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miércoles, 13 de mayo de 2015

Pretendían los franquistas liquidar linajes familiares completos. Y en muchos casos, lo consiguieron: La Memoria al servicio de la Justicia. Día 133

Quizas en Barcelona, Bilbao o Madrid fuera distinto, pero en la Andalucía más rural, en la Extremadura más latifundista y servil, en La Mancha o en la más pobre Castilla la Nueva, ser parte genética de un fenotipo biológico y cultural cercano a la izquierda y a la defensa de la Libertad necesariamente significaba que todos los miembros de un linaje familiar respiraban al unísono y aspiraban al mismo objetivo de Justicia Social. Y eso lo habían mamado los comunistas, los socialistas y los anarquistas y lo sabían para mal de muchos sus asesinos represores. No develo ningún secreto si señalo que familias al completo hasta en tres generaciones fueron represaliadas, mascradas e incluso exterminadas en Badajoz, en Córdoba, en Ciudad Real, en Toledo, Huelva, Cádiz, Málaga, Sevilla...

Una de esas estirpes fue la de los Soriano López, conocidos como los Capacheros, gente de Baena, en Córdoba. Padre, madre, hijos, todos eran jornaleros y militantes cenetistas y estaban involucrados con sindicatos anarquistas que perseguían el bien común. Y pagaron por ello. Francisco Soriano y Ana López, los patriarcas de la progenie fueron encarcelados por los franquistas. Sus hijos Soriano López también pagaron con el sacrificio de su presente y la renuncia forzada a su futuro su visión generosa y solidaria del mundo: Antonio había luchado como soldado en el Ejército Popular de la República, consiguió el rango de sargento en la 210ª Brigada Mixta y sobrevivió a dos heridas de bala en la cabeza que le volaron de por vida parte del craneo; junto con su hermano Manuel, también soldado, también comprometido, logró embarcar en el mítico carbonero británico Stanbrook y ambos alcanzaron la costa de Orán, en la africana Argelia para convertirse desde entonces en eternos exiliados que vieron llegar el final de sus días en Francia. Francisco Soriano López, también soldado, murió en los frentes defendiendo el ideal y la legalidad republicana. Otro hermano, Tomás Soriano López, fue condenado a 14años de prisión. También otro hermano, José, fue secuestrado por los fascistas en la prisión gaditana de El Puerto de Santa María. Y también la hermana Carmen Soriano López, represaliada por los franquistas, dio con sus huesos en la cárcel.

Pero no hemos de olvidar a Teresa, digna de su padre Soriano y de su madre López. Con 19 años, Teresa
estuvo oculta durante la ocupación franquista de guerra en Castro del Río y Cañete de las Torres (ambas localidades en Córdoba). Teresa fue apresada el 25 de abril de 1939 en Baena, pasando allí medio año en la cárcel de su Plaza Vieja. Trasladada a Córdoba para ser sometida como tantos cientos de miles a una parodia franquista de juicio, el 24 de octubre fue condenada a tres penas de muerte, finalmente conmutadas por sendas condenas a 30 años de prisión mayor, de los que pasó más de siete presa en el Instituto Geriátrico Penitenciario de Málaga, en Alcoy (Alicante), Granátula (Ciudad Real), Gerona... Teresa obtuvo la libertad condicional el 24 de diciembre de 1945 y la definitiva el 28 de agosto de 1964. La podemos ver en la fotografía al pie, quinta empezando por la derecha en la fila inferior, transmitiendo como sus compañeras de la prisión de Málaga una prueba de vida a los escasos supervivientes de sus casi desintegradas familias, plenas de muertos, de asesinados, de encarcelados, de represaliados. Descansen en paz todos ellos. Y mi homenaje para sus descendientes.

La imagen y los sucintos datos biográficos de esta entrada proceden del meritorio blog arcangelbedmar.com, obra del historiador Arcángel Bedmar González.