Yo deseo que mis primeras palabras sean de profundo
agradecimiento a las señoras y señores que representan a la colectividad
libanesa por haber llegado a esta casa y darme la inmensa satisfacción,
siquiera sea de tanto en tanto, de poder saludarlos personalmente.
Como ha dicho la señora de Perón, para nosotros la colectividad libanesa es
un sector de nuestra propia colectividad de argentinos. Nunca ha existido en
el país una unión espiritual, de idiosincrasia, de acción, más absoluta que
la que existe en todas partes entre los libaneses y los argentinos. Pareciera
que, a través de casi todo el mundo, un marco invisible de identidad uniera
al Líbano con la
República Argentina. Los hemos visto con satisfacción
llegar hasta esta tierra; los hemos visto, con una satisfacción mayor aún,
identificarse con toda esta tierra como nos identificamos nosotros. Los vemos
hoy en el mundo colocados con una posición similar a la nuestra con
pensamientos unánimemente compartidos por ambos pueblos. Los vemos trabajando
con el mismo tesón, la misma honradez y la misma identificación de
principios, de conceptos y de objetivos con que trabajamos nosotros. Eso es
lo que ha hecho esa identidad, que será total y absolutamente indestructible
entre nuestros dos pueblos, a través de la larga distancia que media entre
nosotros. Vivimos profundamente convencidos de que nos entendemos y nos
amamos.
Eso no es nuevo para nosotros, desde que hemos aprendido aquí, a través de
los hijos del Líbano, a querer profundamente aquella lejana Patria como si
fuese una continuación de la nuestra. No es ocasional ni es tampoco
discrecional, es una cosa que se arraiga en lo profundo, en el espíritu de
los hombres que, compartiendo tareas similares en la Argentina, comparten
también tareas iguales en el Líbano. Esta unión que, como digo, para nosotros
es indestructible, para nosotros, los peronistas, tiene una significación
mayor. Quizá muy pocos sectores de nuestro país nos hayan comprendido antes
con más buena fe ni con mayor sinceridad que todos los libaneses que nos hacen
el honor de compartir la vida en esta tierra de paz constructiva y de
trabajo, que es la mejor paz a nuestro entender.
Siempre he encontrado yo, en todos los libaneses, ricos o pobres, jóvenes o
viejos, sabios o no, esa comprensión que nace, más que del cerebro, del
corazón; esa comprensión que es indestructible entre los hombres y que nace
más que del entendimiento, de los propios sentimientos. Ustedes y los
descendientes de los libaneses que habitan en esta tierra, para nosotros son
argentinos, y lo son por sentimiento que es la mejor argentinidad a la que se
puede aspirar. Hay pueblos en los que sus habitantes, siendo de una misma
nacionalidad, parecen extranjeros en su propio país. El caso de los libaneses
en nuestra tierra es el inverso: son pueblos que aún siendo extranjeros
parecen y son hombres de la propia tierra.
Estas pocas palabras le dirán a ustedes cuál es mi sentimiento y cuál es mi
pensamiento referente a esta colectividad que tanto queremos nosotros, los
argentinos. Simplemente, que al llegar ustedes hasta esta casa, yo no
considero sólo que ha llegado la colectividad libanesa, yo creo que ha
llegado un sector de compatriotas a quienes quiero hablar amistosamente como
enemigos de un problema que no es común a todos, que nos es común a los que
habitamos esta tierra, a los que sentimos con la misma intensidad nuestra
bandera y a los que nos asociamos para luchar por una vida que es también
común como comunes son las esperanzas que abrigamos por un futuro mejor.
Sólo quiero terminar esta conversación con algunas palabras sobre los
distintos problemas que ha de contemplar el pueblo argentino en nuestros días
de decisión. La República
está en una etapa de decisión, decisión que no debo tomar yo, sino el pueblo,
porque esa no es una decisión del Gobierno sino de la Nación Argentina.
Es indudable que se ha de proceder -y yo lo voy a exigir así- de una manera
racional. Se ha de esperar, para tomar las decisiones trascendentales, el
tiempo justo, no se tomarán un minuto antes ni un minuto después; se tomarán
exactamente en el minuto que corresponda con una situación bien clara en
todos los aspectos. Se analizará fríamente el problema.
Una vez analizado ese problema, se pensará en qué es lo que conviene más al
país en este momento. Entonces, fríamente, se tomará la decisión que convenga
a los intereses de la Nación,
sin mirar otro objetivo ni otra razón de ninguna naturaleza. Lo que convenga
al país, eso es lo que hay que hacer, eso es lo que va a resultar como
solución en todos los pleitos políticos y sociales que deba resolver el país.
Lo que convenga es lo que se hará.
Teniendo este punto de vista, uno no puede equivocarse. Olvidando los
intereses del país, se equivoca; sin olvidar eso, que es el interés del país,
no hay posibilidad de equivocarse, y yo creo que tampoco nos vamos a
equivocar nosotros. Debe hacerse loq ue el pueblo quiera hacer. Debe resolver
el pueblo.
El pueblo no
sabe equivocarse, tiene muy buena intuición para dar solución a los
problemas. El pueblo va a comprender cuando le demos razones y hagamos el
análisis de la situación.
Esto es lo que conviene, lo que debe hacerse, y eso que debe hacerse me
parece que es el buen camino.
Les agradezco muchísimo nuevamente la amabilidad que han tenido en llegar
hasta esta casa. Les hago presente una vez más, como les he dicho siempre que
he tenido la oportunidad de estar con ustedes, que para mí la colectividad
libanesa es una parte de la colectividad argentina, tanto es mi afecto y tal
es la compenetración y la simpatía inmensa que yo siento por la colectividad
libanesa.
Además, les pido a ustedes que han llegado hasta aquí, limitado en el número,
quieran ser tan amables de sentirse intérpretes míos frente a cada uno de los
señores de la colectividad, agradeciéndoles profundamente su simpatía y sus
deseos. Y también manifestarles que con un gran abrazo me permito mandarles
ya un pedazo de mi sincero y leal corazón de argentino, que siente al unísono
con lo que sienten ellos, trabajando con una sola intención: la de hacer el
mayor bien posible a todo el país, con sentimiento patriótico, dedicación y
voluntad, para forjar una patria más justa, más libre y más soberana. ![](file:///C:/Users/Mario/AppData/Local/Temp/msohtmlclip1/01/clip_image002.gif)
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