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miércoles, 27 de febrero de 2013

HEMC#59: tagliatelle de remolacha con pesto de hierbabuena


El HEMC (Hecho En Mi Cocina) fue el primer evento culinario en el que participé, hace ya un montón de años, y después de mucho tiempo sin enviar recetas este mes he decidido volver a la carga. La anfitriona de este mes es Cristina del blog Le Bon Vivant, y el tema que ha elegido me encanta: ¡la remolacha!

Hasta que tuve huerta nunca había tenido la suerte de probar las remolachas "al natural". Ahora que las plantamos en la huerta hemos descubierto que es una verdura de lo más versátil. Hemos hecho con ellas sopa, ensalada, falafel, bizcocho, un paté vegetal..... me encanta el sabor, y siempre tenemos al menos una línea de remolachas sembrada.

La idea de hacer estos tagliatelle surgió después de probar los ravioli de remolacha que hacen Antonella y su pareja y que venden en su puesto del mercado de La Recova en Santa Cruz. Hace poco que han abierto su puesto, y D. y yo nos hemos aficionado a comprarles la pasta, tanto fresca como seca, porque la que preparan es espectacular. Hacen ravioli de castaña rellenos de calabaza, tagliatelle de espelta o de gofio, pasta hecha con hierbas de Provenza..... y todo buenísimo. Si vivís por aquí acercaos a su puesto. Y por si las moscas os aseguro que no me llevo nada recomendándoles, tan sólo la satisfacción de saber que quien vaya no se va a arrepentir.


Ingredientes,
para 3 personas

1 huevo
una remolacha pequeña (75 gr) 
200 gr de sémola de trigo duro integral
un buen chorro de aceite de oliva virgen extra
un pellizco de sal
y algo de agua en caso de que la masa lo pida.

para el pesto,
un buen manojo de hierbabuena fresca
un puñado de piñones
sal y aceite de oliva virgen extra

Hervimos la remolacha, con su piel, hasta que esté tierna. La escurrimos y reservamos el agua de la cocción. Pelamos la remolacha y la trituramos junto con el huevo, una pizca de sal y un chorrito de aceite de oliva. Mezclamos el puré resultante con la sémola de trigo duro. Amasamos bien y dejamos reposar hora y media. No debe quedar ni pegajosa ni muy dura, tiene que ser elástica.
Se coge un trozo de masa, no muy grande, se aplasta dejándolo con forma alargada, y se pasa primero por la posición cero de los rodillos de la Imperia un par de veces, y luego sucesivamente por el resto hasta dejarlo con el grosor que uno quiera. Yo los tagliatelle los dejo al 5, y la masa para ravioli al 6. Luego se enharina un poco y se pasa por el cacharrito que sirve para cortar. Se cuecen cuanto antes, en el agua que reservamos de haber hervido la remolacha (para que no pierdan color), un minuto o dos, no más.

Preparamos el pesto tostando los piñones, picando la hierbabuena, y machacando todo en un mortero, con un poco de sal y aceite de oliva virgen extra.

Servimos los tagliatelle con el pesto de hierbabuena y espolvoreamos con granos de granada. 

Si queréis ver otras recetas de pasta fresca podéis hacerlo aquí, donde además hay un tutorial sobre cómo hacer pasta y ravioli que puede ser útil para quien se enfrente al reto por primera vez.


miércoles, 23 de marzo de 2011

HEMC# 52: pizza de espelta integral con calabaza, berenjena y rúcula


Esta es mi contribución al HEMC de este mes, organizado por Sabor Impresión, que ha elegido la pizza como tema. Como siempre llego en el último momento, pero con lo que nos gustan las pizzas caseras no podía no participar. Últimamente no he podido participar ni en el HEMC, ni en el Daring Cooks, ni en nada, porque estoy de curro hasta las orejas, pero aunque sea una entradita corta, aquí os dejo esta pizza, que nos gustó mucho. Utilicé la harina de espelta integral de Rincón del Segura, que es una espelta buenísima que siembran en Asturias, y la harina de maíz que me enviaron mis cuñados y que hicieron con el millo que sembraron ellos mismos. La molió un molinero de su zona, en un molino de piedra, por lo que es una harina bastanta gruesa, y muy aromática, lo que le da mucho sabor a esta masa. Como siempre, os recomiendo que no desestimeis la importancia de las harinas que elegís a la hora de preparar pan, pasta o pizza.

Ingredientes

Para la masa (para tres pizzas de 30 cm)
1 taza y 1/4 de agua
1/3 taza de aceite oliva virgen extra
3 tazas de harina integral de espelta
1 taza de harina de maíz
2 cucharaditas de levadura seca de panadería
1 cucharadita de sal

y para el relleno:
calabaza en daditos, rehogada en un poco de aceite
berenjena cortada en láminas, pasada por la plancha
mozzarella di bufala
rúcula

Para preparar la masa se mezclan los ingredientes, se amasan y se deja levar 1 hora y 1/2. 
Mientras preparamos la salsa de tomate poniendo un poco de aceite en una sartén. Cuendo esté caliente, echamos la passata de tomate, con un poco de sal, un poco de azúcar y orégano. Dejamos que se fría y espese un poco, a baja temperatura. Reservamos.

Mientras sube la masa, calentar el horno al máximo que de (el mío, 270º).

Una vez pasada la hora y media, dividimos la masa en tres trozos, pasamos al congelador los dos trozos que no vayamos a usar, y extendemos el otro con las manos o con un rodillo.
Si se va a hornear en piedra, hay que tener en cuenta que la base tendrá que estar bien enharinada para que no se pegue a la pala en el momento de ponerla en el horno. Os recomiendo leer mis consejos sobre cómo usar correctamente la piedra para hornear.

Ponemos por encima de la masa la salsa de tomate, la mozzarella, los daditos de calabaza previamente rehogados y la berenjena.

Una vez que el horno haya alcanzado la temperatura adecuada, pasamos la pizza a la pala y de la pala a la piedra. Esto parece sencillo, pero tiene su arte, hay que hacerlo con decisión, con un golpe de muñeca y sin titubeos. En 4 minutos la pizza estaré hecha, y queda crujiente pero elástica, ese es el secreto de la piedra de hornear. Sé que soy pesadita con mis cosas, pero de verdad que hay una diferencia abismal entre hacer pizza con o sin piedra. 
Una vez sacada del horno, ponemos la rúcula por encima, y a comer.

Y para terminar os dejo este microcorto, "La huella de Carmela", realizado para el II Festival Ecológico "La Luciérnaga Fundida".  Una invitación para cuestionarnos nuestra huella ecológica y cómo reducirla.


miércoles, 21 de julio de 2010

HEMC#46: buñuelos de coliflor y comino con chutneys


Hoy subo al observatorio por la noche, así que puedo llegar un poquito más tarde al curro, y aprovecho para colgar mi segunda aportación al Hecho En Mi Cocina de las "Delicias para fiestas" organizado por Mónica.
Esta receta es una adaptación de los cauliflower & cumin fritters del libro de Ottolenghi. Ya sabéis que soy una fan de este libro y del restaurante que le da nombre. He hecho ya bastantes recetas del libro, y hasta le he dedicado una etiqueta porque son recetas a las que vuelvo constantemente y de este modo las tengo localizadas. En esta ocasión, me llamó la atención esta receta porque se parece mucho a las pakoras. A D. nunca le gustaba la coliflor hasta que la probó así, en pakoras, y cuando vi esta receta, en la que la coliflor se cuece antes, pensé que igual eran incluso mejores que las pakoras. La probé y sí, me gustó aún más. Así que aquí va. Viene bien para esos picnics de verano porque se pueden comer frías y con las manos, sin necesidad de cubiertos ni platos.

50 gr de col rizada
150 gr de coliflor
50 gr de harina de trigo
50 gr de harina de garbanzo (la receta original sólo usa de trigo)
menta
2 huevos
1 cucharadita de comino
1/2 cucharadita de canela
1 cucharadita de cúrcuma
1/2 cucharadita de sal
pimienta
aceite de girasol para freír

Dividir la coliflor en pequeños ramilletes y cocerla en abundante agua con una pizca de sal durante unos 15 minutos, o hasta que esté blanda. Colarla y reservar.
Batir los huevos, y añadir las harinas, las especias y la menta picada. Batir hasta tener una masa homogénea. Añadir la coliflor cocida y la col muy picada, y mezclar bien.
En una sartén calentar el aceite de girasol. Cuando esté bien caliente echar cucharadas de masa y freír tandas de buñuelos, por ambos lados, hasta que estén dorados. Dejarlos escurrir en papel de cocina para retirar el aceite sobrante.
Servir con chutneys (nosotros los comimos con chutney de higos y chutney de calabacín) o con una salsa de tahini.

martes, 6 de julio de 2010

Celebrando el regreso: HEMC#46, tartaletas saladas de rebozuelos y pesto


Bueno, pues ya pasó junio. Acabo de volver de San Diego. 4 aviones, 26 horas de viaje.7 días de congreso de 8:30 a 20:00. Agotador, pero ya pasó. Aún ni he descargado las fotos.
Ahora tengo una temporada más tranquila en el curro, así que a retomar la huerta, la cocina, el blog, que lo he tenido muy olvidado este último mes, y  a volver a visitar vuestras cocinas. Y nada mejor que empezar con el HEMC, cuyo tema este mes son las delicias para fiestas. Mónica, la anfitriona, pidió recetas saladas, y como volví con ganas de celebrar ayer preparé estas tartaletas. Las hice con unos rebozuelos que recogió D. en La Esperanza, antes de ir a buscarme al aeropuerto. Sí, todavía hay setas en Tenerife, increíble, ¿no?
Esta receta además es muy rápida de hacer si ya tenemos la masa preparada antes. Y para una fiesta es mejor hacer tartaletas que una pizza, porque estas son más fáciles de comer.

Para la masa:
La masa que usé fue la masa de pizza de harina de maíz. Siempre tengo masa de pizza en el congelador, suelo hacer una tanda cuando tengo tiempo y congelarla en bolsas para tenerla a mano.
Para 6 tartaletas, las cantidades serían:

1/2 taza de agua templada
1/8 de taza de aceite de oliva
1 y 3/4 tazas de harina de fuerza
1/4 taza de frangollo o harina de maiz
1/2 cucharadita de sal
1 cucharaditas de levadura fresca de panadería

Amasar y dejar levar 1 hora y media.

El pesto:
un buen manojo de albahaca fresca
aceite de oliva
un bote de piñones
sal

Poner todos los ingredientes en un mortero y majar hasta tener una pasta más o menos homogénea. Se puede hacer también con la picadora, pero para mi gusto no queda igual.

Para el relleno:
seis rebozuelos hermosos (o 12 pequeños)
12 cucharadas de queso de untar (yo usé uno bajo en grasas)
6 cucharadas de pesto casero

Precalentar el horno a 250ºC, con la piedra de hornear dentro.
Limpiar los rebozuelos con un cepillo, sin agua. Trocearlos, pasarlos por la sartén con un poco de aceite hasta que hayan perdido su agua, y reservar.
Dividir la masa en seis trozos. Poner cada trozo en un molde de tartaleta, previamente untados con aceite. Extender por encima un par de cucharadas de queso de untar. Poner encima los rebozuelos, salar, y terminar con una cucharada de pesto.
Con ayuda de la pala, poner las tartaletas encima de la piedra refractaria. Hornear 10 minutos. Si no tienes piedra, hornear hasta que se vean los bordes dorados.
Esperar a que se enfríen un poco antes de desmoldar, para evitar que se rompan.

Aunque el queso sea light, la poca grasa que tiene atrapa perfectamente el aroma de las setas. Ya me lo había dicho I., que la pizza de rebozuelos salía muy buena. Ella la hace con nata, así que esta en una versión light y fiestera de su pizza de setas. Gracias por la idea, si es que podías empezar un blog tú también, maja ;)

miércoles, 23 de junio de 2010

HEMC#45: ajoblanco


Ayer pasé el examen de 6º de francés. Es increíble lo mucho que se aprende viviendo un año en un país extranjero, mucho más que en seis años de clases. Y en un par de días me marcho a San Diego y a la vuelta podré tomarme las cosas con más calma. La gymkana del mes de junio habrá terminado. Uf.
Bueno, a la receta.
Este mes el Hecho en Mi Cocina tiene como anfitriona a Su de El horno de Su, y como tema "La cocina de mamá". Tema agradecido a la par que difícil. Porque, a ver, a poco bien que cocine una madre, me diréis que es fácil elegir uno de sus platos.... Bueno, yo dudé al principio, porque además muchas de sus recetas ya las he publicado, como por ejemplo el pollo en pepitoria, las croquetas o los buñuelos de bacalao. Pero luego lo vi claro. El ajoblanco. Receta andaluza donde las haya (mi madre es de Granada). De origen árabe, sin lugar a dudas. El ajoblanco es una sopa fría de almendras, aceite de oliva, ajo y pan. Antiguamente se preparaba en el mortero. Mi madre me dio la receta de este modo: una rebanada gorda de pan, mojada en leche, una copita de aceite de oliva, ajo, un puñado de almendras, un chorrito de vinagre y una pizca de sal. Esta forma de dar las recetas es muy de madre, ¿no? Parece que siempre te dan la información medio difusa para que no te salga tan bueno como a ellas... Mi espíritu científico me impide daros la receta de esa manera, así que os doy las cantidades que uso yo:

una rebanada de pan del día anterior, remojada en leche
100 ml de aceite de oliva virgen
240 ml de agua fría + 6 hielos
1 cucharada de café de sal
100 gr de almendras crudas, peladas
1 diente de ajo (a quien le guste peleón, que le ponga más)
1 cucharada de café de vinagre de jerez

Todo al vaso de la batidora. Batimos bien para que el aceite se emulsione y guardamos en la nevera hasta el momento de consumirlo. Es facílisimo, y fresquito está muy bueno. Mi madre lo sirve a veces con uvas. A mi me encanta, porque es una receta sencilla pero que me recuerda siempre a ella. Eso sí, nunca me sale tan rico como el suyo. Seguro, seguro, que me oculta algún ingrediente....

jueves, 20 de mayo de 2010

HEMC#44: helado de mango al cardamomo (sin heladera)


Pues nada, ya estoy currando. Aún no puedo correr, ni nadar, ni ir al monte. La doctora me ha dado permiso para ir de casa al curro y del curro a casa. Y punto. Pero ya es algo.
El fin de semana pasado D. compró en el mercado un kilo de mangos de extraordinario sabor. Los mangos de Tenerife son pequeños y de sabor concentrado, son un delicatessen, realmente una cosa deliciosa. En cuanto los probé pensé en preparar con ellos un helado, porque aquí ya ha empezado a pegar el calorcito. Este helado no lleva nata y apenas lleva azúcar, por lo que creo que es bastante apto para el "HEMC del bikini" organizado por Palmira. Lleva sobre todo fruta, pero no es un sorbete, es un helado, y muy cremoso. Como ya expliqué cuando hice el helado de miel, la única manera de conseguir un helado cremoso es usar algún ingrediente cuyas proteinas hagan que los cristales de hielo que se formen sean pequeños. Para el helado de miel usé sólo yemas de huevo, para el helado de té verde usé una mezcla de kéfir, yogur y yemas, y en este caso he usado yema de huevo y yogur. Este último ha quedado muy, muy cremoso. Además, el mango tiene mucha vitamina A y C, fibra, betacaroteno, y es diurético.

Ingredientes

125 ml de leche desnatada
50 gr de azúcar moreno
1/2 cucharada de café de cardamomo
3 yemas de huevo
175 gr de yogur
200 gr de pulpa de mango

Calentamos la leche en un cazo con el azúcar y el cardamomo. No hace falta que llegue a hervir, cuando el azúcar se haya disuelto, lo retiramos del fuego y lo dejamos que se enfríe un poco.
Le añadimos las yemas y removemos hasta tener una mezcla homogénea.
Calentamos al baño maría, y removemos sin cesar hasta tener una mezcla espesa. Se retira del fuego y se sigue removiendo mientras se enfría un poco. Entonces añadimos el yogur y la pulpa de mango, lo batimos, lo ponemos en un tupper y lo metemos en el congelador un par de horas.
Pasado ese tiempo, lo sacamos del conge, lo batimos bien, y lo volvemos a meter en el conge. Repetimos esta operación un par de veces más, cada hora. Luego lo podemos dejar en el congelador hasta el día que vayamos a consumirlo. Con este proceso, el helado ya no se convertirá en un bloque de hielo ni aunque pasen varios días.
Sacar del conge 15 minutos antes de comerlo.

Todos los ingredientes de este helado, excepto el azúcar, son de Tenerife, por lo que pasa a nuestra lista de recetas locávoras.

lunes, 17 de mayo de 2010

HEMC#44: ensalada de judías francesas, naranja y avellanas


¡Hoy me han dado el alta!
Bueno, la doctora me ha dicho que me la da por mejoría, no porque esté al 100%, pero hablando conmigo se ha dado cuenta de que si quería que estuviera quieta lo mejor es que me mandara al curro, vosotros me entendéis, ¿no?
El tema de este mes del HEMC lo ha elegido Palmira, y consiste en preparar platos de dieta para enfrentarse a la "operación bikini". Tengo que reconocer que el tema me pilla lejos, por varios motivos. El primero, porque nunca he hecho dieta, vamos, no es que esté hecha una sílfide, soy más bien normalita, pero como soy bastante nerviosilla y no paro pues puedo permitirme no pensar en lo que como y lo que dejo de comer, porque lo voy a quemar de todos modos. El segundo motivo es que aquí te puedes poner bikini todo el año, así que en caso de que te sobren kilos, te sobran todo el año también.
De todos modos, aunque no hagamos dieta, en casa no solemos comer cosas hipercalóricas y casi siempre hay una ensalada en la mesa. Esta que os presento es del maravilloso libro de Ottolenghi. Ya he hecho varias recetas de este libro y estoy encantada con él. Si os interesan las recetas de Yotam Ottolenghi pero no tanto como para comprar el libro podéis echar un vistazo en su página del diario The Guardian, en donde publica una receta semanal. El enlace lo he puesto en la columna de la izquierda de mi blog.
Lo que tiene de bueno esta ensalada es que se puede tomar como plato principal ya que llena bastante porque las judías verdes tienen mucha fibra, y es completo porque las avellanas aportan proteínas y ácidos grasos monoinsaturados. Porque digo yo que aunque os pongáis a dieta necesitareis energías.


Ensalada de judías francesas, naranja y avellanas

500 gr de judías francesas
200 gr de guisantes frescos
70 gr de avellanas peladas
1 naranja
aceite de albahaca
flor de sal

Cortarle a las judías los extremos, y blanquearlas en abundante agua hirviendo durante 5 minutos. Escurrir bien y reservar.
Tostar las avellanas en una sartén, y partirlas en trozos grandes.
Mezclar las judías francesas con las avellanas y los guisantes, rallar la piel de la naranja por encima, aliñar con la flor de sal y con el aceite de albahaca.

Y mañana a currar, pero de buen rollo, con Belle&Sebastian en el mp3. Aunque no debería porque siempre se me van los pies.


jueves, 22 de abril de 2010

HEMC#43: Parfait de castañas a la vainilla, y cómo hicimos para conservar hasta la primavera las castañas que recogimos en otoño


Este mes el tema del HEMC lo ha elegido Cynthia y son los frutos secos. Tenía pendiente explicaros el método que usamos para conservar las castañas que recogimos el pasado otoño en Pinolere, y tenía también pendiente usar los últimos 200 gr de castañas que aún tenía por la cocina, así que me venía que ni pintado. Primero os doy la receta y luego al que le interesa el método de conservación que siga leyendo.

Parfait de castañas a la vainilla

200 gr de castañas pilongas (una vez rehidratadas, eran 300 gr)
50 gr de azúcar
250 ml de leche
125 gr de mascarpone
1 vaina de vainilla

Pelar las castañas. Si son pilongas, será necesario hervirlas para poder quitarles la piel interior y rehidratarlas. En mi caso las tuve una horita en agua hirviendo y luego las fui sacando por tandas y pelándolas aún calientes (si se enfrían se les vuelve a adherir la piel).
Poner las castañas ya peladas y rehidratadas en la leche con la vaina de vainilla abierta a lo largo y el azúcar. Hervirlas, a fuego bajo, hasta que estén blandas. Retirar la vainilla, y cuando la mezcla se haya enfriado un poco mezclar con el mascarpone. Batirlo todo hasta tener una mezcla homogénea. Poner en un tupper y meter en el congelador. A la hora, sacarlo, volverlo a batir y volverlo a meter en el congelador. Repetir esta operación una vez más pasada otra hora, y esta vez poner la mezcla, que ya tiene que estar cogiendo consistencia, en unos moldes. Dejarlo otra hora en el congelador, hasta que esté lo suficientemente frío como para que se pueda desmoldar con facilidad, desmoldarlo, y a comer. Es un postre fresco pero contundente, viene bien como colofón de una comida ligera de primavera. Para los que os gusten las castañas, es completamente adictivo.


Método para conservar las castañas al natural

El pasado otoño recogimos varios kilos de castañas en los bosques de Pinolere. Algunas de las castañas las conservamos en almíbar, otras nos las comimos en el momento o las cocinamos en cremas o de diversas maneras. Y a algunas otras les aplicamos un método de conservación que encontramos en un artículo del Instituto Federal de Ciencia suizo. Las castañas son los frutos secos cuya conservación es más difícil, pero a nosotros nos apetecía encontrar alguna manera de conservarlas así, de manera natural. Encontramos este método que se llama hidroterapia (trempage en eau froide o hydrothérapie, en francés) y lo pusimos en práctica.
Es un método tradicional de conservación que consiste en sumergir las castañas en agua fría durante varios días. Este método reduce el metabolismo celular en los frutos, induciendo un estado de inactividad. En esas condiciones de anaerobia (falta de aire) se desarrollan microorganismo capaces de realizar una fermentación láctica en detrimento de los azúcares presentes en los frutos. Este proceso elimina el sustrato del que se nutren los mohos y multiplica por 3 o 4 la duración de conservación de las castañas. Además, bloquea el desarrollo de las larvas de los insectos que puedan estar presentas en ellas.Justificar a ambos lados

Se debe proceder de la siguiente manera: se sumergen las castañas en agua fría. La relación castañas/agua debe ser de unos 2:3. Se retiran las castañas que floten, señal inequívoca de que viene con bicho o están podridas. Cada día retiramos el agua y ponemos agua nueva. Repetir esta operación durante 4-5 días. Cuando se observen pequeñas burbujas en el agua donde están los frutos es que el proceso está completado. Sacar las castañas del agua y ponerlas a secar sobre papel de periódico, bien extendidas en un sitio aireado. Cuando estén completamente secas las podemos poner en un bol (las nuestras han estado encima de la mesa de la cocina durante 6 meses) o guardar en un cajón que tenga ventilación.

El método no es 100% efectivo pero funciona bastante bien. De los 200 gr que nos quedaban tan sólo cuatro estaban malas. Los que sois castañeros sabréis la rabia que da que se te estropeé un saco de castañas porque los gusanos hagan de las suyas y se pasen de unas a otras. Con este método te evitas el disgusto. Las castañas así conservadas tienen un cierto olor láctico, pero a la hora de comerlas o cocinar con ellas no afecta al sabor.

miércoles, 17 de marzo de 2010

HEMC#42: helado de té verde y kéfir


Este mes el Hecho en mi cocina lo organiza La Mambalina, y ha elegido como tema "Postres con té".
Tengo que reconocer que al primer momento pensé "uf, ni idea..." Luego pensé en hacer un helado de té verde, pero como era tan obvio lo fui dejando, hasta que el otro día vi que todo el mundo era mucho más original que yo y que nadie había hecho helado hasta ahora, y buceé en mis libros de cocina hasta dar con esta receta. Bueno, es posible que nadie haya hecho helado porque la mayor parte de vosotros vivís en sitios menos "afortunados" en lo que se refiere a temperaturas. Aquí es que se puede comer helado todo el año.... En todo caso, aunque no sea muy original, esta receta me gusta por varios motivos: es sencilla, se puede hacer sin máquina, utiliza té verde en hojas y no té matcha, que además de caro es imposible de encontrar en Santa Cruz, y además el sabor es exactamente igual al helado de té verde que te sirven en los restaurantes japos. Os recomiendo que lo probéis, el resultado es estupendo, un helado ligero y cremoso.

Ingredientes (para 3-4 personas)

2 cucharadas de té verde japonés en hojas (yo usé té sencha)
250 ml de leche
125 ml de yogur y 125 ml de kéfir (en la receta original utiliza nata líquida)
65 gr de azúcar
3 yemas de huevo

Calentamos la leche en un cazo con las hojas de té, dejando que llegue a ebullición a fuego lento. Cuando la leche rompa a hervir, lo retiramos del fuego y lo dejamos reposar. Yo lo dejé 20 minutos. Lo colamos, y dejamos que se enfríe un poco.
En un cuenco mezclamos las yemas con el azúcar, batiendo bien hasta que se disuelva. Agregamos la leche templada y removemos hasta tener una mezcla homogénea.
Ahora lo ponemos en un cazo a calentar al baño maría, y removemos sin cesar hasta tener una mezcla espesa. Se retira del fuego y se sigue removiendo mientras se enfría un poco. Entonces añadimos el kéfir y el yogur, lo ponemos en un tupper y lo metemos en el congelador un par de horas.
Pasado ese tiempo, lo sacamos del conge, lo batimos bien, y lo volvemos a meter en el conge. Repetimos esta operación un par de veces más, cada dos horas. Luego lo podemos dejar en el congelador hasta el día que vayamos a consumirlo.
Sacar del conge 15 minutos antes de comerlo (bueno, 15 minutos aquí, si vivís en un sitio menos calido igual es mejor sacarlo media hora antes).
¡Que aproveche!

Receta original del libro "Cocina japonesa" de J. Garro y Y. Kitazawa.



jueves, 25 de febrero de 2010

HEMC#41: pastel de choclo (maíz dulce) chileno

Llego por los pelos, como siempre. Hoy es el último día para publicar las recetas del HEMC, que este mes nos trae Carolina y cuyo tema es la cocina latinoamericana.

hemc #41 - platos latinoaméricanos

Coincido con muchos de los participantes del HEMC en que mi desconocimiento de la cocina de ese continente es total. A parte de los típicos platos mexicanos, el pisco sauer y un par de cosas más, la verdad es que tuve que darle bastantes vueltas al asunto para dar con una receta. En casa tengo libros de cocina italiana, árabe, japonesa, tailandesa, francesa (y en particular provenzal), pero no tengo ningún libro de cocina chilena, o mexicana, o argentina. Finalmente, opté por esta receta chilena del libro "Clásicos vegetarianos del mundo", un libro del que me fio bastante porque siempre me ha dado buenos resultados. Si se quiere hacer más típico sólo hay que sustituir el relleno vegetariano de setas y huevo duro por pollo, pero el acompañamiento de pasas, semillas de comino, orégano y olivas sí que es el típico chileno.


Ingredientes (para 3 personas):

media cebolla
400 gr de maíz dulce (fresco, congelado o en lata)
250 gr de setas cortadas en láminas (en nuestro caso, rebozuelos ¡por supuesto!)
2 huevos duros cortados en rodajas
35 gr de pasas
1/2 cucharadita de semillas de comino
1/2 cucharadita de orégano
10 olivas deshuesadas
aceite de oliva virgen
azúcar moreno
sal y pimienta

Poner el maíz en un bol y triturarlo hasta conseguir un puré espeso.
Por otro lado, picar la cebolla y dorarla en una sartén, cuando esté transparente añadir el puré de maíz y remover constantemente hasta que alcance el espesor deseado (tiene que quedar como una bechamel espesa). Salpimentar y reservar.
Precalentar el horno a 200ºC.
En otra sartén incorporar las setas y freirlas hasta que se ablanden.
Colocar las setas, los huevos duros, las pasas, las semillas de comino, el orégano o las olivas en una fuente de horno. Esparcir el puré de maíz por encima, cubriendo la fuente y alisando la superficie. Espolvorear con un poco de azúcar morena y gratinar en el horno media horita o hasta que está tostado.

El resultado está rico pero sabía demasiado a maíz para mi gusto, el sabor del maíz predominaba sobre las setas y el delicioso relleno de especias y olivas. Creo que se podría poner una capa de maíz más fina. Pero es un plato vegetariano sin gluten y sin leche bastante equilibrado porque a los hidratos de carbono del maíz se le añaden las proteínas de las setas y el huevo, y además se prepara en un momentito, así que no es mala opción para apañar una cena.


lunes, 25 de enero de 2010

HEMC#40: pastel de verduras recuperadas


Sigo dispersa. Dispersa, irascible, bastante inaguantable. Sigo sin tiempo de responder a los comentarios (lo siento, lo siento). No me aguanto ni yo a mi misma. Pero no podía dejar pasar otro HEMC sin publicar. Y más con lo bueno que es el tema del HEMC de este mes, organizado por Wivith de Cuchiflitos: platos con sobras. Con lo que me gusta el reciclaje.
En realidad en casa sobrar sobra poco. Lo que no nos comemos en la cena me lo llevo al día siguiente al curro. Pero, hace un par de meses, cuando preparé esta sopa vietnamita, me sobraron las verduras con las que preparé el caldo, y con ellas y aprovechando unos trozos de masa quebrada que había por el congelador preparé este pastel de verduras (el que menciono en la receta de la sopa). Lo tenía pendiente de publicar, porque me gustó mucho el resultado. Pero no encontraba el momento. Y aquí está.
Las verduras que nos sobraron del caldo fueron: 1/2 brócoli, 3 zanahorias, 1/2 calabacín y 1 calabaza potimarrón (todo de nuestra huerta, sí, sí).
Y la receta es sencillísima. Lo que hicimos fue lo siguiente: reservamos las zanahorias y el brócoli, y por otro lado trituramos la calabaza y el calabacín. Mezclamos el puré resultante con las yemas de tres huevos, y añadimos especias al gusto (romero, salvia). Por otro lado batimos las claras a punto de nieve. Mezclamos con cuidado las claras montadas con el puré.
Ponemos en una fuente para horno la masa quebrada y la horneamos unos 10 minutos a 180ºC.
Lo sacamos del horno y ponemos los trozos de brócoli y de zanahoria. Echamos por encima la mezcla de verduras y huevo. Lo horneamos unos 20 minutos o hasta que veamos que la masa empieza a estar dorada y al pinchar el pastel con una aguja sale limpia.
Como siempre, creo que llego la última al HEMC. Corriendo, corriendo.

miércoles, 25 de noviembre de 2009

HEMC#38: patatas bravas madrileñas


El tema del HEMC de este mes lo ha elegido Erika, del blog La ventolera, y es "Comida de mi pueblo". Es un tema que me encanta, ya que cualquier cosa que sirva para potenciar la recuperación de recetas locales y el conocimiento de las tradiciones gastronómicas, me fascina. Así que tenía que participar.
Pero yo no tengo pueblo, nunca lo he tenido. Mis padres son de Granada, mis abuelos también, aunque unos vivían allí y otros en Madrid. Yo nací en Madrid, aunque hace ya más de 10 años que empecé a dar tumbos por el mundo. A pesar de que ahora me veáis tan campechana con mi huerta dando la brasa todo el rato con las múltiples virtudes de comer lo que uno planta, creo que mi primera vaca la vi cuando era muy, muy mayor.
Así que el tema de este mes me planteaba dudas, ¿cual es mi pueblo? ¿es donde vivo ahora? ¿es donde nací? ¿es Granada, de donde vienen la mayor parte de las tradiciones culinarias de mi familia? porque, al fin y al cabo, aprendí a cocinar viendo a mi madre, y platos como el pollo en pepitoria, el ajoblanco, o los piononos son cosa normal para mí.
¿De donde me siento realmente? Bueno, pues la respuesta me quedó clara el pasado fin de semana, cuando en un bar al pedir una cerveza nos dijeron "tenemos Mahou de barril". Fue escucharlo y sentirme como E.T.E. en la famosa escena de "mi caaaaaasaaaaaa". Sí, me siento madrileña por los cuatro costados, ¡qué le vamos a hacer!
Así que ahí van unas bravas para el HEMC. ¿Que las bravas no son de Madrid? A ver quien es el guapo que me lo dice en la calle........

Ingredientes:

1 cebolla
1 diente de ajo
1 vaso de tomate natural triturado
1 pizca de azafrán
1 cucharadita de azúcar
2 o 3 cayenas
1 cucharadita de pimentón
1 cucharadita de colorante alimentario
1 cucharada de harina
1 chorro de vinagre de jerez
sal y aceite de oliva

Picar la cebolla y el ajo y rehogarlos en aceite de oliva. Cuando la cebolla esté dorada, bajar el fuego y añadir el azafrán, las cayenas, el pimentón y el colorante, dar unas vueltas y añadir el tomate triturado. Añadir el azúcar y el chorro de vinagre de jerez. Dejar un rato a fuego medio, hasta que se reduzca un poco. Bajar el fuego y añadir la harina. Dejarlo en el fuego unos instantes, retirarlo y pasarlo por la batidora hasta tener una salsa homogénea. Salar al gusto.
Freír unas patatas en daditos. Para que se frían bien, el truco es tener el aceite muy caliente, no freír demasiadas a la vez, y salarlas cuando están friéndose. Esto lo aprendí de mi madre. En algunos sitios recomiendan cocer las patatas antes, ¡pero a mí eso no me gusta nada!
Servir las patatas con la salsa por encima, acompañadas de una caña de Mahou o un vermú, ¡ay!

N.A: esta es una de esas recetas que circulan por internet y que se encuentran por muchos sitios. El resultado es realmente muy semejante a las bravas de muchos bares de Madrid. Lo que pasa es que no sé a quien citar como referencia. Si alguien reconoce la receta como suya, por favor que me lo diga.

martes, 20 de octubre de 2009

HEMC#37. Un rebozado, dos tipos de buñuelos: flor de calabacín y pera


El tema del HEMC de este mes son los aperitivos, y lo ha elegido Maragda de La Quinta de Luculus. El aperitivo, como todo el mundo sabe, es una costumbre española que consiste en beber un vinito o una cerveza antes de la comida, acompañado de una tapa ligera. En Francia también existe la costumbre del apéritif, que aunque suene igual no tiene nada que ver, ya que consiste, únicamente, en tomar una bebida alcohólica antes de la comida. Una diferencia fundamental entre ambas costumbres es que el aperitivo, en España, no se suele tomar en el mismo sitio en donde vas a comer, mientras que en Francia el apéritif te lo sirven mientras esperas la comida. Ambas palabras vienen del vocablo latino aperire, que significa abrir. Abrir el apetito, supongo.

Mi primera reacción fue pensar en preparar algo salado, pero tenía esta receta que me dio Cannella, y pensé que sería perfecta para un aperitivo. Además, mis calabacines ya están en las últimas y en España la única manera de conseguir flores de calabacín es recogiéndolas una misma del campo, así que era ahora o nunca.
Como ya os he dicho muchas veces, Canny es la gurú cibernética de la cocina italiana. Su blog, La Zuccheriera, es referencia obligada para cualquiera que tenga interés en la cocina italiana.

Ingredientes para 6 flores:

6 cucharadas soperas de harina de repostería
10 gr de azúcar
1/2 cucharada de café de grappa
1/2 cucharada de café de aceite de oliva virgen
1 cucharada sopera de vino de miel (en la receta original es marsala)
100 ml de leche
1´5 gr de levadura fresca
1 cucharada de café de agua de azahar (en la receta original es limón)
1 pizca de sal
azúcar glas

Mezclar bien los ingredientes hasta obtener una pasta sin grumos. Limpiar las flores, secarlas con cuidado y rebozar. Freír en aceite bien caliente, depositarlas en papel de cocina para que se absorba el aceite sobrante, y rebozar con azúcar glas.
Son deliciosas. El rebozado tiene un sabor muy delicado, lo que sobró lo usé al día siguiente para hacer unos buñuelos de pera y el resultado fue también fantástico.
Canny, ¡muchas gracias por pasarme la receta!


domingo, 6 de septiembre de 2009

HEMC#36: Lobio nigozit - Judías coloradas con nueces


Este mes Núria es la anfitriona del HEMC, y ha propuesto como tema la cocina asiática. Y yo, ni corta ni perezosa, me he ido a la frontera entre Asia Menor y Europa, a la costa oriental del Mar Negro, a Georgia. Bueno, no me he ido en el sentido literal, ha sido un viaje gastronómico nada más. El nombre de Georgia viene de "Gorjestán", que significa "la tierra de los lobos" en persa. Y es que la cocina de esta ex-república soviética tiene una fuerte influencia persa. Los georgianos fueron los primeros que produjeron vino, ya en el 700 a.c., y de hecho la palabra vino viene del vocablo georgiano "ghvino". Las legumbres y los frutos secos, particularmente las nueces, son parte de la base de su dieta. Precisamente por eso elegí este plato, porque me llamó mucho la atención la combinación de sabores y especias. Es un plato muy muy aromático, al día siguiente de prepararlo me lo llevé en el tupper al trabajo y todo el mundo decía "que bien huele eso, ¿qué es?".

Ingredientes:

para la salsa de nueces:
100 gr de nueces
un buen puñado de albahaca fresca (en la receta original es una combinación de perejil y cilantro, pero no tenía por casa)
1/2 cucharadita de tomillo seco
1 diente de ajo pequeño
una pizca de canela en polvo
1 clavo molido
2 chiles secos
1 sobre de colorante o unas hebras de azafrán
un chorrito de aceite de oliva

1/2 manzana troceada
1/2 puerro picado
250 gr de judías coloradas (o 400 gr si ya están cocidas)
2 cucharadas soperas de melaza (miel de caña) o 2 cucharadas de vinagre balsámico más 1 cucharadita de azúcar

Si usamos legumbres secas, ponerlas en remojo la víspera.
Picar juntos todos los ingredientes de la salsa de nueces hasta tener una pasta homogénea. Reservar.
En una olla de fondo grueso, sofreír el puerro y la manzana. Cuando la manzana empiece a estar blanda, añadir las judías, agua hasta que las cubra (pero no demasiado) y la melaza. Salpimentar al gusto. Dejar que se hagan las judías a fuego lento, y cuando empiezen a estar blandas, incorporar la salsa de nueces. Dejar que se cocine todo junto para que se mezclen bien los sabores y se evapore el agua hasta tener un guiso espeso. Servir con albahaca picada por encima y con granos de granada.
Es una adaptación del libro Clásicos vegetarianos del mundo, de Celia Brooks Brown.

sábado, 15 de agosto de 2009

Passata di pomodoro: conserva de tomates de la huerta para el HEMC#35


Otra cita a la que llego por los pelos, ¡me he tenido que poner las pilas estos dos últimos días! Esta es mi segunda contribución al HEMC de agosto, cuyo tema son las conservas.
El domingo pasado volvimos de Italia y lo primero que hice (después de refrescar las masas madre) fue acercarme a la huerta. Nos recibió con las tomateras cargadas de frutos, cogimos 4 kilos y medio de tomates bien maduros, jugosos, sabrosos y sin una gota de productos químicos, que estaban pidiendo a gritos que los conservara de cara al invierno.

Así que me puse manos a la obra. No tenía mucho tiempo (me temo que no voy a tener mucho tiempo hasta mediados de septiembre) y no tenía claro si quería hacer salsa, o mermelada, o ketchup.... así que opté por una preparación versátil y rápida que sirve de base para cualquiera de las anteriores, y que encontré en el libro Méditerranées de Alain Ducasse: passata di pomodoro, o sea, pulpa de tomates. Según Monsieur Ducasse, el nombre le viene del aparato que se usa para filtrarlo, un "passato" que no es otra cosa que lo que en España llamamos un "chino" (¿un tamiz?).
La preparación es sencilla como el mecanismo de un chupete. Se lavan los tomates, se les hacen un par de cortes y se meten en agua en una olla grande. Se ponen al fuego y en el momento en que el agua empieza a hervir se dejan hasta que vemos que se empiezan a arrugar. Se escurren y se pasan por el "chino", aplastándolos bien. Si el resultado nos parece demasiado líquido, se puede poner de nuevo al fuego y dejar que reduzca hasta que el espesor nos parezca adecuado. No se les añade ni sal ni azúcar, porque de esa manera servirá en el futuro para cualquier preparado que nos apetezca hacer. Lo único que añadí fueron unas gotas de zumo de limón a modo de conservante.
Los botes que vayamos a usar para el envasado tienen que haber sido previamente esterilizados en agua hirviendo. Se dejan secar encima de un paño limpio. Se envasa cuando aún está caliente la passata y se cierran bien los botes. Una vez fríos, para terminar de hacer el vacío se ponen de nuevo en una olla llena de agua, que les llegue hasta la tapa (sin cubrirlos), se lleva al fuego y una vez que empiece a hervir se dejan 30 minutos (esto depende del tamaño de los botes, si son botes muy grandes se deja más tiempo). Se sacan del agua y se dejan enfriar.
Conservarlos en un lugar fresco y oscuro.

lunes, 20 de julio de 2009

HEMC#35: chutney de calabacín

El tema del HEMC de este mes es estupendo para todos, pero especialmente para los que tenemos huerta. Recuperar la costumbre de preparar conservas con la fruta y verdura de temporada es algo que todos deberíamos hacer, es más, ¡creo que hasta deberían enseñarlo en los colegios! De ese modo tenemos conservas naturales, sin conservantes químicos de dudosa procedencia ni todo el repertorio de guarrerías que le ponen a las conservas industriales.
Yo he aprovechado uno de los primeros calabacines que he recogido en el huerto para preparar este "chutney de courgettes", sacado del libro Méditerranées de Alain Ducasse. Como ya expliqué aquí, el chutney es una preparación a base de especias y frutas conservadas en vinagre. La palabra chutney viene del hindi chatni que a su vez viene del persa chāshni que significa porción de comida. Es típico de la India, y sirve para acompañar curries, arroces, carnes, o simplemente comerlo con unos pappadums como aperitivo. El resultado en este caso es un chutney con un sabor muy fresco, gracias al jengibre y el limón, y con el picante justo.

Ingredientes (para un tarro de 1/2 litro y otro de 1/4)

1 kg de calabacines
125 gr de cebollas
200 gr de azúcar moreno
125 ml de vinagre de vino blanco
75 gr de pasas
2 clavos de olor
1 chile, o algún otro tipo de pimiento picante (por ejemplo una pimienta picona canaria)
1 limón (mejor ecológico, o al menos sin tratar, ya que vamos a usarlo con piel)
1 cucharada sopera de jengibre fresco rallado
1/2 cucharada sopera de sal
1 cucharada sopera de miel

Picar muy finamente la cebolla y los calabacines (pelarlos si tienen la piel gruesa). Remojar las pasas. Cortar el limón, sin pelarlo, en rodajas finas, y retirar las pepitas. Quitar las pepitas al chile y cortarlo en trozos.
En una olla grande, poner todos los ingredientes excepto los calabacines. Cocer a fuego lento, con la tapa puesta, durante una media hora. Añadir los calabacines, y cocer otros 15 minutos con la tapa puesta y luego retirarla y dejar que reduzca hasta que tenga la consistencia de una mermelada y los calabacines estén hechos. Para que quedara una consistencia más homogénea, yo pasé una parte por la batidora y la mezclé con el resto.
Meter en botes previamente esterilizados (por ejemplo, hirviéndolos) cuando aún está caliente. Cerrar los botes, darles la vuelta y dejarlos así durante 24 h. En caso de que no se haya hecho el vacío, proceder como expliqué aquí.
Se puede usar inmediatamente pero para que tenga todo su sabor lo suyo es esperar unas semanas.

miércoles, 17 de junio de 2009

HEMC#34: cornes de gazelle


Bueno, pues al final el lunes por la tarde me puse manos a la obra y preparé una mini-tanda de cornes de gazelle para el HEMC#34. Como ya os conté, el tema es la cocina oriental y la anfitriona es Kako, suficientes motivos para sacar tiempo de debajo de las piedras y preparar uno de mis dulces favoritos. Esta es una de las primeras recetas que colgué en el blog, nos la dió nuestra querida Farouh, que cocina como los ángeles. Sus cornes de gazelle son los mejores de Francia (de Argelia no sé porque no he estado allí nunca). Los que hacen otros tienen la costra de azúcar demasiado gorda, la masa demasiado pesada, no saben lo suficiente a agua de azahar...pero los suyos son deliciosos y delicados. Los solía preparar en Ramadán, ya que cuando se pone el sol como sabéis es una fiesta y se preparan auténticos banquetes para poder hacer frente al ayuno del día siguiente. Los cornes de gazelle de Farouh eran muy solicitados en Lyon. Y con motivo.

Las cantidades que os doy aquí son para una bandeja, si queréis hacer grandes cantidades os recomiendo ver la otra entrada.

Ingredientes:

Para el relleno:

110 gr de almendra cruda en harina (o de almendras crudas picadas muy finamente)

35 gr de azúcar glas

una pizca de canela

30 ml de agua de azahar

Preparar primero el relleno, mezclando las almendras con el azúcar, y añadiendo luego el resto de ingredientes. Dejar reposar 1 hora.

Para la masa:

1/6 vaso de aceite de girasol

1/6 vaso de aceite de oliva

1/6 vaso de vino blanco

1 huevos

3 gr de sal

250 gr de harina

para el glaseado:

agua de azahar
azúcar glas

Mezclar todo los ingredientes bien, amasando hasta tener una masa elástica, un poco aceitosa. Dejar la masa reposar 1 hora al menos.

Precalentar el horno a 230º. Extender la masa con un rodillo, tiene que quedar delgada. Cortar la masa con un vaso, rellenar con la pasta de almendras, y cerrar dando forma de cuerno.

Meter en el horno durante 7 minutos (exactos en nuestro caso), o bien vigilar que los cuernos no lleguen a dorarse. Deben quedar blancos, nunca deben tostarse.

Sacar del horno y una vez que se hayan enfriado, mojar con un pincel con agua de azahar y rebozar con azúcar glas de manera que queden cubiertos de una fina costra de azúcar.

Quizá os haya chocado que la receta lleve vino blanco, pero nuestra amiga es de la Kabilia, una región montañosa de Argelia situada en la cordeillera del Atlas. Allí se introdujo la religión musulmana pero han conservado sus costumbres practicándola a su manera, al igual que sus vecinos bereberes marroquíes. Los bereberes, por ejemplo, destilan licor de higos (y os aseguro que es el licor más fuerte que jamás haya probado). Y según Farouh, que era muy devota y se encomendaba a Alá para todo lo que hacía, el alcohol no está prohibido por la religión musulmana. En fin, que en occidente tendemos a pensar que el islam es un bloque pero de todo hay, igual que en las otras religiones organizadas.

domingo, 14 de junio de 2009

HEMC#34: tajine de pollo con naranja y especias


Este mes la anfitriona del HEMC es Kako. Su blog, En guete!, es una maravilla, tiene unas recetas increíbles además de bien explicadas, y ella es encantadora, así que si no la conocéis os recomiendo que vayáis ya mismo a hacerle una visita.
El tema que ha elegido es la cocina de medio oriente y magreb. La cocina árabe, oriental, o como queramos llamarla me encanta. En particular la cocina marroquí. Me gusta tanto que, hace unos años, me compré un enorme tajine de barro para poder preparar esos platos tan típicos de la cocina marroquí cuyo sabor se debe, sobre todo, a que se cuecen lentamente, y sin perder su jugo, en este tipo de cacharro. Este es mi tajine:


es un tajine viajero, que nos ha acompañado por medio mundo, y como podéis ver viene acompañado de una resistencia eléctrica, porque con ese tamaño que tiene tan enorme es imposible usarlo en unos fogones normales. En Francia los venden en todas las tiendas de electrodomésticos, ya que para las familias magrebíes el tajine viene a ser como el cocido madrileño o la paella valenciana, un plato que se prepara en todas las casas. La forma de su tapa hace que el líquido que se evapora se enfríe al llegar a la parte de arriba del cono, se condense y vuelva a caer al plato, por eso se puede cocer la comida durante horas sin miedo a que se pegue o se seque.
Cuando vi el tema lo tuve claro: un tajine. Digo yo que tendré que presumir de cacharro.... Pero a falta de tajine, se puede usar una cacerola de fondo grueso poniendo el fuego muy suave.

El tajine elegido ha sido este, de pollo con naranja y especias, adaptado de una receta del libro Sabores de la auténtica cocina árabe.

Ingredientes (para 4 personas)

750 gr de muslos y contramuslos
150 gr de aceitunas negras deshuesadas
150 gr de aceitunas verdes deshuesadas
4 naranjas (6, si son pequeñas)
cilantro fresco picado
1 cucharadita de nuez moscada rallada
1 cucharadita de cúrcuma
sal
pimienta
aceite de oliva virgen
agua

Poner a calentar el tajine. Dorar los muslos y contramuslos en una sartén, y pasarlos al tajine. Añadir el zumo de dos o tres naranjas, la nuez moscada, la cúrcuma, la sal y la pimienta. Remover, tapar, y dejar que cueza 45 minutos, removiendo de vez en cuando. Pasado ese tiempo, añadir las aceitunas cortadas por la mitad y dejar que cueza otros 15 minutos. Por último, añadir el cilantro y las naranjas peladas y cortadas en rodajas, dejar que todo se cueza 10 minutos más y si el pollo ya está tierno retirar del fuego y servir con cuscús o arroz. Si la salsa queda muy líquida, se puede retirar el pollo y espesar la salsa con un poco de harina, y volver a poner el pollo en el tajine antes de servir.
Como suele decir Kako, en guete!!!!!



lunes, 18 de mayo de 2009

Potaje sin humos, 99,5% local

No te quedes inmóvil
al borde del camino
no congeles el júbilo
no quieras con desgana
no te salves ahora
ni nunca
no te salves
no te llenes de calma
no reserves del mundo
sólo un rincón tranquilo
no dejes caer los párpados
pesados como juicios
no te quedes sin labios
no te duermas sin sueño
no te pienses sin sangre
no te juzgues sin tiempo

pero si
pese a todo
no puedes evitarlo
y congelas el júbilo
y quieres con desgana
y te salvas ahora
y te llenas de calma
y reservas del mundo
sólo un rincón tranquilo
y dejas caer los párpados
pesados como juicios
y te secas sin labios
y te duermes sin sueño
y te piensas sin sangre
y te juzgas sin tiempo
y te quedas inmóvil
al borde del camino
y te salvas
entonces
no te quedes conmigo.

Mario Benedetti

Dedicado a Gladys y a Mario, argentina y uruguayo, excelente cocinera y magnífico escritor. En el cielo están de suerte, por fin sabrán lo que son los alfajores de maizena y la buena poesía.

Esta es mi primera contribución al HEMC de este mes, cuyo tema es "Piensa globalmente, come localmente". Es un potaje cuyos únicos ingredientes no locales son la media cucharada de pimentón dulce y el aceite de oliva. En Canarias tenemos la suerte de disfrutar de legumbres, verduras y frutas frescas todo el año. Sólo hay que saber donde comprarlas, ya que generalmente en las grandes superficies venden productos traídos de fuera: papas de Irlanda o Israel, tomates de Almería, legumbres de Aragón...que no es que yo tenga nada en contra de estos sitios, pero no quiero contribuir a la locura en la que nos hemos sumergido, o, al menos, desearía contribuir lo menos posible. Quien quiera acompañar este potaje con gofio, hará muy bien, pero para conservar el espíritu local del plato, tendría que ser con gofio de la Cooperativa La Candelaria, el único que asegura ser de trigo de producción local. El resto, aunque tenga el sello de "producto de Canarias", (para más información sobre el sello, pinchad aquí) no está hecho con cereal de las islas.

Ingredientes:

250 gr de judías pintas de Lanzarote
1 batata roja de Lanzarote
2 zanahorias de Tenerife
acelgas frescas que crecen salvajes en el invernadero de la huerta
sal
aceite de oliva (de aquí viene el 0,5% que no es local)

para el sofrito (todo de Tenerife, menos el pimentón de La Vera)
1 puerro
1/2 bubango
2 tomates
comino molido
1/2 cucharadita de pimentón dulce

La víspera, poner en remojo las judías.
Cuando vayamos a preparar el potaje, quitar el agua de las judías, y ponerlas en una olla con la batata y las zanahorias peladas y troceadas, las acelgas cortadas, un poco de sal, un chorrito de aceite de oliva y agua que cubra todo. Dejar hervir 20 minutos si es una olla exprés o hasta que las judías estén tiernas si no lo es.
Por otro lado preparar el sofrito, con el puerro, el bubango y los tomates troceados. En el último momento, añadir el comino molido y el pimentón dulce y retirar del fuego.
Añadir el sofrito a las judías y dejar que hierva todo junto unos 15 minutillos.
Servir con gofio o con un buen pan casero, y disfrutar de este potaje bajo en CO2.

jueves, 30 de abril de 2009

Piensa globalmente, come localmente: HEMC#33

Este mes soy la anfitriona del HEMC, y le he propuesto a "La olla suiza" como tema "Piensa globalmente, come localmente". Y esto, ¿qué quiere decir? Pues muy sencillo, se trata de preparar un plato con productos de nuestra región, idealmente de cuánto más cerca de nuestra casa mejor. No hemos querido poner un límite de kilómetros para no complicarlo. Tampoco existe un porcentaje obligatorio de ingredientes que tengan que ser de la zona, pero lo que os pedimos es que tratéis de que al menos los ingredientes base de la receta sí que lo sean.

Alimentarnos a base de productos locales es bueno por varias razones:

-es bueno para nuestra salud, porque los productos nos llegan más frescos, recogidos en el momento óptimo de maduración, y no recogidos aún verdes y madurados en cámaras, como los productos que tienen que viajar miles de kilómetros antes de llegar a nuestras mesas. Además, son productos de temporada, lo que hace que nuestra dieta se adapte a las condiciones climáticas y geógraficas (un esquimal y un habitante del trópico no pueden llevar la misma dieta, sería absurdo),

-es bueno para la economía local, y para la soberanía alimentaria de nuestra región. Al invertir en productos locales, apoyamos a los agricultores de nuestra región y no dependemos de las fluctuaciones antojadizas del precio del petróleo,

-es bueno para el medio ambiente, los productos viajan menos distancias y se emite menos CO2 a la atmósfera,

-y es bueno para la biodiversidad y para la diversidad cultural y gastronómica. Apoyando los productos locales y cocinando las recetas propias de cada zona, evitamos que la gastronomía local caiga en el olvido, y evitamos también que los cultivares locales se extingan. Puede que no lo sepáis, pero desde principio de siglo, sobre todo desde la mal llamada "revolución verde" y la implantación de la agricultura industrializada, ¡se ha perdido un 75% de la diversidad de cultivos agrícolas!(mira aquí)

Además, con la excusa de buscar ingredientes locales tendremos que esforzarnos por investigar si existe algún mercado de productores en nuestra zona, en qué supermercados se preocupan por traer productos locales, o si existe cerca de nuestra casa alguna cooperativa de consumo. A los que estéis interesados en el tema, os informo sobre las opciones de consumo responsable en Madrid y en Tenerife:

- en Madrid existen varias cooperativas de consumo responsable. Se trata de grupos de personas que se unen para contactar agricultores de la zona y comprarles los productos directamente. Cuando vivía en Madrid yo estaba metida en "La dragona", la cooperativa de consumo de Ecologistas en acción. La experiencia fue muy buena, nuestro proveedor era un agricultor de La Vera, que nos traía lechugas, cebollas, patatas, puerros, tomates (frescos en verano y en conserva en invierno), huevos.... nunca he comido unos huevos fritos con patatas tan buenos cómo aquellos. Os aconsejo que si os interesa os pongáis en contacto con el grupo de Ecologistas de vuestra ciudad que os informará de la situación local.

- en Tenerife, por otra parte, existe la opción de los mercados de agricultor. Son mercados en donde los productores locales venden directamente, los precios son más baratos que en el super y además los productos son muy frescos. Aquí podéis ver donde está el mercado del agricultor en vuestra zona.

Los consumidores tenemos que ser conscientes de nuestro poder, somos los únicos que podemos cambiar las reglas del mercado, ¡así que animaos a poner vuestro granito de arena participando en este HEMC!