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Editorial Tusquets/Colección Andanzas. 1993
En sus agradecimientos, Annie Proulx, habla de la inspiración a la que le llevó un libro comprado en un baratillo, el Libro de los nudos de Ashley, y como su novela surgió gracias a él. A veces parece bastar un punto de partida, un cabo del que tirar, y surge un torrente de historias que dependerá del talento del creador para tomar forma y convertirse en una buena narración. Cada capítulo se inicia con la descripción de un nudo, o un término del Diccionario marinero, arrastrándonos con ellas a un mundo desconocido, lejano y extraño. Los nudos así descritos toman un carácter misterioso, conectados a la vida de los personajes.
Y de eso habla el libro, de atar cabos sueltos, sus protagonistas lo hacen a lo largo de toda la novela, con mejor o peor fortuna, dependiendo del punto de partida de cada cual, de su desamparo particular. Quoyle es un periodista de última fila, un tipo perdido e incompetente, abandonado por su esposa quien más tarde fallecerá en un accidente de tráfico. Tras esa pérdida él y sus dos hijas se trasladan a las costas brumosas de Terranova donde habitaron sus antepasados.