Tal vez sea porque esta vez transcurre tan cerca -Brasil es uno de nuestros vecinos- o porque Francisco es latinoamericano, más aún, argentino, aquí estamos viviendo la Jornada Mundial de la Juventud con muchísima intensidad.
La pasan varios canales de TV, la comentan o transmiten en las distintas radios y es tema obligado de las conversaciones; y creo que también un importante motivador de nuestro ánimo estos días.
Rato libre que tenemos tratamos de conectarla o ver qué sucedió mientras no pudimos verla. Y no creo estar describiendo sólo a los religiosos sino que somos muchos los 'pendientes' por estas zonas.
Y va calando hondo. Llega al corazón.
Todo esto desde aquí, viéndolo por los medios... ¡cómo y cuánto más será para los que lo están viviendo allí!... Tantos y de tan distintos países, culturas, situación social, edades.
En el intervalo de unos pocos días están viviendo situaciones tan diversas: momentos de enorme emoción, dificultades en la comunicación, cambios en el clima -frío, lluvia, calor- austeridad de vida, encuentros profundos con Dios y con hermanos, cansancios, esperas, incomodidades, alegrías enormes...
Es como una verdadera experiencia -condensada- del camino de la vida, en un muy corto tiempo. Con sus luces y sus sombras, pero sobre todo consigo mismo, con los hermanos y con Dios.
Por eso es -además de otras cosas- una verdadera escuela de vida. Aprendizaje acelerado. Por eso deja 'marca'; será muy difícil olvidarlo.
Dicen que son casi 2.000.000 de jóvenes los que lo están viviendo.
(También hay adultos. Y todos los que lo 'lo usufructuamos' desde lejos)
Creo imposible que no tenga consecuencias para el mundo entero.
Sobre todo porque somos MUCHOS los -de un modo u otro- los especialmente 'afectados' en nuestro corazón.
¡GRACIAS!