Buenas gente,
Después de unas semanas de mucho silencio en el blog (parte por mucho trabajo, parte por falta de ganas) os dejo en una maratón de crónicas, el final de nuestra campaña de La Horda de la Mano Roja.
He hecho un resumen muuuuuuy compacto de lo sucedido en nuestras sesiones de juego. Por un lado, la cosa se estaba retrasando demasiado y no veía nunca el día de acabar de escribir todo lo sucedido en nuestros encuentros. Por el otro, ya hemos comenzado la partida de Jorge y no quiero que una cosa interfiera en la otra.
La intención a partir de ahora es la de resumir brevemente lo que nos suceda en las sesiones de juego, sin ánimos de buscar una calidad narrativa ni nada de eso. Tengo poco tiempo para meterme por aquí y ganas de poner otras cosillas a parte de las partidas de rol.
Pero de momento...vamos a acabar con la Horda!
En 1...2...3!
Sesión XIII
Su destino estaba fijado: el templo de
Tiamat. Una vez llegados a aquel tenebroso y maléfico lugar, una
gran incógnita se cerniría sobre sus vidas y, solo aquellos que
quedaran en pie, podrían explicar lo sucedido.
El grupo llegó sin titubeos a la zona
donde estaba situado el templo, hasta aquel momento, abandonado. Pero
vieron que la cosa había cambiado mucho al toparse con un enorme y
poderoso guardián, Tyrgarun, un dragón azul que frenaba el avance
de los aventureros en su intención de traspasar las puertas del
templo.
El combate fue duro e intenso, pero
acabaron con la criatura y siguieron adelante, no sin antes
experimentar los peligros de las trampas que existían en la misma
puerta del templo.
Un pasillo les daba paso a un vestíbulo
donde tuvieron que enfrentarse a unos abishais azules y un par de
dracos zombis. Lo más complicado del encuentro no fueron los
enemigos directos, si no enfrentarse a un Kurgan hechizado y a su
importante poder de ataque.
Tras recuperarse un poco de aquel
combate, continuaron explorando el recinto llegando a los cuarteles
de la guardia. Casi por sorpresa, pudieron enfrentarse a los 6
incursores oscuros que allí se encontraban, pero el espacio reducido
y los peligrosos ataques de arma de aliento de aquellos enemigos,
diluyeron aquella ventaja y el grupo tuvo más problemas de los
deseados.
Solo habían inspeccionado una pequeña
parte del templo de Tiamat, pero las fuerzas habían mermado
considerablemente. No sería tarea fácil acabar con el resto de
criaturas y con el líder de la Horda, Azarr Kul.
Para reponer algo de fuerzas, y los
conjuros lanzados por Artemisa, descansaron en un pequeño almacén
donde se guardaban provisiones. Era un lugar seguro y suficientemente
desapercibido para el enemigo.
Sesión XIV
Tras una horas de descanso, llegó el
momento de continuar con la exploración. Utilizando el sigilo como
premisa para avanzar, descubrieron una sala de torturas que, con muy
buena decisión, decidieron no entrar. Allí tendrían que haberse
enfrentado a un diablo óseo que les hubiera complicado bastante más
la experiencia en el templo.
En cambio, centraron su avance en la
parte este de la fortaleza, investigando otras habitaciones y la
cocina. Allí sí que se toparon con 2 diablos barbados y 1 saga,
pero no tuvieron demasiados problemas para vencerlos.
Tras llegar de nuevo al pasillo
central, una enorme puerta les dio paso a una caverna donde les
esperaban 3 retoños infernales. Fue un combate reñido y duro, donde
las armas de aliento, las zarpas y los coletazos dañaban
considerablemente la salud de nuestros héroes.
El buen trabajo en equipo y la eficacia
en sus ataques, les proporcionó una victoria merecida.
Llegaron a una especie de sala
circular, en la que existía una pequeña plataforma en en centro.
Parecía que aquella enorme circunferencia de piedra pudiera bajar a
modo de ascensor...pero como accionarla?
Fue en aquel momento donde,
investigando donde se encontraba la maquinaria de la plataforma,
descubrieron la existencia de 2 erinias a las que tuvieron que
vencer.
Alguno de ellos estuvo al borde de la
muerte, ya que los ángeles caídos no eran enemigos fáciles de
abatir, pero finalmente, y tras mucho esfuerzo, se ganaron el
descanso tras un duro combate.
Era el momento de sumergirse en las
profundidades de Tiamat.
Sesión XV
Aquel era un lugar que emanaba maldad
pura. Y los aventureros lo sentían en sus propias carnes...
Una gran sala les daba la bienvenida,
junto con un grupo de abishais azules que intentaban detener a los
protagonistas de la aventura. No fue un combate demasiado largo, pero
sí muy intenso.
Mirtha, Kurgan, Artemisa, Nebin y
Killiar salían vivos de este nuevo encuentro, pero temían por lo
que les esperaba más allá. Artemisa utilizaba sus conjuros con
cabeza, pero cada vez su poder era menor. Las pociones sanadoras
disminuían preocupantemente... Qué sucedería en el combate final?
El grupo llegó a una enorme sala,
centro de todo el templo de Tiamat, y allí se encontraba el
responsable de toda la masacre ocurrida en el Valle de Elsir: Azarr
Kul.
Era el momento que todos habían
deseado, de una manero u otra, para acabar con aquella pesadilla. Si
acababan con aquella maldita criatura, todo habría finalizado.
Sangre, sudor, dolor...el combate
parecía que nunca acabaría. Azarr Kul utilizaba sus poderosos
conjuros con acierto y los aventureros estaban agotados de semanas de
lucha y tensión.
Pero todos ellos sabían que la vida de
l¡miles y miles de personas, dependían de aquel combate. Se
aplicaron al máximo para, tras una dura contienda, acabar con la
vida del semi-dragón.
Todo parecía haber acabado, pero...
Sesión XVI
...en el enorme pozo que se encontraba
en el fondo del santuario, algo comenzaba a emerger.
Los héroes se temían lo peor y así
fue: un dragón enorme apareció de sus profundidades: un aspecto del
mismísimo Tiamat.
Qué hacer frente a tan poderosa
criatura? Algunos de ellos perdieron la esperanza durante algunos
segundos, otros dudaban sobre como atacar a aquel enemigo y los
últimos sabían que muy posiblemente no saldrían de allí con vida.
Era momento de entregar la vida al
destino y esperar que en el último asalto del combate, fueran ellos
los que quedaran en pie.
Una vez más era cuestión de trabajar
en equipo, de coordinar movimientos, de confiar en las armas que los
habían protegido hasta aquel día, de dar fe al poder de la
magia...de ser valientes.
Y poco a poco, no sin recibir múltiples
heridas, los ataques al dragón tuvieron el efecto deseado.
Tras unos interminables minutos de
lucha, la enorme criatura cayó sin vida, dejando un reguero de
sangre que nadie olvidaría durante años.
Nadie celebró la victoria, nadie se
alegró... Al lado del aspecto de Tiamat, yacía el cuerpo sin vida
de Kurgan, el bravo guerrero semi-orco.
Los supervivientes salieron de aquel
lugar doloridos, magullados...pero más que nada ensombrecidos y
conocedores que dos de sus amigos (Wong y Kurgan) habían dado su
vida por el bien del Valle de Elsir.
FIN