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miércoles, 14 de noviembre de 2012

LA SELECCIÓN SUDAMERICANA


Durante noviembre estoy recomendando y comentando poemas en el blog de Eterna Cadencia. Arranqué con Ferreira Gullar y seguí con César Fernández Moreno. Bueno, eso.

jueves, 30 de octubre de 2008

POESÍA NAO TEM FIM

Otro poeta brasileño: Ferreira Gullar (São Luís, Maranhão, 1930). Hace poquito subí poemas de Leminski y ahora voy con un poema que creo haberle leído a todo el mundo cuando lo descubrí, que perdí de vista durante mucho tiempo (porque las fotocopias se extravían) y que pesqué en la web hace unos días, justo cuando Corregidor, en su colección Vereda Brasil, publicó Poema sucio/En el vértigo del día, de Ferreira Gullar, edición bilingüe al cuidado de Paloma Vidal y Mario Cámara. Seamos precisos: no busqué a FG cuando se publicó estrictamente el libro sino cuando el cartero tocó el timbre en casa y me dejó un paquete que mandaba Gonzalo Aguilar (¿quién sinó?), con el Ferreira recién refilado. Mientras yo disfruto del Poema Sucio con un cafecito, los convido con:

EL AZÚCAR


El blanco azúcar que endulzará mi café

en esta mañana de Ipanema

no lo produje yo

ni surgió por milagro en la azucarera.


Lo veo puro
y afable al paladar

como beso de muchacha, agua

en la piel, flor

que se disuelve en la boca. Pero no fui yo

quien fabricó este azúcar.


Este azúcar viene

del almacén de la esquina pero tampoco lo hizo Oliveira,

dueño del almacén.


Este azúcar viene

de una fábrica de azúcar de Pernambuco

o del Estado de Río

y tampoco lo hizo el dueño de la fábrica.


Este azúcar era caña y viene de los cañaverales extensos

que no nacen por casualidad

en la falda del valle.


En lugares distantes y donde no hay hospital

ni escuela,

hombres que no saben leer y mueren de hambre

a los 27 años,

plantaron y recogieron la caña

que se transformaría en azúcar.

En fábricas oscuras,

hombres de vida amarga
y dura
produjeron este azúcar

blanco y puro

con que endulzo mi café esta mañana en Ipanema.


Ferreira Gullar, trad. de Harold Álvaro Tenorio

otro poema de Gullar en Club Silencio.