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miércoles, 11 de diciembre de 2013

Precisamente hoy

Es curioso, acabo de darme cuenta. 
No suelo mirar para atrás en lo que voy dejando, y menos remontarme a los inicios. Habiendo tanto por leer y tan poco tiempo no me produce curiosidad lo que dejé en el pasado, pero hoy por algún motivo lo he hecho y, curiosamente hoy, precisamente hoy, hago un año.
Vaya, ¡un año!, ¡Quién lo iba a decir! No le daba yo más de unas semanas, y aquí sigo, para bien o para mal, dejando trozos de a saber qué, ni con qué intención.
Un año de descubrimientos y redescubrimientos,  apertura de ojos, decisiones,  imposiciones, un año de absurdos (seña de la casa que dudo querer cambiar), de seguir sorprendiéndome afortunadamente), de conocer nuevos mundos, nuevas experiencias, nuevas gentes y formas de entender esta especie de Matrix mas o menos apetecible que un día, de repente, aparece tan claro a nuestros ojos.
En definitiva, un año dejando letras con más intención de terapéutica descarga que desde luego por talento, que únicamente me roza en esa capacidad que me gusta pensar que tengo de apreciarlo, como se debe, en aquellos que por suerte he tenido y tengo la oportunidad de seguir ya sea en este u otros entornos.
Así, no tengo otro deseo de cumpleblogaños que dar las gracias. Gracias por el espacio que se me ha permitido quebrantar. Gracias a los que han dejado por aquí un trocito de vista, suspiro, letra o reseña. Gracias a los que simplemente se tropezaron y entraron, y desde luego gracias a los que por algún motivo finalmente se quedaron.

jueves, 10 de octubre de 2013

Una victoria para Victor

Todos los días la  veía salir a las cuatro en punto. Abría el Ford Escort rojo por el asiento del copiloto para introducir el bolso y el abrigo, luego bordeaba el coche por delante, arrancaba y se colocaba el cinturón ya en marcha, mientras salía hacia la calzada en dirección al trabajo. 
Adoraba contemplar aquel ritual que ella hacía casi a diario sin ser consciente del ritmo melódico que imprimía, y de la maravillosa escena cinematográfica que él visualizaba desde la segunda planta del edificio de en frente. En ese momento entraba su imaginación para poder pasar la tarde con ella.
Ya tenía la foto del cuadro y la primera de las cartas donde le explicaría cómo, para compensar  su amistad, la enseñaría a adorar el surrealismo y el cubismo a través de su arte. No aspiraba a más, su amistad sería más que un regalo. Era tan insultantemente joven que no podía siquiera soñar con otra cosa, no debía, cómo podría ni pensarlo cuando la había visto crecer. Aprendió a no desear más esforzándose en ver como una terrible descortesía, incluso una indecencia, el siquiera pensar en rozar su  piel, cosa que, a partir de los 65 años no le resultaba del todo difícil.
Dejaría en aquella tienda el cuadro, sería su regalo, solo para ella. Le daría las claves para recogerlo y entenderlo a través de sus cartas, como un juego que no pudiese completarse hasta haber conseguido llegar al final: ella debería entender en qué consistía cada una de las pinceladas para las que había servido de inspiración.
Así, a las cuatro en punto salió a su encuentro, como siempre ella se dirigió a la puerta del copiloto y él se acercó decidido y nervioso extendiendo el brazo hacia ella con un papel en la mano.
-Buenas tardes- dijo acercándole su mensaje.
-Hola Victor- desplegó una cálida sonrisa mientras tomaba y abría el papel.
“Deseo tu amistad, ¿qué dices?”. Levantó timorato la cabeza y preguntó –“¿qué dices?”
-“¡Claro Victor! Gracias, es un gesto muy bonito. Disculpa pero debo ir a trabajar”
-“Claro, claro” – respondió con entusiasmo
Volvió a casa exultante. A partir de ese momento comenzó a enviarle cartas con las claves de su obra y del lugar donde se encontraba su regalo. Delicadas y dedicadas epístolas donde hablaba de arte, su manera de entenderlo, de vivirlo.
Ella recibía aquellas cartas y las guardaba en un cajón. Sabía que Victor hacía años que no estaba bien. Había oído quejarse a su mujer diciendo que había perdido la cabeza y que nadie sabía la cruz que ella tenía que soportar a diario.
Nunca fue a por su cuadro, ni pudo descubrir ni identificar como propios sus trazos. Sin embargo, años después de abandonar aquel barrio y sus rutinas, tras años sin volver a saber nada  de él, pudo reconocer la victoria de Victor: aún permanecía en su recuerdo y en su curiosidad aquel personaje que un día triunfó entregándole aquel papel 

jueves, 8 de agosto de 2013

Ahora me ves...o no

Hoy, para culminar uno de esos días  "Tetris", en los que vas colocando actividades pseudo-ordenadas, de modo que puedas concentrar en el menor tiempo posible las cuatrocientas veinticinco tareas que te has planteado hacer en escasas horas, he acabado ocupando butaca, algo que me gusta especialmente las tardes de agosto en que la estampida generalizada reduce  Madrid en tiempo, haciendo percibir una falsa  contracción de espacio y todo parece más asequible y pequeño.
Una película mágica donde mi principal reclamo fueron el sr. Caine, al que adoro,  y por supuesto Morgan Freeman que como bien decían Gomaespuma es válido para cualquier película. No es que tengan  papel de lucirse, pero es clara su presencia, no podía ser menos.
La trama es buena, ágil, dinámica y con mucha magia. Trucos, mentalismo, manos más rápidas que el ojo, ilusión…,  desde lo más básico a lo más espectacular, toda la magia tiene cabida. El argumento bien construido y ordenado deriva en un final cuanto menos sorprendente, de los de !!!…vaya…!!!
Los diálogos  modelo metralleta pero no nos engañemos, poco creíbles. Desmedidos en ingenio, donde hasta el más básico de los personajes tiene la respuesta perfecta o el comentario adecuado en su justa medida de ingenio, locuacidad, velocidad de respuesta e ironía, vamos como si se hubiesen tragado un libro de frases para genios y las fuesen escupiendo una a una, dejando al espectador cierta sensación de carencia en oratoria. Menudo estrés si hasta para comprar el pan tuviésemos que mantener  semejante nivel de diálogo, más vale que nos pille bien dormidos.

Buena película para tarde estival, con toques de humor, acción, algo de romanticismo...no se si necesario..., y sobre todo mucha magia. Una película para creer, aunque haya quienes se encarguen de arruinar los trucos a cualquier precio buscando ir siempre un paso por delante. Yo, que me gusta pensar que es magia, si no les importa prefiero quedarme detrás.

sábado, 16 de marzo de 2013

Giros curiosos

Esta última semana ha sido curiosa, de esas que te hacen dar cuenta de que las cosas pueden cambiar mucho en apenas unos segundos.
Tengo la impresión de que 'intensas' es el calificativo que mejor definiría las últimas semanas, en parte porque así lo decidí y me propuse, y en parte por azar, entiendo que de alguna manera motivado por lo primero.
En cualquier caso, son estos giros curiosos, en ocasiones raros, estas escapadas de la rutina y de algún modo de la zona de confort, acelerando la sangre y dando esa sensación de vértigo, mas o menos agradable en función de las circunstancias, los que hacen que siempre merezca la pena seguir aunque, como decía Dante, solo sea por curiosidad.