The best

La casa está a oscuras, ni una luz encendida, solo la claridad de la noche se cuela por el ventanal de la cocina. Ella enciende la radio y la voz de Tina Turner lo invade todo a su alrededor.

I call you when I need you my heart’s on fire
You come to me, come to me, wild and wild


Se mueve al son, lentamente, y poco a poco su pijama de franela se convierte en un vestido de fiesta, y el vaso de agua en un micrófono, y sus pies se enfundan unos zapatos de tacón de veinte centímetros,

You come to me, give me everything I need,
Give me a lifetime of promises and a world of dreams,



y poco a poco se convierte en otra, en una diva, o quizás menos, simplemente sea un karaoke, pero no está allí sola en la cocina de su casa con pijama de franela, sino rodeada de gente, amigos con suerte, y un foco que la busca.
Y entonces una luz se enciende allí, en su cocina, y ella se gira, y busca por la ventana el origen de la claridad. Y le ve. Al otro lado del patio de luces, le ve.

Speak a language of love like it knows what it means
And it can’t be wrong, take my heart and make it strong, baby.


Él se acerca a la ventana, ventanal enorme que abarca toda la fachada de su habitación, y se quita la camiseta. Ella da un paso atrás, sin dejar de mirar, temiendo ser vista. Él se desnuda lentamente, sin saber, o quizás sí, que está siendo observado. Y la radio de repente trona más fuerte, mientras ella mueve los labios y canta para nadie, o para todos, quién sabe quién la estará observando a ella allí, en la penumbra, con su pijama de franela.

You’re simply the best, better than all the rest,
Better than anyone, anyone I’ve ever met,


Y él también baila, y a ella le parece imposible pero quizás sí, quizás esté bailando para ella, la misma canción, los mismos movimientos (al fin y al cabo es Kiss FM), los mismos ojos, los mismos labios:

I’m stuck on your heart, I hang on every word you say,
Tear us apart, baby, I would rather be dead.


Pero entonces él tira de una cuerda y cae un pesado telón, la luz se apaga y ella se queda otra vez sola, en su cocina, sin foco, sin audiencia. O no. Quién sabe. Mientras haya música ella debe seguir cantando. Para sí misma. La audiencia llegará después. Si llega.

Uh, you’re the best, better than all the rest,
Better than anyone, anyone I’ve ever met.

Sábado preprimaveral

(Me he inventado una palabra, sí. Preprimaveral no existe. Creo. Estoy por patentarla. Aunque, si existe premenstrual, no sé por qué no iba a existir preprimaveral.)

Sábado. Día de fiesta. Sí, literalmente, día de fiesta porque los sábados son los únicos días que me obligo a no hacer nada. Tampoco es que pudiera si quisiera. No sé qué tienen los sábados, que son más cortos que un lunes, por poner un ejemplo, y para cuando te quieres poner a hacer algo ya es la hora de comer, o la hora de dar una vuelta, o la hora de tomar un pote por ahí. No da para nada, un sábado. Qué cosas. Podían hacer los sábados laborables y darnos el lunes festivo, digo yo.

Se me ha ocurrido pasar por aquí porque tengo el chiringuito algo abandonado y quería asegurarme de que no le habían salido hierbajos ni había una invasión de cucarachas (cucarachas, buaj; creo que hoy he soñado con cucarachas. Joder, hubiera preferido no acordarme. Qué asco). La verdad es que no tengo mucho que contar, literalmente hablando. Y entiéndase eso como el doble sentido que tiene: ni cuentos, ni historias, ni sueños (del de las cucarachas no me acuerdo, menos mal), ni nada interesante que pueda, eso, interesar. Pero me daba cosa no contaros nada. No es que piense que mi vida pueda interesarle a nadie, pero oye, quién sabe, lo mismo tengo un admirador secreto que no puede vivir sin mis escritos y ahora mismo está en la terraza a punto de saltar de un quinto porque hace dos semanas que no escribo nada.

[Modo realidad on]

Estos días estoy estudiando para oposiciones, lo que a cualquiera podría parecerle la peor penitencia del mundo pero que yo agradezco inmensamente. Viene bien repasar cosas que toda profesora debería saber. De hecho, debería ser obligatorio hacer un curso de reciclaje en métodos de enseñanza cada cierto tiempo, a ver si así lidiamos con las dinosaurias que todavía pueden encontrarse en las aulas. Fijaos si me gusta lo que estoy estudiando, que no hago más que darle vueltas al asunto de la educación y he creado mi propia reforma. Es una utopía, el sueño de una profesora a la que le encanta su trabajo; al gobierno no le gustaría porque supondría mucho dinero; a los sindicatos no les gustaría porque exigiría mucho de los profesores; a los profesores no les gustaría por lo mismo que a los sindicatos; y a las familias no les gustaría porque daría mucho poder a los profesores y exigiría mucho de las familias. Pero estoy segura de que los alumnos y alumnas estarían encantados y encantadas. Iban a aprender la hostia. Yo, aunque nadie me lo exija, ya me he puesto a trabajar como si mi reforma fuera ley. Algún día quizás os la cuente. Si me animo a ponerla por escrito.

Sigo con el régimen. He perdido casi cuatro kilos. Teniendo en cuenta que empecé con la historia hace casi dos meses, es una mierda de pérdida, pero algo es algo. Como mejor, hago más deporte, me siento mejor. Aunque me temo que ese "me siento mejor" se debe a muchas, muchas cosas que están pasando y que son demasiado personales para escribir aquí. Qué le vamos a hacer, amor secreto que te balanceas en la barandilla de un quinto, no todo puede contarse a los cuatro vientos.

Y la vida sigue, y la semana que viene anuncian nieve...

8 de marzo

Otro año más, otro ocho de marzo más, otro día de la mujer trabajadora más. Recuerdo comentarios, repetidos a lo largo de mi vida, sobre cómo era que las mujeres trabajadoras tenían un día y los hombres no. Hombre, también lo tienen las enfermedades contagiosas, el cáncer de mama y la paz en el mundo. La gente se acuerda de ellos ese día y luego se olvidan el resto del año. Poco menos pasa con la mujer trabajadora.

Leía en un blog, hace no mucho (perdón por no poner el link, pero es que no me acuerdo ni cuál era), que antes las mujeres tenían que ser buenas madres, buenas esposas, buenas hijas, pacientes, inteligentes para entender al marido pero no tanto como para sobrepasarlo, guapas, elegantes y modosas. Ahora, además de todo eso, también tienen que destacar en el trabajo. Ese es exactamente el problema. No quiero que se vea esto como un ataque a los hombres en particular, sino a la sociedad en general, pero es cierto que los hombres no terminan de ocupar el lugar que las mujeres han dejado vacante cuando se han integrado en el mundo laboral. El hogar, los hijos, mantener una familia, es invisible, no luce, no se puede fardar delante de los amigos diciendo "jo, qué bien me ha salido la comida de hoy, han rebañado el plato hasta sacarle brillo", o "vaya bien que se ha portado la chavala en la tienda cuando la he llevado a comprar las zapatillas". Los hombres se aburren de las conversaciones sobre niños, colegio, ropita y dentista. Yo me aburro con esas conversaciones, para qué nos vamos a engañar. Pero es un mundo que existe, y alguien tiene que hacerse cargo de él, porque es fundamental para el crecimiento de la sociedad. Ya estamos viendo el resultado de la integración de la mujer al trabajo: niños de cinco años que pasan más de ocho horas en el colegio porque no hay nadie que les cuide en casa, monstruos integrales porque nadie se hace responsable de sus actos, alcohol, drogas (bueno, esto siempre ha existido, pero ¿no os parece que ahora empiezan antes?). Yo siempre he dicho que la razón de todo esto es la incorporación de la mujer al mundo laboral. La mujer ha ido más rápido que la sociedad. Y digo sociedad, porque hay muchas mujeres que reclaman que el terreno del hogar es suyo, porque estamos acostumbradas a hacer tanto que, total, una cosa más no importa. Pero no damos más de sí. Los hombres tienen que ocupar los huecos que las mujeres vamos dejando. Es fundamental. Entre dos sí se puede, uno solo es imposible.

Así que, feliz día de la mujer trabajadora, a ellos y a ellas. Vivimos en un mundo mejor que hace cincuenta años, pero todavía queda mucho, mucho por hacer. El cambio está en nuestras manos. Lancémonos al futuro.