Después del semblante a Francisco Pardo, nos ocupamos ahora de José María Dardalla y Gutiérrez*, primer actor del género gitanesco, el más popular de los cómicos andaluces (según Enrique Rodríguez Solís era sevillano), a su arte debe la historia del teatro en español un lugar de privilegio por las innumerables veces en que demostró su talento. El público le adoraba, los autores hacían cola para escribir obras a su medida. En su repertorio, amplísimo, destacan papeles tales como el tío Pinini, el tío Macaco, el tío Conejo, el tío Carando, el tío Lebrel o el tío Tripas. Debido al gran número de noticias y comentarios que hemos encontrado en el seguimiento realizado en las hemerotecas digitales, hemos optado por dibujar el semblante de Dardalla en varias entregas.
La primera noticia que tenemos de Dardalla se remonta al año 1841, en una nota del 'gracioso de la compañía del Puerto de Santa María que apareció en el diario barcelonés El Guardia Nacional del 13 de octubre de dicho año.
Volvemos a saber de nuestro actor cuando aparece en la compañía del madrileño teatro del Príncipe para la temporada de 1843/44. A partir de entonces su carrera es paralela a la de Pardo y Guerrero.
En 1845 lo encontramos en Cádiz donde permanece al menos hasta 1847, cuando debuta con su propia compañía en Madrid. La gacetilla de teatros del diario madrileño El Clamor Público del 4 de septiembre de 1845 sitúa a Dardalla como decimos en la Tacita. El tono que emplea actor en el anunció (similar al utilizado en El Puerto) de una función que se dio en el Teatro del Balón (el más flamenco de los teatros de España) nos parece un buen preludio a esta serie de entradas dedicadas a Dardalla, amén de mostrarnos los problemas que tuvo con la 'competencia' durante su estancia gaditana:
'Don José María Dardalla, general en jefe de la gente alegre, miembro de la junta directiva del teatro del Balón, ministro de España en la Rueda de la Fortuna, y de Inglaterra en la Calumnia, etc, etc. Muchos y muy grandes son los males que aquejan hoy a la empresa que represento. Las ferias de Puerto Real y de Chiclana, los baños, la ópera italiana y las corridas de toros, haciendo tributarios suyos a mis contribuyentes, han talado mi tesorería, deduciendo mis fondos al deplorable estado que lamento. Otra plaga, oriunda de una potencia vecina, nos amenaza. Hablo de las corridas de caballos en Sanlúcar de Barrameda. ¡Qué diría Europa toda si no pusiese yo coto a tamaños atentados!
Tiempo es ya de mirar al menos por mi caja de ahorros, que está a pique de perder tan precioso nombre; y si es una verdad que en circunstancias críticas deben adoptarse medidas extraordinarias, nada es por cierto más crítico que no tener dinero; nada más justo que apelar para conseguirlo a recursos no comunes. Dorada así la píldora, ordeno y mando' (leer los artículos).
La próxima entrada se ocupará de los años en Madrid al frente del Teatro del Instituto y de la Cruz, donde obtuvo sus éxitos más sonoros, con especial atención a las opiniones de los periodistas de entonces sobre el singular actor. Seguramente algo de Dardalla quedó impregnado en el tipo flamenco, una forma de vida puro teatro, tantas veces denostada por los contrarios al género gitanesco, como el comentarista de los años de Dardalla en el madrileño Teatro de la Cruz con que cerramos esta entrada. Saludos
* En el libro de Antoine Le Duc 'La Zarzuela, Les origines du teatre lirique national en Espagne, 1832-1851' editado en Bélgica en 2003 (en la colección Músique et musicologie editada por Pierre Mardaga) el autor hace un seguimiento del repertorio de Dardalla (p. 117 a 121).