Llegué a Olloba con la intención de descansar pero la bicicleta estaba hecha trizas, y yo también. Luego de algunas horas de estar tirado boca arriba en un colchón sin ratones, apenas podía sentir los músculos . A pesar de ello, no me quedó otra que levantarme para trabajar en ella el resto del día si es que es pera ba lograr salir de allí algún día . Afortunadamente contaba con la compañía de los aldeanos qu ienes , curiosos por lo inusual de mi presencia, hacían lo que podían para ayudarme. Los bloques de barro se habían secado, las ruedas ya no giraban, los cambios no funcionaban y los frenos estaban totalmente atascados, debía poner a punto la bici para poder se guir . Mi tarea de mecánico se ext iende hasta ya entrada la noche, cuando un generador el éctr ico rugía alimentando l os parlantes y las lucecitas de colores del único bar de la aldea. Era martes, Jean había finalmente llegado con el nuevo cargamento de cervezas ( au nque sospecho q ue se beb...
Andando por los caminos del mundo