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Cosas raras que me pasan: Lluvia de Estrellas



Suena el teléfono fijo de casa y yo doy un respingo antes de salir corriendo a contestar. No sé por qué corro, porque la mayoría de las veces es una compañía telefónica que intenta venderme lo que ya tengo o alguien haciendo encuestas para las que siempre buscan un rango de edad que yo no cumplo. Pero cuando suena el teléfono, y más si es el de casa, hay que correr, porque ese sonido tiene algo de urgente aunque sepas que no lo es. 
No miro ni el identificador de llamadas. Descuelgo, saludo y al otro lado de la línea me contesta el silencio. Un segundo después se oye el clic de quien ha conectado la llamada. Mierda, pienso, otra vez Vodafone. 
—Buenas tardes  —dice una voz al otro lado—. Soy Fulanito de Tal. 
Silencio. Yo estoy esperando a que me diga “y le llamo de Vodafone, Movistar, Euskaltel o Yoigo”, pero no dice más. Luego me di cuenta de que ese hueco era para permitir mi grito de emoción: tenía que haber reconocido el nombre. Supongo que era el presentador.
El hombre continúa. 
—Le llamo de Lluvia de Estrellas —me dice. Nuevo silencio para permitir un grito. Se oye el ruido de alguien que se aparta el auricular de la oreja. 
—¿Perdón? —digo yo. Tengo problemas de oído, es imposible que le haya entendido bien. 
—De Lluvia de Estrellas. Mandó usted un currículum para participar en nuestro programa, ¿no?
—¿Yo? No, no, creo que se ha equivocado de número. 
—¿No es usted la que canta como Paloma San Basilio?
—¡Ja, ja, ja! —Estoy convencida de que a este hombre nadie se le ha reído nunca la teléfono—. No, no, no, yo no soy, no. 
—Ay, perdone usted, ha sido cosa de los de producción. Le ruego me disculpe. Mil perdones, ¿eh?
—Tranquilo, no pasa nada —Yo sigo a lo mío, sin poder parar de reírme. 
Cuelgo y me falta tiempo para contárselo a quien tenga oídos u ojos para leer mensajes. Las respuestas son poco menos que unánimes: tenías que haber dicho que sí. Luego otra cosa sería pasar el casting y no hacer el ridículo una vez en el escenario, pero eso es lo de menos. La fama ha llamado a mi puerta y yo se la he cerrado en las narices. 
Ya me vale.