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jueves, 23 de julio de 2015

T1

Es esta, la relegada al lowcostismo, definitivamente mi favorita.
Sin trenes automáticos, sin ondas o focos espaciales en el techo. 
Con esa cristalera que presenta a  nuestro particular Entrerprise antes de montarlo y que, años antes de la psicosis terrorista y de extrema seguridad, hacia las delicias de niños, y no tan niños, que ajenos a un futuro lleno de estímulos, miraban fascinados, alguna que otra tarde de paseo dominical, aquellos vehículos que despertaban su imaginación y deseo de llegar a tierras lejanas.
Recuerdo a mi padre sonreír a mi ingenuidad cuando le preguntaba si eran capaces de llegar a Ávila. Se agachaba a mi altura, ahumando mi cara con su cigarro, y alzando la mano hacia el horizonte decía: pueden llegar hasta América!! Entonces me pegaba más al cristal, como si así pudiese traspasarlo, trasluciendo su transparencia con la grasa de mis manos y el vaho de mis anhelos, para desgracia del personal de limpieza.
Es uno de esos recuerdos en blanco y negro, que se enmarañan con otros y quedan a disposición para definir al gusto, como aquellos libros que dejaban elegir tu destino. 
Esta ha sido mi elección de hoy, en vista de lo poco de aquello que queda aparte del genial escaparate,  en un segundo plano desde que, los chavales, prefieren hacer cola en la hamburguesería del come rápido y vuela.
Yo te seguiré prefiriendo, gracias por mi recuerdo.



jueves, 9 de octubre de 2014

La tienda de las cosas "inempezadas" e inconclusas


Solo tenía 6 años cuando me llevaron por primera vez, lo recuerdo bien. Estaba en aquel callejón por el que pasaba cada mañana cuando, durante las vacaciones de verano, iba a la vaquería donde trabajaba mi abuelo. Creo que lo que más me sorprendió fue que era el único espacio del callejón donde el olor a estiércol desaparecía tras cruzar la entrada.  
Recordaba el cartel de la puerta “PAS S LLAM”, nunca entendí lo que significaba y decidí no preguntar por miedo a reproducir el manotazo que mi madre me propinó cuando aporreé, por primera y última vez, la aldaba.  Desde ese día me limitaba a empujar el portón de madera maciza que resistía impecable el rigor de los inviernos abulenses.
Allí había de todo, libros sin letras, botellas de vino cerradas con copas vacías, semillas milenarias, paquetes de tabaco precintados, bloques de mármol con cinceles apoyados y carteles indicando los nombres de los trabajos sin esculpir, cuadros sin trazos,  maderos sin tallar o troncos semitallados con telas de tapizar encima, cuadernos con títulos ilegibles, fotografías oscuras que casi no permitían ver a los personajes que en ellas sonreían, o que no llegaban a hacerlo... 
Mi madre me hacía sentar en un taburete rasposo de dos patas que se balanceaba al ritmo de mis piernas, y que llevaba al límite aun a riesgo de caerme por esa inevitable atracción hacia lo posible. Ella entraba en el cuarto donde que una densa cortina tras la puerta impedía que viese lo que había al otro lado. Yo aguardaba con los ojos fijos en el misterioso vano, esperando impaciente ver el rostro de mi madre sonreír. Cada vez que iba aparecía con un gesto distinto y me hacía correr. Recuerdo aquel día que salió riendo, -“nos vamos”-me dijo exultante, días más tarde nos mudábamos a la otra punta de la ciudad. La vez que más lloró estuvo 3 días seguidos sin poner un dedo en la máquina de coser, miraba la tela de seda con desprecio y el cuarto nos comunicaban que la abuela había muerto.
No entendí que relación podría haber y durante años ni siquiera lo cuestioné. Cuando por fin pregunté que había dentro su respuesta fue simple, -“todo lo inempezado e inacabado”-, no entendí a qué se refería, pero solo me asaltó una curiosidad más "madre...¿se pueden cambiar las cosas cuando vas?"- “claro”, me dijo, -“excepto las leyes naturales, siempre que estés a tiempo y tengas el valor necesario para hacerlo...”- nunca me contó mas...y nunca mas pregunté... 
No había vuelto a aquel sitio en años y ahora que estaba aquí no podía evitar adentrarme en el callejón. La vaquería se había convertido en un bar cuya modernidad resultaba casi insultante para el rotundo corte medieval de la ciudad. Pasee la mirada por cada uno de los edificios tan distintos, siendo los mismos, que hacían pensar que me había confundido. Ya empezaba a dudar cuando mis ojos se clavaron de nuevo en madera, aldabón y carteles ilegibles. Habían pasado tantos años que me costó entender que siguiese allí y no tenía claro que hubiese alguien dentro.
Estuve tentada de hacer sonar la aldaba cuando sentí un pellizco en la memoria de mi mano, haciéndome cambiar la intención y abrir directamente como, por fin entendí, indicaba el cartel. Todo seguía igual, dudé que alguna vez se hubiese vendido algo. Seguí paseando por los pasillos que tan altos me parecían antaño y vi el taburete donde me balanceaba en el mismo lugar que siempre. Entonces pensé en la puerta, allí seguía, entreabierta y con el mismo telón plomado para evitar miradas indiscretas. Me acerqué y crucé el umbral, como si una fuerza extraña me fuese empujando. Entonces lo vi, era un álbum de fotos con las iniciales de mi nombre en la portada. Lo abrí y descubrí todos aquellos momentos de mi vida que no reconocía: recibiendo la medalla de alguna competición a la que no fui;  de la mano del chico con el que tanta vergüenza me daba hablar en el instituto; tomando ese café que no pude volver a tomar con ella ; besando a Mark; en el observatorio de La Palma; en mi piso de Barcelona;  haciendo la oposición a la que no me presenté; aceptando aquel trabajo en Ámsterdam...había tantas que empecé a pasar las hojas con angustia, sin siquiera ver la escena, pero sintiendo como se instalaban en mi sentir y, de algún modo, en mi recuerdo.
Empecé a zarandearlo hasta que de un modo brusco paró, quedando abierto  en una foto donde podía reconocerme, era actual y sonreía. En la parte inferior una leyenda indicaba: “inempezada...acabada”. Al otro lado de la fotografía podía distinguir su figura, era él, sentado al piano preparado para tocar y mirándome... Hacía cinco días que no tenía noticias suyas. No entendía cómo había ocurrido. Quizás nos habíamos precipitado, como adolescentes decidimos restar fases, por necesidad, por ganas o por una incontrolable prisa, nos saltamos el comienzo y sin mas se precipitó el final.  En ese momento el álbum se cerró y la misma fuerza que me había adentrado me dirigía sin pausa hacia la salida.
Una vez fuera rememoré las palabras de mi madre "...si tienes el valor necesario para hacerlo"..., seguí caminando mientras cogía el móvil y escribía: “hola, ¿sigue en pie ese paseo...?”
Miré hacia atrás, la  puerta de madera era ahora de forja, con un cartel donde se podía leer claramente: "finca privada, por favor cierren después de entrar". 
Noté que el móvil vibraba, sonreí y me dirigí al coche con el valor necesario y escasa intención de volver a entrar.

jueves, 25 de septiembre de 2014

Mamá me pongo a trabajar porque si me apetece un cuerno de chocolate, me lo compro (Reposición para ella)

Así de básica y contundente, tras años de esperar ocasiones especiales y visitas para abrir el surtido de galletas de chocolate, cuya visión ejercía de campanilla pavloviana para los cuatro niños y no tan niños que esperaban ansiosos, salivando, el momento de ver desprecintar aquel tesoro.
Eran tiempos difíciles y aquellos muchachos y no tan muchachos, aunque no podían evitar el ramalazo infantil de querer lo que se desea al margen de toda razón,eran conscientes de que había que callar y arrimar el hombro.
Aprendieron pronto, demasiado pronto, que el serrín es terrible cuando entra por la nariz, pero que rellena muñecas de trapo que sonríen aun cuando se les está clavando una aguja.
Después fueron las pinzas, esas endemoniadas que despellejaban los dedos y los llenaban de padrastros, contar, unir, colocar para introducir los muelles en aquellas bases de metal macizo con piezas soldadas, que nada tenían que ver la una con la otra, y que seguramente habían sido ideadas y construidas por algún pseudo-ingeniero frustrado y sin recursos cuya genialidad era despreciada por una sociedad incapaz de dar cabida a su 'arte'... Eran miles, y no se podía bajar a jugar hasta que se acabaran, eran tiempos difíciles y todos lo sabían, así que no dudaban en decir a sus amigos que bajarían más tarde mientras miraban mordiéndose el labio inferior, como sus amigos se iban con el balón bajo el brazo.
Así de básica y contundente fue esa muchacha que tuvo muy claro lo que había y lo que debía hacer. Tan morena que podría pasar por india, lista y con notas estupendas en los primeros años de instituto que mantuvo hasta el final de la carrera. Sabía que tenía que salir de la cadena de montaje casera y buscar fuera la mejor manera de hacer aquellas cosas que deseaba. Eran tiempos difíciles y esta niña no tan niña abría las puertas de lo posible, que todos, poco a poco fueron atravesando con mejor que peor suerte.
Años después, no hay reproches, resquemores, ni traumas solo recuerdos cargados de ternura, comprensión y nostalgia, eran tiempos difíciles y todos sabían lo que tocaba; años después distando mucho de ser niños aún recuerdan cuando se juntan y ríen levantando las cejas al comparar con sus hijos y sobrinos que, afortunadamente, nunca sabrán lo mucho que pica el serrín en los ojos 


Reposición para la mejor hermana posible, aunque no sepa de este espacio, porta el mismo cariño... Feliz cumpleaños!

viernes, 23 de mayo de 2014

Quien me ha robado el mes de...

Más bien los meses, que ya llevo unos cuantos...mmm... demasiados, de esos que no recuerdo o reconozco. Así llegada a estas alturas del año sigo fechado con 2013 en más ocasiones de las justificables, restándole espacio al que por derecho debería ocupar su lugar.
Como últimamente estoy de buen humor, estoicamente asumo mi taza y media, comprobando que hasta podría gustarme este ritmo frenético, que no me preocuparía si no fuese porque la semana pasada dí los buenos días a mi reflejo, que automáticamente me cayó genial y me confesó que igual debería bajar un poco el ritmo o corría el riesgo de olvidarse de mí.
No es una excusa por haber abandonado temporalmente el ritmo por estos lugares, o igual sí, en cualquier caso dejemos que lo compensen esas temporadas en las que estaba tan pesada, y las que previsiblemente vendrán…o no…ya veremos.
Me propongo eso sí, sacar tiempo para soñar, no vayamos a perder las buenas costumbres

Feliz fin de semana y no se olviden de soñar...



viernes, 31 de enero de 2014

"Inusualizando"

No vayas a pensar que olvidé tu cumpleaños, es solo que decidí celebrarlo.
Decidí dar un paso más, y en este año que empecé distinto, con la idea quizás de distinguirlo en todo, elegí un buen momento, algo que me hiciese sentir bien y así cumplir con el que, seguro, sería el mejor regalo.
También con intención meditada, cambié mis palabras de fecha e incluí algo que sería del todo inusual, no para mi que le encuentro sentido y soy dada a estas cosas, pero me consta que nunca fue tu caso.
Resquebrajando costumbres entrego así mi felicitación y regalo, feliz, con la mayor de las satisfacciones y la absoluta certeza de haber acertado.




martes, 31 de diciembre de 2013

Sin balances

Madrid, diciembre 2013

En unas horas finaliza un año muy, pero que muy revelador del que, más allá de lo dicho he decidido, por una vez, no hacer ningún balance y darle cierta continuidad a ver qué pasa.
Un año al que doy una hora de más y acabo de un modo muy distinto al que estoy acostumbrada.
Así, mientras veo Return of the Jedi en ITV2, fascinada por la similitud de la voz de Vader con la del gran Romero, y minutos antes de liarme en la cocina, para desgracia de mis acompañantes,  con mi parte de la cena,   ponerme el vestido y calzarme los tacones, antes de hacer todo lo que empiezo a sentir que no tendré tiempo de hacer, solo quería desearos otro gran año del que disfrutar, por y a pesar, de todo lo que acontezca.

Un abrazo





sábado, 21 de septiembre de 2013

Efecto Sabrina

No entendía nada. Aquella noche, en el mismo Cuarta Avenida donde habían transcurrido tantas noches desde que traspasó la puerta por primera vez, ya hacía mas años de los que podía recordar, algo era distinto. 
Aquel lugar donde las caras, la música y casi las posiciones permanecían inmutables. Donde el estatismo casi monolítico hacía predecible el transcurso de cualquier velada, generando un sentir de “fácil". En aquel lugar donde siempre estuvo como en casa, esa noche de terraza cuando el calor por fin daba un respiro y donde los Rolling seguían sintiendo simpatía por el diablo, algo era diferente. Algo que la sorprendió. 
Nunca pudo entender por qué, a su vuelta tras varios años fuera, aquellas personas que jamás la habían dedicado una mirada en el pasado, no se separaban de ella mostrando una confusa admiración, incluso violenta, con un descaro que no les reconocía en el pasado. 
Sería por los kilos que había adelgazado, quizás por su nuevo estilo, pero lo determinante no era eso, era otra cosa, el verdadero cambio estaba en su mirada, la sonrisa de sus ojos y la seguridad al mantenerla. Algo en su actitud había cambiado y era consciente, pero no estaba preparada para gestionar el cambio en los que allí se encontraban. No estaba acostumbrada a ser observada de aquella manera y desde luego, no estaba acostumbrada a mirar, no allí, no por ellos. 
Aquella noche, sin copas de champagne en los bolsillos, Él se acercó y se la llevó dentro, cerca de la mesa de billar, para hablar a solas. 
-Cenas conmigo el viernes!- había cosas que no cambiaban, pensó ella, esa seguridad de afirmar las preguntas, muy propio de la chulería de quien no tiene costumbre de recibir noes. Dios, hubiese matado por esa proposición años atrás, en aquel tiempo en que él ni siquiera hubiese sido consciente de su presencia, de su adoración. Le miró con cierto pasmo y curiosidad. 
-¿Sabes...? Lo cierto es que ya no tengo hambre- le contestó. 
 -No- sonrió -si digo el viernes...- estaba confuso, no entendía muy bien su respuesta. 
 -Ya- Le dedicó una cálida sonrisa mientras subía la cremallera de su cazadora -creo que no Juan-. 
 Se acerco a despedirse de Antonio, que ya sacaba medio cuerpo por encima de la barra para besarla como siempre había hecho. 
-¿Volverás mañana?-la preguntó. 
- No lo se Antonio- su mirada hablaba por ella.
- Hey, se muy feliz, ¿vale?-.
- Tu también-.
Salió a la calle por la puerta de atrás y encendió un cigarro -algún día tengo que  dejarlo- pensó, pero no aquella noche, en ese momento necesitaba algo estable, algo de normalidad. 
Se ajustó el pañuelo al cuello y caminó hacia casa buscando que el viento, ya mas fresco, se deslizase por su cara. Respiró profundo y siguió caminando - que curiosa puede  ser la vida- pensó - definitivamente tengo que salir de aquí...igual no debí volver...- pero sobre todo sentía que reencontrarse con su David Larrabee personal, no había sido precisamente lo que ella esperaba.

lunes, 26 de agosto de 2013

Desmontando a cagona

Noto que he dejado un poco de lado mis propósitos pre-cuarentas, quizás por el periodo vacacional que en mi mente aun equivale al junio-septiembre escolar. Hoy, circunstancias mandan y creo que debo retomarlo. 
Toda la vida he pensado que había cosas inmutables, que si se sentía de un modo respecto a ellas difícilmente eso cambiaría. Los años me han hecho rectificar muchas premisas y evitar ser tajante al expresar nuevas posiciones y sensaciones, aunque en según que cosas me cuesta. Ayer la vida me volvió a poner en situación, demostrando que lo que pensaba o sentía como cuasi-permanente puede cambiar de un modo sorprendente ofreciendo nuevas oportunidades a aprovechar porque, aunque el riesgo que se corra sea grande, la recompensa es mucho mayor. 
En mi propósito de acabar con cagona, aunque un sentir y actuar distinto en el pasado no me coloca precisamente en la pole position he decidido pisar a fondo acelerador. 
Ahora a esperar y ver que pasa. 
Deseadme suerte!! 
Me voy a mi faro

miércoles, 27 de marzo de 2013

Zahora tranquila

Las gotas se arrastraban como esperma aferrado a la ventana del vehículo. La semana, como es habitual para desgracia de penitentes, costaleros y cofrades, prometía lluviosa, feucha e incluso casera. Ya tenía ganas de experimentar esto fuera de temporada, cuando cuesta encontrar gente, bares repletos de risas, playas cálidas y amables que doren la piel y resuelvan gran parte del día. Ahora, en el ecuador de la semana puedo confirmarlo: SI, quiero esto. Esta tranquilidad me ha seducido y enganchado discretamente. Pasear por las calles de Zahora, saludar al que el día anterior ni conocías pero que sentado a tu lado a ver el partido lo convirtió en tu mejor amigo en el momento del gol. Reencontrarse casualmente con aquel sevillano tan especial y que te reciba con un abrazo entrañable, fuerte, con gran cariño, de esos que te hacen sentir que siempre estará ahí y que siempre habrá algo especial. Definitivamente podría acostumbrarme a esto, aunque me torne más huraña. Quién sabe, igual el negocio de jabones con el que fantaseo desde hace años...

sábado, 16 de marzo de 2013

Giros curiosos

Esta última semana ha sido curiosa, de esas que te hacen dar cuenta de que las cosas pueden cambiar mucho en apenas unos segundos.
Tengo la impresión de que 'intensas' es el calificativo que mejor definiría las últimas semanas, en parte porque así lo decidí y me propuse, y en parte por azar, entiendo que de alguna manera motivado por lo primero.
En cualquier caso, son estos giros curiosos, en ocasiones raros, estas escapadas de la rutina y de algún modo de la zona de confort, acelerando la sangre y dando esa sensación de vértigo, mas o menos agradable en función de las circunstancias, los que hacen que siempre merezca la pena seguir aunque, como decía Dante, solo sea por curiosidad.

martes, 5 de marzo de 2013

En ocasiones siento raro

Me gusta tender a y buscar normalidad, para mi un valor añadido, pero en según que momentos me cuesta entender y gestionar las circunstancias y eso carga mi contexto de una rareza que me desagrada profundamente. En esos momentos me da por pensar que igual me confundí de época, de lugar, de decisión, de alternativa....no se exactamente de qué, pero debe haber algún error en la ecuación. Son esos momentos en los que siento que actúo raro, con cierta rigidez, en los actos y en las palabras, hasta pienso raro, como si no consiguiese entender el mundo en el que vivo. Me esfuerzo y lo supero razonablemente bien la mayoría de las veces, pero otras simplemente no me sale.
Supongo que a esta edad en la que, en mayor o menor medida, todo el mundo se para a mirar hacia atrás con la intención de analizar, ya que empiezan a haber mas cosas de las que nos gustarían para ello, es inevitable sentir cierto vértigo. Entiendo pues que ese extraño desequilibrio enrarece la realidad que vivimos y actuamos en consecuencia.
Por mi parte me propongo dejar de desear encontrar mi sitio y conseguir hacerlo donde más me guste, así,  he hecho una especie de lista mental de cosas que hacer antes de los 40, muy peliculero, pero sin grandes pretensiones y asumiendo que hay cosas que no dependen de mi, gran paso, por lo que se acabaron los cabezazos contra la pared.
De este modo decidía huir del "gran cambio" que me tenía paralizada, demasiado grande, se me iba y al final no hacía nada, y comencé a plantearme objetivos en términos micro, mucho mas agradecidos y como tanto se estila en estos días S.M.A.R.T.
Así, entre otras cosas, empecé este espacio, dejé de fumar, retomé los pequeños viajes a falta de posibles para algo más grande (todo se andará), y me apunté a esa fricada que llevaba tiempo queriendo hacer sin atreverme. Estas y alguna que otra pequeña cosa me llevan a un fin de evaluación diría que bastante productivo y con ganas de más.
Quizás decida enfrentarme a proyectos algo más emocionales...aun tengo que pensarlo, pero me encanta la idea de recolectar pequeños triunfos y no alimentar grandes fracasos.

Turn Travis

lunes, 31 de diciembre de 2012

Finiquitando 2012


Bueno, se acaba un año interesante, con muchas alegrías, alguna que otra pena, estreses, cambios, re-estructuraciones... Ha sido un año duro, de revelaciones extrañas, supongo que peco de inmadurez para asimilar e incluso mirar ciertas cosas y eso hace que entienda a destiempo.
Sin embargo, en ocasiones, tengo la impresión de acabarlo del mismo modo que acabé el anterior...se que no es así pero es lo que percibo. Es curioso, porque si lo analizo con calma, veo todo lo que ha pasado por mi vida en solo 12 meses y recuerdo situaciones, personas que han ido y venido, los que se han quedado, los sitios que he visto, los que he repetido, situaciones graciosas, violentas, absurdas, románticas, sórdidas, divertidas, entrañables, tristes, felices...
Hoy he leído bloggeando por ahí que la vida no es una carrera de velocidad, si no de resistencia, parece obvio no?, pues aquí sigo yo corriendo lo mas rápido posible para evitar enfrentarme con situaciones que me obliguen a resistir.
Propósitos para 2013, dejar de fumar, quitarme esos kg que se acumulan sin piedad en estas fechas para los tragoncetes como yo y sobre todo, mirar sin miedo y resistir sin pereza. Porque aunque, como este blogger decía, actuar con madurez a veces es aburrido, me esforzaré con mi espíritu epicúreo en demostrar que no tiene por qué ser así.

Solo me queda desear un gran año para todos, el primero de muchos grandes años y agradecer que me siga rodeando y me haya elegido gente tan maravillosa que me hace sentir tan especial y afortunada, solo espero poder estar a la altura y saber responder como merecen.

viernes, 28 de diciembre de 2012

Esto no es un ensayo general, señores....

Siempre he tenido debilidad por el señor Wilde, por su manera de escribir, irónico, transgresor, mordaz, locuaz....pero es sin duda esta frase la que mas le agradezco y me esfuerzo en recordar, quizás porque, en ocasiones, no soy consciente de lo efímero de los momentos o de la importancia de tomar decisiones acertadas.
Ya llevo tiempo trabajando esto, ser consciente de los buenos momentos para que sean mejores que su recuerdo. Parar un segundo, mirar y valorar lo que me rodea y desde luego poner remedio rápido a aquello que me mete el dedo en el ojo, no dejar que se alargue más de lo necesario restando la oportunidad de disfrutar de otras cosas mientras esperamos a que se diluya, en definitiva vivir.
Diría que, de todos los aspectos de mi vida, el amoroso es en el que mas la cago en este sentido. Dilato en exceso, no me gusta pecar de pesada y se me escapan las oportunidades. Si esto fuera poco me anclo y me cuesta pasar a otra página mas de lo que me gustaría. Supongo que es por mi manía de fijar el piñón, pero esto también lo trabajo y confío en tenerlo resuelto muy pronto.
Cuando se quiere algo hay que ir a por ello con ganas y energía hasta conseguirlo. Pero si al final no responde como quisiéramos, cambiar el piñón para seguir adelante porque, esto no es un ensayo general señores, esto es la vida

viernes, 21 de diciembre de 2012

El día del comienzo

Hoy que, según parecía, el fin del mundo iba a llegar, yo decidí que precisamente hoy iba a ser el día que comenzaría para mi. No es que haya pensado en morir y reencarnarme en cangrejo de río ni nada similar, simplemente me pareció un buen día para comenzar. 
Siempre me he regido por tres fechas de inflexión reflexiva al año: el día del cumpleaños, el retorno de las vacaciones de verano o vuelta al cole,y el tan manido año nuevo. Pues bien, este año he decidido que el ciclo comience el día del fin. Puede que por llevar la contraria, eso se me da bien, tengo tradición de abogada del diablo, algo que no puedo evitar y muto en función de quien tenga delante, en cualquier caso cualquiera que sea el motivo, me quedo con la fecha.
Así pues hoy, 21 de diciembre de 2012, he empezado analizando partes de mi "anterior" vida a trabajar lo que me ha resultado muy interesante, y acabo el día con la esperanza de que mañana algún niño de San Ildefonso cante el número tan particular que pedí para este año. No puedo evitar sentir ternura por este evento que da el pistoletazo de salida a las Navidades en este país, lo siento por El Corte Inglés, en mi corazón solo hay sitio para uno y estos  niños ocuparon antes ese espacio.
Para los próximos días...ya veremos