[VERSIÓN AMPLIADA]
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@agumack"... el plan de un inca à la cabeza" — José de San Martín
Frente al caos que agobia a muchas repúblicas, incluyendo la República Argentina, ha llegado la hora de revalorizar una idea defendida hace dos siglos por grandes próceres del país: la monarquía constitucional. Esta entrada resume los puntos más importantes de lo que llamo, siguiendo a Alexander Thiele, el principio monárquico 'soft' [1]. Este principio inspira a Manuel Belgrano, José de San Martín, Martín Miguel de Güemes y muchos otros en 1816.
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La idea de esta nota, naturalmente, no es proponer una monarquía en el país; el propósito es poner de relieve —por comparación— algunos puntos débiles de la forma de gobierno republicana. Tal vez este ejercicio resulte útil a gobernantes que muy pronto deberán lidiar con las catastróficas consecuencias del populismo en la Argentina.
El gobierno mixto en 1816
Ampliamente conocida en el Reino Unido, la "
forma monárquica temperada" —o, en palabras de Manuel Belgrano, la "
monarquía constitucional"—, se propaga a toda velocidad en Francia y en Europa del Norte hacia el final de la aventura de Napoléon Bonaparte. Con la
Charte Constitutionnelle de 1814, Louis XVIII admite que Francia no volverá a la monarquía absoluta de los dos siglos anteriores; la
Charte se destaca por un poder ejecutivo ejercido por el rey, pero
contrebalancé sur le plan législatif.
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Ante el pánico generado por los eventos del período 1789-1815, los monarcas de Europa del Norte delegan, a veces a
regañadientes, más y más competencias en materia de poder político.
Belgrano y San Martín, que siguen los eventos en Europa del Norte, lo entienden perfectamente. El 22 de julio de 1816, San Martín
escribe a Tomás Godoy Cruz desde Córdoba: "Ya digo á Laprida lo admirable que me parece el plan de un inca á la cabeza, las ventajas son geométricas". En pleno debate sobre la forma de gobierno en Tucumán, cinco días más tarde, Manuel Belgrano afirma:
... he oído discurrir sábiamente en favor de la monarquía constitucional, reconociendo la legitimidad de la representacion soberana en la casa de los Incas, y situando el asiento del trono en el Cuzco, tanto, que me parece se realizará este pensamiento tan racional, tan noble y justo, con que asegurarémos la loza del sepulcro de los tiranos.
Un artículo publicado en El Censor, el 12 de septiembre de 1816, contiene una brillante defensa del gobierno mixto y de la monarquía constitucional:
... á la verdad la experiencia ha enseñado que el único gobierno bueno que hay en la tierra es el que posée lo mejor de todos, y es así que vemos que las naciones en Europa lo van adoptando con la mayor eficacia y que los mismos reyes, en todo sentido de la palabra despóticos, lo planifican para sí mismos, para quitar los males de las revoluciones. ¡Gloria inmortal al rey de Prusia que en estos dias por sí, y en fuerza de las ideas del siglo, arroja el despotismo que poseía, y con los representantes de sus pueblos fixa la constitucion de una monarquía moderada en sus dominios! [...] una monarquía moderada, levantada sobre las bases de la constitución inglesa, en la que no hay quien dude están los poderes equilibrados, tomadas todas las ventajas de todas las especies de gobierno, y desterrados todos los males que cada uno por sí solo tiene.
Lo 'mejor de todos' es una alusión a los tres componentes del gobierno mixto—el principio monárquico, el aristocrático y el democrático. En el libro VI de las Historias, Polybios formula la idea-clave (e injustamente olvidada) del constitucionalismo occidental: el mejor gobierno combina estos principios para que sus elementos se vigilen entre sí, evitando que degeneren en versiones malignas y despóticas —tiranía, oligarquía y oclocracia—, y sorteando todo cambio brusco o revolución.
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¿Por qué fracasó este modelo 'europeo' en la Argentina? ¿Por qué optamos, cuarenta años después de los eventos de Tucumán, por el modelo político de los Estados Unidos? No pretendo ofrecer una respuesta a estas preguntas. Lo que propongo es una revaluación del principio monárquico 'soft' que está funcionando hoy mismo de manera brillante en varios de los países más libres, prósperos e igualitarios del planeta.
Los fundamentos del principio monárquico 'soft'
El escritor franco-suizo Benjamin Constant (1767-1830) es la principal referencia sobre la monarquía temperada. En 1814 tiene la audacia de proponer la idea al propio Bonaparte. También intenta convencer a Jean-Baptiste Jules Bernadotte, que será coronado en 1818 rey de Suecia bajo el nombre Karl XIV Johan—el fundador de la actual dinastía sueca. No es posible entender la idea de monarquía constitucional hacia 1816 sin leer a Constant, el fundador del liberalismo moderno [2]. Lo que sigue es un resumen de algunas sus principales ideas, con un 'toque' moderno:
- Liderazgo de última instancia. Ésta es acaso la idea más relevante para la Argentina. Todo país puede tener un vacío de poder. Sucedió en Holanda en 1672 y 1787, en Suecia en 1809, en Rusia en 1917, en España en 1981, en Argentina en 1820, 1989 y 2001—y en multitudes de casos en el mundo a lo largo de la historia. Volverá a suceder. En este punto la monarquía constitucional provee una solución práctica y tangible al grave problema de las repúblicas: ¿Quién ejerce el liderazgo político en última instancia?
En la Argentina moderna un vacío de poder se resuelve generalmente con la entrada en escena de un caudillo peronista que no tarda en acumular la suma del poder político, con desastrosas consecuencias para el país. Lo vimos en 1989 y en 2003. ¿Qué sucedió en 1981 en España? El liderazgo de Juan Carlos I fue suficiente para desbaratar el intento de golpe de Estado franquista y restablecer la incipiente democracia. Lo mismo sucedería hoy en Holanda, Suecia, Noruega o Dinamarca.
Éste es el sentido de la brutal frase de Carl Schmitt, citada por Alexander Thiele: « Souverän ist, wer über den Ausnahmezustand entscheidet ». Entender el sentido profundo de esta idea es esencial, porque nos permite descartar el cliché según el cual los monarcas de Europa son simples figuras decorativas. Es al revés: su presencia es indispensable porque hace difícil, por no decir imposible, la llegada del populismo demagógico. Este ejercicio de risk management resulta en una menor tasa de descuento.
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- Poder neutro e independiente. Otra idea-clave de Constant. El monarca constitucional es un poder neutro. Es independiente. No se mete en las luchas partidarias: « Le roi, dans un pays libre, est un être à part, supérieur aux diversités des opinions, n'ayant d'autre intérêt que le maintien de l'ordre, et le maintien de la liberté ». El prestigio de la corona pone fin a la eterna competencia en las repúblicas por saber quien es el verdadero Jefe de Estado. La rendición de cuentas y la responsabilidad de los actos de gobierno corresponden exclusivamente a los ministros.
El aura de neutralidad y prestigio del monarca se transfiere a la administración de la justicia y de las finanzas. El banco central de Suecia se llama Riksbank—el banco del reino [ver]. Su independencia asegura que las expectativas de inflación se mantienen bajas, una condición esencial de la justicia social. Con la notable excepción de algunas repúblicas —Irlanda, Suiza y Finlandia, entre otras—, las mejores notas en independencia judicial aparecen en monarquías (incluyo las no-repúblicas de Canadá, Nueva Zelanda y Australia) [ver]. __________
- Abuso de poder. Otra idea-clave de Constant, rápidamente adoptada en Europa del Norte a partir de 1815. En una monarquía constitucional, los poderes son otorgados por la corona. El modelo esquiva así el problema del étrange rousseausime que tanto debilita a repúblicas carentes de equilibrio de poderes. Si el monarca otorga los poderes, significa que una asamblea elegida por elección popular no puede auto-declararse única fuente de autoridad—para el bien de la propia democracia.
La tiranía que desemboca de esta concepción de la soberanía es la peor de todas, porque permite a audaces demagogos presentarse como auténticos representantes del pueblo. El resultado será, invariablemente, la 'inflación de leyes' (incluyendo absurdas leyes de alquileres, cepos, etc.), los impuestazos sin fin, la destrucción de la independencia judicial y la corrupción en gran escala. Lo estamos viendo hoy mismo en el país.
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- Horizonte temporal. La monarquía nunca caduca. Es perpetua. Es otro principio esencial en términos de libertad, tasas de interés y salarios. Permite que el tenure de las posiciones de juez y banquero central descanse sobre bases firmes. Desde este punto de vista, las repúblicas son más frágiles. ¿Qué tipo de régimen pretende instalar el caudillo que aprovecha un vacío de poder en una república? ¿Qué tipo de régimen pretenden los kirchneristas? ¿Los boligarcas venezolanos? ¿Por cuánto tiempo? Ni ellos lo saben. Se burlan de los 'republicanos', pero no proponen alternativas creíbles en el tiempo.
En 1802, Jacques Necker —conocido personalmente y leído de cerca por Constant—, mide el "costo Napoleón" y lo estima en 600 puntos básicos [ver]. Nadie es capaz de determinar el 'horizonte temporal' de Bonaparte. En consecuencia, el mercado de crédito se limita a plazos muy cortos, en detrimento del desarrollo industrial. Con un régimen político 'perpetuo' a la inglesa, estima Necker, Francia pagaría 3% sobre sus bonos de largo plazo, en lugar del 9% que paga bajo Napoléon (ver: "Francesc Cambó y la durabilidad del régimen", Contrapesos, marzo 2023).
El alto costo del capital es el talón de Aquiles de la economía argentina, y la principal causa de los bajos salarios, del subdesarrollo industrial, de la desigualdad, de la crisis fiscal crónica y de la seguidilla ininterrumpida de impuestos. En las últimas semanas hemos visto bonos del gobierno argentino rendir cerca de 48% en dólares, y tasas de interés de corto plazo de 97% en la pseudo-moneda local. Comparar con los bonos de largo plazo AAA Suecia, Holanda, Dinamarca, Canadá y Australia.
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- Separación de poderes. En un pasaje brillante de Principes de politique (1806), Constant afirma que de poco sirve la separación de poderes si la suma del poder político no es limitada. Nada impide a los 'poderes de turno' formar una alianza entre sí para instalar un gobierno despótico. ¡Otro punto esencial! El gobierno mixto, en cambio, dificulta estas alianzas porque involucra distintas franjas de la población, con distintos intereses.
En este punto como en muchos otros Benjamin Constant es claramente superior a su 'heredero intelectual' Alexis de Tocqueville. En junio de 1848, el diputado Tocqueville considera que no debe oponerse a los fusilamientos de obreros en París simplemente porque « le pouvoir législatif n'a aucun droit de se mêler des ordres de l'exécutif » [ver]. Es decir: la barbarie justificada por la separación de poderes.
La actitud de Tocqueville equivale a admitir algo que Constant, testigo del caos en Francia entre 1789 y 1799, sabía perfectamente: la separación de poderes no es ni puede ser un eficaz contrapeso frente al abuso de poder. En la tradición política suiza, la soberanía es por definición limitada. Otra posibilidad es que una rígida separación de poderes lleve a un partido a identificarse con el ejecutivo y a otro partido a sostener el legislativo, dando lugar a una violenta lucha partidaria.
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Una venerable tradición intelectual
El Inca trasmitía la idea de un gobierno que se había mantenido en el tiempo, acaso durante siglos. Daba la idea de un largo horizonte temporal. Esta ficción, hoy difícil de entender, esconde un pensamiento claro y profundo, una tradición de estudio, lectura y comprensión de la historia—y una defensa inigualada de la libertad.
Al promover la monarquía constitucional, Belgrano, San Martín, Güemes y otros defendían la idea del gobierno mixto como garante de la seguridad sobre la vida, la libertad y las posesiones. Lejos de ser una rareza intelectual, las ideas constitucionales de Manuel Belgrano estaban plenamente integradas al ambiente intelectual de una Europa pujante, que entraba en una fenomenal era de paz e innovación.
Así las cosas, entiendo cada vez más la sensacional
defensa de la constitución de Inglaterra por Mariano Moreno en la
Gazeta de Buenos-Ayres, con su gobierno mixto y equilibrado:
El choque de autoridades independientes debia producir un equilibrio en sus esfuerzos [...] ha convenido la experiencia, que las formas absolutas incluyen defectos gravísimos, que no pueden repararse sino por la mezcla y combinacion de todas ellas: y la Inglaterra, esa gran nacion, modélo único que presentan los tiempos modernos á los pueblos, que desean ser libres, habria visto desaparecer la libertad, que le costó tantos arroyos de sangre si el equilibrio de los poderes no hubiese contenido á los Reyes, sin dexar lugar á la licencia de los pueblos. Equilíbrense los poderes, y se mantendrá la pureza de la administración.
Como mostraré en otro momento, Moreno lee a varios escritores suizos partidarios del gobierno mixto y defensores de la monarquía constitucional del Reino Unido: Jean-Jacques Burlamaqui [
ver], Jacques Necker [
ver], Jean-Louis de Lolme y Jacques Mallet du Pan. Seguramente debatía estos puntos con Manuel Belgrano. No he podido hasta ahora encontrar rasgos de los escritos Benjamin Constant en los textos del Secretario de la Junta, a pesar de la total coincidencia de ideas.
Es probable que los escritos de Constant hayan empezado a circular en el Río de la Plata hacia 1814, cuando Moreno ya no estaba. En todo caso, una reflexión parece imponerse. La primera generación de fundadores (1810-1816) favorecía una sistema institucional 'europeo': monarquía temperada, contrapesos
vía gobierno mixto,
judicial preview. La segunda generación (post-1852), en cambio, favorecía un sistema de tipo 'estadounidense': presidencialismo, contrapesos
vía separación de poderes,
judicial review.
[2] Benjamin Constant. Écrits politiques (Paris: Gallimard, 1997), con prefacio de Marcel Gauchet; Benjamin Constant. De la liberté des Anciens comparée à celle des Modernes (Paris: Mille et Une Nuits, 2022); Léonard Burnand. Benjamin Constant (Paris: Perrin, 2022; reseña de Contrapesos); Rémy Hebding. Benjamin Constant. Le libéralisme tourmenté (Paris: Max Chaleil, 2009). _____________