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jueves, 28 de mayo de 2015

De la huerta a la mesa: quiche ligera de guisantes y hierbabuena {tartas saladas con Ventanas Verdes}

Este año tenemos la huerta un poco asilvestrada (por decirlo suavemente). Estamos salvando a duras penas las temporadas, conseguimos plantar las cebollas y los tomates en su momento, pero tenemos malas hierbas a tutiplén, y la mitad de las camas sin sembrar. La verdad, da un poco de pena verla. Sin embargo, creo que lo importante es que hemos sido capaces de no rendirnos y perseverar. Es cierto que nuestro ideal de autosuficiencia no lo estamos cumpliendo, pero la primera calabaza o los primeros puerros que ha probado Sami han sido los de la huerta y eso, qué queréis que os diga, ya justifica que continuemos aunque sea sacando tiempo de donde no lo hay.


La temporada de guisantes acaba de terminar. Este año plantamos unos guisantes "del país" que crecieron de maravilla y tienen una flor morada muy bonita, como podéis ver en la foto de arriba (los de la izquierda son los guisantes del año anterior, de otra variedad y con la flor blanca). Decidimos usar unas ramas de higuera en lugar de una malla de plástico para que se enganchasen y el resultado fue estupendo, crecieron enramándose a la higuera dando una mata preciosa, cargada de flores. Pero nos han resultado un poco rústicos de sabor. Los que nunca habéis probado guisantes frescos quizá no entendáis a qué me refiero. Los que sí, sabéis que los guisantes según se arrancan de la mata tienen un dulzor natural que los convierte en auténticas "golosinas" hortícolas. Un dulzor que les dura sólo unas horas, por eso hay que procesarlos lo antes posible. Lo mejor es blanquearlos y congelarlos si no van a ser consumidos de inmediato. Estos no estaban tan dulces, pero aún así tienen más sabor que los comprados.

Aprovechando que es temporada preparé esta tarta, para nuestro reto mensual con las Ventanas Verdes. Este mes el tema son las tartas saladas. Esta es mi versión aligerada de una quiche que encontré en la revista Saveurs, cambié el queso y la nata por yogur y créme fraîche porque la quiche tradicional siempre me ha parecido muy pesada. Ahora que ya hace buen tiempo, las tartas saladas dan mucho juego, así que seguro que sacáis un montón de buenas ideas de cara a los futuros picnics veraniegos.




Ingredientes,

2 huevos
1 yogur
150 gr de créme fraîche
250 gr de guisantes
un buen manojo de hierbabuena fresca
masa quebrada

Calentamos el horno a 210ºC.
Estiramos la masa y la ponemos en un molde (mejor si es desmontable). Blanqueamos los guisantes un par de minutos en agua hirviendo, escurrimos, dejamos enfriar y reservamos. Batimos los huevos junto con el yogur y la créme fraîche y añadimos la hierbabuena picada.  
Horneamos 30 mino hasta que esté la masa dorada y el relleno asentado.

Como siempre os invito a que visitéis el resto de Ventanas Verdes.


lunes, 6 de octubre de 2014

De la huerta a la mesa: tatin d'aubergines aux pignons {tarta tatin de berenjenas y piñones}


Mientras preparo una entrada con un resumen de todas las conservas que hemos preparado este año (si tengo que publicar una entrada para cada conserva, tendría que ocupar el blog hasta el mes de diciembre) os traigo esta tarta tatin de berenjenas, que es súper fácil y rápida de hacer, que está buenísima y que además utiliza el que es el producto estrella de la huerta en estos momentos: la berenjena. Sí, una vez terminada la temporada tomatera, las berenjenas empiezan a producir a mansalva. Aunque este año como el calor de retrasó lo más probable es que la temporada sea bastante corta, porque se nos va a juntar con el fresquito del otoño. Pero bueno, esto es lo que tiene la huerta, que ningún año es igual a otro.

La receta la saqué de la revista Saveurs del mes de mayo (me la traje de Lyon) y estaba esperando inquieta a que llegara la temporada de berenjenas para prepararla, porque me llamó la atención nada más verla. Echando un vistazo en Internet me di cuenta de que es una receta provenzal muy popular en Francia, y finalmente tomé lo que más me gustaba de unas recetas y otras e hice mi propia versión, menos azucarada que las que veía por ahí. Con una ensalada con los últimos tomates de la huerta, fue una memorable cena de adiós al verano.  


Ingredientes,

1 lámina de hojaldre
3 berenjenas medianas
50 gr de piñones
1 cucharada sopera de azúcar moreno
unas ramitas de romero
aceite de oliva virgen, flor de sal y pimienta

Calentar el horno a 200ºC.
Cortamos las berenjenas en rodajas, sin pelarlas, y las pasamos por la plancha con un poco de aceite de oliva hasta que estén doradas.
Tostamos los piñones en una sartén sin aceite.
Ponemos algo de aceite en el fondo de un molde de tarta desmontable, esparcimos el azúcar moreno, el romero y los piñones. Disponemos por encima las rodajas de berenjena.
Ponemos por encima de las berenjenas el hojaldre, remetiendo los bordes hacia dentro.
Pinchamos el hojaldre, y horneamos 30 minutos, o hasta que esté dorada.
Una vez que la masa esté bien dorada, sacamos del horno, dejamos enfriar 5 minutos, y desmoldamos con cuidado, dándole la vuelta con ayuda de un plato. Salamos con unas escamas de flor de sal y pimienta al gusto.

Lo ideal es comerla tibia, acompañada de una sencilla ensalada, pero fría al día siguiente también estaba muy buena, así que se ha ganado por méritos propios su puesto en la lista de tuppers&picnics.

domingo, 31 de agosto de 2014

Tarta rústica de ciruelas y almendra - Galette aux prunes et amandes

Sé que había dicho que iba a publicar una receta de higos asados en conserva, pero tengo que compartir con vosotros esta receta, que es muy fácil, muy resultona, y muy rápida de hacer, antes de que pase la temporada de ciruelas. Yo no sé vosotros, pero en verano hay tanta variedad de frutas de temporada, y todas tan buenas, que a mi me entra una especie de "síndrome de Stendhal" versión hortofrutícola, tengo un ansia por preparar platos y conservar toda esta riqueza de cara al resto del año que llega en ocasiones a preocuparme, me paso el día pensando en el chutney o el pickle que voy a preparar cuando llegue el fin de semana. Llego a casa y me pongo a mirar blogs y libros de conservas para decidir qué será lo próximo, planeo las pateadas por el monte en función de lo que sea recolectable en esta temporada...... ¿me estaré convirtiendo en ardilla? ¿será grave? ¿le pasa esto a alguien más?


En esta ocasión no me hizo falta ir a recolectar, un amigo de D. tenía un enorme excedente de ciruelas y nos trajo unos kilos. Como había que procesarlas rápido no me dio tiempo a buscar recetas exóticas y lo que hice fue mermelada, y con las que estaban más firmes preparé esta tarta. 
La galette es un tipo de tarta que se hace en Francia, con una base de masa quebrada, que puede llevar relleno dulce o salado y que es muy rápida de hacer (siempre y cuando tengáis la masa ya hecha). En Bretaña se llaman galettes a las crepes que hacen con trigo sarraceno. Lo bueno de estas tartas, además de su sencillez, es que ni si quiera necesitan molde ni ningun tipo de artilugio para hacerlas, así que incluso se pueden preparar si estáis aún disfrutando de unas vacaciones en un apartamento alquilado sin vuestros trastos de cocina a mano. Además, como es tan plana es perfecta para llevarla de picnic, así que se merece pasar a nuestra sección especial de Tuppers y picnics.
La receta está tuneada del blog Pastry Affair.

Ingredientes,

50 gr de almendras molidas
40 gr de harina integral
4 cucharadas soperas de azúcar moreno
8 ciruelas, cortadas en láminas
1 cucharadita de tomillo
1 lámina de masa quebrada (comprada o hecha en casa)

Mezclar en un bol la almendra molida, la harina y las 3 cucharadas de azúcar moreno. Reservar.
Extendemos la masa quebrada, en forma circular, en una bandeja de horno. Extendemos encima la mezcla de harina, almendra y azúcar, dejando los bordes de la masa libres. Por encima ponemos las ciruelas, en espiral. Doblamos los bordes de la masa sobre si misma, y espolvoreamos la tarta con el tomillo y la cucharada de azúcar restante.
Horneamos 45 minutos a 210ºC.
Servimos tibia, y ya si la acompañais de una bola de helado de vainilla, desfase total.

jueves, 27 de marzo de 2014

Tahini de pipas de calabaza {los ácidos grasos en la dieta con Ventanas Verdes}


Este mes el tema elegido por las Ventanas Verdes han sido los ácidos grasos, que son esas "sustancias" con las que nos bombardea la publicidad de muchas multinacionales de la alimentación, los famosos "omegas" que últimamente parece que ponen hasta en la sopa. Ya sabéis que yo soy anti comida procesada a muerte, así que no me mola nada cuando veo unas galletas o unos cereales de desayuno, en los que pone "enriquecido con omega 3" o cosas por el estilo. Una alimentación sana es la que consigue un balance equilibrado de todos los nutrientes que necesita nuestro cuerpo sin recurrir a suplementos industriales, y si comemos bien no necesitamos que nos añadan un chute de "omegas" ni de vitaminas ni nada de eso en los cereales. Así que mi intención con esta receta es ofreceros una alternativa natural para que tengáis el aporte de ácidos grasos que vuestro cuerpo necesita sin necesidad de recurrir a guarrerías procesadas industriales. Soy una talibana, sí. Lo reconozco.

¿Y qué son los dichosos omega 3 y 6 y para qué los necesitamos? Pues son lo que se llaman ácidos grasos esenciales, nuestro cuerpo no los crea por sí mismo y por eso necesitamos consumirlos en la dieta, y los necesitamos para regular nuestro sistema endocrino y para absorber las vitaminas liposolubles, como la A y la D, y muchos minerales. Además de la importancia que tiene consumirlos en las cantidades necesarias, es muy importante que el balance entre el omega 3 y el omega 6 sea el correcto. Mucho de este último y poco del primero puede acarrear problemas en el sistema inmunitario, la producción de hormonas, la tensión arterial... vaya, ya sabéis que el sistema endocrino regula un montón de funciones en nuestro cuerpo, y cualquier cosa que le afecta tendrá una reacción en cadena. Así que hay que estar un poco atento a consumirlos equilibradamente. Un 4% de nuestras calorías diarias deberían venir de ácidos grasos esenciales, y de ese 4% el 1.5% debería ser omega 3 y el otro 2.5% omega 6.

El aceite de oliva es una excelente fuente de omega 6, las pipas de calabaza, las nueces y las semillas de lino son una fuente excelente de omega 3. Así que en esta receta he mezclado todos esos ingredientes y he preparado una especie de tahini ideal para desayunarlo untado en una tostada como sustituto a la mantequilla/mermelada. Aunque si no lo digo reviento: una buena mantequilla, ecológica, de vacas que han pastado en prados, tiene las cantidades de omega 3/omega 6 en el equilibrio exacto que necesitamos. Pero como no sólo de mantequilla vive el hombre, lo mejor es desayunar unos días una cosa y otros días otra. Y siempre sin abusar, porque tanto la mantequilla como este tahini son muy calóricos, no lo olvideis.  



Ingredientes,
150 gr de pipas de calabaza peladas
2 cucharadas soperas de semillas de lino molido
10 cucharadas soperas de agua
3 cucharadas soperas de aceite de nuez
3 cucharadas soperas de aceite de oliva virgen
2 cucharadas soperas de miel
1/2 cucharadita de esencia de vainilla

Primero tostamos las pipas de calabaza, para que suelten su aroma y nos quede un tahini más sabroso. Ponemos una sartén a fuego fuerte y echamos las pipas en dos tandas, vigilándolas todo el rato para que no se quemen. En cuando empiezen a estar tostadas las sacamos de la sartén.
Cuando se hayan enfriado las pasamos al recipiente de la picadora, juntos con el resto de ingredientes, y lo procesamos todo hasta tener una pasta homogénea. Puede que en un momento determinado se separe el aceite de los sólidos, pero seguimos trabajando la mezcla y volverá a emulsionarse.
Lo guardamos en un bote en la nevera. Está muy bueno. Para desayunar o para merendar, ya veréis como os gusta.

viernes, 14 de febrero de 2014

De la huerta a la mesa: hamburguesas vegetarianas de garbanzos con tzatsiki de remolacha


Sí, otra receta con remolacha. Y lo que os queda. Ya sabéis que aquí se cocina con lo que produce la tierra, y ahora no es momento de berenjenas ni tomates. Es momento de hortalizas de raíz, tubérculos, y mucha hoja verde. En breve llegarán las habas y los guisantes, pero por ahora hay que conformarse con las humildes remolachas, las zanahorias, las acelgas, los tatsois, las espinacas, las lechugas.... una de las cosas buenas de vivir en Tenerife es que la temporada de huerta es todo el año. Cada momento tiene su cultivo, y desde luego ha habido inviernos en los que no hemos podido trabajar demasiado ni sembrar gran cosa porque llovía todo el rato. Pero pese a eso si te apañas para sembrar en un día soleado, la huerta seguirá produciendo aunque esté totalmente asilvestrada. Eso sí, no pretendas cultivar tomates en invierno. Aquí hay estaciones, pese a lo que muchos puedan pensar, y si no las respetas tendrás un desastre asegurado. Aún me río cuando pienso que hace años, cuando empezamos con la huerta, se nos ocurrió plantar espinacas en agosto. Las pobres no crecían de ninguna de las maneras, se quedaron enanas y se espigaron, y nosotros con cara de lelos sin saber qué pasaba ahí. Ya no cometemos esas torpezas, aunque esto es un aprendizaje constante. Pero al menos hemos aprendido a respetar las estaciones. Y ahora lo que toca son remolachas.


Esta es una receta del libro Tender de Nigel Slater. Es una receta muy rápida de hacer si tenéis los garbanzos ya cocidos. Lo que más tiempo lleva, y más engorroso es, es quizá rallar la remolacha. Todo lo demás es fácil, es una de esas cenas que se preparan en media hora. El libro está lleno de recetas resultonas y relativamente rápidas. Además como son recetas basadas en lo que saca de su huerta, están ordenadas por ingrediente, lo cual es muy útil para nosotros. Por cierto, que yo he traducido "patties" como hamburguesas, porque la verdad no se me ocurre otra palabra, ¿algún traductor por ahí que me pueda decir un nombre más adecuado?

Ingredientes, para dos con hambre

para las hamburguesas

400 gr de garbanzos, cocidos y escurridos
2 dientes de ajo
1 cucharadita de comino
1 cucharadita de cilantro en polvo
1/4 cucharadita de pimentón picante
1 huevo
un buen manojo de cilantro fresco
un puñado de hierbabuena fresca
aceite de oliva virgen

para el tzatsiki de remolacha,

1 remolacha
2 yogures naturales
1 diente de ajo
hierbabuena fresca al gusto

Es una receta "dead easy", como dirían en inglés. O sea, chupada. Hacemos primero las hamburguesas. Ponemos en la batidora los garbanzos, los ajos, las especias, y el huevo, y lo trituramos todo, pero no demasiado, es mejor dejar algunos trozos de garbanzo para darle textura a la masa. Por otra parte picamos las hierbas frescas a golpe de cuchillo. Yo en esto soy una fundamentalista, no me gusta nada picar las hierbas con picadora (y tampoco hago nunca el guacamole "a máquina"). Mezclamos las hierbas con el resto de los ingredientes y dejamos reposar 10-15 minutos.
Mientras, hacemos el tzatsiki. Pelamos la remolacha, la rallamos, y mezclamos con el yogur, el diente de ajo machacado y la hierbabuena fresca picada.

Para freír las hamburguesas calentamos un poco de aceite de oliva en una sartén a fuego medio. No pongáis mucho aceite, el truco para que las hamburguesas no se deshagan es que sea sólo un poco para que no se peguen a la sartén. Echamos cucharadas de masa en la sartén y las aplastamos un poco. Hay que hacerlas unos 3-4 minutos por cada lado, debe formarse una capa crujiente y dorada, y hay que darles la vuelta con cuidado pero con decisión.

Servimos las hamburguesas acompañadas por el tzatsiki y unas rodajas de lima. Os recomiendo de verdad que probéis todo junto, porque ya sabéis que los garbanzos suelen aportar una textura un poco seca (los falafel, por ejemplo, nunca se comen sin salsa). Sin embargo, como suele ocurrir con las recetas de Nigel Slater, cada elemento combina perfectamente y le aporta al otro lo que le falta, de manera que el conjunto es equilibrado. Y en este caso es así. Probadlo todo junto y ya veréis.

viernes, 29 de noviembre de 2013

De la huerta a la mesa: ful medames, hummus de habas secas


El ful medames es una receta típica de todo el Oriente Medio, pero sobre todo de Egipto. Ful significa haba y medames significa enterradas, porque la olla con las habas se enterraba en los rescoldos del fuego para cocinar estas a fuego lento. Hay recetas de ful medames en las que las habas se dejan casi enteras, en otras se trituran o se comen acompañadas con huevos duros. Las habas se empezaron a sembrar en Somalia y Etiopía, y de ahí pasaron a Egipto. Supongo que la planta se extendió porque casi no hay que regarla. Actualmente en Egipto se considera el plato nacional.

Nosotros plantamos habas en la huerta todos los años. Se tienen que sembrar en otoño, más o menos a principios de noviembre. En enero o febrero ya están cargadas de flores, cuyo aroma atrae a todas las abejas de los alrededores. De esta manera se polinizan las flores asegurándose una gran cosecha. Además de sembrar las habas por sus frutos, las sembramos porque es una planta que enriquece mucho el suelo: los rizomas de todas las leguminosas son infectados por la bacteria Rhizobium, capaz de fijar en el suelo el nitrógeno del aire. Sembrando leguminosas de vez en cuando nos ahorramos los fertilizantes químicos. Esta es otra de las maravillas de la agricultura ecológica (para que luego digan....), sólo hay que respetar las rotaciones de diferentes cultivos en los bancales para ahorrarte disgustos con plagas y otras enfermedades. Si el suelo está bien las plantas crecen sanas y no hace falta echarles pesticidas ni fungicidas ni ninguna otra guarrería.

La historia de un haba, en 8 viñetas


Las habas tiernas se recolectan en primavera. Lo mejor es engañar a unos cuantos amigos con unas buenas viandas, para que a la hora del café, entre sorbo y sorbo de un buen licor casero, todos se pongan manos a la obra para quitarles las vainas a las habitas, como hacían las abuelas. La última vez que hicimos eso fue hace un par de años, y todos se fueron a casa tan contentos con su bolsa de habas después de haber pasado una buena tarde de charla.

Solemos recogerlas frescas, las pelamos, escaldamos y congelamos. Pero las últimas matas las dejamos que se sequen para tener semilla para el año siguiente. Y normalmente son muchas habas para plantarlas todas. Así que con las que teníamos secas preparé este plato. El sabor me recordó mucho al hummus. Y dado que cada vez que quería hacer hummus tenía que comprar garbanzos porque no sembramos en nuestra huerta, pues he encontrado un sustituto estupendo.


Ingredientes,
200 gr de habas secas
100 ml de aceite de oliva virgen
100 ml de zumo de limón
1 cucharada de aceite de sésamo 
1 cucharada sopera de comino molido
una pizca de sal
cilantro o hierbabuena fresca picadas

Ponemos las habas en remojo toda la noche. Al día siguiente, las hervimos a fuego lento durante varias horas, hasta que empiecen a deshacerse. Las escurrimos, les quitamos la piel (esto es facultativo, pero queda más delicado) y las trituramos con el resto de ingredientes excepto las hierbas.
Añadimos las hierbas picadas, y servimos espolvoreado con comino y con un chorro de aceite de oliva por encima.

jueves, 21 de noviembre de 2013

Falafel de berenjena asada y frijoles {el hierro en la dieta con Ventanas Verdes}

El pequeño inquilino de nuestras matas de frijoles
Este mes las Ventanas Verdes hemos decidido centrarnos en cómo incluir suficiente hierro en una dieta vegetariana. El hierro es un mineral importantísimo porque es el que fija el oxígeno a nuestros glóbulos rojos para que lo transporten por todo el organismo. Su ausencia provoca cansancio, falta de concentración.... y una deficiencia grande de hierro puede causar cosas más graves.

Existen muchos alimentos ricos en hierro de procedencia no animal: las legumbres, cereales integrales, frutos secos como las almendras o las avellanas, y vegetales de hoja verde como las acelgas, espinacas, perejil, cilantro....

Yo he optado por preparar un plato a base de legumbres, que tienen mucho hierro, proteína y fibra. Y en este caso he mezclado las legumbres con un buen puñado de cilantro, una hierba que tiene vitamina C y hierro también, porque para que nuestro organismo asimile bien el hierro la vitamina C es fundamental.

Los frijoles son negritos asturianos. Nos los pasaron hace tres años, y ya se ha convertido en un clásico de nuestra huerta. Se dan de maravilla en Tenerife, nunca se bichan ni les ataca ninguna enfermedad. Los sembramos a finales de verano, y tienen un crecimiento tan rápido que el bancal donde están sembrados se convierte irremediablemente en la envidia de todos los vecinos: que verdor, que exhuberancia!   Cuando ya están formadas las vainas y se notan la forma de los granos se corta el riego. Y se dejan secar en la mata, recogiéndola cuando estén secos. Duran perfectamente todo el año en un bote de cristal, hasta la siguiente cosecha.
Este año, en la recogida encontramos a un visitante entre las vainas (lo podéis ver en la foto de arriba). Es lo fantástico de la agricultura ecológica: cuando un insecto termina dominando tanto como para arruinarte la cosecha misteriosamente suelen aparecer un par de colegas a echarte una mano en regular el equilibrio natural de tu huerta. Se llama equilibrio, no cuesta nada, y te da la satisfacción de haber compartido tu tesoro con una rana de cuento. Para que luego vengan entendidos diciendo que esto es todo pose. Va...  qué sabrán....
Por cierto, una ración de 100 gr de frijoles contiene 8,2 mg de hierro, que es algo más de la cantidad de hierro recomendada que deberíamos consumir diariamente. O sea, que aunque el hierro que contienen los alimentos de origen vegetal se absorba menos ¡es más que suficiente! (y más que un filete de vacuno).

Cosecha de frijoles 2013


Ingredientes, para 4 personas


200 gr de berenjena asada (podéis ver aquí cómo asarla)
200 gr de frijoles (negritos asturianos)
3 cucharadas soperas de harina de garbanzo
3 cucharadas soperas de harina de maíz
1/2 cucharadita de semillas de cilantro
1/2 cucharadita de semillas de comino
cilantro fresco picado
hierbabuena fresca picada

pan de pita, lechuga, tomates secos..... lo que se os ocurra para acompañar

La víspera ponemos los frijoles en remojo. Este paso es muy importante. Las legumbres son una fuente de hierro, proteínas y fibra, pero contienen fitatos, que son lo que se denomina un "antinutriente" porque bloquea la absorción de ciertas sustancias. La hidrolización es la manera de descomponer esos fitatos para que no bloqueen la absorción del resto de nutrientes, y para eso es conveniente un remojo y una cocción prolongados.
Al día siguiente los escurrimos, los ponemos en una olla cubiertos de agua y los hervimos a fuego flojo durante una horita, o hasta que estén hechos (pero no deshechos). Queremos que queden un poquito "crunchy".
Mezclamos en un bol la berenjena asada, los frijoles y las semillas. Lo trituramos bien. Mezclamos las hierbas picadas. Vamos añadiendo las harinas hasta que sea suficientemente consistente como para poder hacer bolitas con las manos. 
Hay dos maneras de cocinar los falafel: fritos, que es la manera tradicional, o al horno, que es más saludable porque el producto final es menos calórico. No os voy a engañar: al horno quedan ricos, pero fritos quedan mejor.... esto es así. De todos modos, yo los hice casi todos al horno excepto cuatro de ellos que hice fritos para probar qué quedaba mejor. Y bueno, ya os digo que de ese modo se parecen más a los falafel originales.
Si queréis hacerlos al horno, lo calentamos a 200ºC. Untamos una bandeja con un poco de aceite, hacemos pelotitas con la masa de falafel y las ponemos en la bandeja, aplastándolas un poco. Los horneamos 10 minutos, y entonces les damos la vuelta y horneamos otros 10 minutos. Deben quedar dorados por ambas caras.
También podéis calentar aceite en una sartén, y cuando esté bien caliente freímos los falafel hasta que estén dorados y luego los dejamos escurrir sobre papel absorbente. La verdad que no quedan nada grasientos.

Como no teníamos pan de pita los comimos con ensalada y una salsa a base de berenjena asada, yogur y hierbabuena picada. 

Esta receta pasa a formar parte de las recetas sin gluten y de las aptas para tuppers & picnics.

Como siempre os invito a abrir el resto de Ventanas Verdes.


jueves, 24 de octubre de 2013

Pimientos rellenos de cuscús: recetas y consejos para el tupper {Ventanas Verdes}


Este mes las Ventanas Verdes hemos decidido unirnos a la causa de los que tienen/tenemos que comer de tupper,  bien por elección bien por necesidad. Yo soy de tupper de toda la vida, desde que empecé a ir al colegio. Mi colegio quedaba como a una hora en transporte público desde mi casa, así que era impensable volver a comer. Somos 7 hermanos y supongo que en esos momentos no había becas de comedor, así que mi madre nos preparaba la comida a diario y nos la llevábamos en lo que, en los años '80, se llamaba la tartera. Supongo que también influía que yo comía fatal, fatal, fatal, y mi madre se aseguraba así de que algo comería al menos. Luego en la Universidad me solía quedar a estudiar o nadar por las tardes, y la comida de la cafetería de Físicas (que además se pasó cerrada por obras muchos años) era nefasta (no sólo de bocata de tortilla vive el hombre....). Y luego en Holanda... bueno, ya os he hablado en varias ocasiones del horror de la comida holandesa de batalla. Así que me he pasado casi toda la vida con el tupper de aquí para allá a diario.
Actualmente soy de tupper por elección. Con la cantidad de verduras que produce mi huerto, y con lo poco saludable que suele ser la comida de cafetería, realmente me trae cuenta dedicar un mínimo de tiempo a preparar mi comida todos los días. Con un poco de organización y un equipo mínimo se puede comer todos los días de maravilla.


Voy a empezar con unos consejos básicos para los que os estrenáis este otoño en el mundo tupper:

- Las comidas de tupper deben ser sencillas, pero no aburridas porque si lleváis todos los días la misma ensalada de pasta en menos de un mes estaréis hartos
- Una comida equilibrada tiene que tener verduras, algo de grano y algo de proteína, ya sea vegetal o animal
- Las ensaladas nunca nunca nunca se deben de aliñar antes de comerlas. Hay que llevar el aliño a parte en otro recipiente
- No he encontrado evidencia científica ninguna que demuestre que usar un microondas sea perjudicial para la salud. Así que si tenéis posibilidad de calentar la comida en vuestro puesto de trabajo, adelante. Comer frío todos los días no mola. Y que conste que yo no tengo microondas en casa. Me parece un armatoste horrible y no va con mi manera de cocinar. Pero en el trabajo sí lo uso para calentar la comida. Eso sí, hay ciertas cosas, como las croquetas, que es mejor comerlas frías a calentadas en microondas. Se quedan blandurrias, puaj
- Al hacer la cena pensad en preparar más cantidad para llevarlo el día siguiente. Parece una tontería de perogrullo pero te facilita la vida bastante
- Tened en la nevera cuscús, arroz integral o quinoa ya hervidos, para añadir en el momento a unas verduras asadas o una ensalada, de esa manera os prepararéis la comida en un pispás
- Para preparar una ensalada rápidamente lo que hago es tener limpia la lechuga en el frigorífico, y hago una ensalada mezclándola con frutos secos (pipas, nueces...), semillas, dátiles...

Respecto al equipo necesario para comer dignamente de tupper, depende un poco de si vais a tener un sitio donde calentar la comida o no. En el primer caso, basta con tener un par de tuppers que quepan en una bolsa isotérmica. Lo de la bolsa isotérmica no es un capricho, especialmente en sitios como España que normalmente en verano hace bastante calor, y no es plan de que la comida se ponga mala y te pilles una intoxicación alimentaria. Es conveniente poner dentro de la bolsa un bloque de esos que tienen un líquido dentro y se congelan. O si no con un enfriador de botellas os vale. Cualquier cosa que mantenga frío el interior. También son muy prácticos los tuppers tipo bento, como el que veis en las fotos, con varios compartimentos. Yo siempre llevo uno con el plato principal y otro con una ensalada o con una macedonia de fruta.

En el segundo caso, si queréis comer caliente vais a necesitar un termo. Los mejores son los que aíslan por vacío. Yo tengo un par, uno alargado para líquidos, que viene genial también para llevarse una café calentito a las caminatas por el monte, y otro donde poder llevar comidas sólidas. 



Por último, el tema tuppers de plástico sí/no. Si bien es cierto que el bisfenol A, presente en algunos plásticos (¡ojo! algunos, no todos) ha sido prohibido en cualquier recipiente que se use para alimentar a bebés, no he encontrado evidencia de que la cantidad de bisfenol A que llega a la comida al calentar un tupper que lo contenga sea perjudicial para un adulto. El bisfenol A es un disruptor endocrino, por eso afecta más a bebés, porque están creciendo y formándose. En el caso de los adultos, el problema no viene de que calienten un tupper, el problema viene de que esta sustancia está también en el material que recubre el interior de las latas o los envases de comida preparada. Yo creo que en esto hay que aplicar el sentido común, y preocuparnos sobre todo de lo que está dentro del tupper, que desde luego va a afectar mucho más a nuestra salud que la mínima cantidad de sustancia que desprenda el contenedor al calentarlo. Si normalmente no consumís refrescos, ni comida de lata, ni precocinados envasados, probablemente no tenéis de qué preocuparos. Por supuesto, siempre podéis llevar tuppers de cristal, o de plásticos del tipo 1, 2, 4, o 5, que no usan bisfenol A para su polimerización.

En esta ocasión os traigo esta receta de pimientos rellenos de cuscús, pero aquí podéis ver todas mis recetas aptas para tuppers o picnics, por si necesitáis inspiración.

Ingredientes, para 5-6 raciones

10 pimientos medianos

para el relleno,
300 gr de cuscús
1 cebolla
2 berenjenas pequeñas
10 aceitunas negras
1 limón confitado
un manojo de hierbabuena
1/2 cucharadita de pimentón dulce

para la salsa,
2 yogures naturales
el zumo de una lima
un manojo de hierbabuena
una puntita de pimentón

Calentamos el horno a 180ºC.
Abrimos los pimientos cortando la parte de arriba y les sacamos las semillas.
Preparamos el cuscús siguiendo las indicaciones del envase (normalmente se hierven un volumen de agua por un volumen de cuscús). Lo reservamos.
Picamos la cebolla fina y la rehogamos en un poco de aceite de oliva. Cuando esté transparente añadimos la berenjena también picada fina. Cuando esté hecha añadimos el pimentón, removemos y apartamos del fuego. 
Mezclamos el cuscús, la cebolla y berenjena, las aceitunas y el limón confitado cortados en rodajitas, y la hierbabuena picada. Con esto rellenamos los pimientos. Los ponemos en una fuente de horno y horneamos durante 50 minutos. 
Mientras hacemos la salsa. Mezclamos los yogures con el zumo de la lima y la hierbabuena picada. Añadimos el pimentón (puede ser picante si os gusta). Esta salsa es el complemento ideal de los pimientos porque el relleno no es muy jugoso (lo que hace que se conserven mejor) y por eso conviene acompañarlos con una salsa.

Para llevarlo en el tupper, yo pongo los pimientos en un tupper y la salsa en otro, porque no queremos calentarla. Calentamos los pimientos en el micro y en el momento de comerlos les añadimos la salsa.
Como siempre, os invito a que abráis el resto de Ventanas Verdes, seguro que mis compañeras os van a dar ideas estupendas para vuestro tupper.

domingo, 25 de agosto de 2013

Ka'ach bilmalch, rosquillas saladas de Jerusalem


Perdonad mi ausencia, pero me hallo en estos momentos poseída por el espíritu de una ardilla, una marmota, o algún otro bicho recolector, de los que tienen que prepararse para la llegada del invierno, pero en lugar de guardar semillas y frutos secos en mi madriguera estoy en plena vorágine conservera, haciendo mermelada de higos, chutneys variados, conservas de tomate, pickles de todo lo "pickleleable".... desde que llegué de vacaciones no he parado. Llego del curro y me pongo a conservar. Ya lo he dicho alguna vez, pero a los que tenemos huerta deberían darnos libre del 15 de agosto al 15 de septiembre. En plena época de cosecha, ¿cómo se les ocurre obligarnos a pasar 40 horas semanales currando, con lo ocupados que estamos conservando lo recolectado de cara al invierno? No es que en otoño no tengamos huerta, pero no hay nada como la abundancia del verano. El resto del año tenemos zanahorias, remolachas, puerros, espinacas... un montón de cosas muy buenas. Pero, desde mi punto de vista, los cultivos de verano son los reyes absolutos de la huerta. No hay tomates que sepan como los recién recogidos, bien rojos por dentro, en su punto justo de maduración, ni berenjenas tan tiernas y cremosas como las nuestras. Y no hay nada como abrir en enero un bote de pisto casero, o uno de berenjenas encurtidas. O el placer de tener amigos en casa e improvisar una cena a base de queso, chutney, ensalada, pickles de calabacín y pan casero. Todo hecho en casa, sin conservantes ni guarradas artificiales, con trazabilidad absoluta. Los que tenéis huerta me entendéis, ¿verdad?

Esta receta se la dedico a todas esas personas que, como nosotros, están ahora mismo dedicándose a buscar botes de cristal vacíos, pasando tardes de esterilizar botes, remover ollas con cucharas de madera, picando, mezclando, espesando... Viva el espíritu ardilla. Que no decaiga.
Para que tengáis algo que picotear mientras tanto y no os abandonen las fuerzas, estas rosquillitas. La receta es del libro "Jerusalem" de Sami Tamimi y Yotam Ottolenghi. Son deliciosas, perfectas para comerlas con una cerveza o un vinito. De aperitivo, o para aguantar hasta la hora de la cena, sobre todo si estáis cenando a horas tan tardías como nosotros últimamente. Aunque el esfuerzo merece la pena, ¿no?



Ingredientes, para unas 40 rosquillas

500 gr de harina de trigo blanca
100 ml de aceite de girasol
100 gr de mantequilla a temperatura ambiente
1 cucharadita de levadura seca de panadero
1 cucharadita de levadura de repostería
1 cucharadita de azúcar
1 y 1/2 cucharaditas de sal
1/2 cucharadita de comino molido
1 y 1/2 cucharadas de semillas de hinojo tostadas y majadas en el mortero
100 ml de agua
1 huevo
2 cucharaditas de semillas de sésamo blanco y sésamo negro (ajenuz)

Calentar el horno a 200ºC. Mezclar todos los ingredientes excepto el huevo y el sésamo y amasar bien. Tiene que quedar una masa suave pero nada pegajosa.
Poner papel de horno en una bandeja. Ir cogiendo trozos de masa de unos 25 gr. Hacer rollitos de unos 12 cm de largo, y juntar los extremos para formar una rosquilla. Ir poniéndolas en la bandeja, dejando un par de cms de separación entre ellas, y cuando tengamos todas las rosquillas formadas pincelamos con el huevo batido, espolvoreamos con las semillas de sésamo y dejamos reposar 30 minutos.
Pasado los 30 minutos horneamos unos 20 minutos o hasta que estén bien doradas.
Antes de comerlas (o de guardarlas) las dejamos enfriar totalmente en una rejilla.

Y ahora os dejo que tengo unos tomates ropreco que esperan a ser convertidos en salsa ;) ¡Ánimo huerteros! Y si necesitáis inspiración, todas mis recetas de conservas están aquí.

 

viernes, 5 de julio de 2013

De la huerta a la mesa: ensalada de judías borlotti con salvia

 
Tengo que haceros una confesión. Sí, yo también he seguido Masterchef. Empecé a verlo porque Clara, cuyo blog me gusta mucho, anunció su participación. Como vivo en la Luna hasta ese momento ni me había enterado de la existencia del programa. No lo veía en directo, prefería verlo en diferido en mis ratos tontos porque de esa manera podía saltarme las partes lacrimógeno/emotivas, que eran las que menos me gustaban, y porque además a D. no le interesaba un pimiento. Reconozco que los últimos programas fueron mejores porque se centraban más en la parte culinaria, pero aun así desde el principio pensé que todo era demasiado estructurado como para no seguir un guion: los concursantes habían sido elegidos según unos perfiles muy claros, para que hubiera de todo: el cabroncete, el resabido, el noblote, el ama de casa, el joven.... Cada uno de un rincón del país. Poco a poco fueron cayendo los perfiles que menos juego daban, y quedaron los más mediáticos. Y bueno, finalmente ganó Juanma, el concursante que caía bien a todos, el de la superación personal, el que tuvo que ponerse a trabajar muy joven para mantener a su familia. Un final del que se puede extraer una moraleja muy edificante, perfecta para estos momentos de crisis: con esfuerzo se consigue todo en la vida. No os voy a negar que se me saltaron las lagrimillas cuando dijo aquello de que su padre estaría orgulloso de él, joder, cualquiera que haya perdido a su padre debía estar a moco tendido en ese momento, y me alegré por el chaval que va a recibir esa formación de cocinero que siempre quiso. Pero, aunque nunca he sido muy de conspiranoias..... ¿no os parece un final demasiado perfecto? Que la tele manipula lo sabemos todos. Y bueno, realmente no creo que a la audiencia le hubiera gustado que ganara Cerezo, el canalla del grupo (aunque el de las ocurrencias mejores, fuesen suyas o del guion, seguido de cerca por Fabián y su afirmación de que "El Brujo debió ser el David Guetta de su generación"). Y es cierto que entre tanta telebasura está bien que haya un programa que trate de inculcar esos valores que tanta falta hacen, no tanto a la ciudadanía como a muchos políticos. Pero por otra parte me molesta pensar que nos hayan tomado el pelo, a los espectadores y a los participantes, y que todo el asunto estuviera organizado desde el principio. Porque el mensaje es bonito pero, reconozcámoslo, lamentablemente muchas veces ganan los que no nos caen bien, incluso los malos. Y muchas veces se lleva el gato al agua no el que más se esfuerza, sino el que más suerte tiene. Y creo que el mensaje que hay que hacer llegar no es "con esfuerzo todo se logra", porque no es verdad,  sino que merece la pena el esfuerzo aunque no lo logres, porque al final del día estarás orgulloso de ti mismo por haberlo intentado. El peligro del rollito ese del esfuerzo es que mucha gente acabará frustrada porque a pesar de intentarlo con toda su alma no lo conseguirán. Y entonces ¿qué? ¿cómo se enfrentan a eso?

Disfrutemos del camino, eso es lo importante. Disfrutemos intentándolo. Y si además conseguimos nuestros objetivos ¡genial! Y si no, que nos quiten lo bailao, amigos.

Y bueno, nada mejor que una receta sencilla para un día de pensamientos espesos. Una ensalada de judías borlotti aderezadas con salvia. Unas buenas borlotti frescas, de la huerta, salvia recién cortada, de la maceta del balcón. Eso es todo. Sin intermediarios. Sin florituras. Sin mensajes equívocos.


Receta del libro "Sarah Raven´s Garden Cookbook"
Ingredientes,
500 gr de judías borlotti frescas (o 250 gr de judías secas) en Canarias las llaman "manto de la virgen" y en el mercado de La Recova las venden frescas
un par de dientes de ajo asado
un buen puñado de hojas de salvia
3 cucharadas soperas de aceite de oliva virgen
un chorrito de vinagre
2 cucharaditas de mostaza
un puñado de rúcula
sal y pimienta

Poner las judías, el ajo y la salvia troceada en una cacerola, cubiertas de agua, a fuego medio. Cuando rompa a hervir lo dejamos 30 minutos hasta que las judías estén tiernas.
Escurrimos, mezclamos con una cucharada sopera de aceite de oliva, y reservamos.
Mezclamos el aceite de oliva restante con el vinagre, la mostaza, sal y pimienta, hasta obtener una vinagreta cremosa.
Aderezamos las judías con la vinagreta, y ponemos por encima más hojas de salvia picada y la rúcula.
Se puede comer tibia o fría.

Y ya sabéis, dudad, dudad de todo. Y luchad por lo que queréis, pero sobre todo sed felices mientras lucháis, porque si no, no merece la pena.

domingo, 30 de junio de 2013

De la huerta a la mesa: tarta salada de calabaza, calabacín y pesto


Empieza la temporada de calabacines, berenjenas y tomates. Nuestra huerta está a reventar de verduras de verano, ¡vivan las solanáceas! ¡vivan los calabacines! Esta cocina se va a llenar de ellos los próximos meses. Aunque entre medias tengo intención de colar algún experimento repostero que tengo ahora mismo en el horno.

Tenía ganas de publicar esta tarta. Fue un experimento total. Tenía ganas de hacer una especie de quiche pero en plan sanote, sin nata, porque las quiches que he probado por ahí siempre me resultan muy grasientas y pesadas, y a D. la nata le sienta como un tiro. Me apetecía hacer una versión más ligera, así que decidí probar a usar yogur natural en lugar de nata para cuajar el relleno. D. me miraba escéptico mientras me veía batir el huevo con el yogur. Pero cuajó, y quedó muy rico de sabor y muy ligero. Así que quiero compartir la receta con vosotros por si le sirve a alguien de inspiración. Se conserva muy bien de un día para otro y está muy buena fría, así que pasa a formar parte de las recetas aptas para Tuppers y picnics. La idea de mezclar unas cucharadas de pesto con el relleno la saqué del libro "Variations potimarron" de Clea Cuisine.

Ingredientes,
para la masa
200 gr de harina de espelta integral
4 cucharadas soperas de aceite de oliva virgen
1 cucharadita de orégano
agua, la suficiente para que ligue la masa (la cantidad depende mucho de la harina que uséis, yo usé unos 100 ml)

Mezclamos todos los ingredientes, y amasamos lo justo para tener una bola de masa homogénea, pero no más, porque queremos que quede como una masa quebrada, no queremos trabajar demasiado el gluten.

para el relleno
200 gr de calabaza asada en cuñas, sin piel
1 calabacín cortados en rodajas
un par de cucharadas de pesto (lo hice con un puñado de piñones, un buen manojo de albahaca fresca, una pizca de sal y un buen chorro de aceite de oliva virgen, todo molido en el mortero)
1 huevo
1 yogur natural entero
50 ml de leche semidesnatada 
una pizca de sal


Calentamos una plancha a fuego medio. Pasamos las rodajas de calabacín por la plancha y reservamos.
Batimos el huevo con el yogur y la leche. Añadimos la pizca de sal y el pesto.
Calentamos el horno a 180ºC.
Extendemos la masa en un molde de tartas desmontable. Disponemos las cuñas de calabaza y las rodajas de calabacín, y por encima la mezcla de huevos, yogur, leche y pesto.
Horneamos unos 50 minutos o hasta que esté cuajada la tarta (comprobamos pinchando con un cuchillo, tiene que salir limpio).
Se puede comer tibia o fría. Con una ensaladita, es ideal para una cena ligera.



 
 

lunes, 11 de febrero de 2013

Hamburguesas vegetarianas de frijoles y calabaza {Propósitos saludables con Ventanas Verdes}


Las Ventanas Verdes nos hemos propuesto este mes convenceros de que llevar una alimentación más saludable no tiene que ser sinónimo de comida aburrida. Bueno, eso si es que hay que convenceros, ya que dudo que alguien de entre los que soporta mis chapas sea amante de la comida basura. En ese caso, estaría harto de mi y de mis rollos ¿no?

La cosa es que yo he decidido centrarme en las legumbres, esas grandes damnificadas de la dieta moderna. El consumo de legumbres en España era algo habitual hasta hace bien poco, pero a partir de los años setenta ha ido decreciendo paulatinamente. En 2002 los españoles consumimos la mitad de lo que consumíamos en los 80, y continúa descendiendo. Esto se debe a que al aumentar el poder adquisitivo del español medio tendió a sustituir las sanas legumbres, consideradas alimento de pobres, por la carne roja, que aunque tomada con moderación no tiene por qué ser poco saludable, sí que lo es si se consume en exceso. Eso añadido a que para hacer un filete basta con echarlo a la sartén mientras que cocinar legumbres requiere un mínimo de organización, ha hecho que hayamos abandonado su consumo casi por completo. Tenemos las legumbres asociadas al cocido o la fabada que preparaban durante horas nuestras madres y abuelas, platos que, aunque estén deliciosos, son complicados de hacer. Mi propósito saludable es convenceros de que las legumbres se pueden usar para preparar platos rápidos, sanos y divertidos.
Recogiendo negritos el pasado septiembre
Este verano las calabazas invadieron la huerta

¿Y por qué debemos recuperar el consumo de legumbres? Pues porque son ricas en proteínas vegetales, en fibra, minerales (magnesio, hierro) y antioxidantes. Son una fuente de proteínas sin nada de grasa, a diferencia de la carne. Algo a tener en cuenta a la hora de cocinarlas es recuperar la costumbre de ponerlas en remojo la víspera. Eso hace que se rompan los enlaces de los oligosacáridos, el compuesto que produce los gases, y que las legumbres sean más fáciles de digerir y absorbamos mejor sus nutrientes.

Y, por cierto, los que tenéis huerta animaos a sembrar legumbres para secar. Es de lo más gratificante que hay, y así os aseguráis de tener legumbres de calidad durante el resto del año. Nosotros para estas hamburguesas hemos usado los negritos asturianos que recogimos en septiembre. De media cama que sembramos recogimos varios kilos de legumbre que nos están sabiendo a gloria en los platos que estamos preparando este invierno.

La receta la he adaptado de estos patties de Sprouted Kitchen, un blog en inglés con unas recetas buenísimas. Es una receta que se puede ajustar a lo que tengáis por casa: que no hay arroz, pues echamos cuscús (las preparamos una vez así y también salieron buenísimas), que no hay frijoles, pues judías pintas, o lentejas, que no tenéis lino molido, pues no se lo ponéis (podéis poner huevo). Echadle imaginación. Además, está muy bien para recuperar sobras, ya que se pueden hacer con algo de arroz que haya sobrado de una comida y algo de legumbres que hayan quedado de otro guiso.


Ingredientes,

2 dientes de ajo (yo usé ajos asados)
1/2 taza de puré de calabaza asada, bien escurrida
2 cucharadas soperas de aceite de oliva virgen
1 cucharadita de pimentón (yo usé picante, pero eso va al gusto)
3/4 de cucharadita de sal
1 cucharadita de comino molido
2 cucharadas soperas de lino molido
1 taza de arroz hervido
2 tazas de frijoles cocidos (unos 200 gr de frijoles secos, nosotros usamos los negritos de nuestra huerta)
1/3 de taza de copos de avena (se pueden hacer sin gluten sustituyendo la avena por otro cereal apto)
5-6 cucharadas soperas de harina de maíz (para dar consistencia a la mezcla)

Mezclamos los dientes de ajo con el puré de calabaza, el aceite de oliva, el pimentón, la sal, el comino y el lino molido. Trituramos todo bien. Añadimos el arroz y la mitad de los frijoles y trituramos, pero no demasiado (tiene que quedar una mezcla gruesa). Añadimos el resto de los frijoles y los copos de avena y damos sólo un golpe de batidora. Vamos añadiendo cucharadas de harina de maíz y removemos hasta tener una pasta a la que podamos dar forma con las manos, aunque sea pegajosa.
Formamos las hamburguesas y las cocinamos en una sartén con una gota de aceite, a fuego medio. No le damos la vuelta hasta que no haya cogido consistencia, pero teniendo cuidado de que no se peguen.

Nosotros nos las comimos con los panecillos de hamburguesa que publiqué hace un par de años y con bien de chutney especiado de tomates de nuestra huerta, aunque si me hubiera quedado algún bote de ketchup casero tampoco me habría importado echarle. Y las acompañamos con unos chips de zanahoria (de la huerta, como todo ;)

Como siempre, os animo a abrir el resto de Ventanas, cuyos enlaces podéis encontrar en el blog de Ventanas Verdes.

miércoles, 28 de noviembre de 2012

Empanadas chilenas vegetarianas {desde Lyon}


Me despido de Lyon, y de Cl. y Al., con esta receta de empanadas chilenas. Las preparamos el domingo, aprovechando una tarde de frío y lluvia, que es lo que más está abundando este mes. Al. tenía antojo de empanadas desde hace días, y lo prometido es deuda. 

El viernes vuelvo a casa. He estado aquí muy a gusto, pero ya tengo ganas de ver a D., mi huerta, de ir a por setas a los bosques de La Esperanza... en fin, que Tenerife ya es mi casa, y si además añadimos a eso el frío pelón que está haciendo por aquí, ¡pues que voy a pillar la isla con ganas! Pero mi mes de trabajo aquí ha sido muy, muy agradable gracias a lo acogedores que son Cl. y Al. ¡¡gracias chicos!! Nos vamos a ver en Chile seguro, seguro. 

Las receta de empanadas más habitual lleva carne picada, pero nosotros la sustituimos por soja texturizada porque mis queridos hospederos no comen bichos :) El resto del relleno, con las aceitunas negras, las pasas y el huevo duro, sí que es el tradicional. Al. esta vez, además de hacer las fotos, preparó el pino, que es como llaman a la mezcla de carne picada (o soja) cebolla y ají, y rellenó las empanadas, así que mi aportación fue la masa. Estaban muy buenas, buenísimas. Nada sabe tan rico como lo casero.


Ingredientes (para 10 empanadas grandes)

para la masa,

480 gr de harina T80
250 ml agua
100 gr de mantequilla (o manteca)
un pizca de sal
una cucharadita de ají disuelto en una cucharadita de aceite

para el pino,

110 gr de soja texturizada + 400 ml de agua
5 cebollas medianas (~300 gr)
tomates secos (esto es de la propia cosecha de Al., la receta habitual de empanadas no los lleva)
1 cucharadita de comino
1 cucharadita de ají
un chorrito de salsa de soja
sal y pimienta
30 gr de pasas remojadas

para el relleno,

20 aceitunas deshuesadas
2 huevos duros cortados

Primero preparamos la masa. Mezclamos el agua con la harina, la sal y el ají y amasamos unos diez minutos, hasta tener una masa lisa. A continuación vamos añadiendo la mantequilla cortada en trocitos, y vamos amasando para que se incorpore. Al principio la masa se volverá pegajosa, pero amasamos hasta volver a tener una masa lisa. Dejamos reposar mientras preparamos el relleno.

Para preparar el pino remojamos la soja en el agua, hasta que la absorba. Picamos las cebollas y los tomates secos. Rehogamos la cebola en una sartén, hasta que esté transparente, escurrimos la soja y la añadimos a la sartén, junto con los tomates, el comino, el ají, las pasas y un chorrito de salsa de soja.

Cortamos la masa en 10 trozos. Hacemos cada trozo una bola y con un rodillo la estiramos hasta tener un círculo de unso 15 cm de diámetro. Ponemos en el centro un par de cucharadas de pino, dos aceitunas y unos trozos de huevo duro. Doblamos y cerramos formando un reborde, y presionando para que no se abran en el horno.

Calentamos el horno a 190ºC. Horneamos unos 15 minutos o hasta que estén doradas.


Y os dejo mis últimas fotos de Lyon. El fin de semana fuimos al marché de la Croix-Rousse, paseamos por les pentes, por los traboules, por el barrio de Saint-Jean... Los traboules son pasajes que conectan los edificios de la Croix-Rousse y del Vieux Lyon y que eran usados por los comerciantes de seda para poder llevar su mercancía de un sitio a otro sin necesidad de pisar la calle, y para que los canuts, los obreros de la seda, que trabajaban en sus talleres en la parte de arriba de les pentes, pudieran acceder rápidamente a la rivera de la Saône, donde los comerciantes tenían sus tiendas. Dicen que debido a estos laberínticos pasajes los alemanes tuvieron grandes problemas para hacerse con estos barrios durante la ocupación nazi, pero no sé cuanto de cierto tiene esto. En todo caso, es una delicia pasear por esos barrios. Aquí os los dejo. Las próximas fotos ya serán de mi huerta.

This boots are made for walking