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Finlandia: ¿un espejismo inalcanzable? Va a ser que sí



Últimamente me está dando por pensar que la dichosa globalización solo nos ha traído cosas malas (a excepción de, quizás, estar más comunicados, aunque solo con gente que se nos parece o a quien nos queremos parecer). Doy una vuelta por mi ciudad y me cuesta horrores encontrar una tienda de lo que sea (ropa, zapatos, complementos, comida, muñecos) que no venda lo mismo que se vende en cualquier tienda de cualquier ciudad de cualquier país occidental. Las tiendas bohemias de toda la vida, el mismo mercado de Candem, tan vintage en su época, se han convertido en una amalgama de tiendas donde todo es "made in China" y es imposible encontrar algo realmente original que traer de recuerdo. Las cadenas de restaurantes son las mismas en Canadá y en Madrid, el Zara de Santa Mónica en California tiene hasta las mismas luces y la misma ambientación que el de Vitoria, y el día que encuentre en una tienda o un puesto callejero una manualidad realmente hecha a mano voy a llorar de alegría. Es como si todo estuviera hecho con un mismo molde que alguien ha mandado fabricar, no vaya a ser que alguien se individualice y se salga de madre y tengamos una revolución cultural o algo, válgame dios, porque qué haríamos hoy en día con tanto hippie.

Y lo mismo que pasa con los artículos y los objetos pasa con las ideas. Alguien dice algo que parece tener un poco de fondo (aunque luego arañes la superficie y te des cuenta de que tampoco mucho) y todo el mundo se pone a repetir esa idea, a ampliarla, a darle vueltas hasta marearla, sin preocuparse siquiera por pararse a pensar por sí mismos. "Si lo ha dicho Fulanito o Fulanita, que tanto saben de esto, será cierto", pensamos, y lo damos por bueno. Cuando llega la ocasión de lucirnos, soltamos ese pensamiento que ya está tan manido que ha perdido el sentido y a nuestro alrededor todo el mundo asiente, sí, ya te digo, a qué está llegando el mundo. Después lo hilamos con otra barrabasada que hemos oído o leído o imaginado oír o leer, y ya tenemos conversación en la que todos y todas estamos de acuerdo. O no, que siempre hay algún disidente que lleva la contraria porque sí, sin saber de qué habla, solo porque se aburre.

Una de esas ideas es Finlandia. Finlandia como concepto, Finlandia como término genérico que engloba todo lo que anhelamos y con el que nos comparamos constantemente, sobre todo en términos educativos. Esta semana se me han abierto las carnes con el puñado de artículos cuyo título he ojeado en las redes y que no he querido ni abrir porque ya sentía la presión de la sangre detrás de los ojos y temía que se me saltaran. Según los titulares, el sistema educativo de Finlandia es mucho mejor que el nuestro por dos simples motivos: no hay deberes y no hay reválidas. Fíjate. Tanto rompernos la cabeza y resulta que, con no mandar deberes a casa y no hacer reválidas, ya está. La simplificación del problema en su grado máximo.

Yo, que si algo no soy es simple, no he podido resistirme a hacer un análisis más profundo de las diferencias entre Finlandia y el resto del mundo (que ya no es solo por la LOMCE, en Estados Unidos se comen las tripas con el país del norte también). No pretende ser científico, y tampoco es muy profundo y seguro que mucha gente me puede acusar de simplista, pero os aseguro que va a tener mucho más fundamento que muchas de las cosas que leáis por ahí, aunque por supuesto me puedo equivocar y os permito que me tiréis alguna piedra (de cartón, por favor) si lo hago. Vayamos por partes. (Aclaro que estoy hablando de la educación primaria y secundaria, no la universitaria.)

En Finlandia llevan con la misma ley educativa más de veinte años. 

Algo impensable en un país como el nuestro donde cada vez que cambiamos gobierno se cambia la ley de educación. Antes de que empecemos a ver los frutos que está dando, ya nos la han cambiado (de arriba abajo), sin darnos opción a arreglar lo que no está bien del todo y fortalecer lo que funciona. La educación no es un ordenador o un móvil, donde el modelo nuevo siempre es mejor; hablamos de niños y niñas, no de chips y procesadores. En Finlandia lo tienen en cuenta, y gobierne quien gobierne llegan a consensos por el bien de todos y todas.

El gasto en educación va subiendo todos los años. 

En Finlandia, en lugar de recortar, todos los años amplían el prepuesto de educación. Los profesores tienen un sueldo más que digno, están muy bien preparados, reciben formación que sirve de algo y están muy bien considerados en la sociedad. Todas las escuelas son públicas, no existen las privadas (y mucho menos las concertadas) y ninguna familia se pelea por entrar en una escuela o en otra porque todas son igual de buenas. No hay colegios con mal nombre porque todo el alumnado y el profesorado es idéntico en unos y otros. 
También tienen auroras boreales. Igual ese
es el secreto de su éxito.

El inglés es la segunda lengua y todo el mundo es bilingüe. 

Como me decía una chica rusa con la que hice un curso una vez, "en Finlandia se pasan con el inglés y van a terminar perdiendo su idioma" (no llegará la sangre al río, pensé yo), lo que hace que entendamos por qué les cuesta tan poco aprenderlo (y junto con él, dos o tres más). Cuando los críos llegan al colegio (por lo que tengo entendido, por más que no lo encuentro y no puedo probarlo, empiezan en primero, sin escuela infantil), ya saben inglés y ya saben leer y escribir, no empiezan de cero ni vienen de familias donde la frase más oída es "o veo la película o leo los subtítulos", que es lo que pasa en el noventa por ciento de las casas que conozco. Tampoco se doblan las películas, por ejemplo, y hay costumbre de estudiar un año fuera, como mínimo. Los intercambios en el instituto son muy comunes, algo que aquí solo hacen los niños de papá (y mamá).

Apenas hay inmigración.

Y no seré yo quien eche la culpa del estado de la educación a la inmigración, porque ya estaba jodida antes de la explosión migratoria de los últimos años, solo digo que es más fácil dar clase con un grupo cerrado donde todo el mundo habla el idioma a que te vengan niños y niñas a mitad de curso que no pueden comunicarse contigo (y a veces no han estado escolarizados en toda su vida). Ciertas zonas de las grandes ciudades tienen tendencia a atraer este tipo de alumnado, que a su vez convierte el colegio de la zona en uno con un gran número de inmigrantes, lo que suele gustar a las familias locales, que buscan subterfugios para no llevar a sus peques a esa escuela. Y el estado, en vez de echar una mano a estos colegios donde hay más necesidad, termina convirtiéndolos en ghettos, sus alumnos y alumnas no se integran y salen a la sociedad sin tener un solo amigo o amiga local. Luego nos sorprendemos cuando hay problemas de racismo y pensamos que qué estamos haciendo mal. Lógico.

La renta per capita es mucho más alta que en España. 

La inteligencia no va de la mano del dinero, pero las experiencias que reciben los niños y niñas sí. Si tú tienes un alto poder adquisitivo, vas a poder llevar a tu familia de vacaciones al extranjero, les vas a comprar más libros, podrás ir al cine con ellos, les vas a poder dar la ayuda que necesitan en términos de profesores particulares, etc. El nivel sociocultural y socioeconómico está muy relacionado con los resultados académicos; en un país en el que el grueso de la clase trabajadora no llega a fin de mes, las posibilidades de enriquecimiento cultural son mucho menores. Y encima, en lugar de ayudar a esas familias y aumentar el número de becas, aquí se recortan y se da prioridad a los que ya tienen ayudas para conseguir las mejores notas. Súper lógico todo. 

Finlandia tiene la tasa de suicidios más alta de Europa. 

Así que quizás no queramos parecernos tanto a ellos, al menos no en todo. Digo yo. 


Ojalá fuera tan fácil como quitar los deberes o librarnos de las reválidas. Ojalá en lugar de copiar modelos educativos que no funcionan (como el británico o el americano) copiáramos a los que lo hacen bien. Pero siempre es más fácil echar la culpa al otro, al que pone los deberes, al que hace las leyes. Porque claro, educar es una tontería que puede hacer cualquiera, basta con una carrera universitaria y algo de paciencia. No es algo que tengamos que hacer a nivel social, con cambios significativos, con una revolución a nivel básico. No, solo hace falta quitar los deberes. 

Os dejo con un extracto de la nueva película de Michael Moore donde se explican algunas de las cosas que he escrito yo, y muchas otras que me dejo. La crisis en educación es global. Todos los países copiaron el mismo modelo y ahora todos están fracasando. Menos Finlandia, que supo salir del bache. Ya es hora de que en el resto del mundo nos pongamos las pilas, pero vale ya de ser simplistas y mentir directamente. Los deberes no tienen la culpa del fracaso escolar, y las reválidas tampoco (más que nada porque todavía no han empezado).