Género: Novela, Suspenso
Año: 1978
Páginas: 220
Bueno
Novela relativamente corta de este prolífico autor francés que tuvo su apogeo a mitad del siglo pasado. El relato, de corte policial con dosis de suspenso que se mantiene hasta el final, está escrito con prolijidad y pocos personajes, los justos. Encontré este libro en una mesa de saldos y me lo llevé alentado por el buen sabor que me habían dejado otras dos creaciones de Guy des Cars: El solitario (1951), del cual recuerdo que su lectura se me hizo adictiva, y La impura (1946), muy buena novela, mucho más elaborada que La justiciera.
La puerta sigue abierta para cualquier otro libro de este autor que encuentre en alguna futura visita a librerías o mercadillos que vendan obras de segunda mano.
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Sinopsis
Un abogado se enfrenta a un caso sumamente complicado. Un recluso ha sido acusado de asesinar a su compañero de celda, un peligroso homicida condenado a reclusión perpetua por haber secuestrado y estrangulado a un niño de cuatro años. La trama se va complicando hasta transformarse en un drama conmovedor. Victor Deliot, el sorprendente abogado de El solitario, se encuentra otra vez obligado a defender un proceso criminal. El caso es difícil. La intriga se complica cuando los sentimientos de dos madres se enfrentan: la del niño asesinado y la de su asesino. Con buen sentido, su humor y su sabiduría, Deliot logra mantener la mente despejada frente al ruido de las personas que son parte de este drama.
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El autorGuy Augustin Marie Jean de Pérusse des Cars nació el 6 de mayo de 1911 en París y falleció el 21 de diciembre de 1993, también en París.
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