Mostrando entradas con la etiqueta Navidad 2016. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Navidad 2016. Mostrar todas las entradas

martes, 3 de enero de 2017

Navidad

Campanas, las de mi pueblo...

De como se baila la jota hacia atrás

Francisco Javier Gómez Izquierdo

         Uno ha sido joven en la Demanda, y por Navidad, a veces amurallado por la nieve, he disfrutado de niño, de adolescente, de quinto y de novio. De casado, la verdad sea dicha, he ido menos, y en los últimos años las obligaciones aceituneras de mi doña me han sujetado en los Montes de Toledo.

   El desparrame local empezaba en Nochebuena con mi gran familia. Crecimos juntos seis hermanos y un batallón de primos. El día de Nacimiento era para nuestras madres un día de precepto principal y nos ponían un jersey y un pantalón nuevo para ir decentes a misa. Tendría yo unos trece años cuando causé sensación con un abrigo de cheviot que me hizo mi madre. Por la noche ya teníamos baile porque el patrón de Castrillo es San Esteban protomártir -¡que viva San Esteban!-  y recibíamos el 26 con extraordinaria cohetería y copitas de sol y sombra -“a mí con más sombra que sol”- que ofrecían (y ofrecí) los llamados a la mili por las puertas de las casas a cambio de unos duros con los que comer, beber y pagar el baile del día de los Inocentes. El día de San Esteban, junto a mi primo Agustín, bailaba un servidor una jota infinita en la procesión del Santo mirándole a la cara y avanzando de espaldas con el ritmo de la dulzaina cercana, pero en realidad excitados por el glorioso y atronador repique de campanas volteadas por esos aficionados ilustres que son mis paisanos. El 27 de diciembre, para los de mi pueblo, es San Estebita, un día como el anterior, pero sin tanta euforia y con menos ganas de comer. En el día de los Inocentes las chicas sacaban a bailar a los chicos y como se me daban bien los pasodobles me hartaba de bailar y en alguna ocasión hasta ligué y todo con alguna forastera de los pinares.

    Mejor me paro, porque no quiero seguir añorando cual abuelo Cebolleta. Lo que quiero contarles a ustedes es que a la vuelta a Córdoba, después de celebrar la Navidad al modo tradicional y como mandan las ordenanzas de las buenas costumbres, me encuentro con el mensaje de Navidad de la señora Ambrosio, alcaldesa como saben de la ciudad en la que me gano las lentejas. La mujer, o su asesor cultural, ha cogido un libro de citas y Séneca mediante ha puesto en la portada del crisma -mejor tarjeta-: “Desde todas partes hay la misma distancia a las estrellas”.  Frase notable con cierto perfume oriental que seguro hizo las delicias de Nerón y aún tiene calculando a los astrofísicos de Cabo Cañaveral. A mi alcaldesa tanta profundidad -o lejanía- la tiene emocionada. El trance místico lo arregla la señora Ambrosio con el arrebato cursilón que de continuo la domina y a la vuelta del tarjetón pone de su cosecha (supongo): “Hagamos que los planes y buenos propósitos que brotan con cada año nuevo se conviertan en Córdoba, en un evento cotidiano durante 2017.”
    
 ¡¡Eventos!! Lo que discurren algunos ¡y algunas! para parecer importantes y políticamente correctos. ¡Me callo la que tiene preparada para la cabalgata de la tarde del día 5! Creo que hubo un asesor que propuso tirar condones al populacho. A mí, que soy muy de celebrar la Navidad porque me trajeron los Reyes un 6 de enero, esta señora no me parecerá nunca correcta. Es más, y sin ánimo de injuriar, me parece una alcaldesa indeseable por el desprecio manifiesto a la infancia, adolescencia, madurez y senectud de sus ciudadanos. ¡No hay más que ver la Navidad de su ciudad!

sábado, 31 de diciembre de 2016

lunes, 26 de diciembre de 2016

Pax In Terra Hominibus Bonae Voluntatis

 Natividad.1902. Paul-Gauguin

Jean Palette-Cazajus

Estos últimos días, tras la manera, políticamente infantil y culturalmente masoquista, de felicitarnos las Navidades usada por la alcadesa de Madrid y sus catecúmenos, la derecha litúrgico/cavernaria salió del bosque con su equipamiento ideológico tradicional, el insulto pedestre y autosatisfecho. La izquierda mesiánica ha reaccionado inmediatamente con su artillería  habitual, arrogancia, didactismo y sectarismo. La ignorancia crasa de la inefable Rita Maestre sobre historia de la Navidad saca los colores.

Pues no, Doña Esperanza, La Navidad no ha esperado a Doña Manuela para paganizarse, hasta la médula, de la manera más casposamente capitalista. Pues no, Doña Rita, la antropología de la Navidad, tal como la conocemos, es en el fondo muy reciente, no mucho más de un siglo y esencialmente germánica en sus ritos y mitologías.

Pero su mensaje, quieran que no, es básicamente cristiano y una de las mejores pruebas es el odio histérico que le tienen los islamistas. Es la única celebración en la cultura occidental que cumple sobre nosotros un positivo papel “eudemónico”, dirían los antiguos, o sea que nos hace creer, por un rato, que somos buenos.

De modo que desde mi ateísmo seguro y tranquilo, os deseo, siempre que os plazca,  una muy feliz Navidad.

Adoración de los pastores. A.R. Mengs (1728-1779)

domingo, 25 de diciembre de 2016

Feliz Navidad

Y Próspero Año Nuevo

Intervención radiofónica de Salvador de Madariaga desde la BBC en 1945 para todo el mundo de habla hispana. 26/27 de Diciembre

WEEKLY REVIEW

Por Salvador de Madariaga

Esta semana celebra todo el orbe cristiano la fiesta de la Navidad...

Observemos, para empezar, que es una fiesta sincera y verdaderamente popular, que no ha menester de propaganda o apoyo oficial para transcurrir cada año en un torbellino de alegría pública y doméstica... Religiosa en unos ambientes, laica y callejera en otros, tiene la Nochebuena una doble calidad que la distingue como fiesta vivaz y vigorosa: es a la vez universal y local...

¿A qué se debe esta universalidad, valiosa cualidad de esta fiesta? En primer lugar, a que la fe que vino a simbolizar es humana y sin fronteras. El Hijo del Hombre vino a llamarse más tarde el Niño aquel día nacido; y con este nombre que escogió para Sí dio al concepto de hombre una universalidad sin igual. Se argüirá que ya existía el concepto universal de hombre en los clásicos griegos y latinos, y se recordará el verso tantas veces citado del poeta latino Terencio:

Hombre soy: nada humano considero ajeno a mí.

Pero va mucho de un concepto pensado a un concepto vivido. Y en la antigüedad en que se pensaba así se negaba toda humanidad a los esclavos. También hubo esclavitud después. Porque el hombre es incorregible. Pero, mientras en la antigüedad era la esclavitud cosa conforme al sistema, en el mundo cristiano fue siempre cosa contraria al sistema, y terminó por desaparecer.

Este sentido humano que no conoce colores ni fronteras es el valor más preciado de la Nochebuena, valor que el pueblo siente en todas partes al celebrarla. Pero hay en su simbolismo otros valores casi tan altos, y que también contribuyen a otorgarle fuerza y universalidad. En primer lugar, el de la dignificación de los humildes y la supeditación de los grandes al conjunto social.

El Niño, el Hijo del Hombre, nace en un pesebre y es el huésped de unos pastores. Y tres reyes -uno de ellos, negro, para que nunca falte el sentido humano- viajan largo tiempo para venir a adorarlo. Todo este simbolismo, tan dramático que ha conservado intacto su vigor original a través de los siglos, ha producido y mantenido una corriente educadora de vigor incalculable en estos últimos dos mil años. Corriente que dice a todos los hombres "respetad al tan humilde como el pastor" y que constantemente recuerda a los poderosos: "Inclinaos ante aquello que está por encima de vosotros, aunque sea un niño, aunque sea una mujer."

Tomos, bibliotecas enteras de filosofía moral, no han ejercido sobre el progreso humano influencia mayor para hacer que se respete a todo hombre, por humilde que sea su ocupación, a toda mujer, a todo niño, por humilde que sea el pesebre en que haya nacido, que esta sencilla escena representada de nuevo cada año en toda la Cristiandad... Importancia política, y no poca, tiene el que se renueve cada año en nuestro mundo el respeto al trabajador, a la mujer-madre y al niño indefenso.

Buena prueba de todo ello nos la viene a dar a contrario el proceso de Nuremberg. Las revelaciones que han venido haciendo los fiscales sobre las órdenes dadas por Himmler y sus secuaces para el exterminio de judíos, de polacos y de rusos, son el mentís más cínico y criminal que jamás se ha dado al espíritu de las fiestas de Nochebuena. Los feroces nazis desencadenaron sobre la triste Europa su guerra cruel tan sólo por haberse aislado del resto de la humanidad; por haber tenido la inaudita pretensión de erigirse en una estirpe de hombres por encima de los demás. Para tomar esta actitud, los nazis tenían primero que abjurar todo el espíritu de solidaridad humana que haya podido penetrar en los hombres de su país en 1940 años de cristianismo. El espíritu cristiano no conoce alemanes, ingleses o turcos; no conoce más que hombres. Por eso Hitler tuvo que empezar por perseguir a todas las confesiones que en Alemania propagaban la fe y las ideas cristianas; la iglesia católica como la protestante; hecho lo cual, se dedicó a la gente joven para arrancarles de raíz todo elemento de cultura cristiana. Así se explica que una muchacha joven, como la desdichada Irma Greese, ahorcada hace quince días por su criminal conducta en Belsen, hubiera perdido a los 22 años hasta los sentimientos más elementales de caridad.

Las revelaciones de Nuremberg, después de los cuadros siniestros de Belsen, Buchenwald y otros infiernos nazis, descubren un abismo infrahumano muy distinto del que a veces la historia ilumina en los tiempos primitivos o en los bárbaros de la humanidad. Los hombres que hoy se sientan en el banquillo de los acusados en Nuremberg pertenecen a uno de los países en donde el pensamiento técnico, científico y hasta filosófico ha logrado resultados más brillantes. Figuran entre ellos gentuza criminal y poco inteligente, como Julios Streicher; pero también hombres de cuya inteligencia general y técnica no cabe dudar; como Goering, Keitel, Sauckel, Jodl y otros más. Todos ellos aparecen comprometidos directamente en crímenes de lesa humanidad concebidos como operaciones políticas o sociológicas con una frialdad y una eficiencia técnica del cinismo más repugnante. Todos ellos, y los millares o cientos de millares de colaboradores que ejecutaron sus planes, son menos que hombres, no por sentencia nuestra, sino por decisión suya; porque ellos fueron los que por querer ser nada más que alemanes, se hicieron menos que hombres.

Pues ésta es la maravillosa enseñanza de Nochebuena, el verdadero regalo espiritual de Navidad: que el hombre no puede negar su humanidad sin caer en lo animal. El hombre no puede elevarse por encima de lo humano. Quiso el alemán hacerlo y cayó en la bestialidad repugnante del nazismo. El Niño que nació en Belén no es ni blanco, ni negro, ni judío, ni ario, ni alemán, ni ruso; es el hijo del Espíritu y de la Virgen, es decir, el hombre sin raza que vive en la Tierra sin fronteras para aprender a padecer. Por eso es la fiesta de Navidad fiesta de todos los hombres y todos los hogares donde una madre inerme protege a un niño más inerme todavía. Fiesta de solidaridad humana y de paz.

Pero -ya lo dice la palabra sagrada- de Paz tan sólo para los hombres de buena voluntad.

viernes, 23 de diciembre de 2016

A todos los que entráis en Salmonetes

  
A todos los que entráis en Salmonetes: SALUD.
 Porque, como diría el sabio, la salud es la riqueza de los pobres y la alegría de los ricos. Sin ella, no hay felicidad posible
.
F. J. G. I.