Este es un poema que escribí inspirándome en un pequeño pueblo pesquero griego, Eratiní. Entre otras cosas, me llamó mucho la atención este pescador limpiando y vendiendo su pescado en el puerto. También me sorprendió que la gente dejara las puertas abiertas con las llaves puestas por fuera. En ese mismo pueblo, una noche cenamos en un restaurante que tenía las mesas en la playa, en la misma arena. Me ha dicho mi amigo Spiro, que Stamatis, el dueño de la casa donde nos alojamos por una noche, ha traducido el poema al idioma griego, y lo ha colgado en su facebook. Eso me hace muy feliz, el poema no es muy bueno, pero creo que transmite mi fascinación por Eratiní.
Eratiní 13
de julio de 2012
Ερατεινή
La mañana griega es azul.
El mar se come todo
(incluso mi desayuno con bugacha)
Apenas salimos del frescor
de la casa de Stamatis,
julio aprieta con sus dedos cálidos
nuestra piel recién despertada.
Al otro lado de la calle,
un pescador ofrece pescado,
fresco, como su mirada griega,
forjada con sal marina y oleadas.
Sonidos de verano que rodean nuestros pasos,
mientras contemplamos los oscuros erizos negros
bajo las aguas transparentes de nuestras risas.
Los hombres que hablan de filosofía,
juegan con los combolois entre sus dedos.
Su charla aturde mis sentidos y
me traslada a tiempos remotos.
Sonrío y apuro el café
El mar, testigo azul, me observa quieto.
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