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10/5/11

mudanzas

algunas fotos que pegamos con A# cuando nos vinimos a vivir al depto se han ido cayendo paulatinamente de la pared. Las guardo entre libros y pilas de apuntes para que se aplanen un poco, pero no vuelvo a pegarlas en la pared, porque me gusta pensar que es una decisión  de las cosas comenzar ellas mismas con la mudanza. Entonces, las fotos y también algunos flyers o dibujos se despegan y caen, anticipándose a la mudanza que tendré que hacer en un par de meses. hay una explicación perfectamente razonable para todo esto, relacionada con la capacidad de adherencia de la cinta de papel y la fuerza de gravedad. Sin embargo, prefiero pensar que sí, que las cosas.
Eventualmente me iré a vivir a otra casa o departamento; en sus paredes tal vez pegue ésas u otras fotos, que a su vez caerán (porque a veces incluso dejo que se caigan al suelo; no es desidia lo que tengo , sino fascinación por la gravedad). Y así se nos pasa la vida, con las cosas yéndose a otra parte y nosotros siguiéndoles el rastro, en la medida de lo posible.

20/4/10

Dedicatoria para un nadie, un alguien


Hola, ocasional transeúnte. Este libro (Fedra, de Jean Racine) pertenece al Movimiento Libro Libre Argentina; bah, en realidad este libro se pertenece a sí mismo, a sus palabras, al tiempo. Por eso es que tuvo que escapar de su último lector, porque contrario a lo que se dice por ahí, las palabras no nos pertenecen; tampoco la literatura, ni el Harte, ni el mundo.

Por lo tanto, usted, anónimo y potencial lector, se encuentra ante un trozo de mundo que tiene fecha de vencimiento. Cuando finalice la lectura de esta obra, deberá liberarla sin chistar. Es que a veces debemos desprendernos de aquello que creímos haber encontrado para siempre.


10/3/10

el fish


No es un mito: los peces se ahogan. Simplemente se cansan de la vida y se dejan morir como los elfos. Desafortunadamente para los peces, la mitología no se interesó mucho en ellos. No obstante, sólo es cuestión de prestar atención, acercar los oídos a las cañerías y, quizá, con algo de suerte, podremos escuchar cómo canta una sardina antes de abandonar este mundo.

22/2/10

Acotaciones (más al margen)

Mini historias cortitas y al pie (?)


- Diálogo imaginario, pero posible:
- Che, y vos ¿a qué te dedicás? - No, bueno, en realidad yo dibujo cosas que no existen.

- Me hice amigo de un pichicho por tres cuadras. Él era negro y viejo, y estaba rengo. Cuando me dejó le dije: Adiós Dago, jenízaro negro! Lo llamé así porque me recordaba al personaje de las historietas que leía con mi abuelo.
Sólo el cuerpo de Dago era lo que estaba arruinado por la calle y las noches. El espíritu se le notaba joven, fuerte y salvaje, como a mi abuelo.

- Cuando era más chico quería ser una langosta. Me parecían super geniales: verdes, aerodinámicas y capaces de dar grandes saltos. Quise ser una langosta hasta que me di cuenta de que vivían poco tiempo y que los nenes se divertían arrancándoles las patas.
Ahora que soy más grande (un poco, no más) quiero ser profesor. Pero a los profesores también les arrancan las patas.

- Momento ultra cursi de mi vida: ir caminando por 27 de abril o La Cañada una mañana nublada, mirar los edificios, alguna casa vieja o a la gente que espera el bondi; pensar: la ciudad es hermosa, nada puede salir mal.

- Voy al super, comparo precios, suspiro y comento con mi papá que sí, que se está yendo todo al carajo. Definitivamente me estoy convirtiendo en una vieja del Bajo Flores, cada vez más.

- A# escribió un cartelito y lo pegó: "Por favor no me robe el sillón. Gracias =)". Sí, la vida debería ser así, tan.

- Me dijo muchas cosas: que se llamaba Rubén pero le decían El Lobo. Me dijo que no se rescataba porque amaba la calle y que en realidad podía irse de allí en cualquier momento, ya que podía viajar con la mente. Rubén tenía la mirada brillante, como un soñador o como un niño. No volví a verlo, siempre paso por ahí pero no. Creo que realmente era un lobo y que podía viajar con la mente.

- Hay dos personas con las que siempre termino hablando del mar. Una de ellas vivía cerca de la playa y su pelo debía oler a sal o a luna. La otra lo añora tanto como yo. Pero no sé a qué olemos, quizás a distancia o ausencia.


27/1/10

el regreso del Yeti


vuelvo a escribir un post después de meses, y en el medio pasaron navidad, año nuevo, el "cumpleaños del blog", casi todo el abierto de australia, etcétera. Y sí, me tomé vacaciones. No, no veraneé en mardel, ni me hice una escapada para ver el dakar, ni recorrí las costas brasileras, ni me fui a a la patagonia a vivir de mis artesanías hechas con nueces... En vez de ello me dediqué con sumo cuidado a cultivar los pequeños placeres de la vida, a saber: comer galletitas de chocolate mojadas con leche, acariciar al gato con los pies, hacer dibujos con las partículas de polvo en suspensión (sí, se requiere mucha paciencia y dedicación).
No obstante, no es recomendable dedicar las vacaciones completamente al ocio, eso sería un despropósito y, peor aún, una pérdida de tiempo. No señor, por eso pienso encarar el dosmildiez con muchísimos proyectos. Listo algunos:

  • crear una editorial independiente, en realidad pequeña... bueno, más bien ínfima
  • hacer teatro
  • limpiar debajo de la cama
  • llevar adelante el proyecto: comando surrealista
  • pintar más
  • experimentar con mi barba
  • hacer, junto con A*, remeras con ilustraciones
  • formar una banda
  • aprender a tocar algún instrumento para poder formar una banda
  • comprar una funda para mi Olympus Trip 35
  • ir a ver a Kusturika, si es que viene como dicen
  • hacer más artesanías con nueces (es el negocio del futuro, lo sé)
  • ser honesto conmigo mismo y, por lo menos, intentar alguno de los ítems anteriores




20/12/09

Me gusta

... hacer un guiso, cortar las verduras con un cerruchito-tramontina, servirlo bien caliente y que el vapor me queme la "ñata", comerlo con pan, sentir el gusto a tierra de las papas.

16/11/09

Crónica de un instante en las Halturas


(*)



Fue necesario llegar hasta - la que me pareció - la piedra más alta; ahora lo sé. Sólo así he podido sentir en el eco de tu vuelo un susurro en mi memoria, como si numerosos vientos aleatorios me hubieran empujado hacia aquí para verte en la distancia.

Pero fue hace algunos años que ya no importan en un zoológico que tampoco importa, cuando te vi por primera vez. Te habían fabricado una montaña de mentirita con piedras sin vida y un arbolito gris, de esos que fallecen a solas en las esquinas. Un envoltorio de alambre olímpico te protegía de la libertad y los cables de luz, tan peligrosos para los pájaros. Dormías sobre una rama y yo no pude evitar un dejo de decepción; es que ya tenía listos la cámara fotográfica y los pochoclos. Entonces todo sucedió en un instante; me gusta pensar que nadie más pudo verte. Quizás los demás visitantes se habían ido a fotografiar a los monoarañas o a comprar más pochoclo. En ese momento - ya despierto para siempre en mis retinas - desplegaste las alas como quien abre un Habismo en el tiempo y una noche súbita se extendió por toda la jaula. De pronto todos los demás fuimos los prisioneros, por siempre aferrados al suelo y a nuestras maquinarias, inútiles cazadoras de luz. Mientras yo me sentía más-hombre-que-nunca, me miraste apenas de lado, desde tu envergadura.

- Soy un cóndor - me dijiste. Jamás lo olvides, hombrecito - agregaría yo, tiempo después.

Desde esta piedra-que-late puedo ahora divisarte una vez más, varios metros más arriba, dibujándome. Me gusta pensar que sos el mismo cóndor, y yo soy el mismo yo, porque de alguna manera somos partículas del mismo polvo que el viento distribuye o el río pierde. Nuevamente me llenaste la mirada de silencio; dentro de mí vuela un pájaro de sangre, lleva tu nombre eterno que jamás termina de pronunciarse,
cóndor
cóndor

cóndor.
Sé que cuando escriba nuestra historia habré de perderte para siempre. Mientras tanto no te olvido, aunque todo este paisaje me esté olvidando a mí.


(Balcón Sur, Quebrada del Condorito)



antü | trece



(*) La foto es sólo ilustrativa (?) y pertenece al Volcán Batea Mahuida, cerca de Aluminé, Neuquén.

6/7/09

acotaciones (al margen?)


- no hay placer como el de dibujar en papeles viejos

- una vez escribí un poema en la espalda de una mujer. Los olvidé a ambos.

- el té de durazno me hace pensar en un árbol que se ahoga en un mar de agua hirviendo

- existen dos tipos de personas en el mundo:
a) los que saben que la vida no tiene sentido y
b) los que, luego del existencialismo, confirman que la vida no tiene sentido

- sí, leer a Camus es un déjà vu

- a veces todo se reduce a una cuestión materialista: la mayoría de las cosas que hacemos tienen como fin último ocupar espacio, incluso pensar.

- instrucciones para entender la cacofonía:
1) si dice bretón, imagínese un tipo de bigote rubio y voz - quizá - musical
2) si dice Breton, piense en una mancha de Tierra sobre la luna; piense en una noche de París o una mujer desnuda

-hay gente que dice no ser feliz porque así parece más intelectual; hay gente que, directamente, no es feliz.

- cuando chateo con alguien y la conversación se detiene por mucho tiempo, imagino a dos personas que se miran, en silencio

- sí, el amor también ocupa espacio; les llaman hijos

- ayer dije: "¡es una vergüenza!", y sacudí la cabeza negativamente, mirando hacia abajo. Me sentí como un viejo de Palermo.

- cosas de las que no se vuelve: calzoncillos largos

- ¿qué puede hacerse en la vida con dos témperas blancas y dos témperas negras? Pintar rostros que gritan en las avenidas

- tengo una teoría: la ingesta en demasía de anabólicos y/o esteroides , no sólo produce mayor volumen muscular, sino que también vuelve más republicano a su consumidor. Las películas de Stalone son un buen ejemplo de ello.

- un lápiz mordido, una polilla, un papelito escrito con tu nombre

- la chica no era muy linda. Pero tenía unos jeans-verdes. Yo quería sacárselos, sólo para asegurarme de que el verde no había pasado a la piel.

- había soñado que llegabas de ninguna parte y hacíamos el amor. Despertaba, no quería pensar en vos ni me animaba a escribir tu nombre. Entonces eso era el lenguaje.

- un hombre comiendo pastafrola me inspiró un poema. Pensé: "la poesía es cualquier cosa" y fui feliz.

30/6/09

Las señales

encontrarme con una ex-compañera del colegio en la terminal y charlar durante casi todo el viaje (enterarme de que fulanito se casó y que menganita.); leer en la cama, tapado hasta el cuello; dormir todo el tiempo; votar sin convicción, por tercera vez consecutiva (con la mínima certeza de que peor es no votar)

... nunca la palabra adulto me abarcó tanto.

20/6/09

Días como éste(3)

... en los que uno se va a dormir a las nueve de la noche y se despierta a las dos de la madrugada, con la certeza de no existir en el mundo, a pesar de.

15/6/09

Apología


Así como el frío nos lanza violentamente hacia la estufa o hacia otros brazos, del mismo modo la incertidumbre nos deja secretamente perplejos. ¿Por qué dudamos? ¿qué nos demora en los portales cada vez que salimos o regresamos de la vida?
Suele suceder(me): llega ese momento extremo del día, la hora anónima cuando cualquier certeza cae del pedestal. Y los interrogantes son heridas, abiertas como ojos en la piel.

-No hay persuasión posible.

Practicar un fundamentalismo de la desconfianza. Dudar de todo, como Descartes (incluso dudar de Descartes).
Los honorables representantes no tienen la menor idea de qué hacer (ni cómo hacerlo); a La Nena no le gustan sus tetas nuevas (al novio tampoco); los caniches están hartos de ser llevados en brazos como carteras, desean correr libres y practicar el canibalismo más atroz.
Creemos necesitar una relación estable, una casa cómoda trabajo bien remunerado carrera con futuro celular de última generación tiempo para nosotros la fe intacta evitar el descenso (a los infiernos) seguridad salud prepaga cocina limpia comida thai redistribución de la pobreza (err de la riqueza) conexión wi-fi oportunidades sexo arte comprometido tasa fija de interés un poquito de amor que alguien nos entienda... por lo menos que nos escuche.

-Es (auto)destructivo.

Para qué engañar-me, no sé si la soledad de hoy es mayor a la de ayer, o viceversa. De nuevo en el portal, te miro y me pregunto si, aún reteniéndote un par de minutos más, lograremos escapar a tanto desencuentro. De un lado o del otro de las relaciones, la incertidumbre nos atropella. Da lo mismo deambular por la vida - transeúntes del cariño -, con las manos en los bolsillos, queriéndonos furtivamente cada vez que sea posible; atentos a los indicios más minúsculos: volvió con su ex, regresa a su casa por el fin de semana, sale con el grupo de amigos... y así andamos, buscándonos a tientas. Crustáceos en la noche profunda.
No existen muchas diferencias del otro lado (siempre un otro-lado). Juntos, cómplices del mismo retrato: inmóviles... tocarse mirarse hablarse apenas. Cuando acaba(mos) el amor, cada uno en su costado de la cama; en plena oscuridad, las dudas clavadas en el techo invisible. El retrato se repite absurdamente... y así seguimos, una masa oscura nos va ocupando el cuerpo de a poquito. Nos aferramos al miedo, como los árboles se aferran al aire para no hundirse en el suelo.
Estoy de este lado de la puerta. Ya no sé si seguiste tu camino hace algunas horas o muchos meses atrás. Sos una u otra "vos", no importa.

-Elegir el vértigo.

Aunque nunca nada sea seguro, aunque siempre estemos desgarrados en alguna parte, es posible (y quiero) optar por la incertidumbre. Hacernos una doble piel, sentir al máximo la vibración del invierno cuando caminamos solos. Imponer un poco de esperanza a las lágrimas anónimas de la noche. Abrir el libro a la mitad de la historia y prolongarla. Mirarnos sin máscaras, como nunca lo hicimos. Suspendidos en el instante eterno de volver a encontrarnos.




antü | hoy


12/5/09

justo cuando creía que la prensa (y más aún, la sociedad) ya no podía sorprenderme, me encuentro con la siguiente encuesta en Crítica Digital:


¿Está de acuerdo con aplicar la castración química a violadores reincidentes?



...



6/5/09

en busca de la catarsis posmoderna

Hay que hacerlo... despojarse de todas las tragedias mínimas y cotidianas: los silencios - eternos  - incómodos del ascensor, el desencuentro con el otro, la identidad que perdemos cada vez que salimos a la ciudad... no hay catarsis posible - ni vale la pena intentarlo - en esas minuciosidades. Hay que salir a la calle con el pecho abierto y la frente desnuda; llenarnos de viento en una bocanada e inflar el corazón. Hay que hervir la sangre aún con el leve calor de un apretón de manos, buscar las caricias ocultas en los apretujamientos de gente... oh, estamos tan solos; nos buscamos visceralmente, sin saber que somos la ausencia en todas y ninguna parte. No sienta vergüenza, señora del 7º B, déle un abrazo al palo borracho del boulevard. Sienta las espinas meterse levemente en su carne... ese cosquilleo hermoso y lleno de ternuna que sólo un palo borracho sabe dar.

Necesito llenarme de cosas así, escribirlas en mi libreta abandonada (muestra excepcional de mi olvido y negligencia); copiar poemas en papelitos insignificantes y extraviarlos por ahí: ellos necesitan imperiosamente ser libres, reencontrarse con la vida común. Debería imitarlos, plegarme a la audacia de las palabras que van a parar a cualquier parte - un panfleto, un cartel, la despedida entre dos amantes - despojadas de todo prejuicio; simplemente se dejan envolver por el aire y caen en nosotros, haciendo que todo sea, al menos, no tan absurdo.

Espero que el frío llegue pronto, quiero salir a la calle y que se me congele la cara. Suceso interesante andar por ahí con el rostro congelado. Imagínese usted, con la sonrisa del primer beso matinal petrificada, incapaz de ir a ningún lado. Y aquella mujer que guarda una fotografía en su cartera: una lágrima diminuta la sorprende y queda detenida - a mitad de camino entre el ojo y la comisura de los labios -, en plena mejilla destella como un diamante. Habráse visto... por ahora me conformo con imaginar tales maravillas. Tropiezo con la indiferencia de los autos y el malhumor general mientras voy caminando a la facu (siempre el malhumor, horror posmoderno). He realizado cálculos: hay aproximadamente tres canciones de distancia entre mi departamento en el 5º piso y la "casa verde", donde-recibo-educación-pública. El camino es una repetición no muy uniforme de personas y lugares: edificios, edificios, alguna casa, unos pocos árboles (florecen, desflorecen, amarillan,verdean), el naranjita meditabundo de la calle Temple (no hay unión más perfecta en el universo que aquella entre el rostro de ese hombre y el nombre de esa calle), otros peatones con los que corro carreritas, a ver quién llega primero a la esquina.  Eventualmente sucede algo extraordinario: una casa ya no está porque la han demolido, entonces debo despedirme de ella, adiós casa, bon voyage. A veces el señor del focus y el taxista creen tener derecho de paso al mismo tiempo y ¡la puta que te parió, infeliz!.

En fin, es fácil poner la vida en piloto automático, acostumbrarnos al paso insípido del tiempo; soñar sin sueños, reír sin ruido y amar sin riesgos. Yo sigo esperando el cachetazo revelador que me arranque los pies del suelo y abra mis ojos hasta darlos vuelta. Sé que la señora del 7º B desea un abrazo de ese palo borracho, lo desea irrefrenablemente. Es cuestión de tiempo. Por ahora pasa por la vereda de enfrente y lo acaricia con una mirada furtiva. Se sonroja apenas; como piensa que es a causa del calor, desabrocha un botón del cuello de su camisa, y continúa caminando.

Glosario:

Naranjita: persona que se encarga de cuidar los autos en las calles de Córdoba, a cambio de una contribución voluntaria.  

25/3/09

Érase otra vez un 24 de marzo

Crónica de una reflexión anunciada




Para mi libreta la fecha de arriba no significa nada. Para el lenguaje la fecha de arriba tampoco significa nada. Pero en Argentina (ese nombre que nos envuelve y hace formar parte del país - un país - y de la historia - una historia) el 24 de marzo tiene un significado especial: se cumplen 33 años del último golpe militar, en 1976 (sí, hubo varios antes). En 2002, decreto de ley mediante, esta fecha fue declarada “Día Nacional de la Memoria Por la Verdad y la Justicia” y, a partir 2005 es no laborable. Por ende el día de hoy – de la memoria, aniversario del golpe, feriado, jornada de reflexión o descanso – nos involucró a todos, otra vez, como hace 33 años.

En mi caso, esta siempre ha sido una jornada diferente, llena de emociones fuertes; fundamentalmente de angustias y tristezas heredadas… esa memoria social o colectiva que los libros llaman historia. La dictadura siempre estuvo presente en mi vida; fue un tema de conversación recurrente, tanto en mi familia como en mi colegio. Crecí con esos sentimientos de impotencia, pena y bronca que parecen ser arrastrados por la generación de mis viejos (algunos de ellos, no todos). No obstante, adoptarlos y llevarlos a flor de piel durante todo este tiempo, ha sido siempre, por mi parte, una elección consciente. Hoy fue otro de esos “24s”; otra semana previa de verlo venir y sentirlo en el aire, mirar el calendario y hacerle un circulito invisible: ese día nos toca recordar. Estoy lejos de casa, pero sé que la cara de mis viejos fue diferente; seguramente sus miradas se apagaron un poquito. Ojo, no es que se pongan tristes sólo en este día. No, es algo permanente. Los dolores del pasado habitan en las personas, las ocupan (no tan) secretamente y se activan de vez en cuando. Al fin y al cabo así funcionan los recuerdos. Como decía, mis padres estuvieron tristes hoy, lo sé. Quizá tomaron mate por la mañana, mirándose en silencio mientras algún señor en la radio anunciaba el clima o hablaba sobre temas-de-interés. Yo me levanté igual que ellos. Parte de llevar la misma sangre es sentir los mismos dolores, como si la piel tuviese extensiones invisibles, capaces de transmitir las sensaciones por el aire.

A pesar de haberme despertado con pesadumbre, intenté actuar lo más indiferente posible, hacer de cuenta que nada pasaba. Porque claro, “mirá que ponerte a pensar en el pasado, como si no fuera suficiente con los problemas actuales (sí, pibe, 33 años más tarde el mundo sigue siendo una porquería)”. ¿Para qué prestarle atención a una fecha que los medios de comunicación han convertido en “segmento especial” o “informe de la semana”? Justamente, para evitar el vaciamiento de contenido que se busca - y, muchas veces, se logra satisfactoriamente - perpetrar en conmemoraciones como ésta.





Mierda, esto es difícil. La “reflexión crítica y comprometida” puede devenir en actividad de rutina, tan sólo un gesto apropiado para la ocasión. Todos los años (bueno, en realidad hace un lustro, más o menos), escribo algo sobre el aniversario del último Golpe de Estado. Suelo referirme, entre otras cosas, a lo importante que es la memoria (que no tenemos) en una sociedad, para que la historia no se repita (como se repite); hablo sobre la necesidad de una reflexión profunda (por lo general no la hacemos); me indignan la lentitud de la justicia y las escasas condenas a los responsables (creo que no hace falta hacer ninguna acotación al respecto). En fin, me doy cuenta de que formo parte del mismo juego mecánico desde hace bastante tiempo. Llega el día del aniversario y pienso: en la memoria, el compromiso, los desaparecidos y la reivindicación de su lucha, la libertad, las noticias de los diarios (esos pobres objetos que viven un solo día, como las moscas), las personas, las marchas y contra marchas, los caídos, los sobrevivientes, los indignados, los disconformes, los asuntos pendientes, las cicatrices, los ojos cerrados, las manos ensangrentadas, las armas todavía humeantes, las banderas roídas, las calles desiertas, los sueños rotos, las esperanzas vigentes…

Una vez más, como de costumbre, escribo algo al respecto. A medida que pasa el tiempo, voy creciendo, me siento más boludo y veo que casi nada cambia. Entonces, todas esas palabras (con sus respectivos sentimientos) pierden peso, un poquito cada vez. Ya no significan tanto como antes. Comienzan a cortarme, se filtran por las rendijas. Me convierten en la sombra desgarrada de una jaula. Aún así, antes o después de esbozar otra palabra que intente explicar – curar, aliviar – tanto vacío, necesito sentir que algo de esto es real. No pueden ser todas estas sensaciones nada más que engranajes de un relojito siniestro. Me cebo un mate, escucho al flaco Spinetta, miro una foto vieja de mi papá, salgo a la calle, voy a la marcha por los 33 años, saco fotos, observo a los demás… busco los rastros de algo diferente, algún indicio que me rescate de tanta mecanicidad.

En la marcha hubo de todo: banderas de todas los tamaños y colores, miradas de todos los tamaños y colores. Habían mujeres tristes y valientes, pibes exaltados y desafiantes, hombres cansados, transeúntes indiferentes, niños, abuelos, vecinos, militantes, curiosos, ausentes. Encontrarme, mejor dicho perderme en aquella multitud me sirvió para sentirme tantito mejor.

Sin embargo, al volver, luego de los discursos finales (tan discursos como políticos), el sentimiento de repetición vuelve a ser el mismo. Me alejo de la plaza donde concluyó la marcha y todo comienza a desdibujarse. Paso por el shopping (lleno de gente), luego por el Paseo del Buen Pastor (lleno de gente), llego a mi departamento, leo los diarios por Internet. Otro 24 de marzo parece haber llegado a su fin. Cada argentino vivió el “feriado” a su manera y cumplió con el rol que eligió (dentro de sus posibilidades). Ahora que escribo – y ya no es martes 24, me resisto a seguir el guión. Aunque repita algunas ideas y modifique otras, continuaré con mis intentos de desenmarañar significados y dilucidar interrogantes. Porque considero que la conmemoración del “Día Nacional de la Memoria…” – todo lo que implica – es sólo la punta del iceberg; el día que (algunos) elegimos para recordar nuestras heridas abiertas. Detrás de esta fecha anecdótica late una historia irresuelta que nos divide. De un lado o del otro, un asunto pendiente, un relato ausente nos mantiene en vilo o nos vuelve indiferentes; nos separa indefectiblemente; aturde y ya no podemos oírnos; ciega y ya no somos capaces de vernos.

Sí, de nuevo estoy escribiendo sobre el golpe. No importa, esta es mi manera de superar el dolor propio y ajeno. No soy rutinario. Estoy en vilo, abro los ojos, escucho, pienso…recuerdo.


fotos: Aimé




19/3/09

Rebe: fugaz la utopía del matrimonio
AC: algunas son fugaces, sí
Rebe: pero bueno anuar, igual todo es tan efímero como un helado bajo el sol, ¿dónde leí eso?
AC: jeje no sé
AC: por ahí
Rebe: en algún blog de algún desocupado
AC: jajaja
Rebe: que cree aún en los poemas
AC: yo creo en los poemas mientras los escribo o los leo

AC:lástima que uno no puede leer ni escribir eternamente
Rebe: y después los abandonas, primero les pones hasta altar
AC:

AC: hay que abandonar a la poesía
AC: "no se mata sino lo que se ama"
Rebe: abandonarla para que crezca, se independice y forme una nueva familia...esa frase es muy bélica

AC: es que hoy me siento bélico

AC: pero sí, lo ideal sería que crezca, se reproduzca, etc, etc
Rebe: ja ja...y porqué andas bélico?...bueno, eso no es lo importante, lo importante es ¿qué vas a hacer con esa belicosidad? me inquieta
Rebe: que ya sé de tu "belicosidades".....con ellas me haces reir mucho jejeje
AC: lamento decepcionarte, la de hoy es una belicosidad medio romántica, estoy más para escribir que para burlarme
Rebe: la risa siempre puede esperar, mientras se alimente el espíritu, espero que alimentes el mío

Rebe: qué piensas hacer con la belicosidad entonces?
AC: no sé
Rebe: entonces escribe, eso hace uno cuando no sabe qué hacer con la vida


amen Rebe, amen

...y gracias.

22/2/09

El malo de la película


Andres: - ¿Has ido al zoológico? ¿está bueno?
Anuar: - Sí, hace unos años. Es deprimente. Está muy descuidado y los bichos andan todos tristes . It's a very sad place -dijo, dirigiéndose a Caroline, la chica belga de intercambio - just like a hospital.

La situación es la siguiente: estoy estudiando gramática - muy a mi pesar - cuando llegan Andres, su novia Belen y Caroline. Los veo felices, es un día precioso para salir a pasear. Caroline está pasando el fin de semana en Córdoba y mis amigos van a mostrarle la ciudad. Andrés me cuenta de un partido de tenis que, "por cuestiones de fuerza mayor", no puedo ver; recién van por el primer set. Luego me pregunta por el zoo; y yo, bestia peluda sin sentimientos, usando mi inglés de pandillero portorriqueño del Bronx, lo comparo con un hospital.
Cinco minutos más tarde ya se han ido los tres, quién sabe a dónde. Quizá al paseo del buen pastor o al museo Evita (podría haber dado apreciaciones similares a la del zoo sobre aquellos lugares). Dudo que vuelvan a preguntarme sobre algún sitio de interés en esta provincia o en Bombay.

Es lo que pasa - me digo a mí mismo - cuando uno se siente tan al límite que no le importa nada. Ni siquiera quedar como el único mala onda del país ante una visitante extranjera que no puede dejar de notar lo simpáticos y amables que somos los argentinos (sic). Y no se termina ahí. Hoy es uno de esos días en los que, sin arrepentimiento ni culpa, podría salir a la calle a provocar desmanes de todo tipo. Como ser: explicarle a cada infante menor de 5 años por qué Papá Noel no existe; llamar a cualquier compañía de cable y hacer preguntas durante media hora sobre un servicio que ni pienso contratar; pararme en la puerta del cine y contar el final de cada película con lujo de detalles (inventaría un final distinto cada vez) ; recortar avisos fúnebres y repartirlos en sobres rosados, como si fueran cartas de amor.
¿Y todo eso por qué? Porque sí. Porque es domingo y estoy aburrido. Porque la muerte debería ser tan romántica como los días festivos que nos proponen los shoppings. Porque ver a un animalito encerrado y lejos de su hábitat natural NO ES DIVERTIDO (ni siquiera es educativo). Porque es más valioso recibir un regalo de nuestros padres que de un sujeto nórdico con problemas de sobrepeso. Porque la televisión nos atrofia la imaginación y la capacidad de pensar. Pero, por sobre todas las cosas, porque cuando se está de mal humor, no hay nada más sencillo que descargar toda la mierda sobre los demás.

10/2/09

fragmento de un fragmento


Mi lugar preferido del parque Sarmiento (esto va a sonar bizarro) es donde está el puesto de choripanes del Dante (ahí arriba, cerca de la escuela... sí, soy pésimo para las descripciones geográficas). No es que sea un fanático del chori; no, en realidad lo que me gusta de aquel lugar es que está en un punto más elevado "a nivel del mar" (?) y desde allí se puede observar parte de la ciudad, más abajo. Es un mar mudo de luces que jamás termina. De noche me imagino a todas las personas que regresan a sus casas luego de un día agitado... todos esos seres anónimos, perdiéndose en la oscuridad, doblando por alguna esquina que jamás conoceré.
Hay un momento en el día en el que cada uno de nosotros deja de existir. Alguien, sin saberlo, nos observa desde lo alto, pero no puede imaginarnos. No es capaaz de concebirnos, con nuestro cansancio y nuestros pensamientos a cuestas. Simplemente desaparecemos cuando aquel transeúnte nos da la espalda. Del mismo modo, la ciudad se desvanece a mis espaldas cuando abandono el - de ahora en más - "mirador de los choripanes".


30/1/09

Robinson Crusoe

Hasta que un día se hartó de todo. Dejó a su novia, regaló el Caniche Toy, chocó el auto, quemó todos los discos de Sin Bandera, renunció a su laburo en el banco y tiró el "aifoun" a la basura. Al día siguiente se inscribió en Gran Hermano 45.

Recuerden niños, nunca es tarde para perseguir vuestros verdaderos sueños...