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lunes, 16 de diciembre de 2013

Rotolo de pasta fresca de escanda integral, con calabaza y espinacas {Menú de Navidad con Ventanas Verdes}


Un año más las Ventanas Verdes os presentamos nuestro menú de Navidad, para inspiraros ideas saludables a la hora de preparar cenas o comidas en estas fechas. Sé que soy pesada pero voy a volver a decirlo: soy cero, pero cero pelotero, pro-navidades. Yo soy de celebrar lo bien o lo mal que vayan las cosas a diario, no me gustan las fechas señaladas, ni las comilonas, ni el consumismo desaforado, ni el despilfarro energético de la iluminación navideña, ni tener que estar feliz por decreto. Pero lo cierto es que para los que vivimos lejos de "casa" (o sea, del lugar en el que nacimos, porque como dijo Liberty Valance "mi casa está donde cuelgo mi sombrero") estas fechas son una excusa para juntarnos con la familia y con los amigos que tenemos repartidos por todo el globo. Y qué mejor lugar para reunirse que en casa, entorno a una mesa con platos saludables. Como los que propone nuestro menú de este año:



El plato que he elegido este año ha sido un rotolo de pasta fresca, relleno de sabrosa calabaza asada y espinacas, horneado en una salsa de tomate casera. Es un primero ligero, vegetariano, pero lleno de sabor si los ingredientes son de buena calidad. Hay que elegir una calabaza de carne prieta y con mucho sabor, y haber hecho la salsa de tomate con unos tomates bien maduros. O sea, es la ocasión perfecta para usar uno de esos botes de salsa que hicimos con los tomates del verano, para que se luzca en todo su esplendor. En nuestro caso, la calabaza es del tipo "dulce de horno", de las que plantamos este verano. Es como la Ruperta pero un poco más verde, y es una calabaza cuya carne tiene poca agua, perfecta para este tipo de platos y también para dulces. La verdad es que nos gustó mucho su sabor. Y pesaba nada más y nada menos que 6 kilos. Y las espinacas son de las que se llaman "de Nueva Zelanda", son rastreras y en nuestra huerta crecen como malas hierbas. Tienen más sabor que las espinacas normales, así que si vais a usar de las otras quizá os convendrá poner más cantidad.

La pasta la preparamos con escanda integral 100%, y aunque el sabor quedó estupendo tengo que avisaros que trabajar esa masa es más complejo que usar sémola de trigo o harina 00. La escanda tiene menos gluten pero más extensibilidad que el trigo normal. Eso hace que la masa no se pueda dejar tan fina, porque se rompe con más facilidad. Sin embargo, en este plato eso no es un problema porque la masa va a absorber la salsa de tomate y se quedará bien hecha, con una sabor estupendo y nada pesada. Pero a los que nunca hayáis hecho pasta fresca, os recomiendo que uséis harina 00 o sémola de trigo duro, y cuando ya tengáis confianza os lancéis a usar otras harinas.


Esta es una manera de preparar un delicioso plato de pasta fresca para muchos comensales sin tener que pasaros tres horas en la cocina. No os dejéis intimidar por la lista de ingredientes ni por la longitud de la receta. La mayor parte de las cosas se pueden preparar el día antes, de manera que lo único que tendréis que hacer en el momento será estirar la pasta, montar el rotolo y hornear. Como dice Su, vamos a ello.
Ingredientes, para 6 personas

para la salsa:

1 litro de salsa de tomates asados (o la mejor salsa de tomate que podáis conseguir)
media cebolla picada
aceite de oliva virgen

En una sartén a fuego medio rehogamos la cebolla en el aceite de oliva. Cuando esté transparente añadimos la salsa de tomate. Dejamos que reduzca unos 15 minutos y reservamos.
(Yo la preparé el día antes) 

para el relleno:

750 gr de puré de calabaza asada (necesitaréis una calabaza de 1 kilo, más o menos)
400 gr de espinacas frescas
un poco de requesón o ricotta
sal y pimienta

Asamos la calabaza durante una hora, en el horno calentado a 180ºC. Le quitamos la piel y las semillas, y ponemos la carne en un colador para que suelte el líquido. Trituramos la carne  con un tenedor, salpimentamos y reservamos.
Lavamos bien las espinacas, las cortamos y rehogamos en una sartén con un poco de aceite de oliva. Reservamos.
(Esto también lo preparé el día antes)


para la pasta:

150 gr de harina de escanda integral
150 gr de sémola fina de trigo duro
3 huevos
un chorrito de aceite de oliva virgen
una pizca de sal
agua, la que haga falta

Os recomiendo que si nunca habéis hecho pasta fresca os leáis antes el tutorial.
Se mezclan la sémola y la harina de escanda con los huevos, la sal, y el chorrito de aceite de oliva. Si la masa está seca, añadirle un poco de agua. Si usáis escanda, al principio la masa debe quedar algo pegajosa. Dejadla reposar antes de añadir más harina, ya que la masa cambia mucho de textura con el reposo. Debe quedar elástica, si está muy seca no será posible trabajarla para dejarla fina. Si después de dejarla reposar una hora sigue pegajosa, entonces sí añadimos sémola hasta que tengamos una masa que justo no se nos pegue a las manos.
Dejamos reposar unas horas, aunque es mejor prepararla la víspera y dejarla en el frigorífico bien envuelta y dentro de un tupper para que no se seque.


montaje del plato y horneado:

Calentamos el horno a 180ºC.
Ponemos la salsa de tomate en una fuente de horno.
Cortamos la masa en seis trozos. Los estiramos con el rodillo o con la máquina de pasta hasta hacer láminas de unos mm de grosor, y de unos 20 cm de ancho. Yo utilicé la máquina de pasta, y pasé las láminas por la posición 3 (en la Imperia).
En una superficie enharinada (bien enharinada si usáis escanda, qué buen sabor tiene pero cómo se pega la condenada) ponéis las láminas de pasta. Repartís el puré de calabaza, (como veis en la foto) ponéis encima espinacas y unas cucharadas de requesón o ricotta. Enrolláis sin presionar. Cortad cada rollo de pasta en tres trozos y, con mucho amor, los ponéis verticalmente en la bandeja, bien pegaditos unos a otros. Como el cilindro se habrá aplastado al cortarlo, una vez colocados los trozos de pasta en la bandeja, tratad de abrir los extremos para que cada trozo quede como una flor. Mis colegas han rebautizado este plato como "rosas de pasta".
Cuando la bandeja esté llena, la metemos en el horno.
Horneamos 40 minutos.


Animaos a preparar este plato, a mis amigos les gustó mucho. La parte de arriba de la pasta queda crujientita pero no dura, la pasta absorbe la salsa de tomate y el sabor se combina genial con la calabaza y las espinacas.

Como siempre os animo a que abráis el resto de Ventanas y descubráis los platos de nuestro menú de Navidad.


miércoles, 27 de febrero de 2013

HEMC#59: tagliatelle de remolacha con pesto de hierbabuena


El HEMC (Hecho En Mi Cocina) fue el primer evento culinario en el que participé, hace ya un montón de años, y después de mucho tiempo sin enviar recetas este mes he decidido volver a la carga. La anfitriona de este mes es Cristina del blog Le Bon Vivant, y el tema que ha elegido me encanta: ¡la remolacha!

Hasta que tuve huerta nunca había tenido la suerte de probar las remolachas "al natural". Ahora que las plantamos en la huerta hemos descubierto que es una verdura de lo más versátil. Hemos hecho con ellas sopa, ensalada, falafel, bizcocho, un paté vegetal..... me encanta el sabor, y siempre tenemos al menos una línea de remolachas sembrada.

La idea de hacer estos tagliatelle surgió después de probar los ravioli de remolacha que hacen Antonella y su pareja y que venden en su puesto del mercado de La Recova en Santa Cruz. Hace poco que han abierto su puesto, y D. y yo nos hemos aficionado a comprarles la pasta, tanto fresca como seca, porque la que preparan es espectacular. Hacen ravioli de castaña rellenos de calabaza, tagliatelle de espelta o de gofio, pasta hecha con hierbas de Provenza..... y todo buenísimo. Si vivís por aquí acercaos a su puesto. Y por si las moscas os aseguro que no me llevo nada recomendándoles, tan sólo la satisfacción de saber que quien vaya no se va a arrepentir.


Ingredientes,
para 3 personas

1 huevo
una remolacha pequeña (75 gr) 
200 gr de sémola de trigo duro integral
un buen chorro de aceite de oliva virgen extra
un pellizco de sal
y algo de agua en caso de que la masa lo pida.

para el pesto,
un buen manojo de hierbabuena fresca
un puñado de piñones
sal y aceite de oliva virgen extra

Hervimos la remolacha, con su piel, hasta que esté tierna. La escurrimos y reservamos el agua de la cocción. Pelamos la remolacha y la trituramos junto con el huevo, una pizca de sal y un chorrito de aceite de oliva. Mezclamos el puré resultante con la sémola de trigo duro. Amasamos bien y dejamos reposar hora y media. No debe quedar ni pegajosa ni muy dura, tiene que ser elástica.
Se coge un trozo de masa, no muy grande, se aplasta dejándolo con forma alargada, y se pasa primero por la posición cero de los rodillos de la Imperia un par de veces, y luego sucesivamente por el resto hasta dejarlo con el grosor que uno quiera. Yo los tagliatelle los dejo al 5, y la masa para ravioli al 6. Luego se enharina un poco y se pasa por el cacharrito que sirve para cortar. Se cuecen cuanto antes, en el agua que reservamos de haber hervido la remolacha (para que no pierdan color), un minuto o dos, no más.

Preparamos el pesto tostando los piñones, picando la hierbabuena, y machacando todo en un mortero, con un poco de sal y aceite de oliva virgen extra.

Servimos los tagliatelle con el pesto de hierbabuena y espolvoreamos con granos de granada. 

Si queréis ver otras recetas de pasta fresca podéis hacerlo aquí, donde además hay un tutorial sobre cómo hacer pasta y ravioli que puede ser útil para quien se enfrente al reto por primera vez.


lunes, 19 de diciembre de 2011

De la huerta a la mesa, festejando la cosecha: ravioli de berenjena asada con yogur y granada


Nuestra cosecha de berenjenas ha sido abundante. Empezó en verano, con las berenjanas blancas. Las más tempranas y delicadas, de carne cremosa y piel finísima. Continuó con las de almagro, más aptas para la conserva. Y luego las moradas rayadas, que hay que recoger cuando aún son pequeñas para que estén tiernas, y de las que este fin de semana recolectamos las últimas. Una maravilla.
Hemos cocinado todo tipo de platos. Sobre todo nos gustaron mucho asadas, ya que es una forma de sacarles todo el sabor. Las acompañamos de salsa de yogur, menta y cebollino, o las comimos con unos pancakes salados de espinacas con cebolla caramelizada.


Pero, de todos los platos que cocinamos, el que mejor se adapta a una celebración en toda regla de esta cosecha, el más festivo y elegante, han sido estos ravioli de berenjena asada. Es un plato vistoso y alegre, con el que sorprenderéis a cualquier invitado.

Sabéis que hay dos cosas que nos encantan en este blog: la pasta fresca y las recetas de Ottolenghi. Esta entrada es además un homenaje a este último, ya que nos hemos inspirado en una de sus recetas más famosas, que ya publiqué aquí.



Ingredientes para dos personas con hambre:

para la pasta:
2 huevos
100 gr de sémola de trigo duro fina + 100 gr de sémola de trigo duro mediana (se vende en tiendas de productos árabes)
un buen chorro de aceite de oliva virgen extra
un pellizco de sal

Amasar todos los ingredientes juntos, a mano o con amasadora, hasta tener una masa que no se pegue a las manos pero que sea elástica. Dejar reposar en un bol durante un par de horas.

para el relleno
un par de berenjenas medianas, o 4 berenjenas pequeñas
un par de cucharadas soperas de yogurt natural
un chorrito de aceite de oliva virgen extra
sal

Como ya os he contado alguna vez, el truco para sacarle todo su sabor a las berenjenas consiste en asarlas bajo el grill. Se ponen las berenjenas en una bandeja de horno, se enciende el grill, y se pone la bandeja en la parte de arriba del horno, cerca del grill, para que las berenjenas se "quemen". Como estas eran pequeñas las dejé 20 minutos, dándoles la vuelta a los 10 minutos. Hay que vigilar y sacarlas cuando empiecen a estar negras.
Un vez que las berenjenas se hayan enfriado les quitamos la piel, que sale muy fácilmente, y la carne de las berenjenas la ponemos a escurrir y luego la pasamos a un bol junto con el resto de ingredientes y lo mezclamos bien todo. No debe quedar muy líquido.

Para hacer los ravioli, podéis ver todo el proceso en el tutorial "como hacer ravioli: guía para dummies" o aquí. Una vez en el plato, espolvoreamos por encima za'atar, granada, y aceite de oliva virgen.
 
Y los degustamos celebrando lo que nos regaló la tierra.




jueves, 14 de julio de 2011

Daring Cooks Jul'11: tagliatelle de azafrán especiados - spiced saffron tagliatelle


El reto de este mes de los Daring Cooks es la elaboración de pasta fresca. Los que me visitais desde hace tiempo ya sabéis que me encanta la cocina italiana en general y la pasta fresca en particular. Empecé a preparar la pasta fresca mucho antes de tener blog. Me aficioné gracias a Canny, la reina de la cocina italiana en la blogosfera, cuyas recetas "fusilaba" en mi cocina habitualmente. Me aficioné tanto que una de las primeras entradas que puse en este blog, hace ya tres años, fue la Guía para "dummies" sobre cómo hacer ravioli. Después me fui animando con otras recetas y últimamente me atreví con preparaciones más arriesgadas como los ni-hachi soba. Mi próximo reto son los noodles 100% de alforfón, aunque dicen que son muy difíciles de hacer. Si tenéis curiosidad podéis encontrar todas mis recetas de pasta fresca aquí.

Steph from Stephfood was our Daring Cooks' July hostess.  Steph challenged us to make homemade noodles without the help of a motorized pasta machine.  She provided us with recipes for Spätzle and Fresh Egg Pasta as well as a few delicious sauces to pair our noodles with!
Steph from Stephfood fue la anfitriona del Daring Cooks de julio. Steph nos propuso preparar pasta fresca sin ayuda de máquinas eléctricas.

Para este reto elegí una receta de Plenty, el libro de recetas vegetarianas de Yottam Ottolenghi, a la que le había echado el ojo hace tiempo. A primera vista puede parecer que la mezcla de especias es excesiva, que se le ha ido la olla a Mr Ottolenghi, pero os aseguro que se combinan a la perfección las unas con las otras alcanzando un equilibrio indescriptible. La única diferencia con la receta original es que la de Plenty usa mantequilla en lugar de aceite de oliva.


Ingredientes para la pasta, para 2 personas
2 huevos
100 gr de sémola de trigo duro fina + 100 gr de sémola de trigo duro mediana
un buen chorro de aceite de oliva virgen extra
un pellizco de sal
1 cucharada sopera de agua caliente, en la que se infusiona media cucharadita de hebras de azafrán


Ingredientes para el aceite especiado,
5 cucharadas soperas de aceite de oliva virgen extra
1 cebolla pequeña, picada
40 gr de piñones
1/2 cucharadita de jengibre en polvo
1/2 cucharadita de pimentón dulce
1/2 cucharadita de cilantro en polvo
1/4 cucharadita de canela
1/2 chile molido (esto depende de cuanto os guste el picante)
1/4 de cucharadita de cúrcuma
1/2 cucharadita de sal
pimienta negra

2 cucharadas soperas de hierbabuena fresca picada y cilantro fresco picado

Elaboración del aceite especiado
En una sartén calentamos el aceite de oliva a temperatura media, rehogamos la cebolla hasta que empiece a estar transparente, añadimos los piñones y los tostamos, bajamos el fuego, añadimos las especias (ojo, las hierbas no las echéis, esas se pondrán al final en la pasta antes de servirla) rehogamos todo junto hasta que las especias empiecen a desprender su aroma, apagamos el fuego y reservamos caliente.

Elaboración de la pasta
No quiero ser insistente, pero la elección de la harina es fundamental para el éxito de la pasta fresca. La harina normal del super no vale, la pasta hecha con harina normal absorbe demasiada agua y engorda un montón al cocerla, de manera que aunque trates de hacer tagliatelle finitos al final el resultado es basto. Lo mejor es usar harina italiana 00 o sémola de trigo duro o una mezcla de ambas. Encontrar harina 00 en Santa Cruz es misión imposible, y desde hace unos meses tampoco encuentro sémola de trigo duro de Cecco ni Biogra, ecológica, que eran las que yo usaba. Afortunadamente, en el Foro del Pan alguien comentó que usaba para hacer pasta fresca la sémola que venden en las tiendas árabes. Así que me acerqué a una tienda, pregunté, y voilá. Ya puedo respirar tranquila, tengo un proveedor estable de sémola.
Se amasan bien los ingredientes, y en caso de usar sémola mediana se deja reposar 15 minutillos para que la sémola absorba el líquido, ya que la sémola mediana engaña y aunque parezca que la masa está pegajosa es porque tarda un rato en absorber el líquido. Se continúa amasando, y si pasado ese tiempo pensáis que la masa necesita más sémola la añadís. Se deja reposar un par de horas, se vuelve a amasar, y o bien se usa en el momento o bien se congela. No debe quedar ni pegajosa ni muy dura, tiene que ser elástica. A partir de aquí hay dos opciones: rodillo o máquina de pasta. Yo los estiro con mi máquina, pero oye, antes de comprarla tiraba de bíceps (lo confieso, no tiraba de "mis" bíceps, le pasaba el rodillo a D. y que estirase él la pasta... suena poco feminista, lo sé, pero es así). Para estirarla con la máquina, se coge un trozo de masa, no muy grande, se aplasta dejándolo con forma alargada, y se pasa primero por la posición cero de los rodillos un par de veces, y luego sucesivamente por el resto hasta dejarlo con el grosor que uno quiera. Yo los tagliatelle los dejo al 5, y la masa para ravioli al 6. Luego se enharina un poco y se pasa por el cacharrito que sirve para cortar.
Se cuecen cuanto antes, 3-4 minutos, en agua salada. Se escurren y se echan en la sartén donde está el aceite especiado. Se remueven bien y se sirven inmediatamente, con las hierbas picadas por encima. Creo que los italianos dicen que es el comensal el que tiene que esperar a la pasta y no la pasta al comensal :)


lunes, 14 de febrero de 2011

Daring Cooks Feb'11: homemade tsukimi soba & tempura - fideos de alforfón caseros "para ver la Luna" y tempura

Tsukimi soba. Fideos para ver la Luna. Desde que vi el nombre de esta receta en el libro Clásicos vegetarianos del mundo, de Celia Brooks, supe que tenía que prepararla. Porque, a ver, ¿a quien no le gusta mirar la Luna? Cuando éramos pequeños a mi hermano y a mi nos encantaba pasarnos horas en el porche de la casa en la que veraneábamos mirando el cielo, por la noche. En verano no había normas y nos dejaban estar allí fuera todo lo que quisiéramos, y más de una vez nos quedamos dormidos en las tumbonas. Luego cuando tuve mi primer telescopio me subía a la azotea de nuestro edificio y me dedicaba a mirar la Luna tratando de reconocer los mares y cráteres: el mar de la tranquilidad, el de la serenidad, el cráter Tycho.... Ahora la veo desde el observatorio, en el precioso cielo lleno de estrellas que se ve desde aquí, y todavía me gusta mirarla. Al fin y al cabo es lo que tenemos "más acá" de esa inmensidad que hay "más allá". Es familiar e inalcanzable a la vez.

La Luna y Saturno, chiquitito, a la izquierda. Fotografía de Daniel López: http://www.cielosdelteide.com/
The February 2011 Daring Cooks’ challenge was hosted by Lisa of Blueberry Girl. She challenged Daring Cooks to make Hiyashi Soba and Tempura. She has various sources for her challenge including japanesefood.about.com, pinkbites.com, and itsybitsyfoodies.com

El reto de los Daring Cooks del mes de febrero lo eligió Lisa de Blueberry Girl. Eligió como reto que hiciéramos soba y tempura.
Para mi el auténtico reto era hacer los fideos. Los soba son un tipo de fideos japoneses que se hacen con alforfón. Hace un tiempo, cuando hice las galettes bretonas, ya os hablé del alforfón. El alforfón, mal llamado trigo sarraceno en español, es una planta de la familia de las poligonáceas, pariente del ruibarbo y la acedera. A pesar de que en castellano se le llame trigo, ni es un cereal, ni contiene gluten, aunque contiene un mucílago que hace que las masas hechas con alforfón tengan una cierta consistencia. Esta planta es capaz de soportar muy malas condiciones climatológicas y su ciclo de crecimiento es muy rápido, madura en un par de meses, y ese es el motivo de su presencia en zonas en las que plantar trigo puede ser problemático. Su sabor es fuerte, quizá un poco amargo. Es un sabor que no deja indiferente.
Los fideos soba pueden ser de varios tipos. Están los towari soba, con un 100% de alforfón, los ni-hachi soba, con un 80% de alforfón y un 20% de trigo (ni-hachi es dos-ocho en japonés), los hegi soba, condimentados con algas.... yo me lancé con los ni-hachi porque, para ser la primera vez que los hacía, me parecía más sencillo. Miedo escénico, quizá. El resultado me sorprendió porque fue una masa muy manejable y extensible. Quizá una vez hervidos son más quebradizos que los fideos de trigo, pero a la hora de hacerlos no vi gran diferencia. Ahora que les he perdido el respeto a lo mejor en breve me animo a hacerlos 100% de alforfón.



Ni-hachi soba caseros

120 gr de harina integral de alforfón ecológico (trigo sarraceno)
30 gr de harina blanca de trigo ecológico
50 ml de agua (+ una cucharada sopera)
una pizca de sal

Mezclamos las harinas con el agua y la sal. Amasamos hasta tener una bola homogénea., que no se pegue a las manos pero que no sea muy seca o se quebrará al aplastarla. La cortamos en 4 trozos. Se coge un trozo de masa, se aplasta dejándolo con forma alargada, y se pasa primero por la posición cero de los rodillos de la máquina de pasta un par de veces, y luego sucesivamente por el resto hasta el nivel 5. Se enharina un poco y se pasa por el cacharrito que sirve para cortar. Los dejamos en un plato hasta el momento de hervirlos.


Tsukimi soba - fideos para ver la Luna
(cantidades para dos personas)

1/2 litro de caldo de verduras o caldo de setas
1 trozo de jengibre fresco de 1 cm más o menos, pelado y rallado
1 cucharada sopera de salsa de soja japonesa (o sea, hecha con soja fermentada)
1/2 cucharada sopera de mirin (una especie de vino de arroz)
75 gr de espinacas frescas troceadas
los fideos soba que hemos preparado antes
2 huevos
cebollino fresco, picado

Ponemos agua a hervir en una cacerola.
En un wok, o una sartén profunda y de fodo grueso, ponemos a calentar el caldo, la salsa de soja y el mirin.
Metemos las espinacas en el agua hirviendo de la cacerola y las blanqueamos (las hervimos muy brevemente, medio minuto). Las retiramos del agua con una espumadera y las reservamos, y a continuación hervimos en el mismo agua los fideos durante un par de minutos, los colamos y los reservamos también.
Rompemos uno de los huevos en un taza, y lo dejamos caer con cuidado en el caldo que está hirviendo suavemente en el wok. Lo escalfamos 3 minutos (no queremos que la yema quede dura), y lo retiramos del caldo con una espumadera. Hacemos lo mismo con el otro huevo.

Para servir repartimos los fideos entre los dos tazones, ponemos a un lado de cada tazón un puñadito de espinacas, un huevo escalfado, cebollino picado por encima y a continuación repartimos el caldo.



Tempura

100 ml de agua muy muy muy fría
1 huevo
65 gr de harina
un plato con harina de maíz
una pizca de sal
habicuelas (judías verdes francesas) hervidas brevemente, cortadas en dos
rodajas de calabacín, con piel, partidas por la mitad

aceite para freir

Me ha sorprendido lo fácil que es hacer tempura. Sólo hay que seguir dos normas básica para que salga bien: una, que el agua esté muy fría, para evitar que la masa se vuelva elástica o pegajosa, y dos no remover demasiado, para que no se forme gluten. Siguiendo estas dos normas el éxito está asegurado.
Mezclamos el agua casi helada con el huevo, la harina de trigo y la sal, removiendo lo justo para que los ingredientes se mezclen (da igual que queden algunos grumos). Dejamos la mezcla enfriar en la nevera mientras calentamos el aceite en una sartén (yo la dejé en el congelador 15 minutos).
Cuando el aceite esté bien caliente, vamos pasando las verduras por el plato con harina de maíz (esto es un truco para que se les pegue mejor el rebozado) y luego por el rebozado. Yo usé unos palillos para meter las verduras en el rebozado y me pareció muy práctico.
Freímos las verduras por tandas, para que no baje la temperatura del aceite.
Cuando estén doradas, las pasamos a un plato con papel de cocina para que absorba el aceite sobrante.
Por cierto, que la tempura es un plato que introdujeron en Japón los misioneros jesuitas portugueses y españoles, que en tiempos de cuaresma (témporas) comían pescados y verduras rebozados. De ahí el origen de la palabra tempura. Aunque D. tiene su propia versión de la etimología de esta palabra. Según él, viene de "temperatura", porque la clave de la tempura es freir en aceite muy caliente.


いただきます (Itadakimasu !!) ¡¡Qué aproveche!!
And thanks Lisa, I really enjoyed the challenge!!!!!


Y para terminar os dejo esta foto que hice desde mi "oficina" este sábado, que me ha tocado currar todo el finde (y aún sigo aquí arriba).


jueves, 6 de mayo de 2010

Ravioli de habitas frescas y menta, de Cannella, y cómo la vida es imprevisible


Ir corriendo a todas partes me acaba de pasar factura: desgarro muscular del gemelo izquierdo, para ser exactos. Una semana de reposo, ibuprofeno y mucho hielo. Y la primera baja laboral de mi vida, ¡yo que siempre presumo de tener una salud de hierro! El mes de mayo iba a ser muy estresante, sobre todo la próxima semana, y parece ser que mi organismo ha dicho ¡basta! ¡no me metas más caña! Ni cursos, ni reuniones, ni clases, ni natación, ni nada. Me lo tomo como un aviso, y por eso hoy me he tomado el día de descanso de verdad. Mañana ya me tocará ponerme a currar en casa, pero hoy no.
Hoy aprovecharé para visitar vuestros blogs, algo que últimamente no puedo hacer a menudo, y para publicar esta receta de Canny que preparamos el otro día aprovechando las habitas frescas de la huerta.

No es la primera vez que la preparamos, en realidad la primera fue hace años, en el 2007, justo antes de mudarnos a Tenerife. Por entonces empezaba a hacer mis pinitos con la pasta fresca, pero no tenía Imperia, ni conocía lo que era la sémola de trigo duro, estiraba la pasta con un rodillo y usaba harina normal, así que la pasta quedaba bastante tosca y el resultado estaba lejos de ser satisfactorio. El relleno, sin embargo, nos gustó muchísimo. Tampoco teníamos huerta, pero pertenecíamos a la cooperativa de consumo responsable de Ecologistas en Acción, y nos suministraba verduras y huevos frescos Alfonso, un agricultor de La Vera, que en primavera nos trajo unas riquísimas habitas. Con esas habitas preparé por primera vez estos ravioli, y se quedaron en mi memoria como los más delicados que había probado hasta la fecha. La combinación de sabores es magistral.
Ahora que tenemos huerta no podía dejar pasar la oportunidad de probar la receta con habitas recién recogidas. La huerta en primavera está en plena revolución. Nuestra cocina está llena de cajas con los semilleros, y los tomates, berenjenas y pimientos esperan pacientemente su turno de ser plantados. Este fin de semana me temo que no podré subir, y lo echaré de menos.


Ingredientes para dos personas:

para la pasta:
150 gr de sfarinato de trigo duro intero del Mulino Marino (se puede usar sémola de trigo duro o harina 00)
1 huevo
un chorrito de agua
un chorrito de aceite de oliva virgen extra
sal

Amasar todos los ingredientes juntos, a mano o con amasadora. Ir añadiendo el agua que pida la masa hasta tener una masa que no se pegue a las manos pero que sea elástica. Dejar reposar en un bol durante un par de horas.

para el relleno (podéis ver la receta original aquí)
150 gr de habas frescas
30 gr de almendras picadas (Canny pone piñones, pero no me quedaban)
1 ramitas de menta fresca
un chorrito de aceite de oliva virgen extra
sal

Si las habas no son muy jóvenes, como las mías, hay que quitarles la piel exterior. Las hervimos 10 minutillos, las escurrimos, y las trituramos con el resto de ingredientes.

Para hacer los ravioli, podéis ver todo el proceso en el tutorial "como hacer ravioli: guía para dummies" o aquí. En esta ocasión los acompañamos sencillamente de aceite de albahaca. No necesitaban más.
Y pongo estas fotos del proceso porque se que a Canny le encanta la pulcritud que despliego haciendo ravioli ;)


domingo, 21 de marzo de 2010

Pasta fresca casera: tagliatelle DE rebozuelos


Y pongo DE y no CON porque esta pasta lleva las setas en la masa, además de en la salsa. Sí, aquí sigue la temporada de rebozuelos, aunque ahora están en horas bajas debido a la calima. Pero ya volverán ya. Lo que hicimos para preparar esta pasta fue secar una bandeja de rebozuelos (daré más detalles sobre el procedimiento más adelante) y triturarlos hasta reducirlos a polvo. Esa "harina de setas" la mezclamos con la sémola y el resultado fue una pasta muy aromática. Ideal para una celebración, ya que tengo buenas noticias. Ya es seguro, ¡¡me prolongan el contrato!! Y esta va a ser mi nueva oficina, dentro de unos meses.

Estoy un poco nerviosa, por aquello de que cuando empiezas algo nuevo siempre tienes la duda de si lo harás bien, pero tengo muchas ganas de volver a currar "cacharreando" y no todo el día sentada dentrás del ordenador. Ya os iré contando.
Y por cierto, Avaaz junto con Greenpeace y otras ONGs están recogiendo firmas para conseguir un millón de ellas y que en el Parlamento Europeo tengan que escuchar lo que algunos ciudadanos europeos pensamos de los transgénicos. Si el tema te interesa y quieres firmar, pincha aquí.

Ingredientes para la salsa,

un puerro
200 gr de rebozuelos
un chorrito de leche
una cucharada sopera de harina
aceite de oliva y sal

La salsa es sencilla: dorar el puerro picado en una sartén con un poco de aceite de oliva. Añadir los rebozuelos partidos en trozos grandes, y dejar que se hagan pero no demasido. Añadir la cucharada de harina, remover, y añadir la leche. Cuando la salsa haya espesado al gusto la retiramos del fuego y la reservamos.


Ingredientes para la pasta, para 3 personas

2 huevos
200 gr de sémola de trigo duro
15 gr de polvo de rebozuelos
un buen chorro de aceite de oliva virgen extra
un pellizco de sal
y algo de agua en caso de que la masa lo pida.

No quiero ser insistente, pero la elección de la harina es fundamental para el éxito de la pasta fresca. La harina normal del super no vale, la pasta hecha con harina normal absorbe demasiada agua y engorda un montón al cocerla, de manera que aunque trates de hacer tagliatelle finitos al final el resultado es basto. Lo mejor es usar harina italiana 00 o sémola de trigo duro o una mezcla de ambas.
Se amasan bien los ingredientes, se deja reposar hora y media, se vuelve a amasar, y o bien se usa en el momento o bien se congela. No debe quedar ni pegajosa ni muy dura, tiene que ser elástica. A partir de aquí hay dos opciones: rodillo o máquina de pasta. Yo los estiro con mi máquina, pero oye, antes de comprarla tiraba de bíceps (lo confieso, no tiraba de "mis" bíceps, le pasaba el rodillo a D. y que estirase él la pasta... suena poco feminista, lo sé, pero es así). Para estirarla con la máquina, se coge un trozo de masa, no muy grande, se aplasta dejándolo con forma alargada, y se pasa primero por la posición cero de los rodillos un par de veces, y luego sucesivamente por el resto hasta dejarlo con el grosor que uno quiera. Yo los tagliatelle los dejo al 5, y la masa para ravioli al 6. Luego se enharina un poco y se pasa por el cacharrito que sirve para cortar.

Se cuecen cuanto antes, un par de minutos, en agua salada, y se sirven inmediatamente, con la salsa de rebozuelos por encima. Creo que los italianos dicen que es el comensal el que tiene que esperar a la pasta y no la pasta al comensal o algo así.....¿no? Y quien guste, que los coma con parmesano recién rallado por encima.

lunes, 22 de febrero de 2010

Ravioli de castaña rellenos de calabaza con salsa de rebozuelos


Pues seguimos con las recetas a base de rebozuelos. Aquí hay rebozuelos, ¡todo el año! ¿No es alucinante? Hemos tenido fresas hasta diciembre, y hay setas en el monte todo el año. Para los que nos gusta alimentarnos con lo que recolectamos nosotros mismos esto es el paraíso.
El día que salimos a por setas con nuestros amigos recogimos bastantes y dieron para varias recetas. Y una de ellas tenía que ser, inevitablemente, pasta fresca. Llevaba una temporada sin hacer pasta en casa. Últimamente siempre que nos apatece pasta fresca vamos al Convivio, el único sitio donde la preparan realmente casera. Hacer pasta no es difícil, pero hay que ponerse y requiere su tiempo. Y tiempo es lo que siempre falta, ¿verdad?. Pues durante el Carnaval nos dieron un par de días libres, hizo mal tiempo y D. tenía que trabajar, así que nos quedamos en casa y era la excusa perfecta para echar la tarde preparando unos ravioli.
Además de los rebozuelos tenía claro que quería probar una harina de castañas que compré hace un tiempo. y pensé que las castañas y la calabaza van muy bien juntas. Pues ya estaba la receta: ravioli de castaña rellenos de calabaza con salsa de rebozuelos.


Para la masa de los ravioli:
150 gr de sémola de trigo duro
50 gr de harina de castañas
2 huevos
1 chorrito de aceite de oliva virgen
agua (la que pida)
sal

Amasar todos los ingredientes juntos, a mano o con amasadora. Ir añadiendo el agua que pida la masa hasta tener una masa que no se pegue a las manos pero que sea elástica. Dejar reposar en un bol durante un par de horas. Y recomiendo no saltarse este paso, porque el reposo hace que la textura de la masa cambie un montón. También recomiendo usar sémola o harina 00, pero no harina común de repostería, el resultado es muy diferente.

Para el relleno:
un buen trozo de calabaza
salvia
orégano fresco

Picar la calabaza en trocitos pequeños, rehogarla a fuego medio en una sartén, junto con el orégano y la salvia. Que se haga bien. Retirarla del fuego, aplastarla con un tenedor para hacer un puré y reservar. Hacerla con antelación porque tiene que estar fría cuando rellenemos los ravioli.

Para la salsa de rebozuelos:
aceite de oliva virgen
rebozuelos (unos 250 gr)
un chorrito de leche
una cucharada sopera de harina

Limpiar los rebozuelos con un cepillito o un pincel. Partirlos en trozos grandes. Rehogarlos brevemente en aceite de oliva, y justo cuando empiecen a soltar agua bajamos el fuego, añadimos la cucharada de harina, removemos bien y añadimos el chorrito de leche. Dejamos que espese con cuidado de que no se queme. Ajustamos el punto de sal y reservamos.

Y ahora viene la parte divertida: dar forma a los ravioli.
A ver, lo más fácil es tener la máquina de pasta y el molde de ravioli. Pero yo cuando empecé no tenía ninguna de las dos cosas, y aunque es más difícil también se puede. Hace un tiempo puse un tutorial "como hacer ravioli: guía para dummies".

Primero hay que estirar la masa, dejándola bien finita, bien con la máquina bien con un rodillo y un buen par de brazos.
Una vez que la masa esté estirada, si tenemos molde lo enharinamos bien, pero bien, bien. A ser posible con sémola de trigo duro. Ponemos un rectángulo de masa. Ponemos el relleno en los huequitos, otro rectángulo de masa encima, y tapamos. Enharinamos, pasamos el rodillito para marcar los cortes, y desmoldamos.
Si no tenemos molde, pues hay que poner montoncitos de relleno encima de un rectángulo de masa, poner otro rectángulo encima, apretar bien donde vayan a quedar los cortes y cortar con un cortapastas.

Cuando estén todos los ravioli hechos, hervirlos 2-3 minutos, colarlos, y servirlos con la salsa por encima.

El resultado es un plato delicado, delicado. Con el toque dulzón que da la calabaza, el sabor tostado de la castaña, y el aroma a bosque de los rebozuelos frescos. Si no os gusta el toque dulzón, podéis sustituir la calabaza por berenjena, por ejemplo.

Los que aún no habéis probado la pasta fresca casera animaos a hacerla, porque está a años-luz de la pasta fresca industrial. De verdad, es una de las cosas, junto con el pan, en la que más diferencia se nota.
En el blog de Canny, la gurú bloguera de la cocina italiana, a la que tuve frita una temporada con mis preguntas y dudas cuando empecé con esto de la pasta fresca, podéis encontrar montones de recetas. Mis recetas de pasta fresca casera están aquí.

viernes, 18 de septiembre de 2009

Pasta fresca casera sin huevo: gnocchetti sardi

Hace un tiempo recibí un comentario de una persona que me preguntaba si se podía hacer pasta fresca casera sin huevo. Le dije que creía que sí, pero que nunca había probado, y le recomendé preguntarle a Canny, la gurú virtual de la cocina italiana.
Ignoro si Jose Manuel finalmente se animó a preparar la pasta fresca sin huevo, pero yo me quedé con la espinita. Y cuando estuvimos en el Mulino Marino, les pregunté qué opinaban acerca del asunto, y me recomendaron que usara trigo duro si quería prepararla. Me dijeron que me recomendaban usar harina 00 para la pasta con huevo, y trigo duro para la pasta sin. Así que con el sfarinato de trigo duro que me traje de allí, el otro día me lancé a prepararla. Se llama sfarinato porque es integral, creo que esa es la diferencia con la sémola. Así que preparamos pasta fresca sin huevo e integral, más sano imposible.
Utilicé, además, un artilugio que me ha prestado Giuseppe (el que prepara la mejor pasta fresca de la isla en su restaurante Convivio). Es un cacharrito que se acopla a la Imperia, y sirve para hacer pasta corta. Es tan fácil de usar, que cuando se lo devuelva me voy a comprar uno. Sólo hay que hacer un cilindro con la masa, y pasarlo por la máquina. Los gnocchetti van cayendo ya formados, perfectos, en un abrir y cerrar de ojos. Vamos, que con esto ya puedo preparar pasta fresca en cualquier momento. Al ser más gorditos que los tagliatelle necesitan más tiempo de cocción, pero eso es todo. El sabor es igual de bueno.

Para la pasta (para dos personas) usé:

200 gr de sfarinato de trigo duro intero
~70 ml de agua (esto es orientativo, depende de la harina que usemos, lo mejor es ir añadiéndola poco a poco)
dos cucharadas soperas de aceite de oliva virgen

Mezclar los ingredientes hasta tener una masa levemente pegajosa. Dejar reposar (el reposo es fundamental cuando usamos trigo duro) al menos un par de horas. Tras este reposo, la masa se debería haber convertido en una masa elástica y haber dejado de estar pegajosa, si no es así, añadir un poco más de harina.
Hacer cilindros largos del grosor de un dedo, enharinarlos, y pasarlos por la máquina, o bien cortarlos en trocitos, aplastarlos, y darles forma con un tenedor.
Hervir en abundante agua con sal. En mi caso necesitaron unos 5 minutos, pero lo mejor es ir probándolos.

Para la salsa:

9 tomates pera (de la huerta :)
una pizca de azúcar
sal
piñones
albahaca
aceite de oliva virgen

Hacer el pesto majando en el mortero la albahaca y los piñones con el aceite. Reservar.
En un sartén de hierro (o de fondo grueso) poner los tomates troceados, a fuego suave. Cuando la piel de los tomates se haya desprendido, la retiramos, y cuando estén bien desehechos añadimos una pizca de azúcar (para contrarestar la acidez del tomate), sal, y el pesto. Dejamos que reduzca, y ya está. Lo de no pelar ni quitarle las pepitas a los tomates para hacer salsa lo he aprendido en el McGee, dice que la piel da sabor a la salsa, y es verdad, el sabor de la salsa hecha con los tomates sin pelar es mucho más pronunciado.

El resultado fue una pasta muy buena y mucho más ligera que la que lleva huevo. Eso sí, la calidad de la harina es fundamental en este caso, porque cuando se hace pasta con huevo se puede enmascarar el sabor de una mala harina, pero en este caso no. Y el sabor que les dio el sfarinato de trigo duro fue espectacular, si pasáis por el Piamonte acercaos al Mulino Marino a por unos kilos de sfarinato, que no os vais a arrepentir.
Y si alguien de Tenerife se anima a hacer un pedido conjunto, decídmelo. Me comentaron que para pedidos internacionales mandaban envíos de 25 kilos mínimo (tengo que preguntarles si de una sola harina o de varias) pero a poco que nos juntemos 5 o 6 ya podemos pedirlo, ¿no?.
Y, Jose Manuel, espero que si aún no te habías animado a prepararla esto sirva para animarte a ello.

martes, 21 de abril de 2009

Lasagna de atún confitado con miel

Parece mentira, pero esta es una lasagna hecha con sobras. Tenía pasta en el congelador, de la que me sobró tras preparar los últimos ravioli, y tenía también en el congelador un filete de atún confitado con miel. Y no tenía mucho tiempo (últimamente estoy otra vez yendo a todo deprisa deprisa). Así que junté ambas cosas, y salió esta lasagna. Está mal que yo lo diga, pero estaba deliciosa, ¡mucho mejor que la que se hace con atún de lata!. El atún confitado es muy muy fácil de preparar, y ya está bueno por si sólo, y acompañado con pasta fresca, el resultado es sorprendente para lo fácil de preparar que es.

Ingredientes:

para la pasta:
100 gr de sémola de trigo duro
1 huevo
1 chorro de aceite de oliva virgen extra
sal

para hacer la pasta fresca, mirad aquí o aquí. Con estas cantidades, salen dos lasagnas individuales hermosas (¡teníamos hambre!), o una lasagna para 3.

para el relleno:
un filete de atún confitado con miel
un calabacín
un par de puerros
un bote de tomate triturado
orégano

y por encima le puse unas cucharadas de crème fraîche, tomillo y romero, y parmesano rallado.

Para hacer el relleno, rehogamos el puerro y el calabacín, cortados en daditos, cuando estén bien hechos añadimos el filete de atún desmigado(el filete tenemos que haberlo hecho antes, no se añade crudo) y a continuación el tomate triturado. El dulzor del atún corrige por si solo la acidez del tomate, así que no hay que añadir azúcar. Salamos al gusto, añadimos una pizca de orégano, y dejamos que se haga todo a fuego lento durante unos 15 minutos.
Mientras tanto, estiramos la pasta fresca, con un rodillo o con la máquina de pasta, dejándola lo más fina que nos sea posible (mi intención era dejarla muy fina para no tener que hervirla, como ya dije ¡no tenía tiempo!).
Precalentar el horno a 200º.
En una fuente para horno untada con un poco de aceite en el fondo, ponemos una capa de pasta, una capa de relleno, otra de pasta, así hasta que se nos acabe una de las dos cosas, terminando con una capa de pasta. Ponemos unas cucharadas de crème fraîche por encima, parmesano rallado, el tomillo, el romero, y al horno durante media hora.
A pesar de no haber hervido la pasta, quedó bien hecha. Y al usar crème fraîche en lugar de bechamel quedó más ligera, ¡y además es menos pesada de preparar cuando no tenemos tiempo!
¡Qué aproveche!


martes, 31 de marzo de 2009

Ravioli de berenjena asada: cocinar nos hizo humanos


Según el antropólogo Richard Wrangham, cocinar es lo que nos diferencia de nuestros primos los simios, y es lo que nos ha convertido en lo que somos. Hace 1,9 millones de años el Homo erectus empezó a cocinar, lo que redujo el tamaño de sus dientes y aumentó el tamaño de su cerebro. Al cocinarlos, podíamos sacar más energía de los tubérculos y nuestro organismo necesitaba menos esfuerzo para procesar la carne, lo que hizo que disminuyera el tamaño de nuestro intestino y que necesitáramos dedicar menos energía a la digestión. En estas cosas andaba yo pensando, y para poner mi granito de arena a la evolución humana me puse a preparar ravioli. La explicación detallada sobre cómo hacerlos la podéis encontrar en esta entrada que escribí hace un tiempo, la Guía para "dummies" sobre cómo hacer ravioli. Para los que os de pereza leerla, os insisto en que la elección de la harina adecuada es fundamental para un buen resultado. En general, la harina normal y corriente no es demasiado adecuada, absorbe poca agua durante el amasado y demasiada durante la cocción. Lo suyo es usar harina italiana 00, o si no sémola de trigo duro. En muchas tiendas de productos ecológicos venden una sémola de trigo duro de la marca Biogra con la que la pasta sale muy buena, pero si os queréis dar un homenaje os recomiendo la sémola De Cecco. Le da un sabor y un aroma a la pasta que hace que no se necesite apenas salsa ni un relleno demasiado elaborado para que los ravioli sean un delicatessen. Y no creais que se tarda demasiado tiempo en prepararlos. A mi preparar dos platos me llevo en total una hora.

Ingredientes (para 2 platos de ravioli)

para la pasta:
100 gr de sémola de trigo duro De Cecco
1 huevo
1 chorro de aceite de oliva virgen extra
sal

para el relleno:
1 berenjena, pelada, y asada en rodajas en una plancha
orégano
tomillo
sal

para la salsa:
aceite de oliva virgen extra
4 tomates pelados y picados
una pizca de azúcar moreno
sazonador aglio-olio-peperoncino (creo que lleva ajo, pimienta y mejorana)
sal

Mezclar la sémola con el huevo, la sal, y el chorrito de aceite de oliva. La masa no debe quedar pegajosa, pero debe quedar elástica. Si está seca, añadirle un poco de agua. Dejar reposar una hora.

Preparar mientras el relleno, para que esté frío a la hora de rellenar los ravioli. En mi caso fue sencillo, trituré las berenjenas asadas junto con el orégano y el tomillo, hasta que quedó bien fino, y voilá.

Cuando la masa ha reposado, con un rodillo o con la máquina de pasta, hacer láminas lo más finas posible.

Para rellenar los ravioli, lo mejor es tener uno de estos moldes. Los expertos, o las que han crecido rellenando ravioli, los hacen sin moldes ni bandejas. En mi caso, mi triunfo con los ravioli empezó cuando me hice con un molde (de hecho cuando quiero hacer cantidades industriales utilizo un aparato que se acopla a la máquina de pasta).
Para dar forma y rellenar los ravioli, pones una lámina en el molde, luego rellenas los huequitos con el relleno elegido, pones otra lámina de masa encima, pasas el rodillito que viene con el molde por los bordes para separar los ravioli, y ya está. Como una imagen vale más que mil palabras, podéis verlo aquí.

La salsa con la que los acompañamos fue muy sencilla. Calenté un poco de aceite en una sartén, añadí los tomates picados, rehogué un poco, añadí un poco de azúcar para rectificar la acidez del tomate y el sazonador para hacer aglio-olio-peperoncino, y nada más.

Hervir los ravioli un par de minutos, escurrir, servir con la salsa y con parmesano rallado encima, comer enseguida y darle las gracias al Homo erectus por haber empezado a cocinar hace millones de años.




miércoles, 11 de febrero de 2009

Chiacchiere de Rosaria


Este dulce nos enseñó a hacerlo una amiga italiana, para aprovechar los retales de pasta que sobraron un día que vino a cocinar ravioli. Ella nos explicó que se llaman chiacchiere, que significa algo así como cháchara, y que se comen, sobre todo, en Carnaval. El otro día, vi una receta de chiacchiere, mucho más elaborada, por supuesto, en el blog de Cannella. Así que me decidí a colgar la mía para comparar, y porque además es una manera de aprovechar esos restos de pasta que sobran siempre que se preparan ravioli o canelones.
El procedimiento es muy simple,

opción a: los restos de masa que han sobrado de las placas de ravioli, se cortan en trocitos con un cortapastas, se fríen en abundante aceite, se dejan escurrir en un papel absorbente, se les pone azúcar glas por encima, y voilá.

opción b: si queréis hacerlos desde cero, estos son los ingredientes (los mismos que para hacer pasta fresca):

100 gr de harina (mejor 00 o sémola de trigo duro)
1 huevo
un chorrito de aceite de oliva virgen extra
sal

se amasan todos los ingredientes juntos, se forma una bola que se deja reposar, tapada, una hora. Pasado ese tiempo, hacer una lámina fina con el rodillo y cortar en trozos no muy grandes con un cortapastas. A partir de aquí, proceder como en la opción a.

El resultado es sorprendente. Para no llevar nada de azúcar, están deliciosos. Nosotros, de hecho, la última vez, fuimos aún menos ortodoxos, y como las placas de canelones las cortamos después de cocerlas, lo que hicimos fue freir los trocitos de pasta cocida que sobraron. Y también estaban muy buenos así.
Eso sí, si los vais a preparar de cero os recomiendo que sigáis la receta de Cannella, que aunque no la he probado seguro que es mucho mejor. La mía, para reciclar sobras, ¡que en tiempos de crisis viene muy bien!

domingo, 23 de noviembre de 2008

HEMC #27: spirocanelones de pasta fresca


El tema del HEMC de este mes, elegido por Ivana, del blog My little things, son los canelones. He estado dándole vueltas al tema todo el mes, por eso pongo la entrada con el tiempo justo justo antes de que termine el plazo. Tenía claro que debían ser de pasta fresca, porque me encanta hacer pasta y el sabor de la pasta casera no tiene comparación con nada que te vendan por ahí. Pero me apetecía hacer algo más original que una variación del relleno. Así que consulté con mi "asesor creativo", y él tuvo esta idea de hacer los canelones enrollados en espiral, como un brazo de gitano. La verdad que hacer canelones de pasta fresca es laborioso, porque hay que hacer la pasta, hervirla, hacer la bechamel, el relleno, rellenar los canelones, hornear.... en fin, que no os voy a engañar, ¡ayer cenamos a las doce y media de la noche! Pero el resultado es tan bueno, que sin duda repetiremos y se los prepararemos a los amiguetes un día de estos. En este caso, además, preparamos la pasta con mucho cariño porque utilizamos una harina que nos regaló Giusseppe, del Convivio, al que le comenté que en la isla es imposible encontrar harina 00 en un formato que no sean paquetes de 20 kilos y tuvo la amabilidad de darme un par de kilos de la que compra para su restaurante.

Ingredientes (para cinco o seis spirocanelones)

para la pasta:

100 gr de sémola de trigo de grano duro
100 gr de harina 00
2 huevos
aceite de oliva virgen extra
sal

para el relleno:

1kg de espinacas congeladas
1/2 cebolla

para la bechamel:

1/2 cebolla
harina
leche

y además: 1 bola de mozzarella di bufala campana, tomillo

El modo de hacer las placas de pasta fresca lo expliqué hace algún tiempo aquí. Se procede igual que cuando se hacen placas de pasta fresca para ravioli, la diferencia es que se dejan un poco más gorditas. En caso de usar la Imperia para hacer las placas, dejarlas en el grosor 4. Si se estiran a mano, dejar un grosor de unos milímetros. Se hierven las placas un par de minutos y se reservan encima de un trapo limpio.
Para hacer el relleno, se dora la cebolla picadita en una sartén, y se saltean con ella las espinacas. Se retira del fuego, y se pasa la batidora hasta dejar una pasta homogénea.
La bechamel la hicimos con aceite de oliva en lugar de mantequilla y 1/2 cebolla picadita, cuando la cebolla está dorada se añaden unas cucharadas de harina, se le dan unas vueltas con cuidado de que no se queme, se añade la leche, y se remueve hasta que espese.


El plato se monta de la siguiente manera: sobre una de las placas de pasta fresca, se pone una fina capa de crema de espinacas. Se enrolla en espiral, y se pone en una bandeja para horno cuyo fondo se ha pincelado de aceite. Se procede igual con todos los canelones, y una vez que está la bandeja llena, se cubren de bechamel y se ponen rodajitas de mozzarella por encima y se espolvorea con tomillo. Se dejan 20 minutos en el horno a 160º.
En el momento de servirlos les dimos a cada "spirocaneloni" cuatro cortes dejando ver las espirales de pasta y espinaca, y quedó de lo mas curioso!
El resultado está a medio camino entre los canelones y la lasaña. Y está muuuy bueno. Es lo que tiene la pasta fresca, con el mínimo acompañamiento está deliciosa.