Esta
expresión “tócame los huevos”, acompañado del gesto de echarse mano a los
testículos, es señal de menosprecio y burla hacia nuestro interlocutor. Al
parecer según el historiador griego Herodoto de Halicarnaso en el libro II
dedicado al antiguo Egipto, explica lo que podría ser el origen de la expresión, y de ser así podríamos llegar a
la conclusión de que nace como mera
anécdota como tantas y tantas otras locuciones que han pasado a través de los
siglos a formar parte de nuestro vocabulario sin que en un principio las
connotaciones fueran como tal, ni tan siquiera se aproximaran al significado
que se les da ahora. Pero el pueblo llano que en todos los sitios es ingenioso
y sabio sabe sacarle punta a las cosas; acuñar vocablos y coletillas según
criterios propios, y muchas de las expresiones usadas, son utilizadas por un
amplio colectivo como mofa y regocijo entre unos sujetos y otros, y según las
circunstancias que se den ofenden o divierten. Cuenta Herodoto de Halicarnaso
que en el siglo VII antes de Cristo con
el primer faraón saita Psamético I dio comienzo la XXVI dinastía de
Egipto. Consiguió la independencia del imperio asirio y mantuvo a raya a sus
vecinos. En la frontera sur la guarnición de la ciudad de Elefantina controlaba
las rutas hacia la zona de la actual Etiopía. Tras tres años sin recibir paga
alguna ni ser relevada, la guarnición se reveló y desertó para ponerse al
servicio de los enemigos del faraón. Cuando Psamético se enteró reunió al ejército
y se lanzó a la persecución de los sublevados. No tardó mucho tiempo en darles
alcance, pero no tenía que ser muy mal tío este faraón o al menos en esta
ocasión se portó bien, ya que sabedor del abandono al que los sometió durante
tres años no tomó represalias o la mala
leche se le quitó por el camino, y trató de convencerlos para que volvieran con
él apelando a los sentimientos; y les dijo: “No podéis abandonar a los dioses
ni a vuestros hijos y mujeres”. Y el cabecilla de los rebeldes se acercó al faraón
y echándose mano a los testículos le
dijo: “Mientras tenga esto tendré hijos y mujeres”. Por supuesto el faraón no
se lo tomó por la tremenda, ni se sintió ofendido, o al menos no se tiene constancia de que la cosa
llegase a más, ya que de lo contrario es obvio que ante la parrafada que le
soltó el rebelde, lo más lógico es que Psamético hubiese mandado a sus soldados
que le cortaran la cabeza y los huevos al rebelde respondón. La expresión desde
luego fea lo es con huevos valga la redundancia; pero cuántas y cuántas veces
se muerde uno la lengua y se queda con
las ganas de agarrarse el paquete y soltarle por ahí a más de uno: “Tócame los
huevos”. También se suele usar: “Tócame los cojones”, o “Ya me estás tocado la
polla”, aunque la palabra “polla” por estos lares la relacionamos con el
miembro viril, en otros lugares del mundo, el significado que le dan es distinto.
Todas estas expresiones según nuestro lenguaje significan lo mismo, aunque yo
creo que las últimas mencionadas vienen a ser como sucedáneos de la primera. La
foto que he colocado ya tiene muchos años, pero seguro que todavía habrá mucha
gente que la recordará. Fue en aquél partido de fútbol disputado entre el R.
Madrid y el Valladolid, cuando en una jugada a balón parado el jugador Michel
para provocar al colombiano Valderrama le palpó los huevos
EL ARRECIFE DEL ESCORPIÓN
Hace 10 horas