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domingo, 3 de junio de 2012

Vigesimosegunda (y última) de Feria. "¡Adolfo, moruchero!"

Arrastre de Sombrerillo, el bichejo que cerró la Feria
"¡Adolfo, moruchero!", gritó un espectador


La feria empezó con Chaqueta, número 7, de El Cortijillo, nacido en diciembre de 2006, y finalizó con Sombrerillo, número 60, de Adolfo Martín, nacido en diciembre de 2006. En ese círculo perfecto de morucho a morucho es donde se sustancia la grandiosa labor empresarial de los artífices del desaguisado




José Ramón Márquez

Triste final de la feria, con el toreo y la cabaña brava en fase terminal. Prácticamente puede decirse que el toreo ha desaparecido de Las Ventas del Espíritu Santo, sustituido por las modernas formas de hacer ir y venir al toro; y del toro no digamos, que eso sí que es ya casi una especie en vías de extinción, salvo contadas excepciones.

    Valga como ejemplo la polémica sobre el saludo del mayoral de Cuadri. Nos tenemos que tragar con humildad franciscana en la plaza los aplausos de ciertas gentes al Manzanares, al Perera y al Morante, pero si nosotros aplaudimos al mayoral de Cuadri, se ponen como fieras a decir que eso está muy mal, que ese señor no debía salir a recoger nuestros aplausos. Pero no nos censurarían nunca si, en vez de poner de manifiesto la ausencia total de toreo en su actuación, nos pusiésemos a  aplaudir al Perera, por hacer lo que hizo. Pensamiento único se llama eso. Luego, en un portal taurino de esos, un misterioso ser que se oculta bajo las enigmáticas siglas CRV entresaca un párrafo al ganadero Cuadri para llevar el agua a su molinillo, titular a favor de su obra y concluir que estuvo muy mal el saludo del mayoral, porque a él le viene bien decirlo y porque aquí sólo se debe aplaudir lo que ellos quieran, ellos sabrán por qué. Por ejemplo, los de TVE han dictaminado por su cuenta y razón que Perera es el triunfador de la Feria. Allá ellos con sus dictámenes, si les gustó el tal Perera -inolvidables tres circulares invertidos, compendio de su tauromaquia-, pero yo creo que se equivocan o mienten cuando ocultan a la opinión pública que en esta feria recién terminada no ha habido ningún torero triunfador por la sencilla razón de que no se ha visto prácticamente el toreo. Lo que ha triunfado en este San Isidro 2012, mal que les pese a CRV y a sus hooligans, ha sido el toro: el toro de Ibán, a quien le hurtarán los premios porque no conviene, el toro de Guardiola, a quien no hubo quien le presentase batalla, el toro de José Escolar, listo y encastado, el toro de Cuadri, lujo de ganadería. Y lo demás ha sido la ruinilla de todos los años, que si nos ponemos menos bestias aún podemos sacar a los Torrestrella, a los Alcurrucén y a los cuatro de Fuente Ymbro o al de El Cid. Ahí van unos cuantos toros, pero lo que no aparece ni aunque lo busquemos con un candil y debajo de las piedras es el torero, que ésa es la auténtica especie en vías de extinción, y cuando se dice torero no se refiere a uno que se viste de luces y se lía a hacer posturas, sino a uno que como El Zanahorio de aquel remoto día de febrero en Ciudad Rodrigo, haga el toreo con verdad y lo haga con un animal que infunda miedo. De eso, entre los matadores y poniéndonos estrictos, no ha habido en Madrid más que Robleño, enorme en su dignidad frente a la fiera, y Castaño, toque de atención a la afición.

    Hoy para terminar el triduo torista nos echaron la de Adolfo Martín. Adolfo es infinitamente mucho mejor aficionado que ganadero, y a las pruebas me remito de los poquísimos triunfos ganaderos que puede poner sobre la mesa en Madrid. Los del 7, cuando había 7, le quisieron encumbrar como la cara auténtica de Victorino y es verdad que brilló en su presentación en Madrid, siendo aún de la Unión, con una seria, fuerte y encastada corrida de toros. Desde aquel remoto día, habrá soltado un toro por aquí y un toro por allá, pero no ha tenido triunfos como ganadero que avalen el predicamento de que goza. La corrida que trajo hoy a Madrid, especialmente si la comparamos con el orgullo de buen ganadero del día anterior, es una escalera y si en vez de Adolfo Martín llegan a llevar el hierro de Pepe Pérez, se monta la de Dios es Cristo con los toros. Un toro de 02/08, tres toros de 11/07 y dos de 12/06 no es la mejor carta de presentación para Las Ventas, y de ellos uno de los de 2006, el tal Aviador, número 52, además parecía un novillote flaco largo y descolgado con los años que arrastraba a cuestas. Una pésima presentación sin trapío, entendiendo por tal el parecerse a la casta de la que se procede, de la que el único que se salva por presencia es el primero, Sevillanito, número 75, cárdeno, que empujó con rabia de bravucón al penco que montaba Manuel Burgos, derribando en el primer encuentro y saliendo de naja en el segundo.
    
Decepción enésima con Adolfo, tal y como nos tiene acostumbrados con sus toros sin casta, mal presentados, blandos y mansos, y decepción mayúscula con Fandiño que ha dilapidado en dos tardes en Madrid todo el crédito que cosechó el año anterior a base de verdad. Hoy en su primero se ha tirado por la calle de enmedio y, salvo en lo de citar de largo, se ha dedicado a copiar las hediondas formas de los pitiminís del escalafón, Manzanares, July, Perera, a base de ceder el terreno al toro, de ponerse por fuera y despegado, de las carreritas para colocarse, de redondear el remate de los muletazos, de ir al toro a base de los pasitos de las muñecas de Famosa y demás pestilencia antitaurina que gusta a algún sector del público, pero que para los que teníamos depositadas en él ciertas esperanzas ha sido como darnos con una barra de hielo en el cogote. Ruina total la de Fandiño y decepción de ver a un tío que se ha ido al lado oscuro a toda pastilla, en un solo año, y decepción su incomprensible diálogo con el tendido, con un señor del 7 que también es mulillero, con el Rosco, con una señora del nueve bajo, que todos en la Plaza eran importantes para Fandiño salvo él y el toro. Entre tan versallesca atención a su selecto público y entre que si me quito y me aparto se le fue la faena, puntuada certeramente desde la andanada, cuando se va a perfilar para entrar a matar:

-El toro se va sin torear.

    Y no se puede explicar mejor y con menos palabras la ruina de hoy de Fandiño que tan bien le viene al stablishment de los CRV y compañía y que nos deja sumidos en el rechinar de dientes a los que pensábamos que Fandiño era firme como un trozo de acero colado, era un montaraz que se pondría frente al sistema. Ná de ná. Uno más, uno de tantos  y encima con bastante menos gusto y percha que el tal Manzanares.

    Poca historia tiene la tarde, pues sabido es que la base de este espectáculo es el toro y si no hay toro, no hay espectáculo. José Luis Moreno las pasó canutas con su primero y se tragó el miedo. Estuvo digno. En su segundo estuvo más confiado. A Juan Bautista le salió un toro de esos de la cultura, el segundo, Madroñito, número 89,  pequeño, escurrido de carnes y que se tapaba por la cabeza, pero que metía la cara incesantemente sin molestar al matador. Aburrió el torero al toro y aún más a la parroquia y estuvo con él hasta que se hartó o hasta que se dio cuenta de que nadie le hacía caso.

La feria empezó con Chaqueta, número 7, de El Cortijillo, nacido en diciembre de 2006 y finalizó con Sombrerillo, número 60, de Adolfo Martín, nacido en diciembre de 2006. En ese círculo perfecto de morucho a morucho, sin apenas más que un lleno de reventón en la Plaza es donde se sustancia la grandiosa labor empresarial de los artífices del desaguisado: Choperón Father and son, Simon bras d’honneur* y Call Me Toño, con la inestimable ayuda de Carlos Abella, guest star del asunto, a quien todo sus conocidos llaman Abeya. Enhorabuena, majetes. A ver qué se os ocurre para 2013, a ver cuántos abonos se pierden en otoño.
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*Bras d’honneur, en francés ‘corte de mangas

Fotografía que ilustra unas palabras de Julián López 
en el corredor de Las Ventas:
 "El torero siempre debe estar por encima del toro"

Última tarde de la Feria

Los sketchs de Molés en la Puerta Grande

La papela de Abella

Contorsionismo mediático
¡A los toros!
El Orden Público, esa obsesión presidencial

Pepe, mozo de Moreno

Paseíllo
Bautista, Fandiño y Moreno

El último Guernica de la Feria

José Luis Moreno
Un buen torero con mala suerte

Iván Fandiño
El Señor nos lo da, el Señor nos lo quita
La Empresa
Feria de tres orejas de las cuales no recordamos ninguna
Premios de la Empresa: Castella, con sus jeribeques a un cuvillejo, y los Alcurrucén, que pasaron del caballo, triunfadores
¿Cuadri, que es la que gustó al público? No, porque tiene un mayoral que saluda cuando se le aplaude

Los descamisados del palco-lonja presidencial
El año que viene, en chanclas

Adolfito por allá...

Adolfito por acá


Fandiño jugando a Rincón (en los desplazamientos)
Hasta cuatro veces comenzó la faena


El último bocadillo del doctor
(en la Feria)

Los pinreles de la cultura callada del toreo
Pertenecen a un bergaminesco caballero que llama cutres e incultos a los que protestan el destoreo

Despedida de Fandiño, último torero de la Feria
Quitándose del sitio se ha granjeado los elogios de la Crítica Oficial
Lagarto, lagarto

 El solar que deja la peor Feria de la Historia

sábado, 2 de junio de 2012

Vigesimoprimera de Feria. La fiesta de los Cuadri

Corridón en Las Ventas
El primer cuadri, Muñeco, con una cornada fresca en el anca


José Ramón Márquez

Hoy los Cuadri, ¡ahí es nada! Y además con Castaño, con la que lió el otro día ¡menudo festín! Segundo día consecutivo de toros en Madrid, que aquí sí que no cabe la publicidad engañosa ésa que dice ‘Corrida de Toros’ y luego lo que te dan es una corrida de gatos, de cabras, de caracoles, de babosas o de corderos, pero no de toros. Hoy lo que ponía en el cartel reflejaba exactamente lo que salió por chiqueros, e inevitablemente, como nos pasa cuando asoma la gaita el toro, nos estuvimos toda la tarde acordando de Manzanares, de Morante, de July, de Cayetano y, en general, de la banda esa denominada G10, ese selecto grupo de enemigos de los toros que, al confabularse, hicieron una omertá: ‘Juro que jamás me pondré frente a un toro, amén’.

    Seis toros de Celestino Cuadri en Madrid, que le tenían que comprar la camada y darla en Las Ventas entera y dejar los Montecillos, Cochinillos y demás illos para solaz de los guaperas por esas plazas de Dios. Toros con líos, que al parecer dos se habían matado en los corrales y otro en el campo y hubo que sustituirlos por otros. La casta tiene esas cosas, que los toros de puro maleducados se dedican a pelearse entre ellos como chuletas de barrio, para que se vaya notando la diferencia, que nunca se ha oído que dos toros de Victoriano del Río o del Cuvi se hayan matado entre ellos. Para certificar lo complicada que debe ser la vida de un toro de Cuadri digamos que el primero de la tarde, Muñeco, número 39, cuando salió a la Plaza llevaba en el anca una cornada fresca, como si tal cosa.

    Corrida de toros muy honda, muy seria, de una presentación espectacular, finos de piel, lustrosos, arrogantes, encastados, daba la impresión de que no iban herrados, que  más bien parecía que los números y demás señas se los había rotulado en la piel un delineante. Un lujo de ganadero venir así a Madrid, por el honor de la divisa.

    Y luego, la variedad de comportamientos, desde el que no pasaba hasta el que proclamaba sus firmes deseos de ayudar lo necesario para encumbrar a un torero que estuviese dispuesto a dar el paso hacia a delante. Y la casta, siempre la casta, acosando a los banderilleros, atentos al caballo, fijándose en cualquier movimiento en la Plaza, dando el espectáculo del toro de lidia, que normalmente es el espectáculo de la casta y alguna rara vez, suerte para quien haya tenido ocasión de verlo al menos una vez en su vida, la bravura.

    El primero, el de la herida en la pata, cobró lo suyo en varas, digamos que a él solo le zurraron más que toda la de Victoriano del Río, y aunque se las pusieron traseras él no se desanimó, tomándolas como si fuesen buenas, metiendo la cabeza y empujando; acosó a José Mora en banderillas hasta que le hizo tomar el olivo y llegó a la faena de muleta pidiendo guerra. Rafaelillo, que es a quien le tocó matar a Muñeco, bastante hizo con estar ahí frente a la seriedad de este Muñeco que tan poca gracia tenía, sin acabar de fiarse de él y cortándole los viajes. En descargo del torero debe decirse que si en la Andanada se pasaba miedo viéndolo, no es imaginable lo que debía ser estar frente al animal, solo en la Plaza.
    
El segundo fue Aragonés, número 12, y su lidia y muerte correspondía a Javier Castaño. Lo pica Fernando Sánchez a quien Castaño le deja el toro de largo. Da la impresión de que el picador no está a  gusto, pero las indicaciones de su matador le hacen buscar al toro que se arranca por dos veces al caballo recibiendo sendos puyazos bien agarrados. En un momento, el matador se descuida y le pierde la cara al toro y éste se abalanza sobre él pegándole un tremendo porrazo que le deja conmocionado. En banderillas el toro aprende y Adalid le deja dos pares, con una pasada en falso, y Javier Rodríguez un non. Sale Castaño con su muleta medio KO por el golpazo y comienza su trasteo primero por la derecha, con verdad y sin remilgos, y después por la izquierda, el pitón malo del toro como lo había cantado en banderillas. Castaño no se amilana y le roba al toro dos tandas de naturales de gran verdad, con algunos enganchones y con el doble valor añadido de estar el torero disminuido en sus facultades y decidido a torear al toro por el pitón malo. Lo mata mal y se va a la enfermería, de donde ya no saldrá.
    
El tercero, Camarote, número 32, correspondió a Luis Bolívar. Toma dos varas mal planteadas de Ismael Alcón en las que no se emplea. Alcón nos trae una remembranza de los viejos picadores, de los de antes del peto, cuando no adelanta el caballo y se queda, a la antigua, esperando la acometida del bicho junto a las tablas. Simpática pincelada de vieja historia taurina que revela el respeto enorme que Camarote infundía. El toro en la muleta ‘mete la cabeza’ como dicen los de los medios, pero no se emplea porque Luis Bolívar siempre se queda descubierto y el toro le ve constantemente; poco a poco va mejorando la condición del toro y claramente se aprecia que es él quien está toreando a su matador. Poquísimo mando y deficiente colocación no son argumentos como para hacerse con este Camarote.
    
El cuarto, Huélvano, número 45, es para Rafaelillo. Mal el torero con el capote. El animal recibe dos varas de estilo ‘contemporáneo’ de Esquivel y se queda encelado con el caballo. Llega imposible a la muleta. El toro sencillamente no pasa. Las gentes, que se creen que lo que Rafaelillo tiene enfrente es la mona de todos los días, silban al torero, y, en la demencia total, hay quince desalmados que aplauden al toro en el arrastre. Con gusto me hubiese encantado ver a July el Poderoso con este animal tan necesitado de tener enfrente oficio y poder.

    Corre turno y en quinto lugar sale Pesador, número 31. Es un tío. Es la definición del toro de lidia, largo y badanudo, un precioso ejemplar. Le pica Leiro con suficiencia. En la primera vara el animal cabecea y en la segunda mete riñones. Llega al tercer tercio con clase y con un cortijo en cada pitón para quien tenga arrestos de plantear la pelea. Bolívar tira las cartas y se dedica a torear por fuera, de nuevo descubierto en cada pase, de nuevo sin mandar en las embestidas de Pesador. El mérito de Bolívar, tanto en éste como en el otro toro, es que no lo tapa y así se puede ver bien a las claras la clase del animal, que recibe aplausos sinceros en el arrastre.

    Para despachar al sexto, Maño, número 8, que correspondía a Castaño, tenemos de nuevo a Rafaelillo. El toro sale de chiqueros como una centella, estrellándose literalmente contra el burladero del 10. Luego, al pararlo de capa Rafaelillo le acosa y el matador se tiene que refugiar en el burladero soltando el capote. Lo pica Tito Sandoval, que en seguida se da cuenta de las condiciones del toro y dosifica muy bien el castigo. El toro no se emplea y se deja pegar. Rafaelillo no rehuye la pelea pero el toro es el más soso de la tarde.

    Al final nos quedamos para aplaudir al mayoral. Queríamos toros y nos trajo toros variados, cambiantes, duros, exigentes, encastados, toros que llegan a la muerte con las bocas selladas, sin enseñarnos la lengua. ¿No es para aplaudirle? Además eso no quita para que luego, si unos señores tienen que dar un premio, se lo vuelvan a dar a la de juampedro con su azulejito y todo, faltaría más.


Volteretón de Castaño, por perderle la cara al toro

Manera socialdemócrata de
 ir a los toros

 Hasta la hombrera

La papela de Abella

Los sanitarios de la Andanada del 9

El kit del aficionado

A Domingo Navarro

Así van los orientales a 
la corrida de Cuadri

Los descamisados del palco-lonja presidencial

Paseíllo
Javier Castaño, Luis Bolívar y Rafaelillo

¡Que va a salir el Muñeco!

Abella, pertrechado de azul
 purísima ante los Cuadri
(¿Y qué dice Serrat de los Cuadri?)

Muñeco y su badana en la arena

Muñeco en el caballo

Rafaelillo brindándonos a Muñeco

Aragonés , el toro que cogería a Castaño, en el caballo

Castaño, conmocionado, armándose de valor para salir a muletear

Banderillas para Aragonés

Castaño citando a Aragonés, más listo que su homónimo 
el Sabio de Hortaleza

Bolívar a la expectativa

Erasmus del 6
(Y tíos en calzoncillos)

Croquetas de Andanada

El mejor silbo


Atardecer madrileño

En tarde de Cuadri...

...los únicos circulares invertidos que se ven en la Plaza...

...los da la veleta del reloj

De izquierda a derecha y de derecha a izquierda

Rafaelillo

Aficionada del 9

"Al final nos quedamos para aplaudir al mayoral. 
Queríamos toros y nos trajo toros variados, cambiantes, duros, exigentes, encastados, 
toros que llegan a la muerte con las bocas selladas, sin enseñarnos la lengua.
 ¿No es para aplaudirle"

Final