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Génesis de Ciudad Mínima. Festival de Microrrelatos



En el 2012, la directora de palabra.lab, Adelaida Jaramillo, planificó junto con el editor de Páginas de Espuma, Juan Casamayor, la visita del escritor peruano Fernando Iwasaki al país.  Fernando iniciaba una gira por Chile que finalizaba en Perú, de tal manera que a través de la gestión de Juan, se coordinó una parada adicional en Guayaquil.  Sin embargo, conociendo que Fernando es también gestor cultural y promotor de lectura, traerlo para una sola actividad era desaprovecharlo, así que Adelaida decidió proponerle a un grupo de gestores jóvenes que hicieran una muestra de cortos (Hidrante Verde) y una antología (Camareta Cartonera).  Luego de la primera reunión acudió a los representantes del espacio NoMínimo y Gkillcity, quienes aportaron con ideas sobre las actividades que podían realizar para formar parte del “festival mínimo”, nombre que en una de las reuniones cambió a “Ciudad mínima” por sugerencia de Jessica Zambrano, integrante de Hidrante Verde.

Con el cronograma del festival armado se buscó auspiciantes que lo apoyen, no sólo económicamente, pero con ideas y difusión; y encontrada la financiación, que en parte salió de la empresa privada, pero también del bolsillo de los amigos, saltó una nueva inquietud: ¿por qué no traer también a Ana María Shua?  Una vez más, Juan puso en contacto a Adelaida con Ani, y entregándole su correo electrónico le dijo: ¿por qué no le preguntas a ella? Shua recibió el correo de invitación en un cyber en Paris mientras visitaba a su hermana y al proyecto le dijo que sí de inmediato.  Con todo asegurado: pasajes, recintos, programa, hotel, y todo aquello que pudiera hacer que el pan no se quemara en la puerta del horno, se invitó a los dos escritores locales: Solange Rodríguez y Luis Carlos Mussó a que prepararan un texto para acompañar a los autores internacionales en una mesa moderada por la crítica, y profesora de todos nosotros, Cecilia Ansaldo, y a José María León y Clarita Medina para que presenten los libros de los autores.  
Ya en el festival, y aprovechando que Fernando es un gran gestor cultural, se definió al segundo invitado, quien por cierto fue el primero en mencionarle la existencia del microcuento a Adelaida, en Guadalajara, un par de años atrás.  Así, lo que estaba supuesto a ser una presentación de un libro, terminó siendo un festival con tres ediciones por ahora, y que ha recibido a gente querida como Andrés Neuman, Edgar Allan García y en esta edición a Alberto Chimal, Carolina Andrade y Jorge Dávila Vázquez.

El éxito de las actividades no sólo se midió con la asistencia masiva a todos los eventos, pero un medidor interesante fue la atención suscitada en los jóvenes de colegios a quienes se les dio la posibilidad de crear para participar en el conversatorio con los escritores.  Sin duda, “Las palabras vuelan” fue el evento más cálido de todos.  Los chicos, ubicados sobre las gradas del Teatro Centro de Arte, soltaron aviones de papel en cuyo interior habían microcuentos que ellos habían escrito para ganarse un cupo en la charla.  Por ese motivo, la propuesta de escritura para jóvenes de colegios regresa en esta tercera edición.

En tres años, el festival se ha convertido en referente de actividades que promueven la micronarrativa en Hispanoamérica, y para honrar el lugar que le han concedido, se incluyeron los Ecos de Ciudad Mínima que contarán con lecturas de microcuentos, movidas tuiteras, escritura de ensayos y difusión del festival por parte de agrupaciones entre las que cuentan como adherentes la Jornada Peruana de Minificción en Lima, Perú; el Taller de escritura creativa Horizontal y el Festival de Escritores SM en Querétaro, México; la Compañía de Ánimas y Asociación Culltural Rumbos en Rosario, Argentina; Esta noche te cuento, Madrid, España; la Jornada Trinacional de Micronarrativa en Santiago, Chile; campaña de escritura @TWLetteratura, Milán, Italia; Ficción Mínima, Caracas, Venezuela; la campaña de lectura Cuentos y más, Buenos Aires, Argentina; la revista Penumbria de México.  Las agrupaciones se siguen sumando al festival con ideas y actividades alrededor de las formas breves en la lectura o escritura.

Los deseos de que el festival siga creciendo se van cumpliendo.  Seguro habrá novedades para la siguiente edición, cuyo invitado ya ha sido seleccionado.

Más información en http://www.ciudadminima.com/
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Minificción de los jueves: Ana María Shua

http://www.el-nacional.com/papel_literario/Nueva-seccion-Papel-Literario-Minificcion_0_442155891.html
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Fenómenos de circo. Ana María Shua


Fenómenos de Circo, el esperado libro de microrrelatos de Ana María Shua en su versión argentina. Fue publicado en Madrid por Páginas de Espuma y en Buenos Aires por Emecé-Grupo Planeta.
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Ganadores del mes de marzo de Minificciones.com.ar

A lo largo del mes de marzo los visitantes de Minificciones.com.ar pudimos disfrutar de un excelente nivel de los más de 100 textos que nuestros lectores crearon en función de la imagen propuesta. La selección fue harto difícil y para nuestra jurado de este mes, la escritora argentina Ana María Shua, la tarea no fue nada sencilla.


GANADORA

EL SANTO GRIAL, de Javier Puche

El héroe atravesó desiertos, laberintos, junglas. Decapitó minotauros y cíclopes. Cayó en telarañas gigantes. Trepó árboles infinitos. Hasta que finalmente, ya anciano, encontró el Santo Grial. Lo custodiaban un monje y un dragón. “Si bebes de esta copa”, dijo con gravedad el monje, “vivirás eternamente”. En el rostro decrépito del héroe se dibujó una sonrisa. Al parecer, no había sacrificado en vano su existencia, donde nunca hubo amor ni alegría, tan sólo búsqueda tenaz. “Ahora bien”, prosiguió el monje elevando la voz, “vivirás eternamente, en círculo, la misma vida que tuviste. Y no otra”. Consternado, el héroe reflexionó unos instantes. Luego se desplomó en el suelo como un títere, vencido por la tristeza, mientras las fauces del dragón exhalaban una carcajada de fuego.

PRIMERA MENCIÓN

APOCALIPSIS, de Esteban Dublin

Los santos caían como mártires, las sillas se hacían cenizas, los fieles corrían despavoridos. La espada del Arcángel Gabriel rodaba por el piso y la empuñé. Me fui en ristre contra el responsable del caos, un dragón que incineraba todo cuanto se abría a su paso. Me acerqué furiosamente contra él y le corté la cabeza con un certero golpe. La sangre manaba sin cesar mientras un quejido lastimero retumbaba por el templo. Al principio me sentí aliviado, pero luego escuché la voz de Dios. “Idiota”, dijo, “Ahora no vayas a matar a los siete caballos”.

SEGUNDA MENCIÓN

LA ETERNA BROMA DE SAN AUGUSTO, por Luís Gonzalí

El golpe con la espada fue certero. Del cuello de la bestia salían borbotones de sangre mientras ésta se desplomaba inhalando su último aliento. Complacido por el favor de Dios, él sonrió, se hincó cerrando los ojos y elevó unas plegarias.
A la mitad del décimo padrenuestro, sintió un hálito de fuego en su oreja izquierda. En ese momento San Jorge despertó, y el dragón seguía ahí.


Para aquellos interesados, ya está subida la imagen correspondiente al mes de abril en nuestra sección habitual para concursar.


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Concurso Mensual de minificciones.com.ar

Como todos los meses, ya está subida en nuestro sitio la imagen que sirve como denotante para participar de la convocatoria de marzo. Este mes, contaremos con la colaboración de la escritora argentina Ana María Shua para la selección final de los textos.




Los invitamos a participar y a que compartan sus microrrelatos con nosotros y con los lectores que le dan vida a http://www.minificciones.com.ar/. Además, ya pueden pasar por nuestro Laboratorio de Brevedades para conocer los textos ganadores del mes de febrero seleccionados por el escritor español-venezolano Eloi Yagüe.
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Once consejos para autores de cuentos brevísimos. Ana María Shua


1. Tomar una o varias porciones de caos (muy pequeñas) y transformarlas en un mínimo universo.
2. Como en las artes marciales en las que se aprovecha la fuerza del adversario, utilizar los conocimientos del lector, que sabe más de lo que cree.
3. Trabajar con la materialidad del texto. Por ejemplo, en el brevísimo¨Huyamos, las cazadores de letras est-n aq--¨
4. Azotar las palabras hasta conseguir que se agrupen en un rebaño ordenado. Tener el corral preparado de antemano.
5. Tejer lo fantástico y lo cotidiano en una sola trama. O no. Cortar lo que sobra.
6. Tallar la primera versión como una piedra en bruto, hasta obtener un diamante facetado. Si no es posible librarse incluso de la más mínima imperfección, tirar la piedra a la basura, sin piedad.
7. Si se ha conseguido atraparlo, es que está mal. Un buen cuento brevísimo resulta tan inasible y resbaladizo como cualquier pez o cualquier buen texto literario.
8. A veces no hace falta inventarlos, basta con descubrirlos, incrustados en otros textos, brillando.
9. Prueba de calidad: cuando es realmente bueno, muerde.
10. Ser breve. Y, preferiblemente, también genial.
11. Si se trata de proponer consejos, instrucciones o reflexiones sobre el oficio, que nunca sean diez.
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Tres links


I.
Jornadas Feriales de Microficción en imágenes
35° Feria del Libro, Buenos Aires, Argentina

http://fracasadorilustrado.blogspot.com/2009/05/efemerides-efimeras-estigmado-senor.html

(click sobre la foto "Feria del libro - Pensar con libros")


II.
Breve entrevista a Ana María Shua
por Beatriz Chisleanschi

http://observatorio-lacrisismundial.org/index.php?option=com_content&view=article&id=204:entrevista-ana-maria-shua&catid=42:entrevistas&Itemid=61


III.
Programa radial Contextos
Certamen Internacional Contextos de Relato Breve
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Internautas entrevistan a Ana María Shua

http://www.elpais.com/edigitales/entrevista.html?id=5363
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Fenómenos de circo. Ana María Shua



Del libro en el que estoy trabajando, Fenómenos de circo
Ana María Shua

Los autómatas
Son hombres, mujeres y niños excelsos en el arte de fingir la vida. Imitan con tanta perfección los movimientos humanos que sólo su constante repetición los denuncia como muñecos de madera. Su dueño y creador descolla en la perfección de los detalles, como el brillo de la piel, el volumen de la carne. Uno de los hombres tiene un tic; una mujer, con los ojos perdidos, esboza una semisonrisa, como respondiendo a un recuerdo, un chico resfriado se sorbe los mocos.
Pero si son casi pefectos en su imitación de la vida, hay que ver la perfección absoluta con que mueren, la gradual palidez que se apodera de sus mejillas, el abandono inanimado de sus cuerpos, la sorprendente, sorprendente rapidez con que se pudre la madera.

La poeta ecuyere

Su número consiste en montar el signo y hacer piruetas acrobáticas sobre la gruesa línea que separa significado de significante. El signo, mucho menos dócil de lo que el publico imagina, a veces se encabrita y la voltea de un corcovo. Entonces la ecuyere se lamenta de haber abandonado la gramática y el diccionario para seguir al circo. La aplauden poco.

La gitana
No adivina el futuro. Lo ve, realmente lo ve, en forma de imágenes comparables a hologramas, en su bola de cristal. Son siempre retazos fútiles de la vida de sus clientes, pedazos de futuro irrelevantes pero muy claros, muy definidos. Los ve lavándose las manos en el baño de un café, tomando sol en una playa irreconocible, rascándose un pie, echando pimienta en un plato de sopa. La experiencia le ha enseñado a obtener ciertos datos útiles a partir de esas imágenes banales. Si los ve muy envejecidos, es que tendrán una larga vida. Ciertos detalles en la ropa o en la actividad que están realizando le permite pronosticarles buena fortuna. Pero sabe que también puede equivocarse mucho. Por ejemplo, una vez vio a su propio marido manejando un automóvil de lujo poco antes de ser contratado como encargado de una playa de estacionamiento. Da lo mismo: a sus clientes, de todos modos, les miente.

Evolución del circo

Los antiguos romanos aceptaban como un lícito disfrute ver a los leones atacando, matando y devorando seres humanos. En las corridas de toros el animal tiene menos posibilidades, aunque se le da la oportunidad de defenderse y en ocasiones se le perdona la vida. En los circos de mi infancia, los animales amaestrados hacían lo que les mandaba el domador: era un espectáculo de obediencia pura, una cualidad que los seres humanos suelen confundir con inteligencia, como si no fuera la rebeldía la más obvia señal del pensamiento propio. Pero en el circo actual ya no hay animales, no se considera correcta ni edificante nuestra presencia, se habla de los castigos y torturas con los que nos enseñan a hacer nuestras suertes. Como los hombres sin brazos y las mujeres barbudas, los animales amaestrados hemos caído en desgracia, de que sirve, por ejemplo, esta osa con habilidades literarias en un mundo en el que tan pocos leen. Tengo la esperanza de que pronto nos de de comer gente otra vez.

Mago con serrucho
Con el serrucho, el mago corta en dos la caja de donde asoman las piernas, los brazos y la cabeza de su partenaire. La cara de la mujer, sonriente al principio, se deforma en una mueca de miedo. En seguida empieza a gritar. Brota la sangre, la mujer aulla pidiendo socorro y mueve los brazos y las piernas con aparente desesperación mientras la gente aplaude y se ríe. Después sólo se queja débilmente y al fin se calla. En otras épocas el público era más exigente, recuerda el mago: pretendía que la mujer volviera a aparecer intacta. Ahora, en cierto modo, todo es más fácil. Excepto conseguir ayudante, claro.

El tamaño importa

En 1832 llegó a México, con un circo, el primer elefante que pisó tierras aztecas. Se llamaba Mogul. Después de su muerte, su carne fue vendida a elaboradores de antojitos y su esqueleto fue exhibido como si hubiera pertenecido a un animal prehistórico. El circo tenía también un pequeño dinosaurio, no más grande que una iguana, pero no llamaba la atención más que por su habilidad para bailar habaneras. Murió en uno de los penosos viajes de pueblo en pueblo, fue enterrado al costado del camino, sin una piedra que señalara su tumba, y nada sabríamos de él si no lo hubiera soñado Monterroso.

La mujer que vuela
- Puedo volar -dice la mujer. Se la ve grande y cansada. Fue bella.
- Trapecista. Una genial trapecista- entiende el director del circo.
- No. Yo vuelo. De verdad
- ¿Con cables invisibles? ¿Con un sistema de imanes, como el mago David Copperfield?
- Usted no entiende. Como Súperman.
La mujer alza el vuelo y da una vuelta completa alrededor de la carpa.
- Una gran artista. Pero no es este su lugar, señora - el director es sincero y odia tener que rechazar a una gran artista. - Este es un modesto circo de minicuento. Estoy seguro de que tendrá más suerte en una novela de realismo mágico.
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Microrrelatos


Diario Página 12, Argentina.
Por Rodrigo Fresán
14/04/2009

UNO El sábado pasado, en el suplemento Babelia de El País apareció una entrevista a Ana María Shua. La escritora argentina acaba de publicar en España el volumen Cazadores de letras, donde se reúnen los cuatro libros que ha dedicado a la práctica y teoría (porque la práctica apenas esconde la teoría del género en cuestión) del microrrelato. Es ciencia: con el correr de los años, Shua se ha convertido por derecho y mérito propios en una suerte de genio y oráculo del asunto. Y la verdad sea dicha: me alegra tanto leer en el reportaje que el dichoso dinosaurio de Augusto Monterroso no le resulte a Shua especialmente genial y sí “limitado y hasta peligroso (...). Tiene un elemento sorpresa y, por supuesto, es interesante y valioso. Pero creo que la minificción tiene posibilidades infinitas que, quizás, ese texto no muestra. Lo que pasa que es perfecto y muy fácil de citar”.
DOS Cito fácilmente: “Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”. (Memo para Hollywood / El dinosaurio 2: “Y murió de un ataque cardíaco sin darse cuenta de que el dinosaurio era su hijito disfrazado de Godzilla”.)
TRES De un tiempo a esta parte, el microrrelato es uno de los géneros que más interesan en España. Cruza de haiku con trama deshidratada de episodio de The Twilight Zone, hay números especiales de revistas dedicados al asunto, talleres para aprender sus claves, seminarios donde se lo analiza con macroponencias. Y en casi todos los casos que conozco –a diferencia de Shua– se peca de un exceso fantástico. Shua lo explica bien en el reportaje que le hace Soledad Gallego-Díaz: “Mis fuentes de inspiración están aquí. No son exóticas, son del mundo de todos los días. Me gusta trabajar con personajes corrientes, en todo lo que escribo, también en los cuentos y en las novelas. Hay dos posibilidades, trabajar con personajes extraordinarios, fuera de serie, a los que a su vez les suceden grandes aventuras, y la otra posibilidad es trabajar con personajes comunes a los que les suceden cosas inesperadas, y a mí me gusta mucho más ese juego, gente de todos los días en un ambiente cotidiano y que lo inesperado irrumpa de una manera violenta”.
CUATRO “Cuando despertó, su esposa –a la que no podía ver desde hace años– todavía estaba allí.”
CINCO Y estoy escribiendo esto y noticia de último momento. Como estaba buscando en el site de El País para cortar y pegar un párrafo de la entrevista a Shua, veo que comienza a parpadear la novedad del asunto y leo: Corín Tellado muere en Gijón a los 81 años. Y sigo leyendo: “La escritora María del Socorro Tellado López, conocida como Corín Tellado, ha muerto a los 81 años de edad. La autora, la más leída en español después de Miguel de Cervantes, nació en la localidad de Viavélez, el 25 de abril de 1926. A lo largo de su vida, Corín Tellado ha publicado más de 4000 novelas románticas, de las que se han vendido más de 400 millones de ejemplares”. Y pienso: “Las vidas son novelas y las necrológicas son microrrelatos”. Y sigo pensando: “Cuando me despierte mañana, Corín Tellado seguirá vendiendo y siendo leída por mujeres que miran de reojo a sus maridos, recién despiertos, y se preguntan qué fue lo que pasó, de dónde habrán salido todos esos cavernícolas”.
SEIS Y, continuando con el tema de la muerte –la muerte es un microrrelato en el que, se dice sin ninguna autoridad, toda nuestra existencia pasa frente a nuestros ojos en cuestión de segundos– la reportera le pregunta a Shua qué opina de ese otro célebre microrrelato de Hemingway, el que ofrece zapatos de bebé sin uso. Y Shua responde: “Es un microrrelato con una forma que considero fácil, la del ‘aviso clasificado’. Trato de evitarla. Tengo una minificción de sólo tres palabras, pero no la he recogido en ningún libro: Terremoto busca profeta”.
SIETE “Berlusconi”. Un apellido –el apellido de un dinosaurio– también puede ser un microrrelato.
OCHO O si lo prefieren: “Cuando despertó, los zapatitos usados del bebé todavía estaban entre las ruinas”.
NUEVE Y, sí, hay un peligro grave en que el virus del microrrelato comience a instalarse en la infrarrealidad en la que vivimos. Las mínimas cápsulas de sentido, la breve y superficial atención a cuestiones que requerirían de varias profundas páginas, la fugacidad de la mirada ganándole a la concentración de la lectura, la funcional levedad del dinosaurio contra la ardua contundencia de la ballena blanca. Conozco a personas que han adoptado el microrrelato como unidad existencial y que, a los pocos minutos de estar con uno, comienzan a mirar por encima de nuestro hombro para ver por dónde llegará la nueva dosis, quiénes le contarán los próximos microrrelatos.
DIEZ “Y, te lo juro por Dios, al tercer día, cuando se despertó, se le ocurrió decir que Jesús había resucitado. Y le creyeron. Y, desde entonces, Jesús todavía está ahí.”
ONCE Yo, como muchos, empecé escribiendo microrrelatos. Pero llegó un punto en que tuve que dejarlo. Me sentía como un bonsai, como un pie de geisha, como un liliputiense de intensidad gulliveresca. Digamos que no era feliz y que –a diferencia de lo que sucede con la excelente Shua, quien siempre da en el blanco con una flecha más de arquero zen que de Robin Hood– temía convertirme en un fabricante de aforismos o de slogans o de entradas de blog, que es lo que en realidad son los pésimos escritores de microrrelatos. El peor microrrelato que conozco –también el más triste y gracioso– se llama “Dios” y dice así: “Dios es argentino”.
DOCE Y me acuerdo de un microrrelato que escribí y que es lo suficientemente breve y fácil como para citarlo de memoria. Se titula “Amnesia”. Lean: “En un lugar de La Mancha de cuyo nombre no puedo acordarme”.
Y.
Punto.
Final.


Disponible en http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-123171-2009-04-14.html
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Payaso perfecto

Nada tan desopilante como el fracaso ajeno. Los payasos fracasan ruidosamente en toda tarea que emprenden y el público ríe, ríe, ríe. El payaso perfecto fracasa incluso en su intento de divertir a los espectadores, que lo miran aburridos o incluso tristes. Es la culminación absoluta de su arte, pero pocos lo comprenden. Despedido del circo, nadie quiere emplearlo y camina por las calles desalentado, menos gracioso que nunca, seguido por un grupo de jóvenes universitarios que lo consideran un espectáctulo de culto. Con el tiempo, llegará a ganarse la vida dando conferencias. Su país lo postula al Premio Grock, el Nobel de los payasos.
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La minificción tiene posibilidades infinitas. Entrevista a Ana María Shua


Babelia. El País. SOLEDAD GALLEGO-DÍAZ 11/04/2009


Los microrrelatos requieren toda la atención del lector, afirma la autora de Cazadores de letras. "Son como una caja de bombones, si uno los come todos seguidos se empalaga"

Los microrrelatos de Ana María Shua (Buenos Aires, 1951), que aparecen ahora reunidos en un volumen único (Cazadores de Letras), son difícilmente clasificables: cuentos brevísimos, normalmente, de menos de 25 líneas, capaces de exigir al lector un esfuerzo de concentración y al mismo tiempo de proporcionarle un universo coherente y compacto, recorrido por una fina línea de humor y cotidianidad. Shua ha cultivado desde los 17 años este género tan especial, pero lo ha hecho alternándolo con la novela, la poesía, el cuento tradicional y la literatura infantil, hasta el punto de que no es posible analizar ninguna rama de la literatura argentina de los últimos treinta años sin tener en cuenta su brillante aportación. Shua recibió recientemente un multitudinario homenaje en Buenos Aires, en el que muchos de sus colegas resaltaron esa extraordinaria capacidad suya para moverse en los límites de géneros muy dispares sin perder en ninguno de ellos su peculiar mirada. En su casa de Buenos Aires, pocas horas antes de embarcar hacia Madrid, Shua se ríe con ganas de quienes la califican como "Reina del Minirrelato".


PREGUNTA. ¿En qué se diferencia un microrrelato de un cuento?
RESPUESTA. En 25 líneas, como máximo, es imposible desarrollar personajes o su psicología; hay que trabajar con los conocimientos del lector, hacer como en las artes marciales, donde se aprovecha la fuerza del adversario. Usar los conocimientos del lector para seducirlo y que sea él mismo quien complete el significado. Juega mucho en esos límites. Hay que tener mucho cuidado en lograr que no cruce la frontera del chiste, porque eso es realmente peligroso, quedarse en un jueguito de ingenio.

P. ¿No son sólo un chispazo de ingenio?
R. Deberían ser algo más; algunos son solamente eso, un chispazo de ingenio, pero los autores siempre quisiéramos que fueran también otra cosa.

P. ¿Va publicando los minirrelatos según los escribe o los guarda hasta que tienen una cierta unidad y se publican juntos?
R. El libro que sale ahora en España reúne mis cuatro libros de microficción, con unos sesenta textos nuevos. Mi primer libro, La sueñera, es de 1984. El género no tenía todavía el auge de ahora y a mí no me parecía que estuviera haciendo nada particularmente nuevo, en especial porque en Argentina tenemos una fuerte tradición de microrrelato. El primer libro de este tipo fue Cuentos breves y extraordinarios, de Borges y Bioy Casares, en 1953. Y todos nuestros grandes escritores, los que han sido cuentistas, escribieron también microrrelatos. Borges, Cortázar, Bioy Casares.

P. Una de las cosas que más me gusta de su libro es el sentido del humor. ¿Es una parte importante de su trabajo?
R. Es una parte importante de mi personalidad. Aparece en todo lo que hago. Mi problema es que muchas veces me propongo lo contrario, escribir sin humor, porque tampoco uno quiere estar riéndose todo el tiempo.

P. Como usted dice, el minirrelato es, por un lado, un género poco novedoso, pero, por otro, está muy relacionado con este tiempo, en el que todo va muy deprisa.
R. Es un género que se adapta muy bien a Internet. En este sentido, sí tiene que ver con la cultura actual. Pero, por otro, los best sellers en Occidente son tremendos novelones de 800 páginas y nunca jamás un libro de minificción. Por algo será. En una novela, uno conoce un mundo, forma parte de alguna manera de él y puede entrar y salir tranquilamente en cualquier momento. Con el microrrelato es todo lo contrario, cada texto es independiente y requiere mucha atención. Cada texto es un pequeño cosmos que hay que comprender y por eso, en cierto modo, produce fatiga. Un libro de microrrelatos no es para leer de un tirón, como se puede decir de una novela; es todo lo contrario, algo como una caja de bombones, si uno los come todos seguidos se empalaga. No es un libro que se adapte a la velocidad y al poco tiempo que marca la cultura actual.

P. Ese cansancio, ¿puede relacionarse también con el hecho de que son historias sin un contexto?
R. Es el lector quien debe poner el contexto. Se le exige que preste una alta concentración y parte de sus conocimientos.
P. Leí en algún lado una frase de Hemingway, o que se le atribuye a él: "Se venden zapatos de bebé que nunca han sido usados". ¿Eso es para usted un microrrelato?
R. Es un microrrelato con una forma que considero fácil, la del "aviso clasificado". Trato de evitarla. Tengo una minificción de sólo tres palabras, pero no la he recogido en ningún libro: Terremoto busca profeta.

P. ¿No es un poco exagerada tanta exigencia al lector? Si yo tengo que crear la historia entera, a lo mejor no tengo necesidad de Hemingway, ¿no?
R. Eso es interesante. Si el lector tiene que trabajar tanto, ¡para qué necesita al autor!

P. ¿Diría usted que el más clásico de todos los microrrelatos es el de Augusto Monterroso, el del dinosaurio?
R. Es el más conocido.

P. ¿Pero es el más representativo?
R. No necesariamente. Me parece que es limitado y hasta peligroso. Tiene esto que veníamos comentando, lo mismo que el de Hemingway, es demasiado breve. Tiene un elemento sorpresa y, por supuesto, es interesante y valioso. Pero creo que la minificción tiene posibilidades infinitas que, quizá, ese texto no muestra. Lo que pasa es que es perfecto y muy fácil de citar.

P. Leyendo su libro tuve la impresión de que sus relatos están totalmente relacionados con el mundo cotidiano.
R. Pienso lo mismo. Mis fuentes de inspiración están aquí. No son exóticas, son del mundo de todos los días. Me gusta trabajar con personajes corrientes, en todo lo que escribo, también en los cuentos y en las novelas. Hay dos posibilidades, trabajar con personajes extraordinarios, fuera de serie, a los que a su vez les suceden grandes aventuras, y la otra posibilidad es trabajar con personajes comunes a los que les suceden cosas inesperadas, y a mí me gusta mucho más ese juego, gente de todos los días en un ambiente cotidiano y que lo inesperado irrumpa de una manera violenta.

P. Diría que tiene usted una relación curiosa con los objetos. Bastante mala con la bañera, por ejemplo.
R. ¡Es que los objetos son malos! Los objetos se resisten, no quieren obedecer órdenes. Yo soy particularmente torpe. Los objetos tienden a caérseme de las manos. Vivo una especie de guerra constante contra los objetos, en la que gano algunas batallas y pierdo muchas, y eso se refleja en lo que escribo. De la bañera, ni hablar. Ella me toma el pelo.

P. El elemento sorpresa de sus microrrelatos está más relacionado con lo inesperado que con lo extraño o insólito. Uno tiene la impresión de que para usted la vida es enormemente inesperada.
R. Sí. Yo tengo esa sensación de que la vida es absurda e inesperada, y que, cuando te está acariciando, lo que menos uno espera es que te dé un sopapo, y te lo da. Tiene que ver con mi visión del mundo.

P. Los microrrelatos son una lectura con muy buena acogida en la radio. Pero a mí me pone algo nerviosa, porque no me da tiempo a darme cuenta de lo que oigo.
R. Eso es fundamental. Es la teoría del clic sobre la que discutimos mucho los escritores y los críticos. Yo creo en la teoría del clic. Las minificciones necesitan espacio, aire alrededor. Tienen que estar solas en la página y también necesitan espacio cuando se las lee. Una minificción necesita unos 20 segundos de silencio para que se produzca ese clic de comprensión en la mente.

P. Y a la hora de escribirlos, ¿cómo hace?, ¿va cortando o eliminando palabras?
R. No. Nacen con esa forma y medida. Lo que hago es cambiar muchas palabras, pulirlo y tratar de perfeccionarlo. Es como si trabajara con distintas partes del cerebro cuando escribo cuento, minificción o novela.

P. ¿Piensa en algún momento: "Sobre este tema me gustaría desarrollar una serie de microrrelatos"?
R. Algunas veces me siento a pensar sin nada preconcebido y algo surge. Otras veces, como por ejemplo en Casa de Geishas, tomé la idea de Italo Calvino en Las ciudades invisibles. Y en este momento estoy trabajando con minificciones sobre el circo, que son las últimas que aparecen en este libro.

P. Con esa facilidad que tiene para escribir conciso, ¿para escribir novelas cómo hace?
R. Sufro. Pero me parece que, en el fondo, todos los novelistas sufren. Esas películas que muestran que el novelista está bloqueado y le da un ataque, y toma la máquina de escribir o la computadora y la tira contra la ventana, siempre se trata de un novelista, nunca de un cuentista.

Cazadores de letras. Ana María Shua. Páginas de Espuma. Madrid, 2009. 896 páginas. 29 euros
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Que tengas una vida interesante. Ana María Shua


El nuevo libro de Ana María Shua será presentado el jueves 12 de marzo a las 19 hs en Cúspide Libros. Village Recoleta Vicente López 2050.

La autora dialogará con los escritores Pablo de Santis y Guillermo Martínez. Canta Lidia Borda
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