Seguimos con las recetas a base de productos de temporada, y esta vez ha sido el otro gran protagonista de los mercados quien ha llamado nuestra atención: las cerezas. La temporada de cerezas es breve, pero mientras dura los mercados están inundados de ellas, e incluso en los parques lioneses se pueden ver cerezos "salvajes" cargados de fruta. Es tan popular que hay una canción,
Le temps de cerises, que ha sido interpretada por casi cualquier cantante francés que se precie, y que fue elegida por los franceses como una de las canciones que mejor representan su idiosincrasia. Escrita en 1866 por Jean Baptiste Clément, se convirtió en el himno de la
Comuna de París, un movimiento revolucionario obrero, basado en la autogestión, que se negó a rendirse ante las tropas de Prusia y que gobernó París durante un breve periodo de tiempo, promulgando leyes como la creación de guarderías para los hijos de las obreras, la laicidad del
Estado, la obligación de las iglesias de acoger las asambleas de
vecinos y de sumarse a las labores sociales, la remisión de los
alquileres impagados y la abolición de los intereses de las deudas. Vaya, lo mismito que aún hoy, siglos después, querríamos conseguir...... Llegó a su fin tras los combates de la Semana Sangrienta, cuando el gonierno provisional la aplastó con extrema dureza. La letra de la canción habla de la felicidad efímera, tan efímera como la temporada de cerezas.
Cuando estemos en el tiempo de las cerezas el alegre
ruiseñor y el mirlo burlón estarán de fiesta. Mujeres hermosas tendrán
la locura en la cabeza y los enamorados, sol en el corazón.
Cuando
cantemos en el tiempo de las cerezas silbará aún mejor el mirlo
burlón. Pero es muy corto el tiempo de las cerezas cuando soñando vamos los dos a
cortar pendientes para las orejas…
Cerezas
de amor iguales que rosas que caen bajo el follaje como gotas de
sangre… Pero es muy corto el tiempo de las cerezas, pendientes de coral
que se cortan soñando.
Cuando estéis en el
tiempo de las cerezas, si acaso teméis las penas de amor, evitad a las
hermosas mujeres. Yo, que no les temo a los grandes dolores, no viviré ya
un día sin sufrir…
Cuando estéis en el tiempo
de las cerezas, vosotros también penaréis de amor. Por siempre amaré el
tiempo de las cerezas. Es de ese tiempo del que guardo en el corazón una
herida abierta.
Y aunque se me ofreciera la
dama Fortuna, no podría jamás calmar mi dolor. Por siempre amaré el
tiempo de las cerezas, y el recuerdo que guardo en el corazón.
El autor, combatiente de la comuna, tras retornar del exilio años después, dedicó la canción a una joven enfermera caída en combate. Como dicen en el programa "
El oído atento" de Radio3, que le dedicó un especial hace poco
"
al final, sin hablar de fusiles ni declaraciones programáticas, ha
acabado siendo una de las más hermosas canciones revolucionarias de la
historia de la clase obrera. Una vez más se demuestra que la poesía es
más efectiva que el panfleto."
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Nosotros querríamos haber hecho un
clafoutis, mucho más francés que un cheesecake, para honrar a esos revolucionarios franceses, pero en el apartamento que tenemos alquilado no hay horno. Así que echando mano de otros ingredientes, también tan franceses como
Marianne, hemos preparado estas
verrines. Este no es un postre del que convenga abusar, lleva grasa, lleva azúcar, pero ¡qué demonios! el tiempo de las cerezas llega sólo una vez al año. Festejémoslo como merece, disfrutando el momento efímero, sin pensar en el mañana por una vez.
Ingredientes, para 4 vasitos muy generosos, o para 6 normales
para la base:
unas 5 cucharadas soperas de mantequilla a temperatura ambiente (70 gr aproximadamente)
125 gr de galletas "petit beurre" integrales (se pueden sustituir por galletas de tipo digestive)
para la crema:
150 gr de queso St Moret (o queso de tipo philadelphia)
algo menos de 1/3 de taza de azúcar
la ralladura de la piel de 1/2 limón
200 ml de "crème fleurette" (nata de leche entera para montar, con un mínimo de 30% de materia grasa. Es el nombre que se le daba a la nata que sacaban después de dejar reposar la leche recién ordeñada, aunque ahora la venden pasteurizada)
para la cobertura:
250 gr de cerezas
3 cucharadas soperas rasas de azúcar
Metemos la crème fleurette (la nata para montar) y el recipiente en el que vayamos a montarla en el congelador.
Preparamos la base machacando las galletas y mezclándolas bien con la mantequilla a temperatura ambiente cortada en dados. Rellenamos el fondo de los vasos, presionando bien, y los pasamos al frigorífico.
Batimos el queso con el azúcar y la ralladura de limón. Reservamos.
Montamos la nata en el recipiente que previamente hemos dejado en el congelador (nosotros tuvimos que montar la nata con un tenedor.....) y la mezclamos delicadamente con la mezcla de queso y azúcar. Rellenamos los vasos con esta mezcla, cuidando de dejar la superficie plana. Los metemos al menos 4 horas en el frigorífico, e idealmente toda la noche.
Preparamos una confitura con las cerezas, a las que le quitaremos los huesos, y el azúcar. Reservamos.
Cuando vayamos a servir los vasitos, repartimos la confitura de cerezas por encima, y decoramos con dos cerezas crudas (si es que el monstruo de las cerezas ha dejado alguna).
Está muy bueno. Pero que muy, muy bueno. Probadlo y ya me contaréis.