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29 de diciembre de 2011

No hay silencio que no termine (Ingrid Betancourt)

Género: Testimonial, Autobiográfico
Páginas : 712
Año: 2010
** Bueno **
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Parafraseando al título, también podemos acotar que –por suerte- “No hay libro que no se acabe”. Esto no quiere decir que estas memorias de Ingrid Betancourt no merezcan ser leídas. Por el contrario, es un libro interesante, un testimonio personal de cómo se vive un secuestro en manos de una organización guerrillera, en este caso las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia).

Pero leer 712 páginas relatando la vida diaria en la selva a lo largo de seis años de cautiverio, se hace un tanto tedioso porque los hechos son bastante repetitivos. Cada lector puede creer a pie juntillas todo lo que esta señora colombiana de nacimiento y nacionalizada francesa, nos cuenta, como también dudar de su veracidad, y pensar que tal vez haya habido omisiones.

De acendrada fé católica, se lo pasa leyendo la Biblia, y eso sugiere la posibilidad de que no haya creído conveniente “confesar” la más mínima tentación de sucumbir a necesidades que pueden considerarse normales. Su comportamiento es demasiado casto, impoluto y ejemplar. Quizás haya sido así, pero algunos de sus compañeros de cautiverio, la han calificado de altiva, soberbia y arrogante. ¿Quién tiene la razón?

Según afirma la misma Ingrid Betancourt, el libro fue escrito en francés porque así podía expresar mejor sus sentimientos, y a las 24 horas de haber sido rescatada por el ejército colombiano, viajó a Francia, lo cual decepcionó a muchos de sus compatriotas sudamericanos.

Su acompañante y asesora, Clara Rojas, secuestrada junto a ella, ha escrito también su versión, en la que refuta afirmaciones de Ingrid acerca de las circunstancias en que su colega decidió quedar embarazada mientras estaba en cautiverio.
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 Sinopsis
El 23 de febrero de 2002, en momentos que se dirigía a la zona de distensión establecida por el entonces presidente Andrés Pastrana con el fin de realizar conversaciones de paz con la guerrilla de las FARC, fue secuestrada junto a su acompañante y asesora Clara Rojas. Su secuestro, que tuvo una duración de seis años, cuatro meses y nueve días, mantuvo en vilo a Colombia, así como a Francia y otros países. Durante su cautiverio sufrió los rigores de su reclusión en zonas selváticas de Colombia, junto con varios compañeros en su prisión.  El 2 de julio de 2008, una operación de inteligencia militar de las Fuerzas Armadas de Colombia, llamada Operación Jaque,  logró su liberación junto con tres contratistas estadounidenses y once miembros del Ejército Nacional, que habían permanecido secuestrados algunos por más de diez años.
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