Es fácil adivinar dónde he estado...
Como se ve en el blog, últimamente viajo más que cocino; siempre viajes breves, pero suficientes para desconectar unos días y volver con ganas a la rutina. De nuevo hemos estado en Castellón (ya conté algún viaje anterior en el blog) y, además de la paella de marisco, hemos probado otras muchas cosas: M.A. no se iría de allí sin pedir algún día una sepia a la plancha con all i oli:
La acompañamos con sardinas en escabeche:
... y con un plato que ninguno de los dos conocía y que nos encantó, la titaina (un plato de Valencia que se prepara con tomate, pimientos, piñones y atún en salazón)
De postre, helados (no fueron los únicos que cayeron esos días):
Y para casa, un paquetito de pastissets de boniato y de requesón (de la pastelería Pilar, en Alcossebre, donde también compramos unas cocas saladas con pipas):
No hay foto de los estupendos mejillones de la zona, que estaban en plena temporada y pedimos más de un día, ni del esgarraet, la leche merengada y otras cosas ricas, pero como se ve es una zona estupenda para darse un pequeño homenaje (mucho más si además cuando comes en casa te esperan los platos de la madre de M.A. :)
Pero como no todo es comer, también fuimos a caminar por el parque natural de la Sierra de Irta, al lado de Alcossebre, con un paisaje precioso de bosque mediterráneo con pinos, romero, palmitos, enebros y matorral que asoma al mar. Da un poco de esperanza ver que el estúpido urbanismo descontrolado de este país, que sigue sin regularse apropiadamente, no ha conseguido destrozar del todo el litoral levantino y todavía se conservan parajes así, aunque sea excepcional e incluso en él se note mucho la presencia humana. Me sigue sorprendiendo mucho el paisaje levantino, tanto el natural como el construido y cómo se conectan y a veces hasta se confunden, quizás acostumbrada a las grandes extensiones despobladas que hay en Extremadura que atravieso cada vez que voy a Badajoz.
Volviendo a la Sierra de Irta, ese día hacía un calor húmedo espantoso así que atravesamos una parte con el coche y para caminar escogimos una ruta muy corta y llana cercana a la costa, pero con algunos grados menos debe ser un lugar fantástico para hacer senderismo por las zonas más altas y boscosas del parque.
A la vuelta de la excursión me llamaron la atención en varios barbechos lo que yo creí que eran unos enormes cardos, que no recordaba haber visto antes en el campo ni en libros de hierbas silvestres: al parar y acercarme descubrí con sorpresa que eran... ¡alcachofas! Las poquitas que habían quedado en las plantas (no sé si las dejan para que echen semilla o qué) se habían abierto, y se apreciaba más que nunca que son, literalmente, cardos grandes.
En cuanto a los mercados... esta vez no pasamos por el de Castellón, aunque sí visitamos algunas fruterías para traer verduras. No encontramos berenjenas blancas, pero sí nos trajimos estas preciosas berenjenas rayadas (ojo a la forma de la tercera) que seguramente usaré para hacer una escalivada, además de quesos, un montón de tomates, melocotones de Calanda y judías "Buenos Aires" de vainas rojas, que prepararé en los próximos días.
Se acaba julio y se acabó este pequeño viaje, pero si se tiene la nevera llena de estas cosas ricas y la cabeza llena de buenos recuerdos cada día se pueden saborear de nuevo las vacaciones, en cada comida y en cada siesta :)