Diréis que por que pongo esto que no tiene nada que ver con la cocina, pues porque estoy aprendiendo hacer aceites esenciales y quiero compartirlo con vosotr@s. Algunos servirán para cocinar.
Hay muchas formar de usar los aromas; en humificadores, se llenan de agua hasta la señal y se echan 2 ó 3 gotas del aroma. Con la vela, se echa agua en la parte de arriba y 1 gota de aroma. El bote con los palitos es un ambientador, ya os enseñare a hacer ambientadores. Los botecitos pequeños es donde echaríamos 1 aroma o varios según para lo que necesitemos, se llevan perfectamente en el bolsillo. Los botes verdes son un poco mas grandes para echar solo un aroma y utilizarlo para los humificadores. ¿Donde podemos encontrar todo? Internet es una maravilla.
En esta primera publicación os explico que es la aromaterapia y en la siguiente os enseño a preparar un aroma o aceite esencial que es lo mismo.
Al final os dejo 2 videos; el primero es un humificador de casa y el segundo el de mi coche que tiene 2 posiciones la primera posición sale continuo y en la segunda con paradas.
Siempre con la colaboracion de La Pajarita. En esta receta hemos utilizado el Mantel individual Buen Provecho.
La Aromaterapia es una disciplina terapéutica que
aprovecha las propiedades de los aceites esenciales extraídos de las
plantas aromáticas, para restablecer el equilibrio y armonía del cuerpo y
de la mente para beneficio de nuestra salud y belleza.
La palabra “aroma” significa olor dulce, y “terapia”, tratamiento
diseñado para curar. A diferencia de otras terapias, el potencial
curativo de la aromaterapia procede de su capacidad para promover la
relajación y, al mismo tiempo, generar una sensación de alegría o
tranquilidad en el receptor.
La aromaterapia no reemplaza a la medicina tradicional sino que la
acompaña y hace que sus efectos sean más rápidos y duraderos porque
llegan a la raíz emocional despertando nuestras propias energías de
curación. Ayuda a eliminar los efectos desagradables ó tóxicos de los
tratamientos alopáticos necesarios. Nos armoniza y nos fortalece para
poner “de nuestra parte” la energía necesaria para la curación.
Los aromas actúan en nuestro interior por asociación de imágenes,
evitando la intervención de nuestra parte consciente que todo lo analiza
y todo lo traduce a palabras comprensibles.
Es por esta razón que se considera a la Aromaterapia como el lenguaje
del alma: aquello que nuestro cerebro percibe a través del olfato, lo
sitúa en el área de las percepciones espirituales, armonizando nuestro
cuerpo energético y accediendo de este modo a la regulación del área
física que necesite ser reconstituida.
Al estudiar la Aromaterapia nos concentraremos en el sentido del
olfato y del tacto ya que de ellos depende beneficiarse de los aromas.
Las investigaciones han demostrado que las personas responden a los
olores a un nivel emocional superior al de los otros sentidos. Un aroma
puede desencadenar toda una sucesión de recuerdos casi olvidados – la
zona del cerebro asociada con el olor es la misma que la de la memoria.
La región olfatoria es el único lugar de nuestro cuerpo donde el sistema
central esta relacionado estrechamente con el mundo exterior, de este
modo, los estímulos olfativos llegan directamente a las centrales de
conexiones mas internas de nuestro cerebro. Las neuronas de la región
olfatoria son neuronas sensitivas primarias y forman parte de las
neuronas cerebrales.
Por otra parte, cuando se huele algo se evoca la memoria emocional,
se puede relacionar las emociones. Así, la memoria asociativa de aromas y
situaciones generan el aprovechamiento de los aceites para uso
terapéutico, pues la conciencia registra el aroma con la ambientación.
Algunos aceites tienen la propiedad de transformar y equilibrar nuestras
emociones, reduciendo la ansiedad, la depresión o la fatiga mental.
La aromaterapia actúa sobre los planos sutiles por ello ayuda a la
meditación, visualizaciones, concentración y a todas aquellas técnicas
destinadas a buscar el equilibrio y armonía interior.
El usar el tacto es un instinto humano y una necesidad fundamental.
La cultura humana ha empleado persistentemente el tacto como medio de
comunicación, o bien en un contexto terapéutico o simplemente como
expresión de solicitud y afecto.
El tacto influye también en el sistema nervioso autónomo, relajando y
vigorizando el cuerpo al mismo tiempo, y las investigaciones han
demostrado que fomenta la secreción de endorfinas, conocidas como “las
hormonas de la felicidad”, que actúan como narcóticos naturales del
cuerpo al reducir el dolor y al producir una sensación de alborozo y
bienestar.