para sus detractores es un defecto pero para sus defensores es una bendición.

Modiano en español

  • Villa triste, 1976.
  • Los bulevares periféricos, 1977. Con el título de Los bulevares de la circunvalación, integrada en Trilogía de la Ocupación, 2012.
  • La ronda de noche, 1979, integrada enTrilogía de la Ocupación,
  • Calle de las tiendas oscuras, 2009.
  • El libro de familia, 1982.
  • Una juventud, 1983.
  • Tan buenos chicos, 1985.
  • El lugar de la Estrella, 1989. Integrada enTrilogía de la Ocupación, 2012
  • Domingos de agosto, 1989.
  • Exculpación, 1989.
  • El rincón de los niños , 1990
  • Viaje de novios, 1991.
  • Más allá del olvido, 1997.
  • Dora Bruder, 1999.
  • Los mundos de Catalina, 2001.
  • Las desconocidas, 2001.
  • Joyita, 2003.
  • Un pedigrí, 2007.
  • En el café de la juventud perdida, 2008.
  • El horizonte,2010
  • Barrio perdido, 2012
  • Flores de ruina y Perro de primavera, 2012.
  • Un circo pasa, 2013.
  • La hierba de las noches, 2014.
Publicado en España sobre todo por la editorial Anagrama –aunque su obra ha estado muy dispersa— y en Francia por Gallimard, Modiano es un escritor humilde y, sobre todo, valiente. Con el guión de Lacombe Lucien, que escribió en 1974 junto a Louis Malle, fue uno de los primeros que denunció algo que hasta entonces había sido un tabú: la activa participación francesa en la persecución de los judíos, la miseria del colaboracionismo. La película causó una conmoción tremenda en Francia y abrió una herida que Modiano nunca ha cerrado en sus libros.
Entre sus principales novelas destacan Calle de las Tiendas Oscuras, La trilogía de la ocupación(El lugar de la estrella, La ronda nocturna y Los paseos de circunvalación), Domingos de agostoViaje de noviosEl rincón de los niños, Villa triste, En el café de la juventud perdida, Un pedigrí o Las desconocidas. Anagrama, que editó en julio La hierba de las noches,tiene previsto recuperar en los próximos meses dos libros, Accidente nocturno y Libro de familia, y editar Pour que tu ne te perdes pas dans le quartier (Para que no te pierdas en el barrio), que salió la semana pasada en Francia. Una parte importante de su obra ha sido traducida al castellano por María Teresa Gallego Urrutia, que ha logrado recrear la claridad y ligereza del francés en el que escribe Modiano.
Cuando Jean-Marie Le Clézio recibió el Nobel en 2007, muchos pensaron que el candidato eterno de la literatura francesa, el propio Modiano, se había quedado sin el máximo galardón de las letras mundiales. Sin embargo, al final, la Academia Sueca ha repetido idioma para galardonar una obra tan compleja como a la vez sencilla, que parece que siempre transcurre en el lujoso distrito XVI de París, pero que recorre con intensidad los dramas y los conflictos del siglo XX.
Su último libro se titula precisamente Pour que tu ne te perdes pas dans le quartier (Para que no te pierdas en el barrio), en la indispensable colección blanca con letras rojas de Gallimard. Como todos, no llega a las 200 páginas (160). El propio Modiano, en una entrevista difundida por Gallimard, explica el arranque, que no puede ser más clásico de su obra: "La novela arranque con el timbre del teléfono. El personaje principal, Jean Daragane, después de titubear, acaba por responder. Un desconocido le dice que tiene en su poder una agenda de teléfonos que Daragane había perdido. Pero algo le parece sospechoso". Así empieza un viaje a los recuerdos y a los misterios de la vida.
Preguntado en la entrevista promocional de Gallimard sobre si desvelar el misterio en un libro no lleva a una decepción para el lector, Modiano da una respuesta que, en cierta medida, resume gran parte de su literatura: "No hay que desvelar jamás el misterio. De todos modos, un escritor no podría. Incluso si trata de aclararlo de forma meticulosa, no hace más que reforzar el misterio. Samuel Beckett decía de Proust que no hacía otra cosa con sus personajes: 'Al explicarlos, hacía que el misterio fuese más profundo".
En la crítica de su última obra, La hierba de las noches, el sabio de los libros Alberto Manguel, escribió en julio en Babelia: “Si toda novela trata de imaginar los capítulos que faltan en una vida, toda biografía es de alguna manera una inspirada ficción. A lo largo de una obra considerable, Patrick Modiano ha intentado construir esos capítulos de los cuales el autor no conoce a ciencia cierta más que algunos retazos. Sin embargo, estos bastan para dar a las novelas de Modiano una verosimilitud y convicción extraordinarias. La biografía de Modiano abarca la segunda mitad del siglo XX y los comienzos del XXI; su obra también. En el centro están los pavorosos años de la Segunda Guerra Mundial y la ocupación de Francia, y la larga sombra del Holocausto; también, la guerra de Argelia.La hierba de las noches no escapa a esa consabida trayectoria".


La última obra de Modiano publicada esta semana: 'Pour que tu ne te perdes pas dans le quartier' (Para que no te pierdas por el barrio). / MICHAEL PROBST (AP)
Italiano por parte de padre (que era de origen judío) y belga por parte de madre, nacido justo al final de la II Guerra Mundial, Modiano publicó su primera novela, El lugar de la Estrella, en 1968, que tuvo un éxito casi inmediato, y se convirtió en un escritor totalmente reconocido diez años después al recibir el premio Goncourt por La calle de las tiendas oscuras. Si hubiese que elegir un solo libro que resumiese el genio de Modiano, una elección posible esDora Bruder, que el narrador compuso a través de un anuncio de prensa que decía: “Se busca a una joven, Dora Bruder, de 15 años, 1,55 metros, rostro ovalado, ojos gris marrón, abrigo sport gris, pullover burdeos, falda y sombrero azul marino, zapatos sport marrón. Ponerse en contacto con el señor y la señora Bruder, bulevar Ornano, 41, París”. Sus pesquisas, cómo no, le llevaron a la colaboración y a Auschwitz, le llevaron a las siniestras tripas de la Europa del siglo XX.
En una entrevista publicada por Babelia en 2009, Modiano explicó sobre aquella novela: "Luego, con los años, y con el libro ya publicado, me llegó algo más de documentación sobre Dora. Y me planteé la cuestión de si merecía la pena reescribir la novela o no. Decidí que no. No soy historiador. Soy novelista. No importa tanto el resultado de la búsqueda como la búsqueda en sí. Así que la novela se quedó como está".
Sobre su obsesión por ambientar sus novelas en el barrio XVI de París, burgués, aparentemente anodino, dominado a la vez por la sombra de la Torre Eiffel y por las sólidas mansiones, señaló en la misma entrevista: "Por eso, porque no tiene nada de especial. Muchos lo consideran un típico barrio burgués. Pero no es así del todo. Tiene una parte de barrio anónimo, banal, sin monumentos históricos, donde uno puede imaginarse cosas. En otros barrios parisinos te sientes bloqueado por la historia. En Trocadero y sus alrededores uno puede observar las calles y la gente que las habita de una manera un poco onírica".



Nobel 2014 / Las obsesiones de Patrick Modiano

Las obsesiones de Modiano


Vivió desde niño impresionado por las ausencias, los garajes y las guías de teléfonos. El autor francés persigue en sus novelas las huellas de otros y dibuja un París "casi onírico". Varios de sus títulos coinciden en las librerías.
Un día de hace casi 20 años, Patrick Modiano encontró en un viejo periódico parisino de principios de los cuarenta un pequeño anuncio que le impresionó. Decía así: "Se busca a una joven, Dora Bruder, de 15 años, 1,55 metros, rostro ovalado, ojos gris marrón, abrigo sport gris,pullover burdeos, falda y sombrero azul marino, zapatos sport marrón. Ponerse en contacto con el señor y la señora Bruder, bulevar Ornano, 41, París". Modiano se obsesionó con el anuncio, con la chica y con la historia que ahí latía, en parte porque él había visitado mucho esa calle de adolescente. Se convirtió en una especie de detective privado contratado por sí mismo. Pronto descubrió que Dora Bruder era judía, que tras escaparse de casa fue detenida por la policía colaboracionista y deportada a Auschwitz, donde murió. Modiano buscó más. Revisó los archivos policiales, espulgó las viejas guías de teléfonos de París que nunca faltan en su casa, consultó fichas municipales, entrevistó a varios testigos de la época y del barrio que pudieran aún recordar que la conocieron. Anduvo como un lunático errando por las calles que Dora recorrió y que él conocía bien por haberlas andado de adolescente; entraba en los portales de los edificios que ella habitó y se quedaba ahí, quieto, esperando no se sabe qué... Ya no encontró nada más. Tenía el fin de la historia de Dora Bruder pero muy poca cosa de ella. Su rastro se había perdido casi definitivamente, como tantos otros. Sin embargo, con ese casi, con esas minúsculas certidumbres y utilizando también como material narrativo su propia obsesión y su búsqueda, Modiano escribió una joya estremecedora titulada Dora Bruder que habla de la memoria, de la dignidad y de la vida, contenida en apenas un centenar largo de páginas que ahora se vuelve a publicar en España.

"Ya me he dado cuenta de que me repito: siempre es alguien que busca a alguien. Siempre es así. Y siempre es inconsciente"

"El París de mis novelas nace de las cosas que me impresionaron cuando era un adolescente. Es como un cuadro de Magritte"

"Luego, con los años, y con el libro ya publicado, me llegó algo más de documentación sobre Dora. Y me planteé la cuestión de si merecía la pena reescribir la novela o no. Decidí que no. No soy historiador. Soy novelista. No importa tanto el resultado de la búsqueda como la búsqueda en sí. Así que la novela se quedó como está".
PREGUNTA. ¿Y por qué esa obsesión por alguien que no conoce de nada?
RESPUESTA. Yo también me he hecho muchas veces esa pregunta: ¿por qué estás obsesionado con las huellas de otras personas? Y creo que es porque vivo en el siglo XX o XXI. Si yo hubiera vivido en el siglo XIX habría escrito novelas rurales: largas novelas redondas y completas. Pero en esta época todo es fragmentario, y las grandes ciudades favorecen eso, el anonimato, que el rastro de las personas se pierda. No sé si me explico
... También es verdad que yo siempre he estado impresionado por las desapariciones, por las ausencias. Por eso me fascinan las viejas guías de teléfonos en las que aparecen los nombres de los abonados, porque de un año al otro hay gente que desaparece, que se va, en especial de algunos barrios, como el XVI.
P. Precisamente, muchas de sus novelas se desarrollan en esa parte de París, el XVI, cerca de Trocadero, que no tiene nada de especial. ¿Por qué?
R. Por eso, porque no tiene nada de especial. Muchos lo consideran un típico barrio burgués. Pero no es así del todo. Tiene una parte de barrio anónimo, banal, sin monumentos históricos, donde uno puede imaginarse cosas. En otros barrios parisinos te sientes bloqueado por la historia. En Trocadero y sus alrededores uno puede observar las calles y la gente que las habita de una manera un poco onírica. Es un barrio donde, en determinadas calles, la gente desaparecía mucho. Como le he dicho, yo lo he comprobado con las guías de teléfonos. Hay una suerte de movilidad extraña. Es un barrio burgués, pero tiene su lado extraño... Luego están mis propios recuerdos de infancia y adolescencia...Todo es un poco confuso. Yo no conozco Madrid, pero estoy seguro de que en Madrid debe de haber barrios así...
Patrick Modiano es muy alto, muy amable, algo torpe y muy tímido. Duda al hablar, le cuesta acabar las frases y su muletilla favorita es "no sé si me explico". Vive en una vieja casa a la espalda del Jardín de Luxemburgo, no muy lejos del barrio donde pasó parte de su infancia: todo un síntoma de su relación con el tiempo y la memoria. El cuarto desde el que escribe es una habitación semicircular, tapizada de libros con una ventana también muy alta que da a un jardincito interior. Hay un diván arrugado en el que se sienta a leer cuando no trabaja. Escribe dos o tres horas al día sentado a una mesa colocada frente a la ventana y al jardín. Nunca más. Asegura que si hiciera caso a su carácter, terminaría sus novelas de un tirón, sin detenerse, pero que se obliga a refrenarse y a parar cuando han pasado esas dos horas a fin de mantener una tensión que sólo él percibe pero que, según él, es esencial para que la obra culmine.
Este hombre acogedor y atento nacido en 1945 es simplemente uno de los más importantes escritores vivos en Francia, dueño de un mundo propio, autor de más de 30 obras, ganador del Goncourt o del premio de novela de la Academia Francesa, entre otros. En España se han publicado recientemente, además de la citada Dora Bruder, En el café de la juventud perdida, Reducción de condena y Calle de las tiendas oscuras. Confiesa con naturalidad que escribe desde que tenía 20 años porque no sabe hacer otra cosa. No ha trabajado jamás en nada que no sea sentarse dos horas enfrente de esa ventana y pasarse las 22 restantes del día pensando en las páginas que quedan. Sus novelas siempre son cortas y exactas, transcurren siempre en los años cuarenta o sesenta, en un París particular y vagamente irreal, dilatado, enorme, donde siempre hay garajes, adolescentes abandonados a su suerte que se agotan en brutales caminatas errabundas y adultos que se buscan unos a otros como dentro de un laberinto: un verdadero territorio mítico que comparte con el París real los nombres de las calles y la ubicación precisa de los números. Él mismo es un maniático de la topografía parisina y si uno le menciona una calle cualquiera no es raro que Modiano no sólo la conozca, sino que la haya recorrido o la hayan recorrido sus personajes.
P. ¿Por qué las direcciones y los números de los portales son tan precisos?
R. El París de mis novelas, más que un París de hace décadas, es un París interior, casi onírico, que nace de las cosas que me impresionaron cuando yo era un adolescente. Y para que ese lado onírico se desarrolle, es preciso que las direcciones sean exactas. Puede que el edificio que se describe sea banal, no importante, pero sí que su ubicación en la novela sea perfecta. Es como un cuadro de Magritte: los objetos, aunque de carácter onírico, están dibujados de forma muy nítida.
P. ¿Y por qué unas direcciones y no otras?
R. Porque las guardo en la memoria: la dirección, el número, el edificio...
P. ¿Y ha cambiado mucho París desde su adolescencia?
R. El centro no ha cambiado tanto porque no se pueden destruir los edificios históricos. Pero en los barrios periféricos sí se han demolido muchas manzanas. Además, cuando yo era adolescente, existía en París una suerte de... fantástica mezcla de la sociedad. Por ejemplo, en el barrio de Les Halles, cuando aún existía el mercado, a partir de medianoche, con los camiones que iban y venían, o el barrio de la prensa, alrededor del Boulevard Reaomur, había una especie de sociedad fantástica y atrayente, todo estaba muy animado, no sé cómo decirlo. Incluso Los Campos Elíseos, o en Pigalle. Ahora es diferente. Y eso me ha marcado.
P. ¿Y su barrio, Saint-Germain-des-Près?
R. Ha cambiado muchísimo desde mi infancia. Aparte de los dos cafés, Les Deux Magots y Le Flore, era un barrio muy provinciano, por así decir. Había una mezcla muy extraña. Por una parte, era un barrio muy tranquilo, con personas mayores sentadas en la plaza, y por otra, había cafés modernos y lugares donde se tocaba jazz. Me acuerdo, cuando yo iba a la escuela, que estaba en la Rue Dauphine, de que a veces pasábamos por una tienda a comprar bombones y veíamos a Picasso o a Giacometti. Todo mezclado, no se perdía el lado provinciano.
P. En Calle de las tiendas oscuras hay un detective sin memoria que busca su propio pasado; en En el café de la juventud perdida todos los personajes se preguntan lo que fue de una chica que les impresionó; en Dora Bruder usted mismo se convierte en un investigador
... ¿No le da la impresión de escribir continuamente la misma novela?
R. Sí, sí. Yo ya me he dado cuenta de que me repito: siempre es alguien que busca a alguien, o alguien que intenta recuperar las huellas de alguien. Siempre es así. Y siempre es inconsciente. Luego me digo: mira, esto ya lo has hecho. Las cosas vuelven. Es por un sentimiento íntimo de ausencia, de abandono. Por eso intento buscar las huellas de las personas.
P. Se ha dicho que en su infancia está la clave de toda su obra.
R. Puede ser. Pero no es por una especie de nostalgia de la infancia. Es más por las cosas que yo he observado y que me impresionaron durante aquel tiempo. Hay una clase de atención especial, que hace que las cosas te impresionen fuertemente cuando eres un niño. Además, ese periodo para mí es triste. Sé que hay niños felices, pero mi infancia fue triste. Además, hay conversaciones que no entiendes bien y que te dan miedo. Cuando yo era niño me paseaba solo por París. Eso era impactante a esa edad porque normalmente a los niños no les dejan pasearse solos. Yo podía. Experimentaba al mismo tiempo miedo y curiosidad. Por eso la infancia: por esas primeras imágenes que te impresionan para siempre.
P. En Pedigrí, una suerte de autobiografía, habla de esa época, y sobre todo de sus padres, él atareado con negocios extraños, ella actriz de segunda, viajera, que le abandonaban con frecuencia...
R. Todo es real. Es una autobiografía un poco especial. Quería hablar de cosas que me hicieron daño y que me resultaban extrañas. En otras autobiografías se habla de cosas íntimas con las que uno está de acuerdo, con las que te reconoces. Yo, por el contrario, quería liberarme de cosas que me hicieron daño. Quería desembarazarme de todo eso que yo no elegí, que no me concernía del todo y que me hizo daño...
P. En casi todas sus novelas los personajes sienten un deseo imperioso de escaparse, de dejar atrás la vida que llevan y que cargan como un fardo que no les pertenece.
R. Esas escenas también provienen de cosas que yo he vivido cuando era niño o adolescente. Provienen del sentimiento de estar encerrado (yo estuve muchos años en internados un poco carcelarios). Además, les suceden por lo general a personajes adolescentes, que tienen entre 17 y 20 años, un periodo en el que por entonces, al menos en Francia, no eras un adulto porque no tenías la mayoría de edad legal pero tampoco eras un adolescente. Tenías la sensación de que todo lo que podías hacer en el mundo era algo clandestino, de que todo estaba prohibido. Yo mismo me he fugado, me he escapado, he hecho esas largas caminatas de adolescente sin parar por París, con una sensación de vértigo.
P. La adolescencia es una zona neutra, sin definir. Usted habla también de las zonas neutras de la ciudad, de París: son precisamente por donde vagan sus personajes.
R. Cuando yo tenía 20 años escribí una topografía de esas zonas neutras en París que tanto me impresionan. Son barrios frontera, situados a la mitad de algo, entre una zona burguesa y otra popular, por ejemplo, zonas sin una identidad precisa, zonas indeterminadas.
P. ¿Y por qué siempre aparecen garajes en sus novelas?
R. Es inconsciente. También viene de la infancia. No sé exactamente por qué. Cuando yo tenía seis o siete años vivía cerca de un barrio a las afueras de París, me cuidaba una mujer un poco extraña que me llevaba a un garaje, con unos coches que me impresionaron. Además, había un olor muy particular, una mezcla rara, un ambiente extraño en esos garajes y eso, ya digo que no sé por qué, me ha marcado. Yo me lo digo a veces: hay demasiados garajes en las novelas, pero no puedo evitarlo.
P. ¿Se continúa paseando por París?
R. Menos que antes. Me sorprendo mucho con la gente más joven. Con sus ropas. Reconozco en muchos de ellos un aire como el de juventud. Los trajes parecen los mismos que yo veía cuando tenía 14 años. No sé.
Casi es la hora de comer. La tarde cae sobre el despacho de Modiano, sobre la ventana alta y el jardín de abajo. El escritor se levanta, pensando en la última frase que acaba de pronunciar. Mira a la ventana y luego a la grabadora que contiene la entrevista. Luego dice:
"Todo ha sido un poco confuso ¿no?".
Dora Bruder. Traducción de Marina Pino Ynsa. Seix Barral. 128 páginas. 16 euros.Calle de las tiendas oscuras. Traducción de María Teresa Gallego. Anagrama. 240 páginas. 17 euros. Carrer de les Botigues Fosques. Traducción de Joan Casas. Proa. Barcelona, 2009. 248 páginas. 18 euros. En el café de la juventud perdida.Traducción de M. T. Gallego. Anagrama. 131 páginas. 14,50 euros. En el cafè de la joventut perduda. Traducción de Joan Casas. Proa. Barcelona, 2008. 144 páginas. 14,50 euros. Un pedigrí. Traducción de M. T. Gallego. Anagrama. 136 páginas. 12 euros. Reducción de condena. Traducción de Tomás Fernández Aúz. Pre-Textos. 117 páginas. 13 euros. La 68ª Feria del Libro de Madrid, que se celebrará del 29 de mayo al 14 de junio, estará dedicada a la cultura francesa. www.ferialibromadrid.com