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Recuerdo un texto de Pessoa en el que planteaba que hoy en día tenemos tanta presión para ser inmorales que en cualquier momento nos volveríamos morales por falta de espíritu de sacrificio. Yo no le creo. Sacándole la moralina al planteo, los boludos aceptan con gusto irse por la tangente de la imbecilidad que propone el individualismo tarado que baja de los centros de poder.

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Pessoa en gran muestra de cansancio dice que le pesan los párpados en los pies que arrastra. Esa cuota extra de exageración revela cómo lo que no es puede ejemplificar lo que sí, en clara disputa con el viejo Parménides.

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Pessoa vivió como un muerto, fue un nadie muy prolífico. Ahora que está muerto, lo vivo, y no soy capaz de hacer aportes.