viernes, 10 de octubre de 2014

Anónimo / La grulla y el cormorán


Anónimo
LA GRULLA Y EL CORMORÁN

Erase una vez una Grulla Damisela de un poco más de un metro setenta de altura que después de viajar durante mucho tiempo y haber recorrido muchos cielos, decidió construir su nido en una playa de arena blanca.
No tenía ningún plan para pasar el invierno. Es más, no tenía ningún plan para pasar esa primera noche. Decidió buscarse amigos y salió a la gran ciudad. Se metió en antros cada vez más siniestros y conoció a gente cada vez más triste. Se emborrachó con Profesores de Latín, Cantantes de Opera, Jugadores de Póquer y bailó con un Cuervo disfrazado de Cisne. Con ese último voló la primera noche. Y las siguientes también.
Empezó una nueva vida para nuestra amiga la Grulla. Una vida llena de risas y caricias al principio, luego repleta de gritos y violencia. El bonito animal ingenuo y locamente risueño se convirtió en una especie temerosa y amargada. Se le fue el brillo del pelaje y el dulce timbre de la voz. Una suave tarde de primavera, la Grulla, sin pensárselo, porque pensar le asustaba, preparó el equipaje y se marchó del nido.
Otra nueva vida empezó para nuestra amiga la Grulla. Una vida de trabajo hacía fuera y hacía dentro. Una etapa de curar heridas y afrontar miedos. Llegó el verano y con él las ganas de volar. Luego apareció el otoño y las fuerzas del destino.
Una noche de Noviembre se cepilló las plumas durante horas y se fue al encuentro de un Cormorán Gris con quién había hablado por la vías de navegación. Fue un impacto tierno y prometedor pero la Grulla todavía llevaba las cicatrices de su anterior aterrizaje y no quiso volar con el Cormorán. Sin embargo, este, que no tenía ni idea de lo que le pasaba a la Grulla, insistió durante semanas, las semanas del duro invierno. Más se congelaban el cielo y la tierra, más se calentaba el corazón de la Grulla a cada visita del Cormorán. Hasta que una noche de luz llena, la Grulla agarró el Cormorán por el cuello y le dijo de llevarla allí arriba, donde las Estrellas le hacen cosquillas a la Luna.
A veces, las noches de Luna llena y Estrellas juguetonas, levanto la vista y recuerdo el primer vuelo de la Grulla Damisela junto al Cormorán Gris. Y me siento bien.



lunes, 6 de octubre de 2014

Anónimo / El vendedor de lanzas y escudos


Anónimo
El vendedor de lanzas y escudos

Un brevísimo cuento chino:
En el Reino de Chu vivía un hombre que vendía lanzas y escudos.
─Mis escudos son tan sólidos que nada puede traspasarlos ─se jactaba─. Mis lanzas son tan agudas que nada hay que no puedan penetrar.
─¿Qué pasa si una de tus lanzas choca con uno de tus escudos? ─preguntó alguien.
El vendedor no supo qué contestar.




sábado, 4 de octubre de 2014

Anónimo / El espejo


Anónimo
EL ESPEJO CHINO

Un campesino chino se fue a la ciudad para vender la cosecha de arroz y su mujer le pidió que no se olvidase de traerle un peine.
Después de vender su arroz en la ciudad, el campesino se reunió con unos compañeros, y bebieron y lo celebraron largamente. Después, un poco confuso, en el momento de regresar, se acordó de que su mujer le había pedido algo, pero ¿qué era? No lo podía recordar. Entonces compró en una tienda para mujeres lo primero que le llamó la atención: un espejo. Y regresó al pueblo.
Entregó el regalo a su mujer y se marchó a trabajar sus campos.
La mujer se miró en el espejo y comenzó a llorar desconsoladamente.
La madre le preguntó la razón de aquellas lágrimas.
La mujer le dio el espejo y le dijo:
—Mi marido ha traído a otra mujer, joven y hermosa.
La madre cogió el espejo, lo miró y le dijo a su hija:
—No tienes de qué preocuparte, es una vieja.

miércoles, 1 de octubre de 2014

Anónimo / El pez

Pez de Párraga, 1968
José María Párraga
Anónimo japonés del siglo VI
EL PEZ

Hanako, una joven bella, aunque atolondrada, tenía un amante escrupuloso y pulcro que gustaba de hacer el amor con guantes. Antes de tocarla, el hombre vigilaba personalmente su baño y exigía que ella se fregara con piedra pómez de pies a cabeza, se depilara hasta el último vello y enjabonara cuanto pliegue y orificio había en su esbelto cuerpo, todo esto sin una palabra de afecto o de aprecio por sus encantos. Ahora bien, en el jardín de Hanako había un estanque donde todavía nadaba una carpa enorme y venerable. A pesar de sus cuarenta años de existencia, el viejo pez no tenia ninguna de las mañas del meticuloso enamorado de Hanako, por el contrario, era fuerte como un atleta y lleno de consideración, como deben ser los buenos amantes. No es raro, por lo mismo, que ella lo prefiriera como compañero.
La joven solía sentarse a la orilla del agua y al llamarlo por su nombre él subía a la superficie a jugar con ella. Una noche, después de recibir las higiénicas caricias del hombre con guantes, salió al jardín y se echó a la orilla del estanque a llorar. Atraído por los sollozos, el gigante subió del fondo y acercándose a la mano lánguida que tocaba apenas el agua, le chupó uno a uno los dedos con sus fuertes labios. Hanako sintió que su piel se erizaba y una sensualidad desconocida la recorría entera, sacudiéndola hasta la esencia misma de su ser. Dejó caer un pie al agua y el pez besó también cada dedo con la misma dedicación, y luego la otra mano y el otro pie, y enseguida ella puso las piernas en el estanque y la carpa frotó las escamas de plata de su vientre contra la piel de la muchacha. Hanako comprendió la invitación y se dejó caer en el barro del estanque, abierta y blanca como una flor de loto, mientras el atrevido pez rondaba en torno a ella acariciándola y besándola y obligándola a abrir las piernas y entregarse a sus caricias. El pez le soplaba chorros de agua por las partes más sensibles y así, poco a poco, fue ganando terreno y conduciéndola por las rutas del placer más sublime, un placer que Hanako no había tenido jamás en brazos de hombre alguno y menos, por supuesto, del amante enguantado.
Más tarde ambos reposaron flotando contentos en el barro del estanque bajo el escrutinio de las estrellas.

viernes, 19 de septiembre de 2014

martes, 16 de septiembre de 2014

Garcilaso de la Vega / Relación de la vida del soldado de fortuna


Garcilaso de la Vega
RELACIÓN DE LA VIDA DEL SOLDADO DE FORTUNA DONDE EN SOLAS ONCE SÍLABAS MÉTRICAS SE COMPRIMEN SUS ENSUEÑOS, SU DERROTA ANTE LA REALIDAD Y SU DILATADA MISERIA

Gran paga, poco argén, largo camino.



viernes, 12 de septiembre de 2014

Bibiana Bernal / Epifanía de invierno




Fotografía de Natalia Deprina

Bibiana Bernal
EPIFANÍA DE INVIERNO


Corro bajo la lluvia hacia mi casa. La mujer que soy desaparece. La niña de nueve años que jugaba y danzaba por su barrio mientras llovía, recupera en mí sus pasos. Con el regocijo de la infancia mis pies hacen fiesta en los charcos. Al abrir la puerta, mujer y niña cruzamos mojadas por el agua del presente y del pasado.


jueves, 11 de septiembre de 2014

Alfonso Pedraza / El esperador esperado


Alfonso Pedraza
EL ESPERADOR ESPERADO

Para volver, Odiseo aguarda, desde hace añales, que la túnica esté completamente tejida.



martes, 9 de septiembre de 2014

Saúl Gómez Mantilla / Inteligencia taurina



Saúl Gomez Mantilla
INTELIGENCIA TAURINA

Tanto leyó el toro sobre tauromaquia, que en el ruedo, embistió el rojo corazón del torero.



sábado, 6 de septiembre de 2014

Fernando Iwasaki / La cueva


Fernando Iwasaki
LA CUEVA

Cuando era niño me encantaba jugar con mis hermanas debajo de las colchas de la cama de mis papás. A veces jugábamos a que era una tienda de campaña y otras nos creíamos que era un iglú en medio del polo, aunque el juego más bonito era el de la cueva. ¡Qué grande era la cama de mis papás! Una vez cogí la linterna de la mesa de noche y les dije a mis hermanos que me iban  a explorar el fondo de la cueva. Al principio se reían, después se pusieron nerviosas y terminaron llamándome a gritos. Pero no les hice caso y seguí arrastrándome hasta que dejé de oír sus chillidos. La cuerva era enorme y cuando se gastaron las pilas ya fue imposible volver. No sé cuántos años han pasado desde entonces, porque mi pijama ya no me queda y lo tengo que llevar amarrado como Tarzán.
He oído que mamá ha muerto.



jueves, 4 de septiembre de 2014

Fernando Iwasaki / Violencia doméstica



Fernando Iwasaki
VIOLENCIA DOMÉSTICA

Aunque hace tiempo que no le pego, el condenado de su padre todavía desea venganza. Cuando recién nos casamos jamás me dio miedo porque era  un mequetrefe más pendiente de sus libros y otras mariconadas. En esa casa no sabían lo que era un hombre y por eso me tuve que imponer. Cuando estaba vivo era un gusano insignificante, pero ahora me azota y me abofetea. Y encima el condenado se ríe.


martes, 2 de septiembre de 2014

Fernando Iwasaki / La casa de reposo

Ilustración de Milo Manara

Fernando Iwasaki
LA CASA DE REPOSO
                                                         
La madre superiora miró hacia el cielo como buscando una señal divina, y en sus ojos desvelados de oraciones reverberó cristalina una lágrima.
-¿Y dice usted que el viejo profesor se niega a ir a misa, hermana?
-Así es, hermana. Y maldice y ofende a María Santísima.
-No importa, hermana. Llévelo entonces a dar un paseo por el huerto.
-Sí, reverenda.
-Hermana...
-¿Sí, reverenda?
-Que parezca un accidente.


sábado, 30 de agosto de 2014

Pedro Arturo Estrada / Auto de fe



Pedro Arturo Estrada
AUTO DE FE

Sostenía que los sueños eran recuerdos de vidas pasadas, destellos de una memoria anterior. Esa noche soñó que lo arrastraban a la hoguera. La multitud se apiñaba vociferante. Ya en la pira, trató inútilmente de abrir los ojos. Las llamas lo rodearon implacables. En el humo de la agonía se prometió, si despertaba, abandonar para siempre tales creencias.

Dos veces breve
Minificción de México y Colombia
Selección de Bibiana Bernal y Felipe Orozco
Biblioteca Libanense de Cultura, 2014, p. 101



viernes, 29 de agosto de 2014

Pedro Arturo Estrada / Historia de inquilinato



Pedro Arturo Estrada
HISTORIA DE INQUILINATO

El problema era que se ponía a caminar descaradamente desnuda por los patios y corredores del inquilinato. Parecía la reina, no le importaba el escándalo. Los viejos se santiguaban o maldecían tras las cortinas. Las mujeres sólo atinaban a gritarle: "¡Puta, ve a vestirte!". Los jóvenes se alertaban como gatos al acecho de una paloma y los niños perdían los ojos mirándola embobados para luego escabullirse por los rincones. Yo, simplemente, dejaba de soñarla, y mi amada ideal, desaparecía en el acto.


Dos veces breve
Minificción de México y Colombia
Selección de Bibiana Bernal y Felipe Orozco
Biblioteca Libanense de Cultura, 2014, p. 103





STORY OF A ROOMING HOUSE
by Pedro Arturo Estrada
Translated by G. Leogena

The problem was that she was given to shamelessly walking naked along the patios and hallways of the rooming house. As if she were the queen, she paid no mind to the scandal. The elderly crossed themselves or cursed behind the curtains. The women only managed to yell, “Whore! Go and get dressed!” The youths became alert, like cats about to pounce on a dove. The children lost their eyes looking at her like idiots to later slip away into the corners. I simply stopped dreaming her, my ideal beloved, and she vanished in the act.