Eran tiempos difíciles y aquellos muchachos y no tan muchachos, aunque no podían evitar el ramalazo infantil de querer lo que se desea al margen de toda razón,eran conscientes de que había que callar y arrimar el hombro.
Aprendieron pronto, demasiado pronto, que el serrín es terrible cuando entra por la nariz, pero que rellena muñecas de trapo que sonríen aun cuando se les está clavando una aguja.
Después fueron las pinzas, esas endemoniadas que despellejaban los dedos y los llenaban de padrastros, contar, unir, colocar para introducir los muelles en aquellas bases de metal macizo con piezas soldadas, que nada tenían que ver la una con la otra, y que seguramente habían sido ideadas y construidas por algún pseudo-ingeniero frustrado y sin recursos cuya genialidad era despreciada por una sociedad incapaz de dar cabida a su 'arte'... Eran miles, y no se podía bajar a jugar hasta que se acabaran, eran tiempos difíciles y todos lo sabían, así que no dudaban en decir a sus amigos que bajarían más tarde mientras miraban mordiéndose el labio inferior, como sus amigos se iban con el balón bajo el brazo.
Así de básica y contundente fue esa muchacha que tuvo muy claro lo que había y lo que debía hacer. Tan morena que podría pasar por india, lista y con notas estupendas en los primeros años de instituto que mantuvo hasta el final de la carrera. Sabía que tenía que salir de la cadena de montaje casera y buscar fuera la mejor manera de hacer aquellas cosas que deseaba. Eran tiempos difíciles y esta niña no tan niña abría las puertas de lo posible, que todos, poco a poco fueron atravesando con mejor que peor suerte.
Años después, no hay reproches, resquemores, ni traumas solo recuerdos cargados de ternura, comprensión y nostalgia, eran tiempos difíciles y todos sabían lo que tocaba; años después distando mucho de ser niños aún recuerdan cuando se juntan y ríen levantando las cejas al comparar con sus hijos y sobrinos que, afortunadamente, nunca sabrán lo mucho que pica el serrín en los ojos
Le has hecho a tu hermana un precioso regalo de cumpleaños
ResponderEliminarNo merece menos, se ha convertido en la persona que hace en reales las cosas, es mi persona desde que falta la Doña y ha asumido el papel con esa sonrisa que la define.
EliminarEspero poder hacerte alguno similar pronto, sabes del gran cariño que te tengo y el agradecimiento por ser siempre tan especial y generosa conmigo.
Un besazo
No tengo hermanos, pero si tuviera, me encantaría que me escribiera un relato así. Oye, si quieres un día podemos jugar a que eres mi hermana y me escribes algo, ¿qué te parece?
ResponderEliminarUn beso muy grande.
HD
Me encantará, aun como juego, tener el honor de hermanar contigo. En cualquier caso, parentescos aparte, me guardo el derecho de escribir, con mas cariño que talento, los relatos que de ti me surjan.
EliminarUn gran beso Humberto
Me pasa lo mismo que HD. Soy hijo único y no sabes cuanto desee tener hermanos (por eso creo que tengo 4 hijos). Me hubiera encantado que un hermano me dedicara algo tan hermoso como tu relato.
ResponderEliminarun saludo
Carlos
Nosotros somos 4, yo la pequeña a una distancia considerable, lo que hizo que en los primeros años la relación fuese distante. Sin embargo es bonito y, al menos en mi caso, muy reconfortante tenerlos cerca, por y a pesar de todo lo que conlleva.
EliminarMuchas gracias por tus palabras.
Un abrazo