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Tres Gante-Wevelgem. El más grande del pavés. |
La Gante-Wevelgem es una gran, gran clásica, que tradicionalmente ha sido vilipendiada como "de sprinters". Lo único cierto es que, cuando hay buen tiempo, se llega al sprint. En cuanto llueve un poco, la subida y sobre todo el descenso del Kemmel, su muur mítico y característico, hacen suficiente diferencia para que ganen los valientes o los más fuertes.
No se engañen: si este año parece que los muros no hacen diferencia es en gran parte por la buena climatología, y también porque hay muchos equipos con jefes de filas resolutivos que son capaces de sacrificar a sus efectivos en aras de luchas por la victoria y no por el puesto de honor, un puesto que no lleva a nada.
La carrera tuvo tanta emoción como el E3 Harelbeke. En la segunda subida al Kemmel el danés Breschel subió como un tiro y provocó un corte que no fue a más, pero que demostró que está muy fuerte para las dos grandes citas de Flandes y Roubaix. Quedaban 35 kms. para meta y en el descenso se quedó cortado Cavendish, dice que por culpa de otro corredor.
Evidentemente, con el corredor más rápido del pelotón fuera de circulación, los favoritos y su nutrida tropa de gregarios se pusieron a tirar al ritmo demencial que acostumbra esta clásica, donde las tomas aéreas de las grandes rectas cerca del Mar del Norte y los corredores en fila india son una tradición. Un intento de escapada a cargo de Paolini, Van Avermaet y Chainel (FdJ) fue secundado por Cancellara y Sagan, lo que todavía dio más brios aún al ritmo del grupo principal.
Cogiendo a lo mejor que quedaba de la fuga de la jornada (destacando un impresionante Jon Izaguirre del Euskaltel) hicieron poco camino, porque había mucho interés en llegar todos juntos y dilucidar un sprint entre gente como Freire -de nuevo magníficamente arropado por Paolini e Isaychev, que se coló en la fuga del día-, Farrar, Sagan, Boasson Hagen, Bennati, Pozzato o el peligrosísimo Goss. Ah, y también Boonen, el rey del pavés.
No hubo ataques hasta meta, salvo los intentos desesperados en el último km. de gente como Ballan. Todo de nuevo al sprint, y qué nombres para el sprint. Freire intentó anticipar la llegada pero se comió todo el viento solo para ver como era remontado -realmente extraña la imagen del campeón perdiendo posiciones en un sprint- por un inconmensurable Boonen, Sagan y Breschel, pero enseñando el dorsal a Boasson Hagen y todos los demás, incluyendo a un Rojas que se fue al suelo en un sprint que no era el suyo.
Sobre Boonen, el ganador, poco queda por decir tras un sprint increíble comíendose todo el viento de cara. Es el más grande de todos los tiempos sobre el pavés, y uno de los mejores corredores de la historia del ciclismo. Ahí está su palmarés. La Gante-Wevelgem fue su primera clásica en 2004, y el año pasado ganó casi de sorpresa la carrera, también al sprint. Este año ha conseguido su tercer triunfo, igualando a los mejores en esta carrera como Van Looy y Cipollini, que obtuvo dos triunfos aquí porque estaba en el GB-MG (Museeuw, Tchmil, Peeters y Ballerini trabajando de gregarios) y otro más diez años después gracias a Eufemiano Fuentes, en una exhibición hematológica de las más aberrantes que se recuerdan.
Sobre Sagan, el segundo por muy poco margen y con 22 años, está todo por decir. Todo. Y el tercero, el danés Breschel, que ya no es tan joven, que sólo puede aspirar a emular a su compatriota Sorensen en Flandes. Sobre el cuarto, Oscar Freire, tampoco se puede decir nada más: corre para ganar, se equivoca, tiene 36 años, pero qué maravilla verlo competitivo, ambicioso, retador y en esa forma que le ha llevado a ser 7º en Sanremo, 2º en Harelbeke y 4º en Wevelgem. Estas son las carreras que cuentan y los ciclistas que valen.
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El Criterium Internacional, prueba que pierde interés a borbotones -algo que ha sido ganado cinco años por Jens Voigt no es muy respetable- fue muy sencillo: el primer sprint para un francés desconocido, y la crono de la tarde para Evans, marcando el mismo tiempo que Rogers. El domingo, la tradicional subida al alto de L´Ospedale sobre Porto Vecchio. Evans controló con sagacidad, y en el sprint a cuatro ganó Fedrigo -otro especialista en la carrera y en estos recorridos- sobre Nocentini y el noruego del Sky Nordhaug, además de Evans. El australiano, que era un auténtico perdedor hasta que ganó el Mundial de 2009, es ahora uno de los corredores más eficaces del pelotón y gana prácticamente cada carrera en la que participa.
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El GP Miguel Indurain, que hace de prólogo a la llamada semana vasca, ha corrido el riesgo de no disputarse el año, como toda la semana vasca. Al final se disputa este sábado en el más absoluto de los anonimatos. Además, los organizadores no han tenido mejor idea que sortear una camiseta de Messi, quizás para remarcar que no creen mucho en su producto.