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viernes, 17 de junio de 2011

Estrenando mis FiveFingers

El 5 de abril llegaron mis FiveFingers. Las compré casi como un capricho, las vi cuando estuve en el dique seco y quizá fueron una especie de cura para el síndrome de abstinencia... :) Las estuve usando como zapatillas de andar por casa, y cuando empezó a hacer más calor quedaron olvidadas en un armario.

Ayer por la noche escribí mi entrada y comencé a leer vuestros blogs...

Y me encuentro con que Pere se había comprado unas y las había estrenado inmediatamente...

Pero además luego leo en el blog de RA también una alusión a las FiveFingers...

Así que pensé... ¿Y por qué no las estreno ya?

Dejé preparada mi ropa por la noche. Camiseta de manga larga. Creo que pronto pasaré a la corta. Calzoncillos de runner. Mallas. Y esta vez no saco calcetines ni pongo las plantillas en las Saucony. Esta vez, abro el armario, y veo que las FiveFingers me sonríen y me guiñan un dedo... Isidro, te estábamos esperando... Ha llegado el día...

Y llegó el día. Me levanté como siempre. Las FiveFingers ya llevaban rato despiertas. Me miraron pícaramente cuando pasé en dirección a la cocina para hacerme el café. Café, galletas... Me puse la ropa. Dejé las FiveFingers para el final. La derecha entró con algo de esfuerzo, al segundo intento. La izquierda mucho mejor. Me miré los pies. Los pies me miraron a mí. Estiré los dedos. Giré los tobillos... Pero qué bonitas son... Y salí a la calle...

El tacto es increíble. Se sienten las irregularidades de la acera, del asfalto. No sabía cuánto correr, era el primer día, ayer hice un progresivo bueno, no el más exigente, pero ni mucho menos un cochinero. Estiré y enfilé la ruta de Montcada, pensando en dar la vuelta antes si no me sentia bien.

Y vaya si me sentí bien... La sensación es indescriptible. Uno se siente más pegado al suelo, casi puede agarrarlo con los dedos de los pies. El impacto en las rodillas no era mayor que corriendo con zapatillas normales, notaba más el contacto, eso sí, con la parte superior de la planta del pie, esa pequeña almohada de carne que hay debajo de los dedos y que seguro que tiene nombre... :)

Tampoco sabía si el cambio me haría correr más despacio. Pero no fue así. Empecé a 5:56, pero tras un kilómetro ya estaba corriendo a 5:13 y 5:14. Por ahora todo genial. Me siento ligero, cómodo, seguro. Disfruto corriendo. Subo el ritmo, 5:03 y 4:53 después de dar la vuelta, ya llevaba cinco kilómetros, las piernas y el corazón iban de maravilla, pero...

Empecé a notar una rozadura en el dedo gordo del pie izquierdo y otra en el empeine interior del derecho... Ya conozco esa sensación, primero un roce, luego un picor, luego duele un poco... Ya me imaginaba el tamaño y la forma de las ampollas que me iban a salir...

Pero no paré, estaba corriendo tan a gusto que pensé, pues bueno, ya se irán, habrá que acostumbrar al pie si quiero usarlas de vez en cuando, así que, ya no tan cómodo con las molestias, seguí corriendo aumentando el ritmo y enlacé tres kilómetros más a 4:41, 4:22 y 4:09, con unas sensaciones increíbles.

Ya llevaba 8 kilómetros con las FiveFingers, no me costó nada adaptarme a la manera de correr barefoot, el ritmo era bueno, la respiración también, sentía The Flow, pero las rozaduras ya estaban llegando al umbral molesto del dolor, y además empecé a notar el tendón de aquiles derecho un poco cargado, así que bajé el ritmo, kilómetro 9 a 4:28, y los últimos metros callejeando a 4:48.

El rodaje me salió mejor que ayer. El ritmo medio fue de 4:53 y las pulsaciones medias de 145bpm, máximas de 166. 4 segundos por kilómetro más rápido que ayer, y 1bpm menos también que ayer.



Y aquí, la prueba de cómo quedó el empeine de mi pie derecho... La ampolla del dedo gordo del derecho es demasiado fea para enseñarla... :)





No me voy a pasar ahora al barefooting, ni voy a entrenar habitualmente con las FiveFingers, tampoco creo que las lleve a ninguna carrera. Pero hoy me he dado un gustazo y seguramente repetiré de vez en cuando. Ha sido casi como recordar cuando era un niño y corría descalzo por casa... Como regalarme unos minutos de la unión más intensa de un corredor y el suelo que éste pisa...

Ah, ayer me dio la sensación de que, como me decía mi padre, explicando mis planes maratonianos me enrollé más que una persiana y quizá no quedaron claros. Principios de noviembre, Zaragoza, a tope. Finales de febrero, Sevilla, a morir. Y finales de marzo, Barcelona, cochinero... :)