Libros de lectura obligatoria para ser persona

Me había propuesto firmemente escribir una reseña cada viernes (no en este blog, sino en este otro blog de reseñas al que últimamente le estoy dando algo más de vida), pero entre que no leo rápido y que ahora mismo estoy con una colección de cuentos de Chéjòv que no es que sean lectura fácil precisamente, esta semana tampoco llego a la cita (y para mañana dudo mucho que consiga terminarme el libro). Para no dejaros con las ganas a los tres o cuatro pobres incautos que llegáis al blog de casualidad, os voy a regalar un pequeño listado de libros que considero de lectura obligatoria para cualquiera que se considere un ser humano. Son ese tipo de libros que, aparte de su calidad literaria, te incitan a ser mejor persona y cuando los terminas te entran ganas de arreglar el mundo. No suelo encontrarlos y cuando lo hago tiendo a releerlos como loca.

El guardián entre el centeno, J.D. Salinger

Por cierto: qué maravilloso
resulta leerlo en su versión
original. 
Ser adolescente es difícil, muy difícil. Lo es si eres un niño o niña normal, con una familia estable en un entorno comprensivo, así que si eres un chaval conflictivo al que sus padres han mandado a un internado tras la muerte del hermano pequeño porque ya no te pueden controlar, imagínate hasta qué punto puede llegar a ser tu adolescencia una mierda. El que no empatice con el protagonista de este libro es que no tiene corazón; el que no se emocione cuando Holden Caulfield recuerda a su hermano muerto o dice aquello de "aunque supiera explicarlo, no lo haría" es de piedra o tiene su propia adolescencia tan bloqueada que lo que necesita no es un libro, sino un psicólogo. A mí me afectó tanto que tuve que colarlo en la única obra de ficción que he publicado nunca, porque creo que cualquier adulto que trabaje con adolescentes tiene que saberse este libro como mi madre se sabía el catecismo (y Alan no iba a ser menos).

Matar a un ruiseñor, Harper Lee


La gran mayoría de las veces, hacer lo que una cree que es correcto es mucho más difícil que hacer algo que sabes que está mal pero está aceptado por el resto del mundo. Atticus Finch es un héroe que se juega la vida y pone en peligro a su familia por algo que cree justo, aunque desde el principio sabe que tiene las de perder y que no va a poder luchar contra el mundo. Su heroísmo se nos muestra a través de los ojos de su hija, que, imaginamos, aprenderá lo que significa la valentía gracias a su ejemplo. Y sí, la película mola y Gregory Peck es el Atticus Finch perfecto, pero cualquier buen/a lector/a sabe que el libro siempre, SIEMPRE, es mejor. (La segunda parte, que no es segunda parte sino el primer borrador de la primera, no refleja ni con mucho la grandeza de Atticus, ni el amor y el orgullo que su hija siente por él. Si no la habéis leído, ni os molestéis; yo me lleve un chasco de impresión y hasta le cogí un poco de manía a Atticus, lo que me dio mucha rabia.)

Muerte de un viajante, Arthur Miller


Si os digo que este libro me cambió la vida igual me quedo corta. Esta obra de teatro nos habla de esperanzas, de esperar a un futuro mejor que nunca termina de llegar, de soñar con lo que se tendrá dentro de unos años, cuando me jubile, cuando los niños sean mayores, cuando ahorremos, cuando las cosas vayan mejor... Pero ese futuro, a veces, no llega nunca, y cuando nos damos cuenta de ello ya es demasiado tarde y nos hemos pasado la vida viviéndola con la vista puesta en ese "cuando..." que cada vez se aleja más. Aunque sigue en mi estantería y no saldrá de ahí nunca, no creo que pueda ser capaz de leerlo otra vez, no al menos en breve; me emocionó de tal manera que, incluso escribiendo esto, se me pone la piel de gallina solo de recordarlo. No es que sea difícil hacerme llorar con un libro bien escrito, pero la congoja que me provocó este me dijo bien a las claras que había tocado una fibra muy, muy sensible. 


Los libros tienen el poder de hacernos soñar, de ayudarnos a olvidar o trasladarnos a otros lugares, pero algunos pocos también tienen el poder de cambiarnos. No me quiero ni imaginar qué grado de genialidad tiene que haber detrás de la pluma que escribe estos textos para conseguir producir ese deseo de cambio, ese impulso que te haga querer ser mejor persona, o al menos mejorar tu propia vida. Espero que siga naciendo gente capaz de hacerme sentir así a través de las palabras, porque creo que de eso trata la literatura. Sí, también la necesitamos para pasar el tiempo, pero encontrarte de vez en cuando con algo que te llena de esta manera es casi místico. 

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