Cuando pensamos en Tanzania, lo primero que nos viene a la cabeza son las imágenes poéticas de los animales salvajes deambulando por la inmensa sabana del Serengueti durante las migraciones anuales, la cima nevada del siempre omnipresente monte Kilimanjaro y las idílicas playas de Zanzibar, sus sitios turísticos por excelencia ubicados al este del país. Sin embargo, raramente hemos escuchado historias provenientes del oeste tanzano, donde los estrechos sin población se extienden por centenas de kilómetros, y quienes habitan la selva, el bush y las costas vírgenes del lago Tanganyka son los animales salvajes y la gente de las tribus alejados de todo contacto con el turismo en masa. No importa cuán bonitas sean las imágenes del este, tan conocidas por haber sido fotografiadas hasta las nauseas, es este estrecho de 1000 km inhóspitos y salvajes que se extiende desde la frontera de Burundi hasta la de Malawi, el que más me cautiva y por allí fuimos.
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