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lunes, 7 de julio de 2008

Las mujeres no se arredran

Tras la entrada titulada "Las represalias se ceban en las mujeres" del 27 de junio pasado, me sigo considerando obligado por un compromiso moral a dar testimonio de la entereza y el arresto de la mujer republicana. O de la esposa, madre, hermana o hija de republicano, que tanto monta. Lo suyo, ¿era valor o resignación? ¿Pavor y acatamiento o callada rebeldía? ¿De dónde salía el coraje y la aparente sumisión, suficientes como para seguir vivas y tirar p'alante? No es posible imaginar siquiera los terribles actos de humillación, vergüenza y desprecio de los que fueron víctimas las mujeres durante la guerra en zona rebelde y durante la postguerra en todo el Estado. La pretensión del franquismo hacia la mujer fue mantenerla --especialmente a la casada-- dentro de los límites de la domesticidad, asignándole como papel fundamental el de mansas madres y esposas.

El yugo machista (aún hoy presente en nuestra sociedad del siglo XXI) se veía con el aniquilamiento del constitucionalismo republicano eficazmente retroalimentado en rentable sinergia por el intolerante fascismo de la nueva clase armada dirigente. El objetivo del nacionalsindicalismo franquista fue forjar (moldear, manipular) utilitariamente mujeres cuyo único fin fuera servir de complemento para el hombre. Desde esa insultante óptica, lo expresaba bien Pilar Primo de Rivera, responsable de la Sección Femenina de Falange, en 1942: "Las mujeres nunca descubren nada; les falta, desde luego, el talento creador, reservado por Dios para inteligencias varoniles; nosotras no podemos hacer nada más que interpretar, mejor o peor, lo que los hombres nos dan hecho". O como se llegó a decir en la revista de la Sección Femenina "Medina" del 13 de agosto de 1944, "la vida de toda mujer, a pesar de cuanto ella quiera simular –o disimular- no es más que un eterno deseo de encontrar a quien someterse".

En justa rebeldía y espantado de estas alucinadas patrañas francojoseantonianas, en breve seguiré trayendo al blog de "Todos los Rostros" decenas de imágenes en las que podremos apreciar a la mujer presa y oprimida en el interior de los infectos antros penitenciarios franquistas. Pero antes, no me resisto a seguir conservando en espera las fotografías que hoy os reproduzco y que me causan gran emoción al contemplarlas, ya que cada vez que las veo adquiero la certeza de que la mujer nunca se doblegó frente al machista tirano, silenciosamente socavó desde el interior del íntimo hogar los frágiles cimientos del político edificio antifemenino y antifeminista de Franco y aguardó su caída y desaparición con ansia.

Mujer de republicano le transmite consuelo a través de la malla de separación de un campo de concentración, probablemente en suelo francés tras la caída de Cataluña.

Recias y duras mujeres republicanas, o familiares de republicanos, presas en cárceles franquistas, según el libro “Presas Políticas”, de Ricard Vinyes.
Ni los sacerdotes, ni los carlistas, ni los falangistas, ni los militares, ni los policías, ni la guardia mora ni el mismísimo Franco arredran a esta mujer de un preso republicano antifranquista que trata de entregar al Dictador una carta a favor de su marido. Tarragona, 1949.

Procesión del Corpus en la cárcel de Ventas, en Madrid, 1939. Puede apreciarse que muchas mujeres lloran, a buen seguro atemorizadas por la extraña amalgama de espíritu religioso mileniarista y terror ante las continuas sacas y fusilamientos. Imagen extraída del libro “Trabajos Forzados” de Memoriaren Bideak.


Negativo de una ficha policial de una mujer presa política en 1973, según el Archivo General del Ministerio del Interior.