Después de unos días de familia -con enfermos, nacimientos, encuentros y un lindísimo casamiento- ya estoy de nuevo aquí.
También tuve oportunidad de darme una vueltita por el campo.
No tengo ningún interés de hacer política partidaria; no es mi lugar.
Pero sí quisiera decir fuerte, que -a pesar de la preocupación y, por qué no, tristeza por lo que está pasando- no sé si alguna vez tuve esta alegría profunda por constatar que, como país, sus habitantes -todos- estamos creciendo.
La situación parece muy seria -la veo mucho más que de coyuntura- pero siento que hoy el campo nos está mostrando, a los argentinos, el camino: La seriedad, el trabajo, la dignidad y la justicia. Todo desde el diálogo, la solidaridad y la no violencia, en la unidad.
Como los discursos que se oyen son engañosos, habrá quien pueda tomar lo que digo de un modo distinto; lo estoy diciendo desde lo que he visto, encontrado en la gente de campo, más bien chacareros, trabajadores y gente sencilla. Es la primera vez que encuentro, repito, verdaderos deseos y esfuerzos desinteresados por buscar un buen camino para el país entre todos.
Y también, si EL CAMPO NOS ESTÁ ENSEÑANDO, creo que esta vez -yo lo he visto- también LAS GRANDES CIUDADES Y GRAN PARTE DE LOS ARGENTINOS ESTAMOS ESCUCHANDO, y lo que es mejor, APRENDIENDO.
Juntos, y con paciencia (que incluye paz), podremos construir así, en serio, la Argentina que el mundo merece. El tiempo lo dirá.